diciembre 2007, Volumen 23, Número 3
Salud y agricultura

Entre la costura y las plantas medicinales: las mujeres de La María

DIANA MARCELA MORALES, MAURICIO SÁNCHEZ, MIRIAN JIMÉNEZ, LILIAM GÓMEZ, GRUPO EL COSTURERO COMUNITARIO | Página 32-34
DESCARGAR REVISTA COMPLETA
TIPOGRAFÍA
SMALL
MODO LECTURA
COMPARTIR

Hace siete años, algunas mujeres de la parte alta de la vereda La María (Itagüí, Antioquia, Colombia) fundaron El Costurero Comunitario, un grupo que entre puntada y puntada ha aportado a la construcción de la vereda que ellas sueñan. Entre el bordado con cinta y los tejidos de espartillo (fibra vegetal), han planeado y desarrollado siembras de árboles en las orillas de la quebrada que abastece el acueducto comunitario, han intercambiado saberes con el fin de recuperar recetas para la seguridad alimentaria y han realizado obras de teatro que invitan a la comunidad a la reflexión sobre problemas muy importantes como la inequidad de género, la carencia de servicios de saneamiento básico, el analfabetismo, entre otros.

Ellas, como la mayoría de los habitantes de esta vereda, provienen de diferentes comunidades campesinas colombianas. Viajaron a la ciudad en busca de mejores posibilidades de trabajo o debido al conflicto armado que vive el país y se asentaron en esta vereda seducidas por el ambiente rural que aún se vive allí, a sólo 30 minutos del casco urbano del municipio de Itagüí, uno de los más industrializados del país. Paradójicamente, son muchas las carencias que tiene esta comunidad, ya que no cuenta con acueducto ni alcantarillado adecuados, presenta altos niveles de desnutrición infantil y analfabetismo, no posee una ruta de transporte que acerque a los habitantes hasta sus hogares y la única vía de acceso con la cual cuenta está muy deteriorada. Además, las viviendas no están construidas con materiales resistentes ni cuentan con la planeación debida y una buena parte de la población está fuera de la cobertura de los servicios de salud.

En este contexto, El Costurero Comunitario, decidió emprender un trabajo de recuperación del conocimiento tradicional de plantas aromáticas y medicinales que sabía utilizar la población, registrar sus usos y retomar esta tradición que los pueblos andinos han desarrollado durante miles de años aprovechando la biodiversidad del agroecosistema y las propiedades medicinales y alimenticias. A partir de esta iniciativa también se llevó a cabo una investigación con la cual se querían identificar las diferencias en el conocimiento que sobre este grupo de plantas poseían los hombres y las mujeres, jóvenes y adultos, para tratar de determinar si este conocimiento estaba perdiéndose o no. Comenzamos realizando entrevistas a diferentes personas de la comunidad, durante las cuales se realizaba un recorrido por el predio de la persona entrevistada con el objetivo de que ésta nos enseñara las plantas medicinales y aromáticas que tenía, el uso que les daba, la parte que utilizaba y la forma de preparación. Además, se tenía en cuenta el lugar donde se encontraba la planta dentro del predio (el jardín, la huerta, el interior de la casa, cerca al gallinero, etc), el hábito de crecimiento de la misma (árbol, arbusto o hierba) y se preguntaba si la planta era sembrada o de crecimiento espontáneo. Todas las plantas mencionadas por los interlocutores fueron recolectadas para luego herborizarlas e identificarlas en el herbario de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia). Los entrevistados se dividieron en grupos por género y por edad para realizar los análisis estadísticos.

Las entrevistas obtenidas revelaron un total de 97 plantas, la mayor parte de crecimiento herbáceo y con algún tipo de manejo agronómico, por lo cual se clasificaron como plantas cultivadas. La mayoría eran empleadas como medicina, alimento en forma de condimento o té aromático. Además, se registraron otros usos menos frecuentes, como las preparaciones para empleo cosmético y alelopático. Las partes más usadas fueron las hojas, los tallos jóvenes y las flores; mientras que los frutos, las cortezas y las raíces fueron poco mencionados. La forma de preparación más comúnmente registrada fue la decocción, seguida de la infusión y los baños. Las dolencias más tratadas fueron las gripes, las fiebres, los dolores en general y las inflamaciones.

El jardín, la huerta y las cercas fueron los lugares donde las personas ubicaron sus plantas medicinales y aromáticas. El primero es el espacio aledaño a la vivienda en el cual se encuentran algunas plantas de crecimiento espontáneo, pero que está dominado por especies cultivadas directamente en el suelo o en recipientes, por lo general, con la función de embellecer las fachadas y los caminos de acceso a cada casa. En las huertas, también aledañas al hogar, la vegetación principal está compuesta por especies comestibles y su tamaño varía desde unos pocos metros cuadrados hasta una o dos hectáreas. Por último, las cercas son aquellas barreras que marcan límites y están construídas con plantas a manera de cercas vivas o con materiales como madera o alambre.

Las plantas más registradas y sus usos se muestran en el cuadro 1. Estas plantas son importantes y el conocimiento sobre ellas se comparte, lo cual evidencia una tradición de uso común muy arraigada y que por su persistencia en el tiempo se constituye en una práctica cultural para esta comunidad.

El cuadro 2 muestra el promedio de especies utilizadas por cada grupo de género y edad, así como el resultado de la prueba estadística realizada para identificar las diferencias en el número de plantas aromáticas y medicinales reportadas por hombres y mujeres en cada grupo de edad y en la muestra general. Allí podemos observar que las mujeres registraron un número de plantas significativamente mayor que aquel reportado por los hombres, de lo cual concluimos que el reservorio más importante de este conocimiento está representado en ellas, de ahí su papel protagónico en este tipo de procesos que involucran la recuperación de conocimientos tradicionales en medicina herbaria. En este cuadro también aparecen los valores de la desviación estándar, referidos a la distribución del conocimiento entre los entrevistados: entre más alto sea el valor, menos homogénea es la información dada por los interlocutores de cada grupo. De estos valores puede concluirse que las personas mayores de 45 años, sean hombres o mujeres, representan el grupo donde el conocimiento de las plantas aromáticas y medicinales está más cimentado y arraigado.

Integrantes del Costurero Comunitario / Foto: Isabel Cristina Morales

Otro aspecto en el cual se observó una marcada diferencia entre hombres y mujeres fueron los lugares de ubicación de las plantas aromáticas y medicinales reconocidas. La mayoría de las plantas reportadas por las mujeres se encontraban en los jardines de las casas, mientras que muchas de las plantas reportadas por los hombres se ubicaban en las cercas, tanto en las que dividían espacios al interior de la casa como en aquella que separa el predio propio del vecino. Estas diferencias se atribuyen a la división de las labores entre los géneros al interior del hogar, es decir, a la forma en que los hombres y las mujeres se distribuyen las responsabilidades de la casa y a la manera en la cual esto marca los espacios y tareas que les son propios. Es probable, entonces, que las mujeres sean las más conocedoras de dichas plantas por ser las encargadas de la salud y la alimentación del hogar.

Este proceso de recopilación del conocimiento tradicional se realizó en medio de talleres participativos sobre la importancia de las plantas en la vida cotidiana y, en especial, sobre el papel de las plantas aromáticas y medicinales en la vereda. En estos talleres se identificó que el principal valor dado a estas plantas por las personas del lugar se desprendía de la autonomía que ellas mismas les conferían frente al tratamiento de enfermedades menores, lo cual representaba una gran ventaja si se tiene en cuenta la dificultad para el acceso a los servicios de salud en esta vereda. También se realizó un taller donde se compartieron conocimientos sobre el manejo agronómico de las plantas más utilizadas por las integrantes del grupo y con toda esta información se pudo diseñar, en conjunto, una estrategia de propagación consistente en jardines medicinales en espiral, retomados de los diseños de la permacultura. Estos jardines se están construyendo con algunas limitaciones, pero con el convencimiento de que representan la mejor alternativa para esta zona pues requieren de poco espacio, se ubican en el lugar más intervenido por las mujeres y se adecúan a sus preferencias.

Aunque los jóvenes demostraron tener un menor conocimiento sobre las plantas aromáticas y medicinales, no fueron apáticos ante el tema y, por el contrario, se interesaron por estas plantas en el transcurso de las actividades. Saltó a la vista que aquellos que permanecían más tiempo en la vereda y que se dedicaban a labores que tenían que ver con la vida del campo, fueron los que más plantas aromáticas y medicinales reconocieron. El conocimiento tradicional acerca de estas plantas está muy ligado a las costumbres campesinas y, sobre todo, a la vida cotidiana de la finca, los factores que determinan que dicho conocimiento perdure o no.

Una de las actividades que más llamó la atención de la comunidad fue una jornada de preparación de champú y jabones a base de plantas, aprovechando las propiedades aromáticas o medicinales que la misma comunidad había reportado. En esta actividad intervino el Grupo de Estudio en Medicina Alternativa y Manejo Agroecológico GEMA, integrado por estudiantes de veterinaria y zootecnia de la Universidad de Antioquia. Este taller logró cautivar a las integrantes del Costurero Comunitario, quienes hoy están produciendo estos preparados para el autoabastecimiento y la comercialización local con el objetivo de evaluar la posibilidad de convertir esta actividad en fuente de ingresos para las participantes del grupo, con miras a construir una botica comunitaria en la cual se pueda ayudar en el tratamiento de enfermedades menores haciendo uso de las plantas medicinales de la zona.

Al final de este recorrido, puede concluirse que las plantas medicinales y aromáticas representan una solución vigente a algunos de los problemas de salud de las comunidades periurbanas, tan excluídas en este modelo social que pone la salud como otra mercancía en venta. Sin embargo, es necesario que las propias comunidades revaloren este recurso y recuperen el conocimiento que de él poseen. En esto las mujeres tienen un papel importante que cumplir por ser ellas quienes históricamente han llevado este conocimiento de generación en generación y también porque han demostrado una gran capacidad de liderazgo en los temas relacionados con el desarrollo de la comunidad. Es hora, entonces, de actuar para que estas semillas de bienestar no se pierdan en el olvido.

 

Diana Marcela Morales, Mauricio Sánchez, Mirian Jiménez, Liliam Gómez, Grupo El Costurero Comunitario

Diana Marcela Morales
Universidad de Antioquia
Correo electrónico: dianamarmol@gmail.com

Mauricio Sánchez
Instituto de Ciencias Forestales, Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín

Mirian Jiménez
Corporación para el Ecodesarrollo Regional CIER

Liliam Gómez
Corporación Autónoma Regional del centro de Antioquia CORANTIOQUIA

Grupo El Costurero Comunitario
Vereda La María, Colombia

Referencias:
– Alexiades M. 1996. Collecting ethnobotanical data: an introduction to basic concepts and techniques. En Alexiades M, (Ed.) Selected guidelines for ethnobotanical research: a field manual. New York Botanical Garden. New York, EEUU.
– FAO. 2005. Building on gender, agrobiodiversity and local knowledge: A training manual. Primera edición. División de Información, FAO, Viale delle Terme di Caracalla, Roma, Italia.
– Mantilla J. 2005. Cultivo ecológico de plantas medicinales y aromáticas: Ampliando las perspectivas económicas en los Andes. LEISA Revista de Agroecología, 21(2): 33-36.
– Monteiro J.M., Albuquerque U.P., Machado de Freitas E., Lima de Araújo E., Calvalcanti de Amorim E.L. 2006. Use patterns and knowledge of medicinal species among two rural communities in Brazil`s semi-arid northeastern region. Journal of Ethnopharmacology, 105:173-186.

Ediciones Anteriores

LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
Por ello puedes revisar las ediciones anteriores.

Suscribete para recibir la versión digital y todas las comunicaciones que enviamos periodicamente con noticias y eventos

SUSCRIBIRSE AHORA