Estas entrevistas fueron realizadas por Rafael Nova, quien representó a LEISA revista de agroecología en la V Jornada Nacional de Agrupaciones Agroecológicas y el Seminario Latinoamericano.
Agradecemos el apoyo de la Coordinadora de Estudiantes y Profesionales por la Agroecología de Chillán (CEPA Chillán), del Centro de Educación y Tecnología de Yumbel (CET Yumbel) y de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Agrícolas Campesinos de Ñuble, entre otros.
Bertha Barrera
Mi nombre es Bertha Barrera Gago, del sector Santa Cruz de Tomeco, y llevo muchos años como cuidadora de semillas de plantas, hortalizas, flores y árboles, rescatando esta costumbre de los antiguos que nos enseñaron a cuidar la naturaleza. Para mí todas las semillas son hermosas, no podría dejar ninguna, todas son maravillosas, trato de cuidarlas lo más que puedo porque cuidar las semillas nos da el poder conservar las cosas. De nuestros conocimientos sobre plantas, algunos se han perdido.
Yo soy la única ayuda de mis hijas, ellas estudian otra cosa y no les tira mucho el campo, eso es lo que realmente a mí me duele, porque el día que yo me termine, esto se va terminar. Un día voy a llevar todas estas semillas a Don Agustín para que él las distribuya y para que no se pierdan, porque yo sé que hoy en día la juventud se dedica poco al campo, están trabajando en otras cosas y no están dedicándose al campo. A los jóvenes, les diría que sigan tomándole ese valor a la naturaleza, que sigan interesándose por el campo y por rescatar todo esto, porque es maravilloso sacar uno sus cosas sanas, limpias, sacarlas sin regarlas con agua sucia, sino con agua limpia y comérsela así nomás.
Jacqueline Arragán
Yo pertenezco a la organización de base, que es la asociación de mujeres campesinas productoras La Esperanza, de Quillón, comuna de la cual vengo. Considerando que el trabajo que se hace a partir de la agricultura campesina no significa necesariamente un mayor costo en cuanto a los insumos, sin duda la producción ecológica tiene una lógica de menos costos de producción; sin embargo, no hay una iniciativa desde las políticas agrícolas en Chile ni una intención de trabajar la pequeña agricultura familiar campesina. En Chile, lo que se hace desde el sistema gubernamental está dirigido a la producción industrial; por lo tanto, somos las organizaciones sociales, los movimientos sociales, los que estamos trabajando por la soberanía alimentaria como principio de políticas estatales y mundiales.
Con relación al tema de la feria y de los mercados locales, se hace un trabajo con las organizaciones vinculadas y en algunas ocasiones con los municipios locales, donde las organizaciones campesinas han definido también ciertos protocolos para poder estar presentes dentro de estos mercados de intercambio o venta de productos. Las ferias tradicionales y las ferias de biodiversidad se convocan cumpliendo con las condiciones de producción campesina; no hay inconveniente en participar, pero sí se hace mucho hincapié en que la reventa no se permite dentro de estos mercados.
Nosotras trabajamos también solo con los intercambios o transquintos. El transquinto es un término mapuche que denomina al intercambio no solamente de productos, sino también de saberes; es una historia de vínculos entre el campo y la parte urbana, porque esta alianza no puede dejar de ser. Creemos que no se entrega solamente un producto, sino que también se entrega una historia, una identidad, parte de nuestro territorio y de nuestra vida.
Pedro Moraga
Vivo en el sector de Rinconada, en la comuna del Carmen. Somos como 150 familias que no podemos sembrar cultivos tradicionales y entonces nos hemos dedicado completamente a lo que son las hortalizas, todo a base de puro abono orgánico. En Rinconada lo único que nosotros perdemos son los huesos cuando matamos un ave o algún cordero, porque todo el resto lo traducimos a puro abono orgánico, eso nos permite llevar una mejor vida y tener una producción más sana.
Cuando yo llegué era un sector sumamente pobre porque no había, por ejemplo, un líder que incitara a la gente a superarse; entonces empezamos con el mejoramiento de los terrenos, porque yo tenía conocimientos de lo que era el abono orgánico y eso lo he ido enseñando a todos mis vecinos. Ya tenemos un contrato firmado con la municipalidad para capacitar a más gente y Dios quiera que todo salga como yo lo espero, porque mi intención no es enseñar al pueblo, porque el pueblo tiene poco terreno, sino al campesino para que aprovechen todo el material, las cenizas, etc.
El mayor obstáculo que tenemos nosotros son las casas comerciales que están engañando a la gente diciéndoles que el abono orgánico es un trabajo muy largo, es un trabajo arduo y que cuesta mucho producirlo, y ¿por qué razón?, para que le compren su abono convencional a ellos. Pero aquí los campesinos se están sacando la venda de los ojos y se están dando cuenta de que es mucho más provechoso el abono orgánico. En estos momentos, por ejemplo, estamos haciendo una alianza entre pescadores y pobladores con la población de Chillán para que los pobladores reciban una verdura que sea sana y, por eso, más barata, menos manoseada por los intermediarios; poco a poco, también, se está creando una alianza entre productores y consumidores.
Rosa Amelia Osencosh
No pertenezco a ninguna organización, pero tengo experiencia en el trabajo orgánico, tengo una pequeña parcelita donde cultivo cerezas, hago mermeladas, frutas secas, todo orgánico. Yo trabajo con la mermelada y las conservas y frutas frescas, también con cerezas orgánicas, y todo lo que cosecho en mi casa es para mi familia, mis nietos, mis hijos, todos nos servimos de eso; viene entonces la conciencia de qué le estamos dando a nuestros nietos, a nuestros hijos, esa conciencia que se debería tener en todo.
Nos iniciamos en la producción orgánica con el CET –hace 16 años–, porque ellos nos empezaron a enseñar lo bueno que era todo lo orgánico para la salud, donde las ventajas se ven; no obstante, todavía no hay ventajas económicas porque la gente no tiene conciencia de que lo orgánico no es más barato, sino que siempre tiene que ser un poquito más caro, porque cuesta más producir; además, la producción es siempre menor. También está el tema de la certificación que, cuando uno es pequeño productor, es demasiado cara, no vale la pena, no recompensa; por eso, nosotros ya no certificamos más.
Osvaldo Zúñiga
Mi nombre es Osvaldo Zúñiga, soy originario de Ranquil, pertenezco a la confederación sindical campesina del agro y actualmente soy el presidente de la misma. Como confederación estamos afiliados a la Coordinadora Latinoamericana Organizadora del Campo (CLOC) y a la Vía Campesina, por lo que nuestra relación con los hermanos del mundo campesino es bastante fluida y con mucho intercambio de ideas y conocimiento.
Los objetivos de la confederación se definen en cinco puntos centrales:
Primero, la recuperación de la tierra para el campesinado sin tierra, que es retomar lo que fue la reforma agraria de Chile, un proceso interrumpido que nosotros queremos llevar adelante. Luego, está el tema de la nacionalización del agua; después, el tema de la soberanía alimentaria, que es lo que nos va a permitir una producción diferente, distinta a lo que hoy en día oferta el modelo agroexportador de Chile. También vemos el tema de los trabajadores asalariados agrícolas, que son los que trabajan para la transnacional y para la empresa nacional, nosotros creemos que es muy difícil adoptar una forma de producción distinta a la que tienen las empresas si no organizamos a los trabajadores. Otro tema es la lucha permanente con el Estado por ganar algunos programas distintos a los que hoy en día ofrece, como un financiamiento para lo que nosotros planteamos y para la producción agroecológica.
Creo que las ventajas de la producción ecológica son muchas; por ejemplo, la gente no tiene la necesidad de usar agrotóxicos que ensucian la tierra y la matan, no hay necesidad de usar semillas transgénicas pues hacemos conservación de semillas, el campesino no consume petróleo porque hace la siembra con caballos o bueyes, teniendo ahí otro ahorro grande. Pero, acá en Chile, el productor está siendo incentivado a producir limpio y no en pequeña cantidad, sino pensando en exportar, hay harto productor orgánico que está exportando al mercado internacional, entonces nosotros opinamos que la agricultura orgánica está prostituida. La esencia del modelo capitalista que impera en Chile es de destrucción del campesinado y de sus conocimientos centrales, y la certificación va para allá.
Nicolás Sáenz
Yo soy del sector de Chillán, donde tenemos una microempresa de mermeladas orgánicas -una empresa familiar- y también hacemos productos agrícolas deshidratados como brócoli, lenteja, etc. Me inicié en la producción orgánica con capacitaciones del CET y el INDAP, así fuimos aprendiendo que es saludable para las personas y que tiene un costo mayor, pero a la vez nos recompensa; además, no competimos con los grandes y a eso le sacamos provecho. Lo malo es que hay muy poca gente que compra lo orgánico, ya sea por el precio o porque la diferencia no es notable.
Yo pienso que el Estado debería tener algún apoyo o auxilio para el productor orgánico, esa sería una de las formas; la otra, sería asociarse, pues hace más fácil conseguir la certificación o los fertilizantes orgánicos, que son caros.
Mónica Hormazabal
Yo soy Mónica Hormazabal, mi sindicato de base es una organización de mujeres campesinas -también participamos de la asociación nacional de las mujeres indígenas ANAMURI (Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas) y llevo cuatro años trabajando el tema agroecológico, el tema de salud y en producir limpio, orgánicamente. Actualmente, pocas organizaciones hacen el trabajo de sacar a la luz el tema de que sí es posible hacer agricultura agroecológica, de que la diversidad nos ha mantenido por años en el campo y que hay que unir fuerzas con otras organizaciones, hacer talleres y compartir experiencias.
Considero que el tema de la soberanía alimentaria es importantísimo porque, para nuestro pueblo, primero está la alimentación. Nosotros queremos producir lo que nosotros queramos y como queramos, y acá las políticas del Estado están encaminadas para la producción y exportación de cultivos de moda, mucho monocultivo que se va directamente para los gringos. Por eso, no hemos tocado el tema de la certificación, porque nosotros producimos para nuestras familias y el excedente lo vendemos o lo intercambiamos; eso de que tengamos que certificar es para nosotros otro mecanismo más para someternos.
Daniel Rosas
Yo soy apicultor, agricultor también, pero apicultura es lo que más trabajo, cosecho miel, polen, propóleo, y con mi señora tenemos una microempresa de productos de la miel, miel de conservas y de pastas de asuntos vegetales como cilantro, morrón, etc. El espacio que yo tengo no es muy grande, no tengo mucho terreno; pero, por ejemplo, con el asunto de las mermeladas, el 80% del producto que elaboramos lo cosechamos ahí, tengo una quinta de cerezas y las abejas me ayudan a polinizar ese tipo de frutas, las frambuesas, la frutilla; y bueno, no todas las abejas las tengo ahí, porque tengo apiarios en distintos lugares. Las abejas me sirven para lo que es la polinización de los productos que yo mismo cosecho.
En mi opinión, las ventajas de la producción agroecológica se notan en la mayor demanda de esos productos y en que la gente está tratando de consumir más lo que es sano y ecológico, por lo que creo que hay buenas expectativas para los productores. Desde que me fui de la ciudad para el campo –porque yo fui uno de los pocos que me fui al agro–, empecé a ver qué hacer para poder tener una rentabilidad en el campo, y así con mi señora empezamos a trabajar una cosa y otra y empezamos a ver lo que realmente nos estaba dando cierta ventaja económica; y, si bien no estamos certificados como productores ecológicos, tratamos de producir de la forma más natural posible.
Danilo Gajardo
Mi nombre es Danilo Gajardo Hernández y pertenezco al territorio del Valle del Itata, en la provincia de Ñuble. Presido el consejo regional de la INDAP, una institución pública agraria constituida por organizaciones de pequeños productores campesinos.
Actualmente, la agricultura ecológica no reporta muchas ventajas económicas a los campesinos de nuestro medio, ya que aún no hay una conciencia real del consumidor al respecto; por lo tanto, esto es un estar en proceso de concientización para que el público general pague el valor agregado por lo que esto significa. Sin embargo, pienso que la producción agroecológica va ser muy rentable en el futuro en la medida en que todos los actores participen en la difusión y en la concientización de lo que esto significa para la salud humana, creo que es una alternativa económica muy importante para cualquier pequeño productor y ahora el campesino se está dando cuenta de que con este tema puede generar una productividad sana para la alimentación de su propia familia y de que, en algún momento, esto va a tener un valor agregado importante.
En el caso de Chile, el principal obstáculo con el que se encuentran los productores ecológicos son las políticas agrarias, que no apuntan a que haya una agricultura agroecológica, sino que más bien están enfocadas en las grandes producciones y en la exportación, y no en la agricultura sustentable y agroecológica. Ahora, si bien no tenemos mucha influencia sobre los gobiernos locales, sí la tenemos a nivel territorial, donde vemos que las organizaciones están creando conciencia y orientando su producción hacia la agroecología; entonces, yo creo que vamos por muy buen camino.
En lo que se refiere a la certificación, yo creo que, con respecto a otros países latinoamericanos, al proceso le falta mucho. Pienso que con el tiempo los agricultores van a seguir avanzando en este tema y que van a tener un buen desarrollo de los sellos de calidad y de su proceso de certificación. La agricultura familiar campesina aquí en Chile ha desarrollado un proceso de certificación sanitaria a través del INDAP que no identifica lo que es el origen campesino, sino que más bien está enfocado a nivel de mercado: certifica el tema sanitario, pero no la procedencia de origen.