diciembre 2001, Volumen 17, Número 3
Experiencias para crecer

Un nuevo papel para el mercado y el Estado

RUERD RUBEN | Página 29-30
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La investigación de campo hecha por el Grupo de Economía del Desarrollo de la Universidad de Wageningen, sobre varias prácticas agroecológicas usadas por agricultores en Centroamérica (Nicaragua, Honduras, México y Costa Rica), África Oriental (Kenia, Etiopía, Zanzíbar), y África Occidental (Malí, Burkina Faso, Benin), ha dado interesantes resultados comparativos con relación a los efectos económicos en las diferentes situaciones.

En la investigación se usaron cuatro criterios diferentes para evaluar el atractivo económico de los diferentes tipos de prácticas agroecológicas: (1) rentabilidad, por ejemplo, contribuciones al ingreso y consumo de los agricultores, (ii) efectos sobre la eficiencia de la inversión, (iii) consecuencias en el empleo de mano de obra, y (iv) impacto en el manejo del riesgo. Basándose en los hallazgos, se discutieron recomendaciones para una reforma de políticas.

Rentabilidad

Sólo se puede esperar la adopción de prácticas agroecológicas si los agricultores logran tener rentas y oportunidades de consumo mayores y más estables. Contrariamente a lo que generalmente es esperado, los agricultores están dispuestos a aplicar insumos para el incremento de los rendimientos y aumento de la sostenibilidad de las actividades productivas comerciales. En las franjas de algodón del Sur de Malí y de Burkina Faso, se usan fertilizantes, residuos de cultivos y abono animal para productos comerciales que garantizan ingresos monetarios suficientes para cubrir esos costos. De manera similar, la tracción animal y una mejor labranza rinden mayores utilidades cuando se aplican en campos más fértiles, donde se cultivan los productos comerciales. En la región central de Chiapas en México, aparentemente el ‘mulch’ con residuos de cultivos es rentable sólo en combinación con tracción animal en campos dedicados al cultivo intensivo de maíz para el mercado.

Aunque encontramos que las prácticas agroecológicas probablemente van a ser adoptadas por los agricultores de subsistencia, los agricultores de tamaño medio, en regiones remotas donde los costos de oportunidad son generalmente menores, se considera que la participación de los agricultores en el mercado es una condición importante para lograr una agricultura sostenible y rentable. El comercio proporciona los recursos financieros para la adquisición de insumos complementarios y bienes de consumo. El desarrollo del mercado acrecienta la voluntad de invertir, mientras que la participación en el mercado generalmente mejora la capacidad de respuesta de los agricultores al incentivo de los precios.

Eficiencia de los insumos

Los enfoques agroecológicos se basan fuertemente en la sustitución de los insumos químicos por sistemas integrados de nutrientes y de manejo de plagas. Frecuentemente, los altos costos de los fertilizantes inorgánicos y otros agroquímicos obligan a los agricultores a depender de los recursos locales. Reducir la dependencia en insumos comprados implica que se puedan encontrar buenos sustitutos y que se reconozcan las relaciones complementarias entre los diferente insumos.

Las perspectivas para la intensificación de la agricultura sostenible dependen mucho de la posibilidad de mejorar la eficiencia de los insumos, es decir, los ingresos marginales derivados de una unidad adicional de insumos (orgánicos o inorgánicos). La eficiencia de los nutrientes (es decir, la captación de los fertilizantes) está determinada por la disponibilidad de micro y macro-nutrientes complementarios, en particular, sustancias orgánicas y fósforo del suelo. La recuperación de los nutrientes y la eficiencia de su captación puede ser incrementadas con (i) medidas de conservación del suelo y del agua, y (ii) aplicaciones frecuentes de nutrientes en los momentos en que los cultivos lo requieran (por ejemplo, poco después de la siembra y cuando hay suficientes lluvias). Las dos actividades demandan mucha mano de obra y son difíciles de ser mecanizadas. La eficiencia de los insumos tiende a ser baja cuando no hay insumos complementarios, en el momento adecuado, en cantidades suficientes.

Los insumos orgánicos y químicos no son sustitutos completos, y los mejores resultados se obtienen combinando recursos locales con insumos externos selectivamente aplicados. Encontramos que los agricultores dudan en descartar totalmente los insumos comprados, porque su uso les permite programar las actividades en el momento oportuno, reduce la demanda de mano de obra en períodos críticos, y contribuye a que los productos aparezcan en mejor momento en los mercados. Los fertilizantes químicos se reducen gradualmente, pero no se abandonan completamente, porque los fertilizantes orgánicamente producidos (abono verde, ‘mulch’, estiércol, compost) tienen bajo contenido de nutrientes y la disponibilidad de éstos demora.

Productividad de la mano de obra

La mayoría de los análisis de las prácticas sostenibles dedican su atención a los efectos de rendimiento a corto o largo plazo, sin tomar en consideración las necesidades de mano de obra, y los ingresos por trabajo. Así, se considera erróneamente que la mano de obra familiar es un recurso “abundante”. Para la mayoría de los pequeños agricultores, la mano de obra es escasa y existen fuertes limitaciones para sustituir insumos externos por mano de obra. Para una evaluación sistemática de cuán atractivas pueden ser esas prácticas desde el punto de vista de la economía familiar, se tienen que comparar simultáneamente la rentabilidad de la tierra y de la mano de obra. La intensificación agroecológica contribuye a aliviar la pobreza solamente cuando la rentabilidad de la tierra y de la mano de obra se incrementan simultáneamente. Cuando se analizan las prácticas agroecológicas, se tiene que dar atención a las utilidades marginales, comparadas con otras actividades (por ejemplo, empleo fuera de las fincas; alquiler de tierras).

Las prácticas agroecológicas pueden ser relativamente intensivas en el uso de la mano de obra. Las medidas de conservación física del suelo propiciadas en las laderas de Centroamérica y en las tierras bajas de África Occidental, han dado como resultado el incremento de los rendimientos, pero requieren gran cantidad de mano de obra para la construcción y el mantenimiento, e involucran costos sustanciales para la compra y el transporte de material. Dadas la alta intensidad en mano de obra y el largo período de gestación, los ingresos del trabajo por esas medidas son muy críticos. Igualmente, las prácticas de abono verde y ‘mulch’ con residuos de cultivos en México y Honduras, requieren mano de obra adicional para la cosecha, transporte y arado. Sistemas de cultivos mixtos y de agroforestería en Centroamérica y en África Oriental muestran baja rentabilidad de la mano de obra debido a los altos costos de establecimiento, mantenimiento y cosecha. La producción de cultivos forrajeros para la cría de animales en África Occidental mejora la disponibilidad de estiércol y permite que los agricultores reciclen los residuos de los cultivos, pero demanda una gran inversión en mano de obra. Los requerimientos de mano de obra para el manejo integrado de plagas y enfermedades en Zanzíbar son igualmente altos, debido a la sustitución de las operaciones manuales por las químicas. La mecanización no es una opción factible debido a un terreno muy abrupto y a la pequeña escala de las operaciones.

Encontramos que la adopción del uso intensivo de mano de obra puede ser uno de los principales factores limitantes. La mano de obra tiende a ser escasa en áreas semiáridas durante los períodos de la preparación de la tierra, desyerbe y cosecha; y en el momento de aplicación del ‘mulch’, el abono y en el reciclamiento de los residuos de cultivos. Es probable que los agricultores de pocos recursos obtengan parte de sus ingresos de actividades fuera de las fincas, y éstas tienen que reducirse cuando se intensifican las tareas que demandan mano de obra en su sistema agrícola. Los agricultores adaptan su sistema de producción sólo si el ingreso adicional por esas actividades es comparativamente favorable a los costos de oportunidad de la mano de obra. Algunas prácticas pueden hacerse fuera de temporada, en especial, las que se relacionan con medidas de conservación de suelos, pero tomando el tiempo libre que podría estar reservado para fines sociales o comunales.

Enfrentando el riesgo

Los agricultores de bajos recursos prefieren confiar en patrones bastantes diversificados de actividades, para asegurar niveles apropiados del manejo de riesgo. Los agricultores que enfrentan riesgos prefieren utilidades inmediatas y por eso, aquellas actividades de inversión con un tiempo largo de gestación no son populares. La diversificación de los cultivos y de la producción pecuaria, y su integración con prácticas (agro)forestales, acuicultura y barbechos mejorados podrían reforzar la capacidad de resistencia de los sistemas agrícolas a través de procesos de reciclaje de nutrientes, manejo de la biodiversidad y control integrado de plagas y de enfermedades. Consecuentemente, los altos rendimientos tienden a ser más estables y se puede reducir la dependencia en insumos comprados.

El manejo de riesgo también tiene lugar a través de las actividades de los agricultores fuera de las fincas y por otras no relacionadas con las fincas. Las fuentes de los ingresos derivados de esas actividades son menos dependientes de las variaciones del clima y por lo tanto da un adecuado seguro contra eventualidades.

Reformas políticas

Las prácticas agroecológicas son ampliamente promovidas por grupos de agricultores y ONGs para reducir la dependencia en insumos comprados y para reforzar la sostenibilidad ecológica. A la larga, una genuina sostenibilidad requiere que esas prácticas sean económicamente factibles y no dependientes del apoyo externo. Para facilitar una adopción sostenible de las prácticas agroecológicas, debería haber las siguientes condiciones de política económica:

Los precios de mercado estables y rentables para los productos agrícolas constituyen un incentivo para movilizar recursos para sistemas sostenibles de producción. Una adopción masiva de sistemas de cultivos nuevos, sin embargo, modifica los precios del mercado y ocasiona pérdidas de las ganancias iniciales.

La intensificación agrícola también implica una movilización efectiva de recursos de tierra, mano de obra y capital. El tener la seguridad y el reconocimiento de los derechos de tierra y agua son condiciones importantes para incrementar la voluntad de inversión de los agricultores. Una tenencia bien definida de la propiedad, su uso y la transferencia (herencia) de los derechos permite que los agricultores inviertan en mejorar la tierra y en comprar insumos y, además, constituye una buena garantía para préstamos.

Son necesarios sistemas financieros rurales para facilitar los préstamos de los agricultores, para comprar insumos y para propósitos de seguros. Aunque los bancos formales son menos proclives a prestar a los pequeños propietarios, los créditos locales y los planes de ahorro contribuyen sustancialmente a reducir los costos de transacción y los riesgos de la inversión rural.

El refuerzo del entorno del mercado puede ser considerado como un incentivo importante para la inversión en agricultura sostenible. Sin embargo, los incentivos deberían estar orientados más a “atraer a los agricultores” que a “empujar tecnologías”. Los precios de los mercados deberían reflejar relaciones reales de carencias tal como las perciben los agricultores y no deberían ser distorsionados por intervenciones inapropiadas de parte del estado y de las ONGs locales. Los subsidios en los insumos o para los créditos no son útiles para incrementar una adopción duradera de las prácticas agroecológicas. Los subsidios en parcelas demostrativas son aún menos convincentes para los agricultores, cuando se comparan con los experimentos conducidos en sus propias campos y con las inversiones hechas con sus propios recursos. Igualmente, los sistemas de apoyo financiero basados en los propios ahorros de los agricultores han probado ser mucho más sostenibles que los sistemas de créditos subsidiados.
Intervenciones para mejorar el entorno del mercado a favor de las prácticas agroecológicas
• Incrementar precios de los insumos importados, como por ejemplo, fertilizantes y otros agroquímicos, ajustando la tasa de cambio (devaluación) y eliminando subsidios para los insumos;
• Mejorar la eficiencia del suministro de insumos y sistemas de comercialización de productos, buscando una reducción de los costos operativos del intercambio de mercado por medio de inversiones (públicas y privadas) en los servicios y provisión de infraestructura;
• Introducir responsabilidades y tarifas por el uso de agua, caminos y por la ayuda técnica, para facilitar el racionamiento de los escasos recursos hacia los agricultores más eficientes, y para garantizar la sostenibilidad institucional y el mantenimiento de estos servicios;
• Crear mercados más competitivos reduciendo costos de entrada al mercado, lo cual incluye establecer cooperativas de comercialización de los agricultores, servicios de información de mercado, etc.;
• Añadir valor agregado en la producción agrícola y en la comercialización, a través de inversiones en agro-procesamiento, centros de comercio, certificación de productos, etc.;
• Incrementar el vínculo bidireccional de la producción agrícola, promoviendo cadenas integradas de bienes agrícolas basadas en el suministro de mejores implementos;
• Diversificar los mercados de factores y de bienes, permitiendo que los agricultores tengan acceso a fuentes de ingresos fuera de la finca y por actividades ajenas, lo que permitirá la intensificación de sus sistemas agrícolas.

Se requiere inversión pública en infraestructura para apoyar el desarrollo de los mercados locales de factores y de bienes. El desarrollo del mercado y la reducción de los costos de transporte son los requerimientos más importantes para una intensificación agrícola sostenible, ya que las relaciones de intercambio favorecen el acceso a insumos complementarios e incentivan las inversiones. Mejorar el acceso de los agricultores de escasos recursos a una infraestructura física, es condición importante para un desarrollo rural equitativo y sostenible. Sin esos esfuerzos, la tendencia es restringir las tecnologías de bajos insumos a agricultores de tamaño medio, quienes sólo participan marginalmente en el mercado.

Ruerd Ruben, Development Economics Group, Wageningen University,
Hollandseweg 1, 6707 KN Wageningen, Holanda. Ruerd.Ruben@alg.OE.WAU.NL

Referencias
– Kuyvenhoven, A., R. Ruben y J. Roseboom, 2000. Assessing sustainable technologies in developing countries: measuring environmental, economic and social impact. París, documento OECD COM/AGR/CA/ENV/EPOC(2000) 72.
 Kuyvenhoven, A. y R. Ruben, 2000. Economic analysis of sustainable agricultural intensification. Capítulo 5 en: Norman Uphoff (editor), Agroecological Innovations, Earthscan (a ser publicado en el año 2001). Ver: http://
ciifad.cornell.edu/ciifad/pdfs/bellagio
– Lee, D.R. y C.B. Barrat, 2000. Critical tradeoffs: agricultural intensification, economic development and the environment in developing countries. CAB International.
– OECD, 2001. Policies to enhance sustainable development. París, (www.oecd.org/subject/sustdev/0001311E.pdf).
– Ruben R. y D.R. Lee, 2000. Combining internal and external inputs for sustainable agricultural intensification. Washington, IFPRI Policy Brief No. 65 (www.ifpri.org/2020/briefs/brieg65.pdf).

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