En INIA y el grupo «Monte Carmelo», de la cooperativa «La Alianza»
Intercambio de experiencias entre productores de la zona alta / Foto: J. Brito
Durante el año 2001, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), ente oficial encargado de la investigación agrícola en el país, realizó un Sondeo Rural Participativo en la comunidad Monte Carmelo; como resultado del mismo quedó priorizado el problema de deterioro de los suelos en sus lotes de siembra de hortalizas: «Los suelos se están agotando y cada vez son menores los rendimientos». Por otro lado destacó la escasez de agua, que limita el área de siembra. Preocupados por estos problemas se formó un equipo de 8 personas, entre productores de la cooperativa La Alianza y técnicos del INIA, quedando claro que había que emprender acciones en conjunto. Una vez analizada la situación a un nivel de mayor profundidad se detectó que: 1) La disponibilidad del riego es uno de los principales limitantes para la producción agrícola, agravándose durante la época seca (diciembre- abril); 2) En la zona se producen hortalizas durante todo el año, por lo que resulta necesario hacer un óptimo aprovechamiento del agua disponible, para garantizar todo el ciclo del cultivo y tener capacidad de aumentar el área de siembra; 3) El riego es por aspersión, con tiempo y frecuencia fijas en toda la zona, con aspersores operando sin boquillas «para que mojen más», y eficiencias de uso del agua cercanas al 20 por ciento; 4) Los productores se quejan de los gastos tan altos que tienen por concepto del agua, la cual tienen que traer de la quebrada a 180 metros de desnivel y 500 m de distancia, lo que les significa grandes gastos de mano de obra, pero contradictoriamente señalan que su forma de trabajar es: «Mientras más agua tengamos, más agua aplicamos».
Esta situación está acarreando enormes desperdicios de agua, arrastre de los suelos, incremento de los costos de producción, bajos rendimientos de los cultivos y restricción del área de siembra. Pensando en todo ello, se acordó trabajar en equipo «técnicos y productores» para mejorar la eficiencia en el uso del agua, disminuir los costos de producción, evitar el arrastre de los suelos, incrementando de esa forma los rendimientos y garantizando el mantenimiento de las áreas de siembra.
Acciones emprendidas
En un principio se puso mucho énfasis en acciones de capacitación a los productores, sobre conceptos básicos del manejo del riego. Por iniciativa de los mismos se realizaron talleres sobre el manejo de agua en la zona, definiéndose conjuntamente los temas a tratar. Se utilizó la metodología aprender-haciendo para analizar la importancia de: la prueba de infiltración, la permeabilidad de los suelos, la importancia del uso de las boquillas de los aspersores, la evaluación de la frecuencia y tiempo de riego, entre otros temas. Las pruebas se realizaron en las fincas de los propios productores, con sus cultivos. Posteriormente se hicieron varias reuniones de planificación junto con ellos, para decidir las acciones a desarrollar. Entre las prácticas analizadas se seleccionó el uso de coberturas orgánicas para el control de humedad y protección de los suelos. Durante dos ciclos del cebollín (Allium cepa L.) y ajoporro (Allium ampeloprasum var Porrum), de 100 días cada uno, se evaluó el efecto de varias coberturas orgánicas sobre el desarrollo y producción de los cultivos. Las coberturas evaluadas fueron: residuos del maíz, cascarilla de arroz y pergamino del café, seleccionadas por los productores por ser materiales de desecho de la zona, o ser fáciles de conseguir, asequibles en cantidad y precios. Los volúmenes aplicados fueron: 35 t/ha de residuos de maíz, 21,6 t/ha cascarilla de arroz y 26,7 t/ha pergamino de café (Coffea arabiga L.) respectivamente, suficientes para obtener una capa de 1 cm sobre todo el terreno. En la práctica éstas cantidades se manejaron fácilmente por tratarse de pequeñas áreas cercanas a media hectárea, sin que representasen costos altos para los productores por ser materiales de desechos de áreas cercanas. Experiencias anteriores de Aponte et al., 1992, utilizando niveles de 60, 75, 90 y hasta 105 t/ha de residuos de cosecha, como residuos de maíz ( Zea mays ), de caña de azúcar (Sacharum officinale L.), y caraota (Phaseolus vulgaris L.), reportaron mejoras en los rendimientos en tomate (Lycopersicon esculentum Mill.) superiores al 50% con referencia al testigo sin cobertura, así como mejoras en el control de malezas e insectos plagas.
Igualmente Aponte, 1995, reporta un control efectivo de malezas, hasta por seis meses, en quinchoncho (Cajanus cajan L. Millsp), con el uso de residuos foliares de maíz en proporción de 60 a 80 t/ha, y de pergamino de café en cantidades de 30 a 50 t/ha, sola o combinada con 70 t/ha de residuos de caña de azúcar. Nevers, y Reheul, 2003, reportan la utilización de cantidades de 22.5 t/ ha de compost proveniente de desechos de jardines y frutas como abono y cobertura orgánica en el cultivo de maíz, y la obtención de óptimos resultados económicos en los rendimientos de materia seca en el silaje de maíz. Durante el desarrollo del cultivo se llevó registro del crecimiento de las plantas y de la humedad del suelo; al final, se estimó el rendimiento por parcela. Estos registros fueron comparados permanentemente con los de la parcela sin cobertura. Igualmente se registraron los gastos que implicó la nueva práctica y, al final, se realizó un análisis de presupuesto parcial de rendimiento. Se realizaron varios talleres con los productores a fin de analizar los resultados obtenidos, para ello se utilizó una matriz de comparación entre las prácticas que tradicionalmente realizan y las nuevas prácticas, haciéndose énfasis en los resultados obtenidos con el manejo tradicional y con las nuevas prácticas. Se reflexionó también sobre los beneficios que dejaron de obtener por no utilizar las nuevas prácticas.
Lecciones aprendidas
Los productores destacaron algunas diferencias visuales que observaron durante el desarrollo de los cultivos en las parcelas donde se aplicó cobertura: «Las plantas se ven más verdes»; «Se facilita el deshierbe, se gasta menos en mano de obra para el control de malezas»; «El tiempo de riego es menor, se mantiene más el agua en el suelo, por lo tanto se gasta menos en riego»; «La cobertura no deja que salga monte».
Los mejores rendimientos se obtuvieron con el tamo de maíz y la cascarilla de arroz, pero de manera general las parcelas con cobertura rindieron más que la parcela sin cobertura (Cuadro 1).
Para la práctica de uso de coberturas orgánicas, se realizó el análisis del presupuesto parcial de rendimiento, considerándose solo los gastos que varían al utilizar la nueva práctica (insumos: emisores, coberturas; mano de obra; acarreo y transporte de las coberturas), demostrándose mayor beneficio neto al utilizar las coberturas (Cuadro 2).
El costo del manejo tradicional estimado en US $ 1.562,50, se calculó en función del seguimiento realizado al cultivo. Se detectó que tradicionalmente el tiempo de riego es de 3 horas con una frecuencia de 7 días, prevaleciendo la práctica de eliminar los emisores (boquillas) de los aspersores. El costo del manejo alternativo estimado en US $ 1157.88, implicó la disminución del tiempo de riego a media hora, aumento de la frecuencia de riego hasta 3 o 4 días, utilización de los emisores en los aspersores y el uso de coberturas orgánicas. Los cambios en el riego, produjeron una reducción US$ 482.75 en los costos y un aumento de la producción en casi 10.000 kg/ ha. El uso de cobertura representó un costo adicional, pero también un aumento de la productividad del orden de los 12.000 kg/ ha, con una diferencia total de ganancia entre el manejo tradicional y el alternativo de US $ 4679.63 por ha, además del ahorro de agua y de la conservación de los recursos naturales (Cuadro 3).
El incluir el análisis económico facilitó la reflexión con los productores sobre las bondades de las nuevas prácticas; la agricultura es una actividad económica y los productores se muestranmuy interesados cuando se les habla en términos de lo que dejan de ganar por no utilizar las prácticas evaluadas, el incremento de los gastos ocasionado por prácticas inadecuadas y los beneficios económicos que les representan el uso de nuevas prácticas además de los beneficios ambientales.
Después de dos años trabajando como equipo, los productores opinan: «queremos seguir probando nuevas coberturas, hacer las evaluaciones en diferentes épocas»; «debemos comenzar probando con parcelas pequeñas y poco a poco ir incrementando el área»; «esta experiencia debe ser ampliada a otros grupos de agricultores, ahora vemos la importancia de llevar registros»; «en las futuras evaluaciones queremos medir las pérdidas de suelo con y sin coberturas».
Los comentarios señalados por los productores denotan la fortaleza del grupo para continuar con las labores de investigación y difusión alrededor de tema del manejo del agua. Hasta ahora esta experiencia ha sido difundida a otros grupos por los mismos productores. Lo que se busca con estas experiencias es ir fortaleciendo grupos locales autogestionarios, capaces de llevar a cabo investigaciones que les permitan ir resolviendo sus limitantes y a la vez se conviertan en difusores de las experiencias a otros grupos de la zona.
Factores que han facilitado el éxito o han sido obstáculos
Entre los factores que han impulsado la experiencia destacan la escasez del recurso agua en la zona, lo cual hace que los productoresse interesen por acciones que mejoren la eficiencia del riego.Los productores están motivados para continuar con las acciones que suponen ahorro del agua, disminución de los costos, mejora de los rendimientos de los cultivos y mantenimiento de la superficie cultivada. Los productores de la zona están organizados y eso facilita el trabajo de los técnicos; el uso de metodologías participativas eleva la autoestima de los productores, quienes se sienten actores directos del proceso y los fortalece para continuar con los esfuerzos de investigación y difusión de los resultados. Estamos conscientes que la adopción de tecnologías es un proceso que involucra a los esquemas mentales de las personas y a las relaciones sociales que éstas establecen en su contexto sociocultural, por lo que se hace necesario profundizar sobre la percepción de los productores en materia de conservación de suelos y aguas y sobre el razonamiento que tienen al momento de tomar decisiones en esta materia así como la influencia de juicios, valores, tradiciones y costumbres. Las acciones de capacitación productor – productor, deben ser reforzadas, con el objetivo de estimular la incorporación de otros productores a las labores de conservación de suelos y aguas de la región
Conclusiones
• El trabajo en equipo de productores y técnicos contribuye a detectar la problemática real de los agricultores y a encontrar, en conjunto, soluciones adaptadas a sus condiciones agroecológicas y socioeconómicas.
• Un manejo adecuado del riego en sistemas de laderas repercute directamente en la conservación de los recursos naturales, al evitar el arrastre de los suelos y al disminuir el gasto de agua, unido al incremento del rendimiento ymejora de la eficiencia del cultivo.
• La aceptación de prácticas de conservación es mayor, si éstas repercuten de manera positiva en la producción y la productividad agrícola, aumentando los ingresos y disminuyendo los costos de producción.
Brito J; Morros M y Armas W.
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas Centro Lara (INIA – Lara)
Apartado postal 592, Barquisimeto, estado Lara Venezuela
Email: jbrito@inia.gov.ve; warmas@inia.gov.ve; memorros@inia.gov.ve
Referencias
– Aponte, A.; A Pérez; Tablante, J., 1992. Control de malezas y plagas en tomate con la utilización de residuos de cosecha. FONAIAP Divulga N° 41. Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias. Maracay. Venezuela.
– Aponte, A., 1995. Producción de grano y semilla de quinchoncho. Maracay. Ven., Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias/ Programa Cooperativo de Investigación de la Zona Andina. 64 p. (serie C N° 40).
– Doorembos J. y Kassan A.H. 1979. Efecto del agua sobre el rendimiento de los cultivos. Estudio FAO. Riego y Drenaje, Documento Nº 33.
– INIAP. 2000. Herramientas de aprendizaje para facilitadores. Manejo Integrado de la Papa. Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias – Centro Internacional de la Papa. Ecuador
– Nevens, F. y D. Reheul. 2003. The application of vegetable, fruit and garden waste (VFG) compost in addition to cattle slurry in a silage maize monoculture: nitrogen availability and use. European Journal of Agronomy; May, Vol. 19 Issue 2, p189, 15p.