El huerto familiar es un sistema de producción agrícola tradicional que en Tongorrape tiene larga data, probablemente prehispánica. A lo largo del tiempo, se ha convertido en una estrategia de conservación de la biodiversidad y también de sobrevivencia para las familias de esta región.
ASPROBOS es una organización de base cuya finalidad es promover el desarrollo sostenible del Caserío Choloque y de sus vecinos, conservando sus recursos naturales. Los socios y socias estaban seguros de que para lograr su fin, tenían que fortalecer la organización mejorando su nivel de gestión. Creían además que sus sistemas productivos deberían ajustarse a la demanda de los mercados, incrementando la productividad y calidad de sus productos. También, conscientes de las condiciones que ofrece el frágil ecosistema del bosque seco –con largas sequías o años muy lluviosos cuando ocurre el Fenómeno de El Niño (FEN)–, consideraron que estas no debían ser tomadas como un problema por resolver, sino por el contrario como una condición de vida que debe ser comprendida para adaptarse y convivir con ella; de ahí la importancia de proteger los ecosistemas de bosque seco y manejarlos sosteniblemente.
En este contexto, en 2002, gracias al apoyo económico del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del PNUD – FMAM, se inició una evaluación participativa de las potencialidades de los ecosistemas de bosque seco para el desarrollo sostenible. La evaluación permitió identificar una serie de alternativas productivas como la miel de abeja orgánica de la Apis mellifera, la miel de la abeja nativa sin aguijón (Hymenoptera: Apidae Meliponini), la producción de algarrobina, mermelada de frutas de los huertos familiares, la introducción de frutales nativos, ganadería, etc. Luego de dos años de experiencias de producción y comercialización por ASPROBOS se determinó que la producción de mermelada artesanal de mamey (Mamnea americana) de los huertos familiares era la alternativa con mayor proyección, tanto para obtener ingresos como para mejorar la alimentación de las familias durante todo el año. Para esta segunda etapa, además del apoyo del PPD, ASPROBOS contó también con el financiamiento del Fondo Regional de Tecnologías Apropiadas en Manejo Sostenible de Recursos Naturales (FOMRENA), que le permitió tener el equipo básico para la elaboración de mermelada. Esta actividad no solo representa uno de los principales ingresos económicos para las mujeres, sino también es una expresión de la voluntad de conservar un sistema ancestral de producción: el huerto familiar, el cual para ellas es el mercado, la farmacia, el depósito de materiales, la fuente de ahorro y, más allá de todo esto, parte de su identidad cultural que da un sentido de unidad y homogeneidad al grupo.
Ámbito de la experiencia
La Comunidad Campesina de Tongorrape, de 12.000 hectáreas, se ubica en la ecorregión del bosque seco ecuatorial, bioma único en el mundo que solamente se encuentra al sur del Ecuador y al norte del Perú y donde se registran varias especies endémicas (Brack y Mendiola, 2000). Sus formaciones vegetales naturales más importantes son: el bosque seco, la sabana, el bosque de galería y el algarrobal. A excepción de la sabana, estas formaciones están representadas en el área donde se desarrolla la experiencia de ASPROBOS, en el caserío Choloque del sector El Cardo, con 2.500 hectáreas.
En Tongorrape, se evidencia un largo proceso de ocupación poblacional desde épocas prehispánicas. El cronista español Cieza de León (1520-1554), describe a Tongorrape como un tambo (del quechua prehispánico: centro de acopio de alimentos, lana, leña u otros materiales básicos para la supervivencia), pues este valle era productor de maíz y leguminosas. Actualmente, en el ámbito del Proyecto, habitan aproximadamente 200 familias cuya principal actividad es la agricultura, para lo cual cuentan con aproximadamente 200 hectáreas disponibles para cultivo. Los terrenos son de propiedad de la Comunidad Campesina de Tongorrape. Cada familia conduce entre una a cinco hectáreas de cultivos, siendo la principal actividad agrícola el huerto familiar. El riego se hace por melgas con el uso de canales prehispánicos y el trabajo comunal o en mingas (sistema ancestral de reciprocidad).
El huerto familiar es un complejo sistema agroforestal. Por lo general tiene una gran variedad de cultivares, en la mayoría de los casos el maíz híbrido. Los frutales son parte fundamental de la composición del huerto y hacen parte del componente arbóreo del sistema agrosilvopecuario y de los cercos verdes, formando cortinas rompevientos. La ganadería menor (ovina y caprina), criada a pequeña escala, es parte de la economía familiar y, al igual que los hatos de ganado que poseían por miles los caciques durante la Colonia (primero camélidos y luego caprinos), actualmente pacen en las praderas de algarrobos. La mejor forma de enfrentar los riesgos de una zona donde la oferta de lluvias es incierta, es utilizando especies que no dependan de este factor. De ahí que desarrollar una agricultura y ganadería basadas en especies leñosas, que garanticen una producción mínima en situación de déficit hídrico, es la alternativa viable para la sotenibilidad de este sistema de producción (Torres, 1996b). En esta perspectiva, los cultivos anuales se consideran como un regalo y no se puede apostar todo a ellos. Un ejemplo de este planteamiento son las chacras campesinas de Piura, donde se encuentra la combinación de especies leñosas perennes (arbustos y árboles) con especies herbáceas anuales (maíz, frejol).
Seguir o resistir a las tendencias
El año 2003, en Asamblea de ASPROBOS, los miembros discutían el tema de mejorar la productividad de los huertos familiares; indicaban “que habían momentos en que las frutas, como el mamey, tenían precios muy bajos y era preferible dejarlos perder”. Ante esta situación se analizaron dos soluciones: la primera, reemplazar los cultivos existentes con frutales de exportación como el mango (variedad Kent), imperante en ese momento, pero aplicando un cultivo orgánico; y la segunda, conservar los frutales nativos y darles un valor agregado a las frutas con el fin de que el autoconsumo y la comercialización aumenten.
Cabe señalar que las tendencias y exigencias de calidad del mercado obligaban a los productores de mango a recurrir a las instancias estatales para mejorar y garantizar su producción, especialmente en lo que refiere al control fitosanitario; sin embargo, parte de las políticas de acción de estas entidades consiste en eliminar todo foco de propagación de la mosca de la fruta, y con ellos los demás árboles frutales de la parcela familiar, especialmente los árboles de mamey. Luego de cuatro años de iniciar la producción de mango, la primera cosecha (en el 2007) no fue buena y hasta la fecha todavía se está recuperando la inversión y la comercialización está en proceso de consolidación por las fluctuaciones del mercado.
Mientras tanto, las madres de ASPROBOS apostaban por mejorar su producción casera de mermeladas de frutas del huerto familiar. Entre todas las variedades de mermelada, la mermelada de mamey tuvo buena aceptación en el mercado y se convirtió en una alternativa para mejorar la productividad de la propiedad familiar. A diferencia de otros huertos, los de estas familias conservaron los frutales locales y las madres promovieron sus sistemas de producción ancestral a través de la elaboración de las mermeladas artesanales de mamey. Estas mermeladas se venden en el local de ASPROBOS a los visitantes y en ferias de todo el país.
Los productos de la transformación de los frutos del bosque como el café de algarroba y la algarrobina, jalea preparada a partir de los frutos del algarrobo (Prosopis pallidae), principal especie forestal de los bosques secos, son también parte de las propuestas de diversificación de la producción, como estrategia para “manejar la variedad con variedad” (Torres, 1996b).
“Aprender a hacer las mermeladas es una ayuda para mi hogar, ya no vendemos la fruta tan barata y, cuando preparamos las mermeladas, hasta los chicos están bien prontos a ayudar”
Elena Martínez
“La Capacitadora nos ha enseñado a sacar los costos de la producción, como el azúcar, fruto, insumos y hasta la leña y el agua, así como la mano de obra, tanto en la preparación como el envasado, y cómo hacer los productos presentables; no pensé que podíamos aprender todo eso para tener un ingreso”
María de Verona
Capacitación y equipamiento para la producción y comercialización de las mermeladas artesanales
Desde el 2003, las productoras de mermelada ensayaron con diversos frutos de sus huertos familiares los procesos agroindustriales; por ejemplo, con el maracuyá, el mango, el mamey y la algarroba, entre otros. Los productos obtenidos fueron llevados a las ferias y se consultaba a los consumidores sobre el sabor, calidad, presentación y precio del producto; esto permitió conocer que la mermelada y la conserva de mamey (en almíbar) eran las más aceptadas y se constituían como las de mayor potencialidad para su desarrollo.
En 2005, las productoras de mermelada intensificaron la capacitación para perfeccionar la producción y mejorar la calidad del producto, lo que fue una oportunidad para desarrollar de manera práctica el enfoque de género en el proyecto. En cada sesión de capacitación se repartió entre las presentes el producto preparado, de manera que lo pudieran consumir en su hogar y vender los excedentes. Con el tiempo, esta actividad se ha convertido en un importante aporte a la canasta familiar.
Conforme esta actividad se iba constituyendo como una alternativa importante para la economía de algunas familias, se identificó a promotoras locales que pudiesen liderar esta alternativa sostenible. Las promotoras se capacitaron en diferentes aspectos de la producción y de la gestión empresarial, como son la estructura de costos, ventas, manejo de caja, y además participaron en intercambios de experiencias y pasantías.
En esta etapa de fortalecimiento del sistema de producción de mermelada y cuando la demanda exigía mayor calidad, las productoras adquirieron equipos básicos como: refractómetro, pH test, termómetros, mesa de acero inoxidable, vestuario y demás mobiliario y utensilios a través del apoyo financiero del PNUD y FOMRENA. Al ver la dinámica productiva y comercial lograda por esta actividad, ASPROBOS dio prioridad a la construcción e implementación del Taller de Producción y Envasado Agroindustrial Rural. A estas alturas, lo que se inicio como una alternativa complementaria, se constituyó en una de las principales alternativas de su desarrollo.
Actualmente la producción promedio de mermelada por año es de 500 kg, principalmente de mamey (90%), la que al igual que los demás productos se comercializa después del consumo familiar (10%) utilizando estrategias de venta directa y a través de la participación en ferias, aunque ahora también se atienden pedidos especiales.
Esta actividad es la más consolidada: podemos mencionar como indicadores la producción sostenida durante los dos últimos años y, también, la cada vez mayor aceptación del mercado.
Lecciones aprendidas
Este proceso nos ha dejado importantes lecciones para la reflexión:
– El que esta experiencia haya partido de la iniciativa y participación permanente de las mujeres replanteó en el grupo la necesidad de desarrollar la visión de sostenibilidad en el ámbito del bosque seco, considerando un enfoque de género donde se defina los roles de la familia para así maximizar los espacios y los tiempos, ya que la mujer juega un rol fundamental en la conservación y manejo de los recursos de la tierra o pachamama. El cambio de la madre de un rol pasivo a un rol protagónico es decisivo para el modelo que asuman sus hijas en el futuro; es decir, estos cambios marcarán una evolución en la familia y en la comunidad de Tongorrape
– los promotores y promotoras llevan su experiencia a diferentes eventos y esperan constituir la sede de la organización como un centro de Formación de Promotoras y Promotores Campesinos. Estas actividades de difusión social han logrado influenciar a las autoridades de los gobiernos regionales y locales, quienes han tomado como modelo de desarrollo la experiencia de ASPROBOS
– esta experiencia no solo ha permitido conservar el huerto familiar como herencia cultural, sino que desde el inicio las familias campesinas han hecho respetar su derecho a elegir su forma de producción y de alimentación en base a sus propios recursos y potencialidades
– la variedad de opciones productivas que ofrece el bosque seco ecuatorial incluye la forestal y la pecuaria (ganadería menor y abejas) como estrategias de conservación de un ecosistema muy frágil, ya que con más alternativas de producción se reduce el riesgo de pérdidas.
Mirando el futuro sin olvidar el pasado
Es fundamental rescatar y mantener las costumbres ancestrales de conservación de alimentos de la cultura aborigen muchick, las cuales forman un conjunto de estrategias probadas de sobrevivencia en estos ecosistemas áridos ecuatoriales. Los estudios arqueológicos demuestran que los cambios climáticos se han dado desde los albores de la civilización y las tecnologías ancestrales han servido para enfrentar y adaptarse a estos cambios. Ejemplos vigentes de estas técnicas de conservación son: el salado y deshidratado de carnes y el procesamiento de frutas con secado y conservas.
Asesora de ASPROBOS y coordinadora del Proyecto PPD-FMAM, PNUD
Correo electrónico: pmedinall@yahoo.es
– Brack Egg, A. y C. Mendiola, 2000. Ecología del Perú. Asociación Editorial Bruño. Lima, Perú.
– Torres Guevara, J., 1996a. De los desiertos, las montañas y los bosques del Perú. Industrial Papiros. Lima,