diciembre 2002, Volumen 18, Número 3
Hacia la recuperación de la vida en el suelo

Plantando conceptos y cosechando buenos resultados

JOSE BENITES, SANDRINE VANEPH Y ALEXANDRA BOT | Página 6-9
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En muchas partes de América Latina, Asia (Asia Central, Asia del Sur y el Sudeste asiático) y África, la labranza de la tierra con arado o con azadón es la principal causa de la degradación del suelo, y lleva al estancamiento o a la disminución de los niveles de producción y al incremento de sus costos.

Siembra directa a través de una cobertura de residuos de cultivos, evitando así el arado y reduciendo las intervenciones en el suelo: cultivo de frejol de soya bajo un régimen de AC en Brasil / Foto: Sally Bunning

Hace que la tierra se vuelva más densa y compacta, que se reduzca el contenido de materia orgánica y que se incremente la escorrentía y la erosión del suelo. Las sequías son también más severas y el suelo se vuelve menos fértil y responde menos a la acción de los fertilizantes.

Al comienzo de la década de 1970, los agricultores en Paraná, en el Sur de Brasil, se dieron cuenta que el suelo continuaba erosionándose y que los rendimientos de sus cultivos disminuían cada vez más, lo cual los obligaría a abandonar sus tierras y pasar a una existencia marginal. El primer intento para revertir esta tendencia fue la adopción rigurosa de sistemas convencionales de terrazas. Los resultados cambiantes y muchas veces desalentadores los forzó a enfrentar el problema de la erosión desde su raíz, considerando el impacto directo de la lluvia en el suelo desnudo. Abandonaron el arado, rompieron sus suelos compactados, introdujeron cultivos de cobertura, detuvieron la quema de los rastrojos y desarrollaron rodillos para cortar y convertir en mulch los rastrojos y los cultivos de cobertura. Esta capa de mulch eliminaba el impacto de la lluvia sobre el suelo, reducía la velocidad y la cantidad de la escorrentía, y, virtualmente, eliminaba la erosión del suelo. También incrementaba significativamente la fertilidad del suelo y los rendimientos, reduciendo el trabajo y los costos de preparación de la tierra.

Esto sucedió a comienzos de la década de 1990, y fue el inicio del movimiento labranza cero (CL) en América Latina. En ese momento, los agricultores comerciales, especialmente en los Estados Unidos de América, ya practicaban labranza de «conservación», «reducida», «no» o «cero» o una «siembra directa» en combinación con el uso de herbicidas. Pero fue sólo después que la labranza cero fue combinada con los cultivos de cobertura y con la rotación de cultivos, y cuando se desarrollaron los herbicidas mejorados y el equipo especial —aun para los pequeños agricultores— que se pudo apreciar todos los enormes beneficios de este enfoque, entonces se difundió rápidamente.

Actualmente, el movimiento labranza cero viene siendo practicado en cerca de 60 millones de hectáreas, principalmente en América Latina y Norteamérica. En América Latina, especialmente en Brasil, Argentina y Paraguay, en los últimos 10 años se han convertido a labranza cero cerca de 25 millones de hectáreas. Con el tiempo, el enfoque se ha tornado más integral que sólo el no labrar, y ahora la FAO y otras organizaciones lo conocen con el nombre de Agricultura de Conservación (AC).

En América Latina, los agricultores y sus organizaciones y redes tomaron la delantera en el desarrollo de la AC. El apoyo del gobierno inicialmente fue limitado, pues labranza cero no era una tecnología oficialmente reconocida, y los científicos, los agentes de extensión, los capacitadores y los formuladores de políticas eran renuentes a aceptar ideas nuevas. Ahora, todo eso ha cambiando y la AC se está desarrollando rápidamente debido a la colaboración efectiva entre los agricultores, la empresa privada, la investigación y la extensión. Hace mucho tiempo que la AC ha pasado la etapa en que solamente era adecuada para los cultivos de grano, como el maíz, el fréjol y la soja. Ahora, otros cultivos, como, por ejemplo, caña de azúcar, yuca, tabaco, cebolla, tomate, col y lechuga están siendo producidos con éxito en un régimen de AC.

La AC también encaja cada vez más en las condiciones agrícolas de los pequeños y grandes productores de las zonas tropicales húmedas y secas, de las zonas semi-tropicales y en los climas templados de América Latina, África y Asia (Asia Central, Asia del Sur y el Sudeste asiático). La FAO está jugando un importante papel facilitador al promover y desarrollar la AC, por medio de sus proyectos de campo, su apoyo activo a las redes regionales de AC e informando sobre la AC en sus publicaciones y en su página Web. Este artículo presenta una visión general de los principios, prácticas, potencialidades, limitaciones y metodologías. Los artículos de Alvarez y Charret y de Vieira y van Wambeke presentan dos casos de AC apoyados por la FAO en Honduras y en El Salvador. Números anteriores de la revista LEISA han presentado enfoques similares a la AC. Otros casos pueden ser encontrados en la publicación de García-Torres, Benites y Martínez-Vilela, 2001.
Principios generales de la agricultura de conservación

En la agricultura de conservación, tres principios técnicos son cruciales:

• No se altera el suelo de forma mecánica; se planta o siembra directamente.
• Cobertura permanente del suelo; especialmente con el uso de rastrojos y cultivos de cobertura.
• Selección juiciosa para las rotaciones de los cultivos; cultivos múltiples, agroforestería e integración pecuaria.

La cubierta permanente proporcionada por los cultivos sembrados, los rastrojos o por el mulch no sólo protege el suelo del impacto físico de la lluvia y del viento, sino que también estabiliza la humedad del suelo y la temperatura en las capas superficiales. Así, esta zona se convierte en un hábitat favorable para una cantidad de microorganismos, incluyendo raíces de plantas, lombrices, insectos y microorganismos como, por ejemplo, hongos y bacterias. Esta vida del suelo usa la materia orgánica de la cubierta y la recicla en humus y en nutrientes, y contribuye a estabilizar físicamente la estructura del suelo, permitiendo que el aire y el agua se filtren y se almacenen. Este proceso, que puede ser llamado «labranza biológica», incrementa fuertemente la conservación del suelo y del agua, y la fertilidad del suelo. Se evita la labranza mecánica para mantener la vida y la estructura del suelo y para reducir la mineralización de la materia orgánica del suelo. Es importante una variada rotación de cultivos para evitar los problemas de plagas y enfermedades, mejorar las condiciones del suelo usando todo su perfil y las interacciones sinérgicas y complementarias entre las diferentes especies de plantas. El abono verde y las especies de cultivos de cobertura (leguminosas y no leguminosas) que son parte de la rotación de cultivos, son esenciales para incrementar el contenido orgánico del suelo. La cobertura de suelo también ofrece nuevos hábitats para enemigos naturales de las plagas y de los organismos que producen enfermedades. Esto ofrece una barrera física para la maleza y libera sustancias alelopáticas que reducen su germinación. Así se crea un suelo saludable que ofrece óptimas condiciones físicas, químicas y biológicas para el crecimiento y la reproducción de las plantas.
Prácticas específicas

Muchos sistemas tradicionales de rotación de cultivos siguen los principios descritos de tala y cobertura con mulch. Sin embargo, la quema no controlada (tala y quema) y el pastoreo, van en contra de esos principios. No existen patrones para el desarrollo de nuevos sistemas de AC y los principios generales y las características más importantes (ver recuadro 1) tendrán que ser adaptados a cada contexto específico agro-ecológico, socioeconómico y cultural. El éxito de este nuevo sistema depende totalmente de la creatividad y de la flexibilidad de quienes lo apliquen y desarrollen prácticas de manejo adecuadas a sus situaciones y necesidades particulares. Es frecuente la reintroducción, con buenos resultados, de las prácticas y las especies tradicionales, adaptadas al contexto local pero que fueron abandonadas por su baja productividad. No se excluyen los agroquímicos, pero son usados eficientemente en cantidades bajas o decrecientes. La AC incluye el Manejo Integrado de la Fertilidad del Suelo, el Manejo Integrado de Plagas, el Manejo Integrado de Malezas, agroforestería y la integración entre los cultivos y la producción pecuaria, para lo cual los tres principios ofrecen una excelente base. La integración de los árboles y los animales en el sistema es especialmente importante. La Agricultura de Conservación puede estar cercana a la Agricultura Orgánica o ser completamente orgánica.

Recuadro 1. Características más importantes de los sistemas de AC

• No es necesario el arado ni la preparación de almácigos para las semillas
• El abono verde y los cultivos de cobertura están integrados en el sistema agrícola
• Los residuos de los cultivos, malezas y cultivos de cobertura se aplican como mulch para proteger permanentemente al suelo
• Siembra o plantación directa
• No se queman los residuos ni la vegetación de barbecho
• No hay pastoreo sin control
• Reciclaje de los nutrientes dentro y sobre el suelo a través de la biomasa
• Aplicación de cal y fertilizantes en la superficie
• Equipos especializados para la siembra y para el manejo del mulch
• Uso continuo de la tierra de cultivo
• Uso de la rotación de cultivos y de los cultivos de cobertura para maximizar los controles biológicos

Los beneficios son múltiples

Una cobertura vegetal permanente del suelo es una importante medida preventiva contra la erosión y reduce la necesidad de otras medidas de conservación del suelo y el agua, como el formar bancales, hacer terrazas, etc. El incremento del contenido orgánico dentro del suelo permite el almacenamiento de más agua y nutrientes en las capas del suelo, por lo tanto, hay más nutrientes y humedad para el crecimiento de la planta. El exceso de agua se filtra a las capas más profundas del suelo, recargando las reservas de agua subterránea, lo que reduce las inundaciones y la sedimentación de los canales aguas abajo. El efecto de retención del agua por la cobertura del suelo y el incremento de materiaorgánica dan como resultado un ahorro del agua de riego, tal como se muestra en la Tabla 1.

Con el tiempo, la acumulación de materia orgánica en el suelo y la mayor actividad de los microorganismos producen una mayor eficiencia de los fertilizantes orgánicos e inorgánicos, permitiendo así menores tasas en su aplicación. Esto disminuye los costos e incrementa la rentabilidad de los fertilizantes inorgánicos, que de esa manera son más accesibles para los
agricultores.

Un aumento de la humedad de la tierra y de la fertilidad del suelo favorece la penetración de las raíces y su desarrollo, lo que a su vez, propicia la producción de biomasa y los rendimientos del cultivo. La AC es una estrategia exitosa para la intensificación ecológica, que puede influir para que otras estrategias, como el cultivo migratorio y los sistemas de tala y quema, puedan evolucionar a sistemas agroforestales permanentes, abandonando la quema.

La AC permite una planificación temprana y a tiempo debido a la ausencia de las laboriosas actividades de preparación de la tierra. Los efectos de la cobertura del suelo resultan en un sistema agrícola menos vulnerable a la sequía, al exceso de lluvia y a otros desastres naturales.

Además, se reduce considerablemente el riesgo, la escala y la frecuencia de la aparición de maleza, e infestaciones de plagas y enfermedades. Cuando en la AC se aplican plaguicidas o herbicidas químicos, es frecuente encontrar que la cantidad necesaria disminuye con el tiempo, a medida que el agricultor adquiere más práctica y se establecen nuevos equilibrios ecológicos. El uso de plaguicidas y herbicidas químicos es menor en la AC, comparado con lo que se necesita en sistemas convencionales de labranza.

La mejor capacidad de trabajar la tierra y el menor número de actividades agronómicas durante el ciclo de producción reducen sustancialmente el requerimiento de mano de obra. Esto es especialmente importante para aquellos que cuentan solamente con mano de obra familiar, y en áreas donde ésta es un factor limitante debido a las muertes y enfermedades. La reducción del requerimiento de mano de obra en la finca permite que los agricultores diversifiquen sus actividades, lo que incluye el procesamiento de productos agrícolas para mejorar sus ingresos. Además de la reducción en la mano de obra, el costo de las operaciones en el terreno y el mantenimiento de las herramientas y el equipo también se reducen. Aun si se usa tracción mecánica, en la AC se ahorra considerablemente en el uso de energía fósil. Ya que la AC contribuye mucho a la captura de carbono debido al aumento de la biomasa dentro y sobre el suelo, podría ser una contribución importante para controlar el calentamiento global, siempre que se aplique a gran escala.

Todo esto contribuye a producir rendimientos e ingresos mayores y más estables (el doble, o hasta el triple) lo que se logra en un período de 2 a 6 años. La diversificación de la producción agrícola también es importante para mejorar los medios de vida de los agricultores: menos riesgos, más ingresos, mejor dieta, etc.

La AC es un sistema de producción verdaderamente sostenible, no sólo para preservar sino también para ampliar la base de recursos naturales e incrementar la biodiversidad, sin sacrificar los rendimientos con niveles altos de producción. Por eso, la AC es una gran oportunidad que puede ser explotada para lograr muchos objetivos de las convenciones internacionales sobre la lucha contra la desertificación, sobre la biodiversidad y sobre el cambio climático.

Limitaciones y retos

La conversión de la labranza convencional en AC no es simple y presenta muchas limitaciones que tienen que ser resueltas, lo que demanda tiempo, esfuerzo y dinero. Puede incluir los gastos para la compra de equipo especializado y agroquímicos, la posibilidad que las rentas disminuyan temporalmente hasta que se establezcan las nuevas dinámicas, y se requiere un proceso de aprendizaje del agricultor para que adquiera mayores destrezas de manejo. La falta de recursos financieros, equipo, insumos químicos o semillas de abono verde constituyen serios limitantes para muchos pequeños agricultores.

La tenencia puede ser otra limitación, allí donde la mayor parte de la tierra es manejada colectivamente y donde múltiples usuarios tienen acceso a la tierra, y, con frecuencia, con intereses contradictorios en lo que se refiere a su uso, por ejemplo, el caso de pastores y agricultores. Si estos últimos no cuentan con la propiedad segura de sus tierras, pueden dudar en adoptar la AC aun cuando vean sus beneficios, porque el mejoramiento de la productividad de suelo aumenta el riesgo de perder la tierra por acción de las personas más poderosas de la sociedad. Esto es un importante problema para las personas sin tierras y para las mujeres que son jefes de familia.

En el momento de la transición, antes de que el sistema se estabilice ecológicamente, pueden ocurrir problemas de plagas, enfermedades, malezas y fertilidad del suelo. En esta situación se puede requerir el uso de plaguicidas químicos, herbicidas o fertilizantes químicos, y aquí, el factor limitante será el dinero. En las áreas húmedas, por ejemplo, un tema importante es el manejo de las plagas y enfermedades debido a la cobertura permanente del suelo. La cobertura del cultivo puede alojar a pequeños animales, como son las ratas y culebras. En áreas áridas, la falta de biomasa debido a la escasez de agua o de nutrientes y por otros usos que se da a la biomasa (alimento para los animales, como combustible para cocinar) es con frecuencia un problema mayor. En lugares donde la densidad de la población es baja y la agricultura es marginal, la disponibilidad y el costo del equipo y de los agroquímicos son una seria limitación. La aceptabilidad social y cultural también puede ser un problema allí donde la AC difiere sustancialmente del sistema tradicional o del convencional.

Antes de iniciar la AC, puede ser necesario eliminar algunos de los principales efectos de la degradación, como son las capas de suelo compacto, las deficiencias de nutrientes en las plantas, o una grave infestación de maleza. La mayor infiltración de agua por la remoción de los suelos compactos y degradados puede dar lugar a un incremento inmediato en los rendimientos, hasta de 30%, pero esto puede ser demasiado costoso para los pequeños agricultores.

La conversión de la labranza convencional a la AC exige un cambio drástico en la manera de pensar. La AC se basa en procesos y sistemas agro-ecológicos que requieren que los agricultores piensen en términos de conceptos ecológicos, como, por ejemplo, el suelo como un sistema vivo, comunidades de plantas, flujos de nutrientes, predadores de plagas y las relaciones entre los animales, las plantas cultivadas y el suelo, etc. Si los agricultores no son capaces de cambiar radicalmente su modo de pensar y su visión de la agricultura, no tendrán éxito en el logro de una AC que funcione efectivamente. Esto no sólo es cierto para los agricultores sino también para los técnicos, los extensionistas y los científicos.

Los agricultores que dependen de sus recursos locales pueden tener una gran cantidad de conocimientos tradicionales o indígenas que concuerden con la AC. Con frecuencia, al personal de extensión y a los investigadores les es difícil aceptar los conocimientos indígenas y aprender con y de los agricultores. Para ellos, el girar conceptualmente hacia la AC y las formas de trabajo participativo significa un enorme cambio. La resistencia al cambio de los investigadores, académicos y asesores, puede ser mucho mayor que la de los agricultores.

Los grupos de agricultores son cruciales para que la AC despegue

El acceso a la información, las semillas de cultivos de cobertura, el equipo, la capacitación y el apoyo técnico son pre-requisitos para una conversión con éxito a la AC. Además, para catalizar el proceso de conversión es importante el apoyo financiero, especialmente para los pequeños agricultores. Pero, una de las lecciones aprendidas del Brasil es que las nuevas tecnologías sólo se difunden con rapidez cuando los agricultores sienten la necesidad de cambiar sus prácticas y cuando toman el liderazgo en la adaptación e innovación de tecnologías. Una simple presentación del mensaje de la AC, aún cuando venga acompañada de una demostración práctica, por lo general no será suficiente. Además, el mejor manejo de la tierra no depende sólo de las motivaciones, de las destrezas y del conocimiento de los agricultores individuales. Para el despegue de la AC es crucial la organización de grupos y asociaciones de agricultores, o, mejor aún, trabajar con las organizaciones ya existentes, para que prueben las prácticas y las adapten al contexto local, aprendiendo de las experiencias compartidas. En Brasil, esos grupos se han convertido en grupos de acción, que transmiten nuevas ideas y tecnologías de agricultor a agricultor, estimulando y apoyando a los miembros para que hagan el cambio (ver Recuadro 2). Además, se han convertidos en importantes grupos de presión, logrando obtener mejoras a nivel institucional y político.

Estrategias para la conversión a la AC

¿Será la conversión a la AC atractiva y accesible para los agricultores, considerando las estrategias específicas que se necesitan para esa conversión? En América Latina, la mayor parte de los agricultores sigue la estrategia de incrementar el contenido de materia orgánica en el suelo con el uso de cultivos alternos de abono verde o para cobertura (asociados con los cultivos comerciales o los de subsistencia) durante uno a tres años antes de cambiarse a la Labranza Cero (LC). De esta forma, la conversión puede darse sin pérdida en la productividad, mientras los costos (de la labranza y el equipo) disminuyen considerablemente. (Rolando Bunch en Fallow Net, Discusiones para la AC).

Los agricultores también pueden tener sus propias razones para querer cambiar sus prácticas agrícolas. Esas razones varían de comunidad en comunidad y de un grupo social a otro, dentro de la misma comunidad. Esto induce a que las organizaciones que trabajan con agricultores ofrezcan puntos de entrada específicos. Algunos puntos de entrada apropiados pueden ser el ahorro de mano de obra, el incremento del rendimiento, la reducción de los costos, la protección contra la sequía, mejoramiento de la salud o del sistema de subsistencia. Deben ser los mismos agricultores
quienes decidan si prueban o se convierten a la AC, y cuál es el punto de entrada más importante para ellos. También deberán decidir el uso de insumos externos eligiendo entre herbicidas y deshierbe mecánico, y el uso de fertilizantes y de cal para corregir los desequilibrios iniciales del suelo. Una buena información sobre los posibles beneficios, las oportunidades y las limitaciones es un pre-requisito para que los agricultores tomen su decisión.

El encontrar el enfoque correcto para facilitar una conversión participativa y un proceso de desarrollo tecnológico impulsado por los agricultores, asegurando al mismo tiempo la comunicación de un mensaje técnico directo, representa un gran reto. Requiere e apoyo de personal de extensión e investigadores capaces, que estén convencidos del enfoque. Con frecuencia se pueden encontrar opciones ecológicas o de bajo costo que pueden ser adaptadas al contexto local y resolver problemas de conversión: por ejemplo, control de maleza con herramientas manuales, cultivos de cobertura y rotaciones de cultivos; el uso de estiércol y la fijación biológica de nitrógenos; «sopas caseras» para el control de las enfermedades; iniciadores de compost, etc. (Barber, 1999). A veces se necesitan nuevas innovaciones.

La AC ha comenzado en muchos países como una adaptación de un sistema de producción, impulsada por los propios agricultores. Pero, los investigadores y el personal de extensión de los sectores público y privado han sido importantes facilitadores al lograr una masa crítica de agricultores y al generar conocimientos y adaptaciones al sistema en su totalidad, o a cierto equipo, en particular. Además, el proceso ha reunido a diferentes sectores y ha permitido el desarrollo de estrategias y enfoques coherentes de desarrollo (ver Recuadro 3) tocando temas sobre cultivos, actividades pecuarias, recursos de tierra y de agua, y también aspectos relacionados con la infraestructura, la comercialización, la educación, etc.

Recuadro 2. Los Clubes Amigos de la Tierra en Brasil

En Brasil, los principales obstáculos para que los agricultores adopten prácticas de Labranza Cero (LC) han sido la falta de conocimientos, de información y de apoyo técnico. Estos obstáculos fueron superados con actividades llevadas a cabo por los «Clubes Amigos de la Tierra», organizaciones de agricultores, sin fines de lucro, no comerciales y no politizadas. La base operativa de los Clubes Amigos de la Tierra es el intercambio de experiencias de agricultor a agricultor, que se realizaban todos los meses, y la organización de eventos de promoción, como, por ejemplo, jornadas de campo y debates. Los Clubes Amigos de la Tierra también organizan investigaciones en las fincas y proyectos piloto, con el apoyo de otras organizaciones. Un factor importante del éxito ha sido la ayuda que los medianos y los grandes agricultores han proporcionado —tanto a través de los clubes individuales como también a través de la Federación Brasilera para la Siembra Directa—, a aquellos pequeños agricultores que querían adoptar técnicas sin el uso de labranza. El apoyo del sector privado también fue fundamental para la expansión de la LC. En el sur de Brasil, donde los pequeños agricultores tienen bien desarrollado el sistema de Labranza Cero, hay más de diez fabricantes que se especializan en maquinaria de LC para los pequeños agricultores. Tanto en el sur de Brasil como en Paraguay, se han desarrollado sistemas de LC que eliminan la necesidad de herbicidas, especialmente para los pequeños agricultores.

Recientemente, el movimiento Landcare en Sudáfrica ha adoptado un enfoque similar al de los Clubes Amigos de la Tierra de Brasil, abogando por el establecimiento de grupos locales de Landcare, que podrían conducir análisis situacionales, ampliar la comprensión estratégica añadiendo la visión de la AC, y luego, emprender la planificación participativa del uso de la tierra.

Involucrando al sector privado

El cambio a gran escala a la AC en Brasil y en Argentina fue posible debido, entre otras cosas, a una estrecha colaboración
entre agricultores innovadores y el sector privado, para desarrollar y difundir el equipo apropiado. La AC convoca a las empresas del sector privado existentes y a los artesanos locales para que apoyen la transición a los sistemas de AC; especialmente en las pruebas, fabricación y provisión de las herramientas e implementos requeridos a través de los mercados locales. Lo mismo se aplica a las semillas de los cultivos de cobertura y a los herbicidas asociados, además del equipo de rociado, si es que se elige un manejo químico para retirar la maleza (ver Recuadro 4).

Intercambio de información y creación de redes

El acceso a la información es muy importante para alcanzar una masa crítica de practicantes de la AC, dentro de un mismo país y entre países y organizaciones. Parte de esta información puede estar disponible en la forma de material seleccionado de estudios de casos, que describan experiencias de AC en diferentes condiciones. Los investigadores pueden recolectar información en los países, por ejemplo, sobre la validación de diferentes especies de cultivos de cobertura, y sobre las pruebas y la adaptación de equipo manual o impulsado por tracción animal.

La transferencia de los conceptos, los principios y las tecnologías de AC necesita un intercambio en red, dentro de los mismos países y entre ellos, para facilitar el compartir las soluciones conocidas para problemas identificados durante el
proceso de aprendizaje continuo. Esas redes pueden acelerar el avance de conocimientos y de técnicas que van siendo acumuladas poco a poco por instituciones nacionales y por grupos de las comunidades, en un esfuerzo por revertir la degradación del suelo a una escala global. Para eso, en América Latina, África, Asia del Sur y Asia Central se han creado varias redes regionales: RELACO, ACT, SACAN y ECAN .

Recuadro 3. Principales mecanismos para una conversión masiva a la AC

• intercambio de agricultor a agricultor
• actividades de extensión
• eventos comerciales y auspiciados por ONGs
• pequeños proyectos agrícolas piloto
• ayuda técnica / promoción de actividades del sector privado
• ayuda técnica privada y cooperativa
• publicaciones de ONG, y del sector gubernamental y privado
• informes de prensa y televisión
• entrega de pequeños financiamientos.

Recuadro 4. Desarrollo de equipo para la AC en pequeñas fincas

Aún en 1990 había pocas fincas trabajando con AC en Brasil. Aunque los principios generales podían ser aplicados ampliamente, todavía no se había desarrollado la tecnología de siembra por medios manuales y con tracción animal. Lo que resolvió los
problemas de adaptación de la tecnología de siembra fue la conjunción de una investigación pionera y pequeñas empresas manufactureras, en estrecha colaboración con los agricultores. Así, se desarrolló para los pequeños agricultores, el equipo para la
siembra directa en el mulch ; (un punzón plantador o dispositivos liberadores de semillas impulsados por tracción animal), manejo de coberturas vegetales (rodillos de cuchilla y cortadores), rociado de herbicidas (es decir, rociadores de mochila, adaptados) y mini tractores (ver ilustraciones). Se propició la compra colectiva y el uso de tales equipos, ya que la AC permite una mayor flexibilidad en el momento de la siembra.

Apoyo de políticas

La AC sólo podrá difundirse rápida y ampliamente cuando y donde las políticas, los servicios y la infraestructura del gobierno faciliten la conversión a estos sistemas. Se necesita una política de apoyo para ajustar la legislación y para proporcionar un entorno favorable que permita cumplir con los requerimientos y facilitar las iniciativas de los grupos locales y de los usuarios de las tierras. Esto significa una política apropiada, con un marco referencial institucional, y la provisión de incentivos (determinación de precios, mercados, reforma agraria, seguridad, etc.). Los incentivos existentes y los subsidios no deben interferir en la implementación del sistema. Podrían necesitarse nuevos incentivos para alentar la adopción de AC, incluyendo la identificación y la multiplicación de las semillas y el suministro del equipo a través de una participación del sector público y del sector privado. El apoyo financiero solo no puede impulsar un programa de AC. Para obtener el apoyo del gobierno para que los agricultores manejen los recursos naturales, es esencial hacer que el público en general, y que los que toman las decisiones y formulan las políticas se enteren de los beneficios sociales de la adopción de estas prácticas.

Finalmente, las organizaciones internacionales, tales como el Banco Mundial y la FAO, y los países del OECD por su propio derecho, deberían alentar una campaña de medios en los ámbitos regionales e internacionales, enfatizando la importancia y la relevancia de la AC como un punto de entrada al proceso de alivio de la pobreza rural, para la seguridad alimentaria y para la protección del medio ambiente. Sólo se puede lograr el desarrollo de la AC por medio de acciones integradas en las fincas, en la comunidad y a nivel nacional e internacional.

 

Jose Benites, Sandrine Vaneph y Alexandra Bot

Jose Benites, Land and Water Development Division, AGLL FAO, Via delle Terme di
Caracalla, 00100 Roma, Italia. Teléfono: +39 (06) 570-54825; Fax: +39 (06) 5705-6275;
Correo electrónico: jose.benites@fao.org.

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