junio 2012, Volumen 28, Número 2
del campo del agricultor a Rio+20

Panorama general del tema – Veinte años después

MARTA DABROWSKA | Página 6-7
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Veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra de 1992, Río de Janeiro nuevamente es el anfitrión de un importante evento de las Naciones Unidas. Es el momento de reflexionar sobre los logros alcanzados y de discutir sobre los temas que han surgido recientemente.

 

En esta ocasión, los temas fundamentales de la conferencia son una “economía ecológica” en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, y el marco institucional necesario para el desarrollo sostenible.

Desde que el evento fuera anunciado, sin embargo, muchas personas se han estado preguntando si tiene sentido organizar una nueva Cumbre de la Tierra cuando todavía no se han cumplido los compromisos de la primera.

Muchos temen que centrarse en una “economía ecológica” significará pasar por alto las múltiples dimensiones del desarrollo sostenible. Las dudas expresadas por muchos “pesimistas de Río” han sido balanceadas por las declaraciones de los “optimistas de Río” quienes, como el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ven la cumbre como “una oportunidad que se da una vez en cada generación”.

El primer borrador del documento final de la conferencia fue presentado en enero de 2012 y provocó una reacción violenta. Muchos se sintieron decepcionados por la generalidad del documento, la falta de compromiso con cambios radicales, y la omisión de varios temas importantes, entre ellos una referencia a la agroecología como alternativa sostenible a la agricultura convencional. Las organizaciones de agricultores familiares se sintieron satisfechas al ver una propuesta para retirar subsidios a la agricultura convencional pero criticaron el texto porque evita la discusión seria sobre los principales problemas de los sistemas agrícolas actuales.

Durante todo el proceso, las organizaciones de la sociedad civil han participado activamente en los preparativos para la conferencia. Sin embargo, cuando se hizo evidente la dificultad de que el documento final de la conferencia exprese compromisos serios, muchas organizaciones comenzaron a retirarse del proceso oficial y han estado prestando más atención a maneras alternativas de impulsar sus agendas.

Poco a poco, muchos actores se han dado cuenta de que es posible lograr más participando en el proceso desde fuera, sin ser parte de las negociaciones oficiales. Por lo tanto, han desplazado su interés de la conferencia oficial a los eventos organizados paralelamente, formando alianzas con otras organizaciones y garantizando así que la discusión continúe después de la conferencia. En particular, muchas organizaciones han depositado sus esperanzas en el proceso de definir metas de desarrollo sostenible que sean capaces de sustituir las Metas de Desarrollo del Milenio en 2015.

¿Es verdaderamente ecológica?

En vísperas de la conferencia, el significado de “economía ecológica” aún está en discusión. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) describe una economía ecológica como un sistema de actividades económicas relacionadas a la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que resultan en un mayor bienestar para las personas a largo plazo, sin exponer a las generaciones futuras ni a riesgos ambientales importantes ni a escasez ecológica.

Pero esta definición se presta a muchas interpretaciones. Los gobiernos nacionales y las agencias de la ONU tienden a apoyar los cambios modestos a sistemas económicos existentes, enfatizando soluciones tecnológicas y políticas que harían posible el “crecimiento sostenible”. Muchas organizaciones civiles buscan medidas más radicales e insisten en que es necesaria una transformación del sistema económico como un todo.

Hacen campaña por un “cambio de paradigma” radical y por nuevos modelos económicos que pongan las dimensiones ambientales y sociales del desarrollo en el centro. La pregunta principal, sin embargo, es si necesitamos nuevas ideas o si más bien deberíamos observar las soluciones que ya se están aplicando y que reconocen el potencial de sistemas alternativos que han sido desarrollados a lo largo de los años.

Los conflictos sobre el futuro de la agricultura ilustran bien este debate. Se ha llegado al consenso de que la producción agrícola debe volverse más sostenible y de que los agricultores de pequeña escala, especialmente las mujeres rurales, deben ser tomados en cuenta y recibir más atención. No obstante, las opiniones sobre cómo lograr una producción sostenible están fuertemente polarizadas. Un modelo propone una “intensificación sostenible” y depende del desarrollo y diseminación de tecnologías de base biológica como semillas modificadas y mecanización agrícola.

Quienes apoyan este modelo no creen necesaria una gran transformación del sistema de agricultura “convencional”, solamente una mejora. El modelo alternativo requiere una transición de la agricultura convencional basada en insumos a prácticas agrícolas basadas en enfoques agroecológicos. Hacer esto requiere un cambio en la manera actual de pensar sobre la producción de alimentos, basada en un sistema alimentario globalizado y en prácticas agrícolas a gran escala basadas en insumos. En vez de invertir tiempo y energía en “mejorar” los sistemas agrícolas convencionales, deberíamos contemplar la posibilidad de un modelo alternativo, considerando un enfoque holístico del manejo agrícola.

¿Es realmente nueva?

Muchas organizaciones de la sociedad civil abogan por ampliar los enfoques agroecológicos y, haciendo referencia a la Evaluación internacional de las ciencias y tecnologías agrícolas para el desarrollo (IAASTD por sus siglas en inglés), sostienen que esta podría ser la solución a los problemas globales. El mensaje principal del manifiesto Tiempo de Actuar, firmado por organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo, es que la agricultura basada en la agroecología puede producir suficientes alimentos para dar de comer a la creciente población mundial y contribuir a la creación de sistemas sociales más justos y equitativos.

Para muchos esto puede ser una sorpresa, o una “noticia”. Sin embargo, durante más de 27 años las organizaciones que forman la Red AgriCulturas han estado recogiendo y compartiendo la evidencia que fundamenta esas aseveraciones. Nuestras revistas presentan con regularidad estudios de casos que demuestran que la agroecología y la agricultura sostenible están en el centro del desarrollo. Los beneficios de la agroecología son numerosos: un manejo holístico resulta en sistemas agrícolas balanceados que rinden lo suficiente a la vez que cuidan el medio ambiente.

Los sistemas agroecológicos contaminan menos y son más ricos en biodiversidad. Mantienen los servicios del ecosistema y protegen los recursos naturales. Además, contribuyen a reducir la pobreza. La gran mayoría de los agricultores del mundo, los agricultores de pequeña escala que son las víctimas de las políticas dirigidas a la agricultura convencional, son los que más se benefician de la agroecología. La enorme cantidad de evidencias encontradas es el principal motivo por el cual, a lo largo de los años, nuestra posición se ha mantenido inalterada: un sistema saludable de producción alimentaria es la base del desarrollo sostenible.

En este número de la revista queremos reflexionar sobre las interrelaciones entre la práctica agrícola, la seguridad alimentaria, el cambio climático, la energía y la pobreza. Estos son los cuatro temas que el primer borrador del documento final de Río+20 identificó como áreas prioritarias. Hacemos un intento por describir los beneficios de un sistema agrícola alternativo desde esas cuatro perspectivas, fundamentándonos en la extensa cantidad de evidencias recolectada durante más de 25 años. Los artículos de esta edición demuestran la necesidad de intensificar enfoques alternativos. La idea no es nueva. ¡Ahora es el momento de hacerla realidad!

Marta Dabrowska
Marta Dabrowska es especialista en desarrollo e innovación rural. Ha coordinado el proceso de preparación para Río+20 de ILEIA y la Red Agriculturas.
Correo-e: m.i.dabrowska@gmail.com

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