junio 2004, Volumen 20, Número 2
La próxima generación: los niños y la agricultura

Los jóvenes y los medios de vida en las áreas rurales

KEVIN WALDIE | Página 5-7
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Los jóvenes de las áreas rurales juegan un papel importante en la forma como se desarrollan los recursos económicos y sociales de su comunidad.

Sin embargo, para que puedan sentirse parte de este proceso, deben tener la oportunidad de ganarse la vida a su propio modo. Una barrera que impide desarrollar esto es el hecho que, con frecuencia, los agentes del desarrollo rural no tienen en claro cómo es que los jóvenes de las áreas rurales utilizan los recursos locales en sus estrategias de subsistencia. Además, existe la tendencia a considerar a los jóvenes como un «problema» antes que como un recurso y como la fuente de soluciones necesarias. La urgencia de los problemas a los que se enfrentan muchas comunidades donde se practica la agricultura a pequeña escala hace que sea crítica la necesidad de encontrar maneras de utilizar las capacidades positivas y dinámicas de los jóvenes. Estudiar sus estrategias de subsistencia puede ser el punto de inicio para desarrollar políticas y programas que tomen en cuenta sus ambiciones e iniciativas.

Cuestionando puntos de vista antiguos
En muchos países se hacen pocos esfuerzos para obtener información acerca de la juventud rural. Por ello es que el conocimiento sobre sus medios de vida permanece fragmentado. Es frecuente que los documentos fundamentales sobre política rural no hagan mención alguna sobre los jóvenes, y aun cuando sí se les menciona, esto no refleja una política informada. Las políticas relativas a los jóvenes y al desarrollo rural tienden a caer en dos categorías: si no se les concibe como una categoría marginal y dependiente, se les considera un peligro para sí mismos y un problema para la sociedad. Ambos enfoques minan la capacidad de los agentes del desarrollo para entender a los jóvenes como fuente de soluciones a los retos del desarrollo rural.

Las «historias» negativas sobre los jóvenes son comunes y difíciles de rebatir. Una historia muy conocida, que ha tenido gran influencia sobre las políticas de desarrollo y su práctica, trata sobre la migración de los jóvenes de las áreas rurales a las zonas urbanas. Estos jóvenes, según la historia, no quieren o no pueden ganarse la vida como agricultores, así que dejan su pueblo por la ciudad donde van en búsqueda de lujos y una vida fácil. Cuando llegan ahí no pueden encontrar trabajo, y es entonces posible que se dediquen al crimen y a otros comportamientos antisociales, poniendo en peligro la tranquilidad de la vida urbana.

¿Qué pasos pueden seguirse para construir una imagen y una noción más balanceadas y exactas de la juventud rural y desarrollar políticas más constructivas? Hemos sugerido que una manera de hacerlo es observar más de cerca lo que los jóvenes realmente hacen para construir sus medios de vida en las áreas rurales. Como Chambers y Conway, definimos a los medios de vida como el conjunto de «capacidades, bienes (acopios, recursos, derechos y oportunidades) y actividades necesarias para ganarse la vida: un medio de vida es sostenible cuando puede soportar y recuperarse de tensiones y sobresaltos, mantener o aumentar sus capacidades y bienes, y proporcionar oportunidades de subsistencia sostenible a la próxima generación; lo cual es una contribución real para otros medios de vida a corto y largo plazo, a niveles local y global».

Cómo se desarrollan los medios de vida de los jóvenes depende de la manera en que éstos interactúan con el medio ambiente, las oportunidades a las que tienen acceso y las decisiones y acciones que tomen. Si entendemos los medios de vida de los jóvenes de esta manera, podemos obtener una mejor idea de la forma en que se establecen y de los procesos de diversificación e innovación que hacen parte de ello.

Dimensiones fundamentales
¿Se diferencian las estrategias de subsistencia de los jóvenes de las de los adultos? Para responder esta pregunta con seguridad, necesitamos información mucho más detallada. Sin embargo, la información recopilada en un estudio reciente sobre los medios de vida de jóvenes rurales en África del este, sugiere que la respuesta es positiva. Los informantes de todas las edades estuvieron de acuerdo en que los jóvenes son más proclives a:

acometer empresas que requieren un gran esfuerzo físico de manera sostenida: la «fuerza» es considerada como un bien fundamental de los hombres jóvenes, en particular – por ejemplo en el riego, la producción de tabaco, picar piedras o fabricar adobes;
dedicarse a empresas de alto riesgo que ofrecen ganancias rápidas y/o grandes; los asuntos de «seguridad a largo plazo» son menos importantes para los jóvenes que para las personas mayores – por ejemplo la horticultura;
aprovechar las oportunidades para desarrollar empresas a corto plazo, dirigidas a un nicho de mercado específico, especialmente donde los derechos de control sobre la tierra, u otros bienes fundamentales, no están definidos claramente – por ejemplo comercio menor, alquiler de pulverizadores de mochila, recarga de baterías o montaje de obras teatrales para centros educativos.

Un hombre joven posa frente a los ladrillos hechos por él. El dinero de esta empresa ha sido invertido en la producción de maíz y caña. La fabricación de ladrillos es generalmente considerada como perjudicial para el ambiente, pero a este joven le brinda la oportunidad de hacer agricultura / Foto: Autor

Estas conclusiones también indican que si los agentes del desarrollo rural quieren formarse una imagen más verdadera de la manera en que la gente joven establece los medios de vida para sí misma, deberían mirar más allá del foco principal de la producción familiar. Aunque la investigación sobre las estrategias de medios de vida de los jóvenes puede revelar complejos conflictos sobre el acceso y control de los recursos, también puede arrojar nuevas luces sobre la manera de desarrollar políticas eficaces para el desarrollo rural que aprovechen en su totalidad la potencialidad, ambiciones e iniciativas de cada generación.

El Estudio sobre Medios de Vida de los Jóvenes, financiado por el Natural Resources System Programme (Programa de Sistemas de Recursos Naturales) del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido, DFID, demuestra que muchos jóvenes establecen sus medios de vida exitosamente al utilizar los recursos naturales y no-naturales de tal manera que las ganancias de uno son luego utilizadas para invertir en lo otro. También demuestra que – especialmente en el caso de hombres jóvenes – los jóvenes superan con su trabajo la división entre lo urbano y lo rural. Finalmente, deja en claro que, aunque los adultos con frecuencia consideran que las empresas de los jóvenes son a corto plazo e insignificantes, éstas, sin embargo, proporcionan a sus iniciadores status y respeto dentro de su propio grupo.

Si deseamos alentar a los jóvenes a participar más en los procesos de desarrollo rural, un buen punto de partida sería reconocer las contribuciones que ellos ya están haciendo. Para lograrlo debemos aprender primero a dejar de lado nuestros prejuicios y mirar de nuevo con ojos claros. ¿A quiénes vemos delante de nosotros? Ese chico con las manos y pies sucios de barro, ¿ha abandonado sus estudios y es un fracaso, o es un inminente nuevo agricultor? Esa chica, ¿está simplemente «jugando a la tienda», o es una empresaria de éxito en potencia? Y ese joven parado en el mercado, ¿Un flojo que no es bueno para nada y anda buscando una vida fácil, o es alguien que ha encontrado el valor para dejar su casa y adquirir experiencia en el mundo? (ver Recuadro 1)
Recuadro 1. Los peces dorados de Ram: una empresa particular     Hace algunos años, durante una visita a la India, estaba saliendo de la casa de una mujer agricultora sin tierra cuando, por el rabillo del ojo, vi un pequeño letrero escrito a mano pegado a la pared exterior. Decía: «Peces dorados en venta». El letrero estaba sobre dos recipientes llenos de agua y peces dorados. «¿A quién pertenece esto?» pregunté. Unos segundos más tarde estaba parado frente a mí Ram, un chico pequeño de unos 13 a 14 años, vistiendo aún su uniforme escolar. Me dijo que había visto los peces por primera vez en una tienda en una ciudad cercana. Los peces habían estado en un acuario, no a la venta sino simplemente como una manera de hacer que la tienda fuera más atractiva. Ram convenció al dueño de que le regalara algunos peces para criarlos en casa, como un hobby. Sin embargo, se dio con la sorpresa de que muchos de sus compañeros querían tener sus propios peces, así que decidió sacar provecho de la oportunidad. Luego de consultar libros y a vecinos sobre el manejo de criaderos de peces, Ram empezó a criar y vender peces dorados. Cuando yo lo conocí había estado administrando su «negocio» durante dos años. Casi todas sus ventas las hacía a otros niños, aunque algunos adultos también compraban sus peces.

¿Cuál era el sentido de lo que estaba viendo delante de mí? ¿Era el «negocio» de Ram algo más que un niño jugando a ser «adulto»? ¿Eran los bonitos peces simplemente una distracción de la dura realidad de vivir en la pobreza? Medio en serio, le pregunté, cómo iba el negocio. Su respuesta no pudo más que sorprenderme: Ram me entregó un cuaderno escolar con cuentas detalladas y cuidadosamente presentadas en el que había consignado las ventas, los gastos y ganancias. La última línea revelaba que las ganancias de esta micro-empresa, aunque pequeñas, no eran insignificantes comparadas con los limitados ingresos de su hogar. El negocio de Ram aparentemente representaba una de las tantas vías de oportunidad y esperanza que, pequeñas pero importantes, formaban el complejo tejido de actividades de subsistencia a las que se dedicaban los miembros de la familia.

Sostenibilidad
Por lo general se acepta que la clave para desarrollar medios de vida sostenibles en el área rural consiste en la habilidad para utilizar los recursos fundamentales de tal manera que la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias demandas no se vea afectada. Una idea importante aquí es que la sostenibilidad depende del intercambio de información, recursos y derechos entre generaciones. Entender cómo es que bienes y oportunidades pasan de generación en generación es de crucial importancia para el desarrollo de políticas y servicios rurales que sean apropiados y eficaces, especialmente en lo que concierne a la juventud rural.

Sin embargo, puesto que los agentes del desarrollo rural tienden a centrar su atención en la gestión a largo plazo de los recursos naturales (por los adultos) como elemento fundamental para establecer medios de vida en el área rural, ha habido una tendencia a desechar las contrastantes actividades de los jóvenes para ganarse la vida, por no ser sostenibles. Por ejemplo, las empresas para obtener pequeños ingresos basadas en recursos naturales no-renovables, como es el caso de la fabricación de ladrillos, son tachadas como dañinas para el medio ambiente, mientras que la migración de los jóvenes rurales a las ciudades es vista como una fuga de recursos humanos. Más aun, la naturaleza temporal de muchas actividades y empresas de los jóvenes se considera como una expresión de su falta de seriedad y competencia.

Cuando miramos de cerca las maneras en que los jóvenes tratan de establecer sus medios de vida, vemos cómo, con el tiempo, las empresas de pequeña escala pueden convertirse en patrones más estables para la generación de ingresos (ver Recuadro 2). Los jóvenes no tienen el mismo acceso y control sobre los recursos que los adultos y, en la mayoría de los casos, no tienen oportunidad de participar – excepto como dependientes – en el tipo de empresa a largo plazo a la que se dedican sus padres. Las oportunidades para ganarse la vida a las que tienen acceso los jóvenes son, con frecuencia, temporales, marginales y de mano de obra intensiva; no debería sorprender que sus estrategias de medios de vida reflejen esto.

Estos intentos tempranos y tentativos por establecer un medio de vida no deben ser juzgados a partir de ideas ingenuas sobre la sostenibilidad, ni de juicios «instantáneos» sobre lo que es bueno o malo. Más bien, deben ser evaluados en el contexto más amplio de la manera como los jóvenes aprenden y dan sus primeros pasos hacia la gestión de recursos financieros y de otro tipo.

¿Quiénes son los jóvenes?
Cada cultura o sociedad tiene su propio concepto de «juventud», determinado por tradiciones, roles y status más que por la edad física. En el debate sobre desarrollo no hay una definición de juventud en la que todos estén de acuerdo, lo que hace más difícil para los responsables de las políticas el poder compartir las ideas y construir una base para el entendimiento común. La juventud generalmente se define en términos de edad. Esta parece una manera clara y ordenada de hacer las cosas hasta que uno se da cuenta de que, para algunas organizaciones, un joven puede ser cualquiera que esté ¡entre los 9 y 35 años de edad!

Lo más común es considerar jóvenes a quienes «aún no son adultos». Como consecuencia de esto muchos agentes del desarrollo rural formulan las políticas referentes a los jóvenes en términos de lo que los jóvenes necesitan para convertirse en adultos, en vez de basarlas en el potencial de la juventud. Sin embargo, los jóvenes no solo quieren convertirse en adultos: quieren disfrutar su vida de gente joven. Al mismo tiempo, los jóvenes buscan oportunidades para ganar dinero para comprar las cosas que quieren, así como oportunidades para afirmar su independencia. Para ello necesitan recursos; tener acceso a éstos será claramente más fácil para algunos que para otros. Desde el punto de vista de la comunidad, por ejemplo, un joven pobre seguirá siendo un joven durante más tiempo que su amigo rico, porque no tiene los recursos para casarse, establecer un hogar y afirmar su status de adulto. Por lo tanto, el reto al que se enfrentan los agentes del desarrollo es el de reconocer las cualidades de la juventud y atender sus necesidades, mientras que prestan apoyo a los jóvenes en su tránsito hacia la adultez.

Recuadro 2. Camino hacia la agricultura     Conocí a Paul en Uganda en el año 2000. Vivía en una casa de adobe con techo de latón y era el dueño de 3.5 acres de tierra en los que cultivaba café, maíz y llantén. Sentía que llevaba una vida cómoda. Había dejado el colegio primario en 1986, antes de graduarse, debido a que sufría de «dolores de cabeza persistentes». Su familia no poseía tierras porque su padre, un sastre, había vendido la última parcela para comprar una máquina de coser en un intento por revivir su negocio.

La primera empresa de Paul consistió en hacer cerveza local utilizando un tipo de banano local que había comprado con dinero ganado como obrero en una granja. En 1989, utilizando el dinero ahorrado de la venta de la cerveza, alquiló dos acres de tierra en los que cultivó maíz y frijoles. Después del primer año, y luego de una cosecha de maíz exitosa, dejó de hacer cerveza, compró una bicicleta de segunda mano y la utilizó para llevar leña a la ciudad más cercana. En 1992, ingresó a un plan rotativo de ahorro y préstamo con unos amigos. El grupo se mantuvo unido por sólo ocho meses, pero ese fue tiempo suficiente para que Paul recibiera un pago. Con este dinero se fue a Kampala, la capital, y con la ayuda de un hermano que vivía allí, compró un montón de ropa usada que llevó de regreso a su pueblo y vendió en el mercado local. Usó las ganancias de este negocio para ingresar al comercio de café, llegando a un acuerdo sobre el precio con los agricultores cuando los granos estaban aún creciendo. Después de la cosecha, secaría y pelaría los granos antes de venderlos a un comerciante. Las ganancias del café fueron altas y luego de siete meses dejó esta actividad. En 1995, con el dinero ganado en el comercio de café, compró un poco más de media hectárea a un vecino, compró ladrillos suficientes para construir una casa y 15 planchas de hierro para el techo. Durante los siguientes años Paul continuó expandiendo la base agrícola de su medio de vida, alquilando a veces más tierra para producir más y, ocasionalmente, produciendo carbón vegetal cuando limpiaba la nueva tierra. Cuando lo conocí estaba intentando cultivar coles y tomates para una tercera campaña.

Los jóvenes como agentes de cambio
Para enfrentar este reto es importante reflexionar sobre los métodos y herramientas que utilizamos actualmente para comprender las vidas rurales. ¿Con qué frecuencia dejamos de considerar los puntos de vista y aspiraciones de los hombres y las mujeres jóvenes que miran en silencio desde un extremo de la reunión mientras discutimos sobre asuntos importantes con los mayores más respetados del pueblo? La gente joven generalmente tiene pocas oportunidades para dar a conocer sus intereses y necesidades en sociedades gobernadas por el principio de la edad y donde se espera que el control de los recursos se mantenga en manos de los mayores. ¿Es esto algo que deberíamos cuestionar? En muchas comunidades los jóvenes no tienen «voz». Las políticas de desarrollo actuales tienden a enfocarse en la familia, y al hacerlo se centran en las vidas de los adultos. Gracias a los debates sobre género, ahora reconocemos la necesidad de considerar a la familia en cuanto las necesidades particulares de sus miembros masculinos y femeninos. ¿Pero cuántas veces vamos más allá y consideramos las necesidades de sus niños?

Debemos mirar más allá de las instituciones, organizaciones y relaciones que los adultos han establecido para guiar a los jóvenes, tales como colegios y clubes juveniles, para reconocer la manera en que los jóvenes pueden ser agentes activos del cambio. Al contrario de lo que ocurre en el sector salud, donde el reconocimiento de las habilidades y experiencias de la gente joven con frecuencia los ha ubicado al frente en programas de extensión entre pares – especialmente en cuanto a la prevención del HIV/SIDA, las agencias de desarrollo rural han sido, en comparación, lentas en reconocer el potencial de establecer asociaciones con la gente joven. El establecimiento de asociaciones conlleva mucho más que la inscripción formal de grupos juveniles. Requiere que los proveedores de servicios rurales abandonen sus ideas fijas sobre lo que constituye una buena práctica de desarrollo sostenible para adoptar un diálogo más abierto e incluyente con la gente joven sobre sus estrategias de subsistencia. Significa reconocer que los jóvenes ya contribuyen sustancialmente a la vida rural con sus enfoques innovadores que sobrepasan los límites aceptados: usando libros de colegio para construir peceras, vendiendo ladrillos para comprar pulverizadores de mochila, comprando y vendiendo ropa de segunda mano para alquilar tierra. A un nivel más personal significa que debemos encontrar maneras para facilitar el «intercambio intergeneracional» que es la esencia de la sostenibilidad. Enfrentar tales retos no será fácil, pero al facilitar esfuerzos colectivos intergeneracionales, podemos asegurar un futuro que proporcione beneficios sostenidos para todos nosotros, incluyendo a los jóvenes y a los adultos.

Kevin Waldie
Departamento de Desarrollo Internacional y Rural, Universidad de Reading,
P.O. Box 237, Reading RG6 6AR, Reino Unido.
Correo electrónico: k.j.waldie@reading.ac.uk

Referencias
World Commission on Environment and Development, 1987. Our common future, Oxford University Press, Oxford.
Chambers, R. y G. Conway, 1992. Sustainable rural livelihoods: practical concepts for the 21st century. IDS Discussion Paper No.296, University of Sussex, Reino Unido.
Rural Youth Livelihoods Research Project. Proyecto financiado por DFID a través de su Natural Resources System Programme.

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