abril 2001, Volumen 16, Número 4
Hacia la sostenibilidad de los monocultivos

Es buena idea usar soya para los productos lácteos

ANGELA CORDEIRO | Página
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La Organización Mundial de Comercio (World Trade Organization, WTO), aboga por la liberación internacional del comercio en vez de un proteccionismo nacional. Ahora, los países ya no son autónomos; la planificación de la economía nacional está sujeta a normas internacionales aplicadas por la WTO. Aun en áreas rurales remotas, el mercado mundial tiene influencia en la vida de la gente.

Brasil es el segundo productor de soya en el mundo, con alrededor de 30 millones de toneladas por año. La Unión Europea es la principal importadora de soya brasileña, para su gran industria láctea. A su vez, la Unión Europea exporta grandes cantidades de lácteos al Brasil. En los últimos cinco años, el comercio de Brasil ha mostrado un balance negativo; por lo que, es natural que se considere a la soya como un cultivo que puede generar ingresos extras para balancear el déficit comercial.

En ambas regiones, la especialización en soya y en productos lácteos está generando serios problemas socioeconómicos y ambientales, y es una buena muestra de las fallas del sistema global de la agricultura. En este contexto, el reto de implementar sistemas agrícolas sostenibles es aún mayor. La Sociedad Sueca para la Preservación de la Naturaleza (SSPN) encargó a Angela Cordeiro, una agrónoma brasileña, que emprendiera un estudio para determinar cómo afecta la política agraria europea a la agricultura brasileña y viceversa. El informe está siendo usado en campañas de agricultura sostenible de la SSPN. Este artículo se basa en ese informe.

Modernización de la agricultura

Desde la década de 1970, el gobierno brasileño ha promovido la modernización de la agricultura a través de la expansión del área agrícola, créditos subsidiados y educativos, investigación y servicios de extensión orientados a promover «tecnologías modernas». Este proceso, dirigido fundamentalmente al mercado de exportación, se basa en el uso extensivo de semillas híbridas, fertilizantes químicos, plaguicidas y mecanización, y consume enormes cantidades de energía fósil.

El sur del Brasil, la primera región donde se introdujo la Revolución Verde, tiene grandes problemas de degradación del suelo, particularmente en las grandes estancias. Esto como consecuencia de los efectos negativos del monocultivo, la adopción de un sistema europeo de manejo del suelo y, por el uso de fertilizantes químicos y maquinaria pesada no adecuada para los suelos tropicales (ver Recuadro 1). En el nordeste de Brasil, un manejo no sostenible del riego ha dado como resultado un incremento de la salinidad del suelo, que actualmente afecta al 30% de las áreas irrigadas.

Además, se considera que el déficit en el manejo no balanceado de los nutrientes de las plantas es la principal causa de plagas y enfermedades, ello es también causa del mayor uso de plaguicidas. Aparte de contaminar el agua y los suelos, el uso generalizado de plaguicidas se ha convertido en un problema de salud en las áreas rurales. La pérdida de la biodiversidad es otro impacto negativo de la expansión agrícola, y las principales causas de esta pérdida son la deforestación y el reemplazo de las variedades locales. La liberalización de la economía brasileña, en la década de 1990, ha ocasionado cambios en el uso de la tierra.

La soya – generadora de divisas

La actual teoría del mercado sostiene que una ventaja comparativa da mayor competitividad en el mercado internacional. En el caso de la agricultura, esto significaría que los países que pueden producir a menores costos son los más competitivos. Se asume que la mejor manera de reducir costos es incrementar la escala, y siguiendo esta premisa, la expansión geográfica de la soya va desde el sur de Brasil hasta la región de Cerrado (ecosistema que caracteriza a la zona central de Brasil y donde predomina la vegetación arbóreo-arbustiva). Por eso el cultivo de soya se concentra en fincas que tienen una extensión mayor a 500 hectáreas, lo que contrasta con las cifras de 1985, cuando los medianos y los pequeños agricultores, en conjunto, producían casi el 50% de la soya en Brasil.

En el mercado mundial, la demanda de soya se basa en los patrones del consumo de carne. Según los analistas de mercado, se espera un incremento en la demanda mundial de carne debido a la liberalización del mercado. Consecuentemente, habrá un incremento en la demanda de productos derivados de soya. Entre los varios competidores, Brasil está en mejor posición para ampliar la producción de soya e incrementar potencialmente su participación en el mercado. Por eso se considera que la soya es el «cultivo de oro» de la agricultura brasileña y recibe un trato especial dentro de la política agraria. La ecuación es simple: el país necesita lograr un balance comercial favorable, y la agricultura es una de las principales fuentes de ingresos. Por eso, se considera que la soya es una generadora de divisas que puede impulsar la economía nacional y ayudar a que el gobierno cumpla sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional.

Pérdida de la producción de lácteos

La producción de lácteos es otro ejemplo dramático del impacto de las actuales políticas agrícolas. Mientras Brasil es el segundo exportador de soya y una fuente importante de sus derivados, también es uno de los principales importadores de lácteos. Como resultado de la apertura del mercado brasileño, las importaciones de leche líquida de la Unión Europea han subido de 19.435 toneladas en 1992 a 82.433 toneladas en 1997, lo cual ha causado serios daños a la industria láctea nacional. Después que se produjo la desregulación del mercado en 1992, el gobierno dejó de controlar los precios de la leche, y la importación pasó a la empresa privada que también absorbió la industria láctea nacional. Debido al incremento de los costos y a la disminución de la rentabilidad, muchos pequeños agricultores no pueden continuar produciendo leche.

Sin embargo la producción de leche, incluyendo la fabricación de lácteos, es un componente muy importante para la pequeña agricultura. Mientras que la Unión Europea, los Estados Unidos y Argentina tienen 805, 105 y 22 mil fincas, respectivamente, Brasil tiene cerca de 1,2 millones. Alrededor del 40% son fincas familiares, de menos de 50 hectáreas. La producción de leche proporciona un flujo continuo de dinero en efectivo, además el ganado constituye un importante elemento para la sostenibilidad del medio ambiente de la pequeña agricultura. La rotación de los cultivos con leguminosas forrajeras y el uso de estiércol de ganado para la producción de cereales y hortalizas son algunas maneras en las cuales los animales y la producción de cultivos coexisten en los sistemas agrícolas diversificados.

Subsidios ocultos

Estos modelos se justifican por la aparente competitividad de la producción de soya en Brasil y la producción de lácteos en la Unión Europea. Sin embargo, esta competitividad no es real porque depende de subsidios ocultos, tanto en Europa como en Brasil.

En el caso de la soya, el costo no incluye los aspectos negativos tales como el impacto ambiental en los ecosistemas brasileños. La expansión de la soya en la región de Cerrado, por ejemplo, dio como resultado deforestación y una considerable pérdida de la biodiversidad. No se menciona el costo de energía para transportar la soya a los principales puertos, a miles de kilómetros de distancia de los campos de cultivo. El gobierno ha dado subsidios de combustible a los agricultores y provisto todo tipo de facilidades para hacer factible el cultivo de soya en el Cerrado. En realidad, la sociedad brasileña ha pagado un alto precio por mantener esta «falsa» competitividad. En el otro lado del Atlántico, la sociedad europea paga por la alta competitividad de su sector de lácteos. Los bajos costos de los productos lácteos se mantienen con enormes subsidios subsidios gubernamentales, lo cual crea una situación sumamente artificial. Es más, el sistema intensivo de producción ocasiona problemas ambientales, cuyos costos no han sido considerados. Los altos rendimientos asociados con bajos costos artificiales, van en contra de la producción nacional de los países donde no existen subsidios, creando un monopolio para la leche europea importada.

Al analizar estos casos es fácil concluir que los sistemas de producción de la soya brasileña y de los productos lácteos europeos están interconectados y que las debilidades de ambos sistemas los sostienen mutuamente. Si se reconoce esta conexión, se tiene una idea de lo complejo que es construir sistemas agrícolas sostenibles. Sin embargo, desde otra perspectiva, muestra el potencial de las alianzas globales construidas entre los agricultores y los consumidores, más allá de las fronteras nacionales.
Un comercio justo es esencial

Para la seguridad alimentaria es importante lograr un comercio justo. Sin embargo, ¿cómo se puede establecer un comercio justo respetando la diversidad social, ambiental, económica y cultural de las naciones? ¿Cómo puede incrementarse el comercio para que los beneficios de los países desarrollados no impliquen explotación para los países en desarrollo?

Los intercambios de experiencias entre los grupos locales, a un nivel global, podrían reforzar las capacidades necesarias de los sistemas agrícolas sostenibles para superar las barreras técnicas, financieras, culturales, políticas y comerciales. El caso de la Modificación Genética es un buen ejemplo de cómo las acciones locales tienen influencia global. La sociedad europea reaccionó negativamente a la introducción de esta tecnología debido a los posibles impactos negativos para la salud y el medio ambiente. Así, rehusándose a comprar los productos genéticamente modificados, los consumidores europeos ejercieron presión sobre los distribuidores, la cual fue transferida a los procesadores y a los comerciantes de alimentos.

Al mismo tiempo, la sociedad civil brasileña hizo campaña contra los cultivos genéticamente modificados. Como resultado de la presión europea y de la campaña nacional, en Brasil se logró una decisión judicial en contra de los cultivos genéticamente modificados, hasta que se llevaran a cabo estudios de impacto ambiental. Esta demora en la introducción de los cultivos genéticamente modificados en Brasil, permitió el reforzamiento de la posición europea.

Se presenta el ejemplo de la soya para productos lácteos como el tipo de intercambio que se necesita para satisfacer la necesidad de alimentos de una población mundial en crecimiento. Pero lo que no se debe olvidar es que tanto la producción de soya como la de lácteos, dependen de una base de recursos naturales que se está degradando rápidamente debido a las prácticas agrícolas modernas. Tal como están las cosas, los sistemas agrícolas sostenibles ya no son un lujo sino una necesidad.

Adaptado de:
Angela Cordeiro. Sustainable agriculture in the global age: lessons from Brazilian agriculture.
Swedish
Society of Nature Conservation,
ISBN 91 558 661
31. Ordernr, 9132, SSNC, PO Box 4625, SE-11691,
Estocolmo, Suecia. Fax: +46 8 702 08 55.

E-mail:info@snf.se. También está disponible en www.snf.se/pdf/rap-jordbruk-soja-eng.pdf

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