La mayoría de los productores heredó el conocimiento y el saber hacer de sus padres y abuelos. La actividad agroindustrial es en la actualidad un pilar de la vida económica y social de la localidad. Además de las familias que se han dedicado toda su vida a esta agroindustria, hay un creciente número de familias que la están retomando por ser una buena opción para obtener un empleo e ingreso regular. La zona concentra a un gran número de agroindustrias, básicamente de tipo familiar, que cuentan con talleres rústicos y naves semiindustriales y que, con diferentes niveles de tecnificación y calidad, producen todos los días más 30 productos diferentes, los cuales se comercializan dentro de la comunidad en locales o puestos ambulantes, o son vendidos de la manera tradicional, ofreciéndolos en un cajón de madera al transeúnte por diferentes calles de la ciudad de México o en ferias y eventos.
En las últimas décadas se han formado varios colectivos y grupos de trabajo que apoyan los planes productivos y sociales de las familias amaranteras. Entre sus principales objetivos están: la necesidad de contar con un medio de representación y gestión ante autoridades, y la idea de reivindicar el amaranto ante el consumidor, cambiando la percepción del amaranto como un dulce tradicional a la de un producto versátil con gran valor nutricional. Esto también dará pauta para que se ingrese a nuevos mercados, en los que se valoren los productos y se pueda aumentar el precio de venta.
Sin embargo, no se puede hablar de una capacidad innata de los productores para establecer convenios, relacionarse entre sí y hacer competitiva su actividad productiva. Más bien, los logros hasta ahora obtenidos son resultado de largo tiempo de trabajo conjunto, a partir de la convivencia cotidiana que involucra espacios sociales y laborales y que rebasa la colaboración por lazos de parentesco. En esta experiencia se observa que las relaciones de colaboración se dan por la satisfacción de un interés mutuo y la definición de objetivos e intereses comunes.
Esto se ve materializado en el mejoramiento de la actividad productiva, en la disminución de costos de insumos, en el aumento de la oferta de productos en sus locales y en la capacidad de gestión ante las autoridades locales. Asimismo, es necesario señalar que la capacidad de los pequeños productores para controlar y tomar ventaja del sistema de producción rápida y secuencialmente es muy limitada debido a la naturaleza de las relaciones institucionales, sociales y político-administrativas presentes en las zonas rurales. La conclusión de este trabajo es que el proceso de cambio buscado y el fortalecimiento de los sistemas de producción es complejo y multifactorial.
La participación de los diferentes miembros de las familias y las alianzas estratégicas entre las agroindustrias son fundamentales.
Fernando Manzo Ramos
Grupo de Trabajo Educación de Adultos y Extensión Rural para el Desarrollo. Programa de Estudios del Desarrollo Rural. Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo.
Correo electrónico: fernando.manzo.ramos@gmail.com fmanzo@colpos.mx
Gabriela López Ornelas
Grupo de Trabajo Educación de Adultos y Extensión Rural para el Desarrollo. Programa de Estudios del Desarrollo Rural. Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo
Correo electrónico: gabrielal@colpos.mx gabriela.lopez.ornelas@gmail.com