junio 2002, Volumen 18, Número 1
Ganadería, ¿cuál camino?

Ganadería rústica: Una alternativa para la producción animal en condiciones ambientales difíciles

BERNARDO FULCRAND TERRISSE | Página 21-23
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En 1998 la FAO planteó cambiar la estrategia predominante, en el mundo entero, de desarrollo masivo y difusión de algunas razas ganaderas altamente especializadas, con altos requerimientos y elevada productividad. Señalaba la FAO: “En el pasado, demasiada poca atención se ha prestado al mantenimiento y a la mejora de la adaptación a las condiciones y limitaciones específicas, y las razas indígenas de los países en desarrollo han sido seriamente subestimadas.

Esta situación ha de cambiar. De aquí en adelante, los programas pecuarios sólo serán exitosos asociando mejoramiento de la productividad y conservación de la adaptación local. El materialgenético adaptado ha de constituir la base de la mejora de los sistemas de producción agrícolas y alimentarios. Globalmente, esto replanteará un espectro mucho mayor de recursos genéticos animales para cada una de las especies mayores.” (FAO, Lignes directrices principales pour le développement de plans de gestion des ressources génétiques animales au niveau national. Roma, 1998).

Esta preocupación concierne especialmente la zona altoandina, cuyas condiciones medioambientales y de crianza son particularmente difíciles (clima, geografía, vegetación, sistemas productivos), por lo que se debe buscar un tipo de animal adaptado al medio, de modo que pueda dejar utilidades al criador y contribuya a mejorar sus condiciones de vida, aportando al mismo tiempo a la economía nacional.

Las perspectivas de desarrollo de una ganadería extensiva, pensada en esta realidad, y conducida técnicamente, invitan a tomar en cuenta los caracteres de adaptación de los animales a su medio ambiente, condición del éxito económico de la crianza en zonas difíciles y con fuertes limitaciones agro-ecológicas, ambientales y de manejo.

Hato mixto (ovejas y alpacas) Azul Cocha, cordillera del Urubamba, Calca, Cusco. / Foto: B. Fulcrand

Ganadería extensiva y rusticidad

La ganadería extensiva consiste en valorizar, a través del animal, espacios de vegetación natural con un mínimo de insumos externos, así como cuidar los recursos que ofrece el medio ambiente (sostenibilidad).

Un sistema extensivo se caracteriza por:
– La utilización de grandes extensiones
– Un producto bruto bajo por hectárea
– Pocas o nulas inversiones por hectárea
– Poca o nula artificialización del medio
– Pocas intervenciones del criador sobre el animal
– Recursos limitados y estacionales (pastos naturales, residuos de cosechas, etc.).

Dada la imposibilidad, por razones de costos, de modificar o artificializar el medio en función de los requerimientos del animal, éste debe adaptarse continuamente a las variaciones del medio. Esta adaptación se da a través de regulaciones biológicas y de comportamiento (origen y tipo genético) que llamamos rusticidad. Es decir:

– Capacidad de amortiguar una situación de déficit nutricional con las reservas corporales
– Capacidad de recuperar rápidamente el estado o condición corporal tan pronto como reaparece una situación de bonanza nutricional
– Adaptación a las variaciones aleatorias del clima (buena termorregulación);
– Adaptación a los accidentes topográficos (desniveles) y aptitud para la marcha (distancias);
– Capacidad de obtener provecho de un territorio heterogéneo, demostrando un comportamiento adaptado a la vegetación (selectividad, capacidad de ingestión y digestiva);
– Resistencia a las enfermedades infecciosas y parasitarias comunes en el medio.

La rusticidad de un animal es, pues, el conjunto de características heredables que le permiten superar las variaciones aleatorias y adversas del medio sin disminuir demasiado su capacidad productiva. Más que por selección artificial, la rusticidad está dada por la selección natural. Rusticidad y medio ambiente difícil o desfavorable son, por consiguiente, correlativos.

No se puede medir la rusticidad como se miden las performances zootécnicas (producción de leche, prolificidad, ganancia de peso…) ni tampoco reducirla a una aptitud zootécnica (facilidad de ordeño, p. ej.). Su estudio pone en evidencia que el animal, durante su vida zootécnica, debe ajustar sus requerimientos a los recursos nutricionales y a las condiciones sanitarias que le ofrece el sistema de crianza en el que se desenvuelve. Cualquier alteración o desarreglo ocurrido, como consecuencia del medio ambiente o de la crianza, ha de ser superado por el sistema biológico del animal. Según los momentos en que suceden estas perturbaciones en la vida del animal, y de acuerdo a la naturaleza y eficacia del organismo animal para superarlas, resultará la permanencia del animal en el sistema productivo en el que está integrado. En este sentido, la longevidad del animal es un buen indicador de su compatibilidad con el sistema de crianza, a condición de tomar en cuenta también los niveles deproducción alcanzados durante su vida.

Estas cualidades de rusticidad son la base de una producción económicamente viable y sostenible en los sistemas donde, por razones de costo, los insumos externos deben ser mínimos, debiendo el animal tener suficiente “autonomía” para adaptarse a un manejo pecuario en el que las intervenciones del criador son sumamente limitadas.

En una zona donde la precipitación pluvial está limitada a unos cinco meses, con las consecuencias que esto tiene sobre la vegetación, el animal debe adaptarse a las variaciones (cualitativas y cuantitativas) de la producción vegetal natural. Puede tener requerimientos nutricionales altos pero sólo durante un período corto, coincidiendo con la época de producción forrajera abundante y de buena calidad. Este período corresponde, en el caso de los rumiantes al último tercio de la gestación y la lactación. El animal mejor adaptado, desde esta óptica, es incontestablemente la oveja que concentra más del 50 % de sus requerimientos nutricionales totales anuales sobre un período de alrededor de cuatro meses.

El ovino criollo de origen español tiene una larga historia en los Andes peruanos, es el ovino mayoritario del país. Tiene notables cualidades maternas, excepcional rusticidad y, finalmente, ofrece ventajas económicas a los criadores: cosecha y valoriza bien la escasa, dispersa y variada vegetación natural, aprovecha los rastrojos, no exige artificialización de las condiciones de crianza. Mestizo de varias “razas” antiguas de la Península Ibérica, este animal lleva la impronta de sus troncos ancestrales que explica su vigencia en los Andes, integrado a los sistemas tradicionales de producción animal, propios de la zona.

En general, los animales criollos, de las diferentes especies introducidas, demuestran una gran capacidad de adaptación a las duras condiciones de los Andes, consecuencia de una severa selección natural. Ellos constituyen el elemento determinante de la economía pecuaria en las difíciles condiciones medioambientales y de crianza de la zona altoandina. Por ello parece arriesgado atreverse a perder o alterar esta cualidad a través de la práctica del cruzamiento. Pero es lo que se ha hecho por décadas, a través de los programas de desarrollo pecuario en la sierra peruana, teniendo como base la importación de razas perfeccionadas y especializadas para cruzar o sustituir los animales criollos locales considerados, muchas veces con razón, como poco productivos. Esto plantea interrogantes como:

– ¿Dónde están o se han ido los genes importados? ¿Por qué este material genético introducido no ha dejado o deja poca descendencia? ¿Por qué se observa el rápido retrocruce hacia el animal criollo?
– ¿Por qué no se cuenta, pese a esta política de importaciones, con una ganadería eficiente “propia”, adaptada a las particularidades agroecológicas de los Andes y a los objetivos de crianza de los productores?

Las respuestas deberían llevar a reconocer cierto fracaso en esta opción de mejoramiento que no solamente se ha experimentado en los Andes peruanos. En otros países en vías de desarrollo o en zonas marginales y difíciles de Europa, también se ha dado el mismo fracaso, lo que justifica la opción de trabajar animales de razaslocales en programas que busquen mejorar la productividad de las unidades ganaderas.

El medio de los animales criollos

Los animales criollos son utilizados en zonas muy diversas: Valles interandinos y punas, a todo lo largo y ancho de la Cordillera de los Andes, en unidades de producción siempre situadas en áreas difíciles o desfavorables desde los puntos de vista de:

Los factores climáticos: Fuertes contrastes térmicos diarios y estacionales. Radiación solar intensa. Precipitaciones limitadas a cinco o seis meses del año, con una distribución desigual y presencia de “veranillos” y una estación seca de seis a siete meses.

El medio físico: Relieve accidentado con fuertes desniveles y predominio de tierras altas (punas). El sistema orográfico determina el aislamiento geográfico de las diferentes cuencas, rodeadas por altas barreras montañosas de difícil comunicación entre sí.

La vegetación natural: Las propias características climáticas y físicas de los Andes condicionan el desarrollo de una vegetación muy variada, dispersa y frecuentemente rala y de mediocre calidad nutricional cuya producción depende del inicio y el fin aleatorios de lluvias.

De otro lado, los sistemas de producción en los que se ha desarrollado el animal criollo son, en su mayoría, tradicionales – conducidos por pequeños criadores, generalmente comuneros pobres, más agricultores que criadores – caracterizados por:

– Un bajo nivel de tecnicidad y una marginalización geográfica, social y económica
– La pequeñez y, generalmente, pluriespecificidad de los hatos
– El objetivo de la crianza; más del tipo “ahorro” que de productividad animal
– La nula inversión

– Una gestión del rebaño que busca prioritariamente evitar el riesgo antes que optimizar la productividad del recurso animal y cuya producción está orientada principalmente al autoconsumo, aun cuando, con la monetización creciente de los intercambios, los animales cumplen cada vez más una función de caja de ahorros, al ser vendidos para satisfacer las necesidades ocasionales de dinero

– El manejo de la reproducción es continuo (los machos permanecen todo el tiempo en el hato) para tener crías todo el año. Los machos utilizados son los nacidos en el rebaño, lo que trae una elevada consanguinidad.

– La alimentación de los animales depende exclusivamente de los pastos naturales. El animal es considerado como “recogedor de pasto”, valorizando la vegetación natural y los residuos de cosecha. Todos los criadores utilizan zonas colectivas de pastoreo.
La selección animal en las condiciones altoandinas

El desarrollo de un programa de selección en las condiciones particulares de la ganadería andina supone modificar el itinerario técnico (orden de introducción de las innovaciones técnicas en el proceso de mejoramiento animal) que se seguía en la opción del mejoramiento por cruce, la que comenzaba, lógicamente, por la siembra de forrajes cultivados, seguida de la introducción de reproductores machos “mejorados”, acompañado de un paquete veterinario mínimo (tratamiento antiparasitario principalmente). El mejoramiento debía darse como consecuencia por sí solo y casi de manera subrepticia, (sin que se diese cuenta el mismo criador).

En nuestra experiencia el programa de mejoramiento animal se dio en base a una dinámica de investigación/acción. Consideramos que el itinerario técnico debe ser construido en torno al programa de selección del animal (criollo o nativo) y resulta conveniente comenzar por el registro continuo de las performances individuales de crecimiento y reproducción de los animales en los hatos de los mismos criadores. Así se involucra tanto al criador como al técnico responsable del seguimiento de los animales en el proceso del mejoramiento, comprobando ambos la variación genética de los animales, única base para una selección efectiva.

También, permite al criador clasificar los animales de su propio hato por orden de mérito en base a criterios de productividad, y entrar en competencia con los demás criadores de la base de selección.

El mejoramiento no es sólo cuestión de selección, supone también la mejora de las condiciones medioambientales por lo que el criador busca mejorarlas en proporción de los resultados logrados, de su interés y de sus posibilidades de intensificación de la crianza.

El aspecto de formación o de capacitación del criador es, tal vez, lo más importante del seguimiento y del control de performances, pues le permite mirar más objetivamente a sus animales y le ofrece un instrumento de decisión.

Desarrollando y utilizando mejor los recursos genéticos animales adaptados a las principales condiciones de producción de la zona altoandina, debería permitir una intensificación sostenible de sus sistemas agropecuarios, y con ello superar la seria amenaza de erosión genética que se cierne sobre la población animal criolla.

Bernardo Fulcrand Terrisse, Asociación ARARIWA – Cusco, Perú
arariwa_cusco@terra.com.pe

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