octubre 2001, Volumen 17, Número 2
¿Globalizarse o localizarse?

Reforzando las economías locales y la identidad comunal

PASCAL MOLINEAUX | Página 11-12
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En todo el mundo, en la última década, la creciente fuerza social y económica de la globalización ha sido, indudablemente, un fenómeno de gran impacto para la compleja red de relaciones humanas que permiten la vida en comunidad.


Tutores y estudiantes del SAT combinando conocimientos agrícolas autóctonos y científicos / Foto: Pascal Molineaux

Numerosos estudios demuestran cómo las relaciones humanas inspiradas en un espíritu esencialmente competitivo con valores orientados al mercado – valores promovidos activamente por las corporaciones multinacionales, cuya única meta es la maximización a corto plazo de sus utilidades económicas – están penetrando en los sistemas de valores sociales y culturales de la gente, desplazando los valores tradicionales y erosionando las estructuras esenciales de identidad comunal.

Históricamente, el ser humano ha tenido una identidad enraizada profundamente en la comunidad. Construida a través de una red compleja de relaciones humanas interdependientes, basada en creencias y sistemas de valores comunes, generadora de confianza por medio de la interacción social, una historia común y la solidaridad espontánea, esta identidad hasta hace poco todavía orientaba y ofrecía propósito a la vida. Un niño crecía – y debería continuar haciéndolo – inserto en un núcleo familiar y protegido por él, dentro de una familia extensa donde primos, tíos y abuelos tenían un papel fundamental, y como parte de una comunidad saludable de vecinos y amigos. Es en estos tres contextos sociales: familia cercana, familia extensa y comunidad, donde el niño desarrollaba un sentimiento de pertenencia, una sensación de identidad y de propósito de vida. Son estos ámbitos que, desde sus particulares perspectivas, servían para educar y guiar al niño en la vida.

Organización y conocimientos: hitos de la educación

Es en este contexto que se puede analizar la experiencia de base de FUNDAEC (Fundación para la Aplicación y Enseñanza de las Ciencias) para reforzar las economías locales y la identidad comunal. Esta experiencia se centra, fundamentalmente, en la creación y evolución de instituciones locales de aprendizaje, y en estructuras de orientación económica que pertenecen, en sentido real, a las mismas comunidades locales. FUNDAEC considera que la organización y el conocimiento son dos elementos esenciales para que la gente pueda tomar en sus manos su propio desarrollo e interactuar en igualdad de condiciones con el mundo externo. La institución de aprendizaje que entonces evolucionó, tratando de lograr este propósito a través de la educación, se llamó la Universidad Rural. Es un sistema que surge de la realidad comunal y rural para el desarrollo de los recursos humanos. La Universidad Rural pone en movimiento una serie de procesos de aprendizaje en los cuales el conocimiento generado por la población rural ayuda a crear e incrementar las fuerzas necesarias para resistir la desintegración social y, eventualmente, lograr cambios positivos.

Sistema de Aprendizaje Tutorial (SAT)

El Sistema de Aprendizaje Tutorial (SAT) es un currículo de equivalencia segundaria que responde a la realidad y a las necesidades de la vida rural. Ya ha sido aprobado por el Ministerio de Educación y tiene cerca de 40.000 estudiantes en Colombia y unos dos mil más en otros siete países. El SAT ofrece una experiencia interesante para la creación de un sistema educativo con raíces locales (y, ¡relevante!) vinculado con un movimiento nacional – y ahora internacional – de ONGs, instituciones públicas y comunidades. Los grupos locales de SAT, de 15 a 20 alumnos, guiados por un tutor capacitado de la misma comunidad, han demostrado su potencial a medida que aplican los principios orientados al servicio y a los conocimientos concretos ganados a través del estudio de los textos del SAT, convirtiéndose en grupos activos que, de hecho, contribuyen a reforzar una identidad comunal. Sus múltiples actividades – que reflejan una enorme diversidad – incluyen actividades pedagógicas con niños pequeños, actividades del medio ambiente, eventos educativos, artísticos, culturales y deportivos y fomentan, directa e indirectamente, un sentido de comunidad, de pertenencia. Estas actividades han mostrado un gran potencial, especialmente entre los participantes y entre otros jóvenes de la comunidad, para desarrollar un sentido de valor, un sentido de que la vida rural basada en la comunidad es posible. Esto es notable en el contexto de un país conocido por su alto índice de violencia e inseguridad que acelera, aún más, la ya alta tasa de emigración rural. Sin duda, un logro de este tipo es una contribución valiosa para la paz y el entendimiento mutuo en cada contexto local.

Es más, el movimiento educativo SAT lucha por relacionar a los estudiantes e instituciones participantes – ahora cerca de 50 ONGs e instituciones públicas sólo en Colombia – a la realidad de un mundo que avanza hacia mayores niveles de unidad. Creemos que esto, que representa al mismo tiempo la promesa y el reto de la globalización, podrá lograrse sólo si se refuerzan y reconocen las identidades locales, regionales y nacionales, y sus sistemas de valores. Si no ocurre así, la globalización continuará causando desastre en las economías locales, en los sistemas tradicionales de valores y en la identidad de raíz comunal, como ya lo está haciendo en otras regiones del mundo. El dar a los estudiantes SAT, quienes en su mayoría viven en aldeas rurales marginales y aisladas, acceso a sistemas de conocimientos modernos es en verdad un gran reto, ya que esto se debe hacer respetando su propio entendimiento empírico de lo que es el propósito de la vida. Esto es, en esencia a lo que apunta el programa: proporcionar un espacio para el aprendizaje, donde los estudiantes, desde su propia experiencia de vida puedan participar para generar y aplicar sus conocimientos en sus propios contextos sociales y culturales.

Resultados positivos

Por cierto, se considera que el programa es realmente revolucionario y que está dando resultados muy positivos. Los graduados del programa SAT salen con un conocimiento integral de la agricultura, actividades pecuarias, química de suelos y otros rubros tradicionalmente asociados con las vocaciones rurales. También están capacitados para crear micro empresas y tienen mayor conocimiento de la vida en su comunidad y de cómo servirla. Pueden iniciar y participar activamente en procesos de desarrollo comunal, como ya lo hacen. Los jóvenes rurales, que de otra forma hubiesen salido en busca de trabajo, ahora se quedan y establecen pequeñas empresas dentro de sus propias comunidades y crean sus propios medios de vida. En muchas comunidades, los graduados del SAT han comenzado a ocupar algunos de los puestos públicos importantes, como por ejemplo, el manejo de la oficina de teléfonos públicos, la biblioteca pública, la farmacia local, el programa de educación inicial, etc. Estos son los tipos de puestos para los cuales, en el pasado, las aldeas tenían que buscar gente de fuera de la comunidad.

Grupos de solidaridad

El otro programa en el cual FUNDAEC ha desarrollado una notable experiencia es la creación y el refuerzo de grupos de solidaridad en una amplia gama de comunidades rurales. El programa comenzó en 1990 inspirado en el ejemplo de Grameen Bank de Bangladesh, con la ayuda de un préstamo a largo plazo del Banco Interamericano de Desarrollo. Se usó el crédito como una excusa para crear grupos locales de solidaridad, en la creencia de que los valores tradicionales de reciprocidad, interdependencia, confianza y ayuda mutua podían ser fortalecidos y así fomentar en cada comunidad un amplio sentido de identidad colectiva. Sin duda que la creciente presencia de una economía de mercado y de valores que enfatizan la competitividad y un espíritu individualista ha contribuido a la erosión de este sentido colectivo de identidad. A medida que creció el programa, los grupos han mostrado gran potencialidad. Cada grupo ha recibido una capacitación básica en sistemas de valores solidarios y en los aspectos técnicos del proyecto productivo que intentan implementar. Por un lado, los pequeños proyectos productivos han incrementado el bienestar y dan mayor sensación de seguridad a los participantes. De otro lado, han ayudado a fomentar o fortalecer en los participantes aquellos valores que dieron y siguen dando sentido al concepto de comunidad.

Regreso a los valores comunales

Los miembros de los grupos de solidaridad se ayudan unos a otros compartiendo recursos, conocimientos y mano de obra. En este caso, la solidaridad no está confinada a un grupo sino que alcanza a otros grupos y, finalmente, a toda la comunidad. Unos pocos ejemplos resultan suficientes. Un miembro de un grupo solidario en la aldea de Padilla, departamento de Cauca, Colombia, se dio cuenta que una anciana que vivía en una pequeña casa en condiciones muy precarias tenía goteras en el techo y pronto comenzaría la temporada de lluvias. El grupo decidió darle una mano ya que antes había establecido un pequeño fondo de solidaridad. Durante un día, todos participaron en la reconstrucción del techo; mientras tanto, las mujeres prepararon jugos (¡hacía mucho calor!) y mucha comida. Cada miembro del grupo solidario contribuyó con algo para la reconstrucción del techo: clavos, maderas, tejas. En un día, la anciana descubrió que era miembro de una comunidad a la cual importaba; los participantes descubrieron cuán poderoso es el principio de la unidad y la comunidad recuperó la práctica de la MINGA, ayuda mutua tradicional que había sido abandonada en los últimos años. Otro núcleo de cinco grupos solidarios en la vecina aldea de La Arrobleda decidió juntar sus recursos para comprar un toro para sus casi treinta vacas lecheras. Una persona se hizo responsable de cuidar al toro y todos compartieron los costos; también decidieron prestar el toro a cualquier miembro de la comunidad que lo necesitase, a cambio de un módico precio. En otra comunidad, una señora, miembro de un grupo solidario, perdió su vaca porque se le escapó y fue a comer, hasta saturarse, el manjar de caña de azúcar que ella había preparado. Los miembros del grupo y de otros grupos solidarios en la comunidad decidieron ayudarle para que la señora pudiera renegociar el desembolso del crédito recibido para comprar la primera vaca y obtener un nuevo préstamo para adquirir otra. Esto fue posible, una vez más, porque la red de relaciones humanas que conforman la vida comunal y la identidad estaba viva y fuerte, en parte, gracias a los grupos solidarios establecidos en la comunidad.

Reforzando a las comunidades locales

La experiencia de FUNDAEC apunta claramente a dos aspectos esenciales que deben ser considerados para que las comunidades locales puedan enfrentar con cierta seguridad la fuerza de la globalización social y económica, de gran potencial destructivo. Uno de ellos es proporcionar acceso al conocimiento, en toda su moderna complejidad, junto con su generación y aplicación a medida que interactúa con los sistemas locales de conocimiento. El otro es el esfuerzo para crear estructuras locales que sirvan para fortalecer las economías locales, dentro del contexto de un sistema de valor e identidad de la comunidad. Ambos van de la mano.!

Paul Molineaux
Universidad Rural de FUNDAEC (Fundación para la Aplicación
y Enseñanza de la Ciencia)
A.A. 6555, Cali, Colombia. Fax : (92) 553-64912
Email: fundaec@calipso.com.co

Se puede encontrar mayor información sobre FUNDAEC y la Universidad Rural en las siguientes páginas web: http://www.bcca.org/services/ lists/noble-creation

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