junio 2011, Volumen 27, Número 2
Árboles y agricultura

El potencial agroecológico de los sistemas agroforestales en América Latina

MIGUEL A. ALTIERI, CLARA I. NICHOLLS | Página 32-35
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La agricultura en América latina pasa por una crisis sin precedentes caracterizada por altos niveles de pobreza rural, inseguridad alimentaria, migración, degradación ambiental intensificada por los cambios climáticos y las crisis energética y financiera.

Cacaotal, donde también se producen granos y hortalizas / Foto: autores
El modelo agrícola industrial exportador y la expansión de monocultivos transgénicos y de agrocombustibles, así como el uso intensivo de agrotóxicos están directamente ligados a esta crisis. Es urgente impulsar un nuevo paradigma agrícola que permita asegurar suficientes alimentos sanos y accesibles para la creciente población mundial, aunque la nueva agricultura tendrá que hacerse sobre la misma base de tierra arable, con menos petróleo, menos agua, nitrógeno y otros recursos, y dentro de un escenario de cambio climático, e incertidumbre económica y social.

El desafío inmediato para nuestra generación es transformar la agricultura industrial e iniciar una transición hacia sistemas alimentarios que no dependan del petróleo, que sean biodiversos y resilientes al cambio climático y que a la vez fortalezcan la producción doméstica. Ante los escenarios energéticos, climáticos y financieros que se expresan en la región, la agroecología se perfila como la opción más viable para generar sistemas agrícolas capaces de producir conservando la biodiversidad y la base de recursos naturales, a la vez de proveer servicios ambientales, sin depender del petróleo, ni de insumos caros. Una de las fuentes importantes de conocimiento de la cual se nutre la agroecología es la agricultura campesina-indígena prevalente en América Latina donde miles de agricultores aún cultivan millones de hectáreas agrícolas con sistemas diversificados y tecnología tradicional ancestral, documentando una estrategia agrícola indígena exitosa que constituye un tributo a la ‘creatividad’ de los agricultores tradicionales. Una expresión de este legado agrícola es la agroforestería que constituye un modelo ecológico prometedor ya que promueve la biodiversidad, prospera sin agroquímicos y con poca energía fósil, y sostiene producciones de cultivos, árboles y animales todo el año (Koohafkan y Altieri, 2010). En América Latina hay una plétora de sistemas agroforestales y silvopastoriles (ver Cuadro 1 en PDF), pero quizás los ejemplos más conocidos los constituyen los SAF de cacao y café diversificados con árboles de sombra multiestratificada que permiten una producción estable de frutas, leña, forraje etc., en el medio de fluctuaciones climáticas, sin ser dependientes de insumos externos, con bajos costos de producción y, a la vez, conservando los recursos naturales de la finca, como el suelo, agua y biodiversidad. No se puede desconocer la prevalencia de los sistemas silvopastoriles y sus servicios ecologicos que existen en millones de hectáreas de pastizales, diversificadas con árboles leguminosos.

Las propiedades emergentes de los sistemas agroforestales
Los componentes biológicos del suelo –tanto por encima como por debajo– de los SAF interactúan continuamente y producto de estas sinergias se optimizan procesos ecológicos claves para el funcionamiento de los SAF (control biológico, fertilidad de suelo, polinización, etc.) y otras funciones que hoy en día se consideran servicios ambientales que proyectan beneficios más allá de las zonas de los SAF (Jose, 2009):

• Mejora de la calidad y fertilidad de suelos. Se conoce bien la contribución que hacen las especies leguminosas en los SAF de América Latina. Pero los árboles que no fijan nitrógeno biológicamente, también contribuyen a mejorar la estructura del suelo y las condiciones biológicas y quimicas al adicionar cantidades copiosas de materia orgánica al suelo y reciclando nutrientes. Muchos árboles exploran las reservas minerales más profundas de la roca parental y recuperan los lixiviados al depositarlos sobre la superficie como humus.

• Conservación de agua. El balance hídrico de una microcuenca o finca dada está influido por las características funcionales y estructurales de los árboles.

• Regulación de plagas y enfermedades. La composición florística la alta diversidad de plantas protege a los SAF de la incidencia de plagas y enfermedades. La incorporación de árboles con distinta fenología y diversas edades, mediante plantaciones escalonadas, puede proporcionar refugio y un suplemento nutricional más constante (néctar, polen y hospederos alternativos) para los enemigos naturales, puesto que se aumenta la disponibilidad de los recursos a lo largo del tiempo.

• Secuestro de carbono. La incorporación de árboles y arbustos en SAF incrementa la cantidad de carbono sequestrado por el follaje, y es significativo cuando se compara con un monocultivo de cultivos anuales o una pastura. Esto sin considerar el carbono que se secuestra en el suelo.

• Conservación de biodiversidad. Los SAF contribuyen a la conservación de la biodiversidad al proveer habitat a muchas especies y reducir las tasas de conversión de habitats naturales en agricultura anual. La proximidad de bosques primarios o secundarios a los SAF también influencia los niveles de biodiversidad, al servir de fuentes de colonización de fauna.

• SAF y polinizadores. Muchos campesinos que manejan SAF dependen de poblaciones de abejas silvestres para la polinización de sus árboles y cultivos. Los SAF diversificados proveen amplias oportunidades para preservar y estimular una gama de especies silvestres polinizadoras al proveer de flores y sitios de nidificacion.

Las ventajas de los SAF
Los SAF exhiben muchas ventajas tanto ambientales como económicas cuanto se comparan con los monocultivos correspondientes, sin embargo hay dos características de estos sistemas que son claves en relación a una problemática crucial que atraviesa la región: la inseguridad alimentaria en un escenario de cambio climático y el encarecimiento de la energía fósil (Perfecto y otros, 2009).

Resiliencia
Es la propensión de un sistema para mantener su estructura organizacional y productividad después de una perturbación. El reconocimiento de que el cambio climático puede tener impactos y consecuencias negativas sobre la producción agrícola ha generado mucho interés para buscar maneras de incrementar la resiliencia de los agroecosistemas. Uno de los métodos más racionales es la diversificación de estos, una característica intrínseca de los SAF cuya complejidad vegetacional se liga a la capacidad de resiliencia al cambio climatico Claramente, la presencia de árboles en diseños de agroforestería constituye una estrategia clave para la mitigación de la variabilidad del microclima en sistemas de agricultura minifundista. Los efectos de la agrodiversidad en la mitigación de los efectos climáticos extremos, tales como la sequía promovida por El Niño, fueron recientemente evidentes en el norte de Honduras. Un proyecto agroforestal orientado a revivir el método Quezungal, un antiguo sistema de agricultura, evitaron que se destruyeran aproximadamente 84 comunidades agrícolas. Los agricultores que utilizaron este método perdieron solo el 10 por ciento de sus cultivos en la severa sequía de 1998 y obtuvieron un excedente de grano de 2,5 a 3 millones de kilos después del paso del Huracán Mitch.

SAF y soberanía alimentaria
La mayoría de los SAF complejos integran en sus granjas más de 100 diferentes árboles leguminosos y frutales, varios tipos de forraje, cultivos y otros usos y en muchos casos animales domésticos. Al asemejarse al bosque nativo en estructura, los árboles proveen sombra y un hábitat para pájaros y animales que benefician el sistema de cultivo, pero además contribuyen enormemente y en forma continua a la base de alimentos de la familia durante todo el año. Los productores ubicados en el eje maya de producción del cacao: Guatemala, Belice y la ruta cacaotera Miskitos- Tawahkas (Honduras), además de incorporar más de 15 especies frutales realizan clareos dentro de los cacaotales, donde producen granos y hortalizas (ver Foto). El 85% de los alimentos que consume la familia provienen del cacaotal (Altieri, observacion directa).

Bases agroecológicas para el diseño de SAF
El diseño de SAF consiste en ordenar las especies vegetales y animales en el tiempo y el espacio, considerando las condiciones de hábitat que cada especie necesita y los requerimientos de manejo cultural de las especies al crecer juntas, así como las necesidades de manejo para todo el sistema y de acciones adicionales como son la conservación del suelo o el mejoramiento del microclima. Por supuesto los arreglos de ordenamiento espacial y temporal toman formas muy específicas de ubicación, dependiendo de las condiciones biofísicas y socioculturales de cada finca (Altieri y Nicholls, 2004).

El diseño de SAF análogos a la sucesión natural
Como lo han hecho por siglos los agricultores tradicionales del trópico húmedo bajo, los agroecosistemas donde se dan sucesiones naturales pueden ser modelos para el diseño de SAF ya que exhiben varias características valiosas para la agricultura: (i) elevada resistencia a la invasión y al ataque de plagas; (ii) gran retención de nutrientes en el suelo; (iii) abundante agrobiodiversidad y (iv) un nivel razonable de productividad continua. El mayor reto en el trópico consiste en diseñar agroecosistemas que, por un lado, aprovechen algunos de los atributos beneficiosos de las etapas tempranas de la sucesión y, por el otro, incorporen algunas de las ventajas de un sistema que en la sucesión alcanza etapas más tardías y maduras. Algunos principios agroecológicos claves (Altieri y Nicholls, 2004) que son importantes seguir en el diseño de SAF análogos a la sucesión natural son:

1. Aumentar la diversidad de especies, ya que promueve un uso más completo de los recursos (nutrientes, radiación solar, agua, etc.), mejora la protección contra plagas y promueve el crecimiento compensatorio. El crecimiento compensatorio es otra característica importante, porque si una especie fracasa debido a las plagas o el clima, otra aprovechará los recursos disponibles. La combinación de cultivos minimiza el riesgo al crear la textura vegetativa que controla plagas especialistas.

2. Aumentar la longevidad del sistema a través de la adición de plantas perennes con follaje abundante que proporcione una cubierta permanente de protección del suelo. Además, las plantas leñosas con sistemas radiculares densos y profundos son un mecanismo eficiente para la captura de nutrientes, lo que compensa las pérdidas por lixiviación.

3. Establecer barbechos para restituir la fertilidad del suelo a través de la acumulación de biomasa y la activación biológica, y para reducir las poblaciones de plagas agrícolas, interrumpiendo sus ciclos biológicos por la rotación de cultivos y barbechos.

4. Incorporar más materia orgánica, a través de la inclusión de leguminosas, plantas productoras de biomasa y la integración de animales. La acumulación de materia orgánica lábil y no lábil es crucial para activar la biología del suelo, mejorar su estructura y microporosidad, y aumentar sus nutrientes.

5. Aumentar la diversidad del paisaje estableciendo un mosaico de agroecosistemas, representativos de las distintas etapas sucesivas, inmersos en una matriz de bosques. El riesgo se diluye entre los distintos sistemas de cultivo y se consigue también un mejor control de plagas, ligado a la heterogeneidad espacial del paisaje.

Opciones de manejo para imitar la sucesión natural
En un esquema de sucesión manejada se imitan las etapas de sucesión naturales, introduciendo plantas y animales usando prácticas que promueven el desarrollo de interacciones y conexiones entre los componentes del agroecosistema. Se plantan especies anuales y perennes que capturan y retienen nutrientes en el sistema y promueven el buen desarrollo del suelo. Estas plantas incluyen leguminosas, con sus bacterias fijadoras de nitrógeno, y plantas con micorrizas que movilizan fósforo. Conforme se desarrolla el sistema, incrementando su diversidad, la complejidad de sus cadenas tróficas y la cantidad de interacciones mutualistas, se alcanzan mecanismos de retroalimentación más eficaces para el reciclaje de nutrientes y la regulación biótica de plagas y enfermedades.

Durante el proceso, se enfatiza el establecimiento de un agroecosistema complejo e integrado, con una menor dependencia de insumos externos. Hay muchas maneras en las cuales un productor puede permitir que el desarrollo sucesional continúe después de las primeras etapas a partir de un campo de tierra, recientemente cultivada y con suelo desnudo.

Un modelo general consiste en comenzar por un policultivo anual y progresar hasta un sistema con árboles perennes. Un ejemplo de diseño sucesional de cultivos se ubica en Costa Rica, donde se hicieron reemplazos temporales y espaciales de especies silvestres por cultivares con una flora, estructura y ecología similar. Los miembros sucesionales del sistema natural, como heliconia o platanillo (Heliconia spp.), curcubitáceas (Cucurbitaceae), camotes o boniatos (Ipomea sp.), leguminosas, arbustos, pastos y árboles pequeños fueron reemplazados por plátanos (Musa sp.), variedades de zapallo (Curcubita) y ñame (Dioscorea spp.). Entre el segundo y tercer año, los árboles de crecimiento rápido (Bertholletia excelsa, Prunus persica, Palmae y Dalbergia nigra) formaron un estrato adicional, manteniendo así una cubierta permanente y evitando la degradación y la lixiviación, con una provisión de nutrientes a lo largo de todo el año. Terminando en una etapa madura o climax dominada por café, cacao, caucho y otras especies (Altieri y Nicholls, 2004).

Conclusiones

Los sistemas agroforestales incrementan la multifuncionalidad de la agricultura en muchas comunidades rurales de la región aportando no solo a la soberanía alimentaria y productiva de miles de familias, sino que también a la economía comunitaria y a la proteccion de la biodiversidad. Estos sistemas también han demostrado ser resilientes a fluctuaciones climáticas extremas, por lo que no solo protegen a las poblaciones vulnerables de huracanes, sequias, etc., sino que también constituyen modelos importantes para estudiar y descifrar principios y mecanismos de adaptación al cambio climático. La diversificación de especies puede reducir significativamente la vulnerabi-lidad de los agroecosistemas; el desafio consiste en determinar los diseños y ma-nejos agroecológicos que incrementen la diversidad de los SAF y que sean de fácil implementación por los agricultores.


Figura 1. Beneficios locales, nacionales y globales de los Sistemas Agroforestales (SAF) como base de su reconocimiento, compensación y conservación dinámica

Fuerzas del mercado están causando la simplificación (por ejemplo, la tendencia hacia el café sin sol) o la destrucción de muchos SAF para dar cabida a plantaciones o incluso pasturas para ganado. Propuestas como Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD) plantean que se deben crear señales de mercado que hagan que los SAF valgan más erguidos que cortados. La idea es que las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles sean anuladas por el carbono almacenado en los SAF y bosques. Pero esto proporciona una excusa excelente para que los países del Norte sigan postergando las acciones radicales necesarias para disminuir su consumo y sus emisiones, permitiendo así que muchas corporaciones promuevan aún más los monocultivos de pino, eucalipto y otros árboles. La protección de los bosques y los SAF es responsabi-lidad de los gobiernos, la cual debe ser implementada sin limitar la autonomía o el control de los campesinos e indígenas sobre sus territorios. Los derechos culturales y territoriales de los grupos indígenas y campesinos no están explícitamente reconocidos en los acuerdos sobre el clima, ni tampoco se han determinado mecanismos de compensación que involucren los mercados de carbono y que se deberán implantar para compensar a los productores de los SAF por sus servicios ambientales.

Los SAF son producto de la coevolucion entre las comunidades y los ecosistemas, constituyendo un ingenioso legado para el futuro y por lo tanto su conservación dinámica es esencial (Figura 1). Pero en adición a la conservación de los sistemas SAF locales y a la compensación de los agricultores por sus servicios, una tarea pendiente es fomentar un proceso de generalización de las innovaciones exitosas basadas en los SAF. El análisis de cientos de SAF en la región demuestra fehacientemente que, en estos sistemas, los rendimientos de los cultivos, árboles y animales de la mayoría de los agricultores de escasos recursos pueden ser incrementados varias veces. Esto es logrado en base a insumos internos, a través de la confianza en su propia fuerza de trabajo y conocimientos y no en base a insumos externos o asesoría foránea. La mayoría de los SAF capitalizan procesos de diversificación, eficiencia y sinergias entre componentes. La generalización de estrategias SAF de base agroecológica puede tener un impacto positivo en los medios de subsistencia, resiliencia y soberanía de las comunidades agrícolas en muchos países. El éxito dependerá del uso de un conjunto de prácticas agroecológicas que, además de la diversificación productiva, favorezcan el mejor uso de los recursos locales, valoricen el capital humano y apoyen a las comunidades a través de la capacitación y de métodos consultivos y participativos. Finalmente, tiene que haber un mayor acceso a mercados equitativos, crédito y actividades que generen ingresos con el apoyo de políticas favorables para los agricultores locales y áreas rurales.

Miguel A. Altieri, Clara I. Nicholls
Universidad de California, Berkeley, y Sociedad Cientifica LatinoAmericana de Agroecología (SOCLA)
Correo-e: agroeco3@berkeley.edu

Referencias
— Altieri , M.A. y C.I. Nicholls. 2004. Una base agroecológica para el diseño de sistemas diversificados en el tropico. Manejo Integrado de Plagas y Agroecología 73:8-20.
— Holt-Gimenez, E. 2001. Measuring farms agroecológical resistance to hurricane Mitch. LEISA Magazine 17(1): 18-20.
— Koohafkan, P. y M.A. Altieri. 2010. Globally important agricultural heritage systems: a legacy for the future. UN-FAO, Roma.
— Jose, S. 2009. Agroforestry for ecosystem services and environmental benefits: an overview. Agroforestry Systems 76: 1-10.
— Perfecto, I., J. Vandermeer y A. Wright. 2009. Nature’s matrix: linking agriculture, conservation and food sovereignty. Earthscan, London. 272 p.

 

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