junio 2002, Volumen 18, Número 1
Ganadería, ¿cuál camino?

Retos de un sistema productivo indígena: Altos de Chiapas

TRINIDAD ALEMÁN SANTILLÁN, JUAN LÓPEZ MÉNDEZ, ANGEL MARTÍNEZ VÁZQUEZ Y LORENZO HERNÁNDEZ LÓPEZ | Página 12-14
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La región de Los Altos es una larga cadena de montañas que nace en Guatemala y penetra, con dirección SE-NW, al territorio de México por el estado de Chiapas. En la parte más alta de la región, las altitudes rebasan los 1500 msnm.

El clima es templado, con temperaturas medias mensuales que oscilan entre los 12o y 18oC, y con heladas de noviembre a febrero. La temporada de lluvias (1,200 mm al año) se inicia en abril y concluye en octubre, con la máxima precipitación (250 mm) en septiembre.Este territorio, con una superficie aproximada de 2,500 km2, está ocupado por comunidades indígenas, de ascendencia maya, fundamentalmente de los grupos tzotzil y tzeltal. Sin embargo, el centro económico, político y cultural de la región lo constituye una ciudad mestiza: San Cristóbal de las Casas, que concentra y comercializa la casi totalidad de los productos agrícolas que salen de las comunidades indígenas. El eje de la actividad agrícola indígena es el cultivo de maíz (Zea mays), en combinación con frijol (Phaseolus coccineus, Ph. vulgaris), papa (Solanum tuberosum), haba (Vicia faba) o chilacayote (Cucurbita fiscifolia). Los tzotziles, a diferencia de las tzeltales, crían también ovinos y cultivan hortalizas (repollo, rábano, coliflor, etc).

Aplicación de medicamento para el control de parásitos internos de ovinos. Comunidad San Pedro La Tejería, municipio de Huixtán, Chiapas, México.

La ovinocultura tzotzil

La producción agrícola tzotzil se basa en las unidades familiares que aportan todo el trabajo necesario, utilizando todos los recursos que disponen mediante estrategias de uso múltiple y diversificado. Sin embargo, los problemas económicos, sociales y políticos que por años han enfrentado estas comunidades han propiciado que, en general, las familias hayan perdido la capacidad de autoabastacerse con los productos que requieren para sobrevivir.

La superficies agrícolas (parcelas) que dispone cada familia tzotzil, en general, son menores de 1 ha, y están fragmentadas y dispersas por diferentes rumbos de la comunidad. La producción depende del temporal, y los rendimientos de maíz no pasan de una tonelada por hectárea. Las herramientas son manuales (coa, azadón, hacha) y cada vez se utilizan mayores cantidades de agroquímicos (fertilizantes, herbicidas e insecticidas). La tecnología se transfiere fundamentalmente de padres a hijos, en la actividad productiva cotidiana. Sin embargo, la trasferencia horizontal no es rara, pues los productores tienden a sentirse atraídos por lo que ven en otras parcelas de su comunidad o de otras que visitan.

Los rebaños de ovinos son chicos, de 8 a 10 animales, criados en los terrenos familiares, ya sea parcelas en descanso o pastizales espontáneos. El minifundismo ha ocasionado severos problemas de sobrepastoreo y desnutrición estacional de los animales, que agravan los efectos negativos de las fuertes cargas parasitarias que padecen.

Las mujeres son las responsables del trabajo con los borregos, cuya lana se teje para elaborar ropa, que ocasionalmente se comercializa. Durante los últimos 15 o 20 años el gobierno del estado de Chiapas ha desarrollado diversos programas asistenciales, fundamentalmente de desparasitación, y en dos ocasiones ha intentado el mejoramiento genético con la introducción de borregos finos productores de lana. Los resultados han sido muy pobres. En general, los productores no se sienten atraídos por los programas asistenciales que no consistan en la entrega directa de dinero o insumos.

La ovinocultura constituye un elemento de suprema importancia para las familias tzotziles, tanto por los beneficios directos que genera (lana para elaborar ropa de uso propio, y estiércol utilizado como abono en las parcelas con hortalizas), como por los ingresos monetarios que reporta la comercialización de ropa o estiércol, o la eventual venta de algún animal vivo. Sin embargo, a pesar del cuidado casi personal que las pastoras prodigan a sus animales, así como de la presencia de notables ejemplos de manejo tradicional (como el uso de muchas especies forrajeras no convencionales), la producción ovina tzotzil presenta problemas crónicos relacionados con la sanidad de sus animales que han desafiado la estrategia indígena de generación y aplicación de conocimiento, dificultando la aparición de soluciones apropiadas.

En este artículo exponemos los resultados de una estrategia que puede contribuir a hacer más efectiva la interacción entre conocimiento indígena y conocimiento académico, en busca de propiciar mayores niveles productivos de los sistemas agrícolas y pecuarios indígenas. Los elementos básicos de esta estrategia son: caracterizar al detalle el conocimiento indígena sobre manejo del sistema productivo, identificar sus fortalezas y sus limitaciones en la búsqueda de solución a los problemas que enfrentan, con la finalidad de crear propuestas de trabajo conjunto enfocados a su solución, con alternativas concretas y viables en las condiciones campesinas, a la vez que permitan que el conocimiento (indígena y académico) supere las limitaciones funcionales que enfrenta.

El proceso de generación de conocimiento entre las pastoras tzotziles

En la actualidad, en las comunidades indígenas el proceso de generación de conocimiento es prácticamente el mismo que cuando llegaron los conquistadores, 300 años atrás: se basa en la información recabada en la práctica productiva cotidiana, y las posibles soluciones a los nuevos problemas se evalúan mediante el muy lento proceso de ensayar directamente las alternativas y seleccionar la mejor respuesta. Si bien este método cognitivo generó extraordinarias estrategias y tecnologías agrícolas indígenas, muy respetuosas de la naturaleza, lo cierto es que hoy día ha perdido eficiencia para enfrentar los retos de una población humana en acelerado crecimiento, aparejado al deterioro preocupante de los recursos naturales.

Esta situación es tan solo otro de los lamentables resultados del secular rezago social de las comunidades indígenas, y explica por qué varios importantes problemas de la actividad productiva no han podido ser resueltos internamente. La información que la pastora indígena requiere para entender y resolver los problemas de la ovinocultura se restringe a la que pueda captar con sus sentidos. No debe de extrañarnos, por ello, que las principales lagunas del conocimiento indígena estén en aquellos fenómenos donde participan agentes causales muy pequeños (microorganismos patógenos), que se desarrollan en ciclos complejos (los parásitos con hospederos intermedios), o que impliquen la participación de múltiples factores (la mortalidad prematura de sus animales, por ejemplo). Esta situación es muy semejante a la que existió en Europa antes de la invención del microscopio, y que los conquistadores españoles mantuvieron prácticamente sin cambios en todas sus colonias.

Tales lagunas, sin embargo, no constituyen espacios vacios, sino que la necesidad de respuestas las ha llenado con creencias, mitos o tradiciones, cuyo contenido refleja maravillosamente la compleja combinación de elementos materiales y espirituales que caracterizan a la ovinocultura indígena, y que contiene tanto sorprendentes ejemplos de eficacia productiva, como lamentables prácticas tradicionales obsoletas o inadecuadas.

Bentley (1989) argumenta que la facilidad de observación de los procesos, así como la importancia del problema que se presenta, son los criterios principales que mueven el proceso indígena de generación de conocimiento. Si tomamos esos criterios como ejes de un sistema de coordenadas (Figura 1), podemos identificar las fortalezas y las debilidades de estos valiosos sistemas cognitivos, así como el terreno donde las comunidades indígenas requieren de la participación de los grupos de académicos interesados en su desarrollo. De igual forma, considerando la fuerte dependencia que la actividad agrícola campesina guarda respecto a las condiciones ambientales, el esquema nos permite conocer las causas de la variación estacional que experimenta el interés campesino por determinados problemas. Esta situación es evidente en la ovinocultura tzotzil, y la Figura 2 muestra el interés estacional de las pastoras en los problemas alimentario y nutricional de sus borregos.


El proceso de generación de conocimiento entre las pastoras tzotziles

En la actualidad, en las comunidades indígenas el proceso de generación de conocimiento es prácticamente el mismo que cuando llegaron los conquistadores, 300 años atrás: se basa en la información recabada en la práctica productiva cotidiana, y las posibles soluciones a los nuevos problemas se evalúan mediante el muy lento proceso de ensayar directamente las alternativas y seleccionar la mejor respuesta. Si bien este método cognitivo generó extraordinarias estrategias y tecnologías agrícolas indígenas, muy respetuosas de la naturaleza, lo cierto es que hoy día ha perdido eficiencia para enfrentar los retos de una población humana en acelerado crecimiento, aparejado al deterioro preocupante de los recursos naturales.

Esta situación es tan solo otro de los lamentables resultados del secular rezago social de las comunidades indígenas, y explica por qué varios importantes problemas de la actividad productiva no han podido ser resueltos internamente. La información que la pastora indígena requiere para entender y resolver los problemas de la ovinocultura se restringe a la que pueda captar con sus sentidos. No debe de extrañarnos, por ello, que las principales lagunas del conocimiento indígena estén en aquellos fenómenos donde participan agentes causales muy pequeños (microorganismos patógenos), que se desarrollan en ciclos complejos (los parásitos con hospederos intermedios), o que impliquen la participación de múltiples factores (la mortalidad prematura de sus animales, por ejemplo). Esta situación es muy semejante a la que existió en Europa antes de la invención del microscopio, y que los conquistadores españoles mantuvieron prácticamente sin cambios en todas sus colonias.

Tales lagunas, sin embargo, no constituyen espacios vacios, sino que la necesidad de respuestas las ha llenado con creencias, mitos o tradiciones, cuyo contenido refleja maravillosamente la compleja combinación de elementos materiales y espirituales que caracterizan a la ovinocultura indígena, y que contiene tanto sorprendentes ejemplos de eficacia productiva, como lamentables prácticas tradicionales obsoletas o inadecuadas.

Bentley (1989) argumenta que la facilidad de observación de los procesos, así como la importancia del problema que se presenta, son los criterios principales que mueven el proceso indígena de generación de conocimiento. Si tomamos esos criterios como ejes de un sistema de coordenadas (Figura 1), podemos identificar las fortalezas y las debilidades de estos valiosos sistemas cognitivos, así como el terreno donde las comunidades indígenas requieren de la participación de los grupos de académicos interesados en su desarrollo. De igual forma, considerando la fuerte dependencia que la actividad agrícola campesina guarda respecto a las condiciones ambientales, el esquema nos permite conocer las causas de la variación estacional que experimenta el interés campesino por determinados problemas. Esta situación es evidente en la ovinocultura tzotzil, y la Figura 2 muestra el interés estacional de las pastoras en los problemas alimentario y nutricional de sus borregos.

La estrategia de trabajo: hacia la Investigación Participativa

Nuestro trabajo de campo ha demostrado que los criterios que rigen la generación del conocimiento son los mismos que regulan la toma de decisiones en la búsqueda de solución a los problemas productivos. Dado que toda la actividad agrícola tzotzil, incluída la cría de ovinos, se basa en la experiencia empírica, tiene la grave limitación de identificar los problemas basados en sus manifestaciones más evidentes, generalmente cuando los males están avanzados. Las pastoras tzotziles no cuentan con medios apropiados para poder identificar las fases iniciales, ni los agentes causales, de graves problemas sanitarios. Las parasitosis de los ovinos se detectan con diarreas, edemas, o sangrados; la mortalidad de corderos alarma por su intensidad (c. 50% de los nacidos en cada temporada). De esta forma, la estrategia indígena de acción es asistencial y curativa, y su efectividad se reduce mucho, precisamente por aplicarse en las fases avanzadas, de mayor gravedad, de los problemas. En estas situaciones, la pastora acude a todos los medios a su alcance para resolver su problema, estando incluso dispuesta a probar soluciones novedosas o riesgosas. Demanda, por ello, soluciones de cortoplazo, no necesariamente duraderas, que permitan que la situación vuelva a sus cauces originales; que desaparezcan los síntomas y que el borrego parezca nuevamente normal. La Figura 3 muestra la secuencia de decisiones que la pastora tzotzil toma respecto al problema de las parasitosis de sus ovinos.

Para enfrentar la incredulidad, muy común en las comunidades indígenas, respecto a soluciones nuevas a sus viejos problemas, fue indispensable identificar en el sistema ovino tzotzil los puntos en los cuales el conocimiento local ha llegado a sus límites. Se requirió también contar con propuestas sólidas, bien conocidas por los agentes externos, que tuvieran las características requeridas por la gravedad del problema productivo; que los resultados fueran percibidos directamente por el productor, que desaparecieran los síntomas más preocupantes, superando lo que localmente han logrado los productores. De la problemática ovina identificada en la Figura 2, la temática sanitaria reunía estas características, además de satisfacer el requisito de importancia «estacional». La Figura 3 muestra los elementos básicos que utilizamos para desarrollar una estrategia sanitaria de corto plazo que, partiendo de las necesidades sentidas por los productores, y en base a resultados positivos evidentes, iniciaran un proceso de investigación participativa (Figura 4) que permitiera la atención futura de los otros aspectos productivos de la ovinocultura tzotzil, integrando las fortalezas del conocimiento indígena sobre manejo de recursos con los potenciales beneficios de la investigación institucional, ambos en busca de la superación de las limitaciones cognitivas comunes.

Taller de capacitación de ovinocultoras tzotziles para el control de parásitos internos. Comunidad La Candelaria, municipio de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.
Resultados y expectativas

A la fecha se trabaja con los rebaños de 25 pastoras (c. 350 borregos), quienes inicialmente solicitaron un programa asistencial sanitario, y cuya primera fase (curativa) ha tenido resultados exitosos en el estado físico de los animales, impactando positivamente las expectativas de las mujeres. Ellas cubren los costos de los medicamentos y se han capacitado en la utilización de jeringas y otros dispositivos sencillos, de tal forma que el cumplimiento del calendario sanitario está totalmente en sus manos. Nuestra intención ha sido utilizar esa buena impresión causada en su ánimo para desarrollar alternativas de manejo sanitario con énfasis en la prevención, recuperando, evaluando y revalorizando las soluciones locales, en particular el uso de plantas medicinales, el cual muestra una lamentable tendencia a desaparecer.

Se han impartido charlas y realizado talleres con las pastoras, en donde se les presenta información relacionada a los ciclos de vida de los principales parásitos, así como muestras en alcohol de algunos de ellos. Estas actividades didácticas nos han permitido iniciar un proceso de transformación gradual de la estructura del corral tradicional, con modificaciones que evitan la acumulación de estiércol y de lodo, pretendiendo con ello romper el ciclo de vida parasitario, e impactando el estado físico de los borregos a través de la prevención. Alrededor de tres cuartas partes de las pastoras han realizado alguna modificación a sus corrales.

Esta estrategia de trabajo conjunto ha tenido resultados positivos que nos alientan a continuar en ella. Sin embargo creemos que el avance ha sido lento, debido fundamentalmente a la aparición de diversas situaciones relacionadas con la enorme movilidad social que se vive en Chiapas, lo que ha impactado las actividades tanto en las comunidades de trabajo como en nuestra propia institución académica. No obstante, también creemos que la estrategia ha sido bien recibida por las pastoras, y que los mejores resultados aún están por lograrse.

Trinidad Alemán Santillán, Juan López Méndez, Angel Martínez Vázquez y Lorenzo Hernández López. Proyecto: Alternativas para el Desarrollo de Sistemas Agrosilvopastoriles, Departamento de Agroecología, División de Sistemas de Producción. ECOSUR-El Colegio de la Frontera Sur.
Email: taleman@sclc.ecosur.mx

Referencias
Bentley, J. W. 1989. What farmers don’t know can’t help them: the strengths and weaknesses of indigenous technical knowledge in Honduras. Agriculture and Human Values. 6(3): 25-31.

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