De hecho, los FRS nacieron de las experiencias tradicionales de reciprocidad que, por ejemplo, llevan a cualquier agricultor o agricultora a compartir el agua potable, porque “en el sertão, el agua no se niega” (sertão: región semiárida del Nordeste del Brasil), o incluso a criar a sus animales en áreas de pastos comunales, de reservas de pastos, o a ayudar a una familia necesitada a comprar una cabra para leche e iniciar su crianza. Existen, desde siglos, los llamados esfuerzos colectivos para la construcción o mantenimiento de los bienes comunes (carreteras, presas, pozos) o en beneficio de las familias que necesitan de ayuda para cosechar los campos o remodelar sus casas. Estas prácticas colectivas permiten dignidad y una mejor calidad de vida a miles de familias campesinas en las regiones semiáridas brasileñas. Los FRS se muestran como un fuerte instrumento de economía comunitaria al servicio del desarrollo autocentralizado, basado en la agroecología.
Las primeras experiencias de los Fondos Solidarios
La dinámica de la formación de los Fondos Solidarios (FS) posee una larga historia en Brasil, pero es a partir de la década de 1980 que gana impulso con los movimientos sociales y actividades comunitarias relacionadas con las distintas iglesias.
El primer FS en Paraíba surgió en 1993 en la Comunidad Campesina de Caiçara, municipio de Soledade. Este primer proyecto fue financiado por la Catholic Relief Service (CRS) en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos. El trabajo fue realizado por el PATAC (Programa de Aplicación de Tecnologías Apropiadas para las Comunidades) en asociación con el Sindicato de Trabajadores Rurales de Soledade (STR) y la parroquia local. El objetivo era crear una manera de proporcionar fondos para la construcción de tanques cisternas de placas. Esta comunidad fue elegida porque tenía una gran deficiencia en recursos hídricos y el agua que obtenían mediante camiones cisternas no la podían almacenar con la seguridad necesaria para garantizar su calidad potable.
Inicialmente, los ‘promotores’ de los primeros FRS pretendían solo multiplicar los escasos recursos que tenían para satisfacer la demanda de los tanques cisterna de la comunidad. Waldir, entonces miembro de la Unión de Trabajadores Rurales de Soledade, cuenta así la historia del primer Fondo Rotativo: “Era un momento de crisis en el suministro de agua, una gran sequía que había durado varios años. No había más agua en la represa de Soledade ni en los pequeños estanques y represas de las zonas rurales. Los camiones cisterna venían de otras ciudades para abastecer a las zonas urbanas y rurales, donde la situación era más crítica. Era una situación de emergencia. No se trataba de salvar a los rebaños sino de salvar a la gente. El problema era que en las comunidades rurales no habían reservorios para depositar el agua. Por lo general, los camiones cisterna vertían el agua en pozos de piedra o incluso en zonas barrosas. Era más barro que agua. La gente y los animales se amontonaban esperando por el agua que llegaba dos o incluso una vez a la semana ‘¿Qué hacer?’, le pregunté a mi compañero (el padre de la parroquia), ‘esto no puede continuar así’. Nos enteramos después de la existencia de unas cisternas redondas, que no eran construidas con ladrillos sino con placas de cemento armado, que eran muy baratas en comparación con las cisternas tradicionales cuadradas. El padre y yo buscamos información sobre estas nuevas cisternas. En realidad, resultaban económicas. El problema de la falta de depósitos se podía reducir con la construcción de estas cisternas. Pero el problema era cómo construirlas, no era suficiente hacer una o dos ¿Cómo construir cisternas para todos si no teníamos suficientes recursos? Después de mucho pensar, decidimos hacer una especie de consorcio. La primera se hizo como un esfuerzo conjunto de la sala comunitaria de Caiçara. Luego tuvimos apoyo para seis más (…) La comunidad apoyó y ante la evidencia del éxito de estas seis cisternas, se formaron otros seis grupos de cinco familias cada uno. Cuando estas 30 familias habían construido sus cisternas, cada grupo dio origen a un nuevo grupo, hasta que todas las familias fueron atendidas. Cuando todas las cisternas se completaron, empezamos a darnos cuenta de la necesidad de continuar. Y continuamos…”.
Cómo funcionaron los primeros Fondos Rotativos en Paraíba
(En base a lo relatado por María do Socorro de L. Oliveira en su tesis de Maestría: “Cooperación entre Campesinos: Un estudio de los Fondos Rotativos Solidarios”. Universidade Federal de Campina Grande, Brasil – UFCG, 2006).
Articulación de la Región Semiárida (ASA)
La ASA es una red que reúne en Paraíba, desde 1993, a comunidades, parroquias, ONGs y otras organizaciones de la población, para discutir y proponer acciones para la convivencia en la región semiárida. Los temas abordados por la ASA son: captura, almacenamiento y tratamiento de agua potable y agua para los animales y producción; transición agroecológica, los pesticidas agrícolas y los OGM (organismos genéticamente modificados); el rescate y la recuperación de semillas autóctonas y los bancos familiares y comunitarios de semillas; las políticas públicas y el desarrollo sostenible. Los encuentros e intercambios de experiencias a nivel de comunidad, región y Estado, favorecen la organización, iniciativas, autonomía de las familias y el rescate de su autoestima.
En 1999 se creó la ASA-Brasil, que reúne a más de mil entidades de todo el noreste y el norte de Minas Gerais y Espirito Santo. Con las experiencias desarrolladas en varios estados se elaboró el programa de Formación y Movilización Social para la Convivencia con la Región Semiárida, también conocido como el programa «Un Millón de Cisternas” (P1MC). Como su nombre lo indica, el P1MC no tiene como objetivo simplemente la construcción de cisternas, sino que implica todo un proceso de capacitación y organización.
El P1MC, después de varias etapas de pruebas y ajustes, se estableció y convirtió en una política pública adoptada por el gobierno. Fue seguido por otro programa: el P1+2 (una tierra y dos aguas); es decir, una tierra suficiente para producir reforma agraria y una bien conducida transición agroecológica, mientras que dos aguas significa: cisterna para beber y cocinar, y otra para producir.
Cierta cantidad de dinero, correspondiente al material de una o dos cisternas, fue prestado a un grupo de familias después de llegar a un entendimiento con la comunidad. Estas familias se comprometieron solidariamente a devolver el préstamo bajo la modalidad y ritmo decididos por todo el grupo en conjunto. Se seleccionó a la primera familia en ser beneficiada, y el trabajo se desarrolló por el sistema de trabajo en comunidad. A medida que el volumen de las devoluciones lo permitía, las siguientes familias fueron seleccionadas por sorteo y se fueron construyendo más cisternas. Cuando todas las familias del grupo tuvieron sus cisternas, las últimas devoluciones del préstamo posibilitaron la creación de un nuevo fondo rotativo en la comunidad, y también la adquisición de otros bienes para el grupo. Después de haberse construido las últimas cisternas de cada grupo, las últimas cuotas eran devueltas al PATAC que, si existía la necesidad, reiniciaba la construcción para otro grupo en la misma comunidad, o sino en otra comunidad cuyas familias tuviesen necesidad de cisternas.
Materiales para una cisterna de placas
Una cisterna de 3 metros de diámetro y 2,40 de altura requiere 20 sacos de cemento, 34 kg de fierro y 8 kg de alambre, 33 kg de zinc, 200 latas de arena (por lo general se encuentra en la zona), 50 latas de cascajo, 5 kg de cal y 12 metros de tuberías de PVC.
Hoy en día, cada una de las 90 familias de la comunidad de Caiçara posee al menos una cisterna y varios otros bienes y mejoras adquiridos con el FRS, como alambrados para cercas, reservorios subterráneos, palma forrajera, animales, etc., cuando en un principio solamente tenían un agujero en el suelo para almacenar el agua que les traían los camiones. ¡Pensar que iniciaron su camino con apoyo financiero para solo seis cisternas de placas!
El sistema del FRS se difundió por todo Paraíba mediante la asociación con diversas entidades que componen la Articulación de la Región Semiárida de Paraíba (ASA-PB).
¿Cuál es la relación de los FRS con la transición agroecológica?
Para avanzar en la transición hacia la agroecología, las familias necesitan las condiciones necesarias para la estructuración de sus pequeñas propiedades. Esto podría darse a través de las líneas de crédito ofrecidas por las políticas públicas. Pero estas familias no siempre son capaces de responder satisfactoriamente a los requisitos exigidos por los bancos. Los FRS, por otro lado, sí permiten acceder a los recursos sin mucha burocracia.
En un primer nivel, podemos identificar una serie de actividades que promueven la transición agroecológica y que fueron realizadas gracias al apoyo de los FRS: diversas formas de almacenamiento de agua (cisternas, tanques de piedra, lagunas, embalses, aguas subterráneas, etc.) y de forraje (ensilaje, heno, harinas y salvados); preservación de semillas nativas (bancos de ‘Semillas de la Pasión’, como se les llama en Paraíba); y la formación de los grupos de trabajo para tareas específicas (cercas de alambres, cultivo de la palma forrajera, huertas colectivas, crianza de animales).
Con agua cerca de sus hogares, las familias despiertan a una nueva forma de relacionarse con la naturaleza para mejorar el sistema productivo. La diversificación de su producción por el cultivo de especies frutales, medicinales y forrajeras, así como por el procesamiento de frutas y su comercialización, el almacenamiento de forrajes y la mejora de los sistemas de crianza de animales, ha contribuido a la seguridad alimentaria de los hogares y a la sostenibilidad de sus sistemas desde la perspectiva de la convivencia con la región semiárida y la transición agroecológica. Estos resultados económicos son incorporados por las familias en el proceso de discusión y se añaden a la conquista de la ciudadanía y a la producción de los conocimientos logrados.
La experiencia de autogestión de fondos por la comunidad fortalece la autonomía y la autoestima. Por lo tanto, nace una nueva relación –que ya no es de subordinación, sino de intercambio de conocimientos entre iguales– que relaciona tanto a los productores entre sí como a los productores con los mediadores. El rescate de los conocimientos tradicionales permite a los productores experimentadores adaptar normas técnicas a sus propios ecosistemas, respetando sus tradiciones. Se crea un clima de reflexión, impulsado por las reuniones en las comunidades, y un movimiento de ida y vuelta (reuniones, debates, boletines, informes) que va desde el nivel local, regional y estatal hacia el nacional, y regresa del nacional a la comunidad. Es una organización que permite que las experiencias felices sean valorizadas y se conviertan en referencias que finalmente sean propuestas al gobierno para su adopción como políticas públicas.
A raíz de la primera experiencia realizada con los FRS en 1993, el proceso se irradió a las miles de familias involucradas y distribuidas en más de 1.800 comunidades de 140 municipios en todo el Estado. Ahora, los FRS han crecido en número de grupos, en diversidad de acciones y en las formas y modalidades de gestión, tal como lo define José Maciel, de la Comunidad de Caiçara: “Esta es la forma en que crecemos en comunidad”.
Ghislaine Duque, José Camelo da Rocha, José Waldir de Sousa Costa
Ghislaine Duque
Socióloga, investigadora del Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico – CNPq. Universidad Federal de Campina Grande (UFCG/ PPGCS)
Correo electrónico: ghduque@uol.com.br
José Camelo da Rocha
Miembro del equipo de la AS-PTA.
Correo electrónico: camelo@aspta.org.br
José Waldir de Sousa Costa
Miembro del equipo del PATAC (Programa de Aplicación de Tecnologías Apropiadas para las Comunidades). Correo electrónico:
waldirpatac@veloxmailcom.br