junio 2000, Volumen 15, Número 4 - 3
Semillas para la agrobiodiversidad (número doble)

La Caravana Verde desafía a los gigantes de los genes

MARILYN MINDERHOUD | Página
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«Las semillas son la base de la existencia de todos los agricultores. Poder usar libremente sus propias semillas o variedades diferentes, da a los agricultores una independencia económica fundamental y asegura que sus cultivos puedan adaptarse a los cambios ambientales«, Profesor Mahanta Nanjundaswamy, Asociación Estatal de Agricultores de Karnakata (KRRS), India.

Los chales y las banderolas verdes de los agricultores de la Asociación Estatal de Agricultores de Karnakata (cuyas siglas originales son KRRS) contrastaban visiblemente con el austero edificio de Cargill, al borde de la bahía, cuando los miembros de la Caravana Intercontinental lanzaron su protesta contra el creciente poder de la multinacional agrícola en Amsterdam, la primavera del año pasado. Cientos de agricultores de toda la India usaron sus ahorros, fondos comunales y dinero del gremio de agricultores para viajar al norte de Europa.

Para el profesor Nanjundaswamy, presidente de la KRRS, la Caravana Intercontinental era un intento de hacer que los políticos y la opinión pública europea se acercaran a la realidad que tienen que enfrentar los pequeños agricultores del Sur. Trajeron «al Norte los puntos de vista del Sur sobre los sistemas de explotación impuestos por los gobiernos occidentales, la Organización Mundial de Comercio y las compañías multinacionales» porque sus medios de subsistencia estaban en juego.

Viajando en ómnibus equipados con teléfonos y correo electrónico, trajeron su mensaje político y ético con la misma fuerza emocional con que hacían el cabildeo («lobby») en Cargill y Pioneer Hi-Bred en Holanda, en el Centro Técnico de Monsanto en Bélgica, en OECD en París, en la Organización Mundial de Comercio en Ginebra y en la Unión Europea en Bruselas. El punto culminante fue una protesta en masa en la Conferencia del Grupo de los 8 en Alemania.
Semilla ‘satyagraha’

Agricultores de KRRS protestando afuera de Cargill, Amsterdam, mayo de 1999.

Para muchas familias Indias, Monsanto personifica el poder asfixiante que los conglomerados multinacionales ejercen sobre los recursos del Sur. La manera en que los productos y las semillas genéticamente modificados fueron introducidos en India motivó una preocupación sobre los temas de licencias, información, monitoreo y control. Éstos fueron ignorados en gran medida, hasta que la KRRS lanzó su Operación Cremación Monsanto y se quemaron 28 campos de ensayos de algodón genéticamente modificado. Ahora, el Ministerio de Agricultura ha prohibido más ensayos de Monsanto. Para Kumud Chowahary, quien dejó a su familia y su finca en Gujarat para unirse a la caravana, el problema es simple y personal: «Hay que matar a Monsanto antes que mate a familias como la mía». Otros, como Lal Shankar Upadhayaya, vice presidente de Gujarat Khedut Samaj, esbozan un contexto más amplio, «es la lucha de la agricultura y los sistemas de mercado indígenas, contra la tecnología de genes y el libre mercado dominados por el Norte».

Gigantes de los genes

La protesta de la Caravana de Agricultores coincidió con una racha de fusiones en la industria de genes que concentró aún más las tecnologías y los derechos de patentes en manos de unos cuantos gigantes de genes. La cartera de Monsanto ilustra el tipo de dominio contra el cual protestaron los agricultores de la India: propiedad de Delta y PineLand, con patentes de tecnología de semillas «terminadoras»; propiedad de Roundup (la semilla lista de Roundup produce el 25% del frijol de soja de los Estados Unidos); control del 45% del mercado de semillas de maíz de los Estados Unidos; capacidad para el comercio de granos y el procesamiento de alimentos a través de la toma de Cargill, y, por medio de Unilever comparte el mercado de trigo híbrido. En 1998, cuando DuPont compró Pioneer Hi-Bred, el Wall Street Journal observó que la industria de semillas de los Estados Unidos se había dividido efectivamente entre DuPont y Monsanto. A medida que crecen los gigantes de los genes, aparecen las críticas, desaparecen los fitomejoradores del sector público y los agricultores tienen menos opciones.

Temas de modificación genética

Los agricultores de la India, conscientes de las consecuencias de estos cambios, quieren un debate público de cómo monitorear los cultivos genéticamente modificados. Los problemas incluyen polinización cruzada, resistencia a antibióticos y resistencia a herbicidas y plaguicidas de amplio espectro. Todavía hay que investigar los potenciales peligros del maíz, soja y papa genéticamente modificados que contienen gran cantidad de residuos de amikacina y también el glipofosfato en los alimentos para animales. El monopolio de los recursos agrícolas permite a las compañías controlar aún más las opciones de los agricultores a través de patentes, contratos y paquetes de cultivos y plaguicidas.

Algodón Bt

El algodón Bt fue un tema importante para los participantes de la India, en la Caravana Intercontinental. El algodón Bt produce un veneno que mata plagas, pero como encontraron los agricultores en el Sur, las plagas pueden desarrollar una resistencia para la cual una cantidad 50 veces mayor de la dosis recomendada no tiene ningún efecto. Se han reportado cultivos fallidos, incapacidad de repago de préstamos y suicidios. En los Estados Unidos se ha señalado una resistencia similar; el 50% del algodón genéticamente modificado fue dañado por gorgojos y no hubo ningún incremento en la producción. Es más, no se han tomado medidas para evitar la polinización cruzada.

Hay que actuar ahora

Un número cada vez mayor de organizaciones y científicos insiste en la necesidad de una legislación, un monitoreo y más información sobre los organismos genéticamente modificados. Este año, por ejemplo tanto Nature como Lancet han presentado hallazgos de investigaciones sobre organismos genéticamente modificados que son críticos; los agricultores en los Estados Unidos están preparando una acción legal contra Monsanto por no haber sido advertidos de todos los posibles riesgos de las semillas genéticamente modificadas y los agricultores de Brasil han rechazado la soja genéticamente modificada. Al mismo tiempo, los productores de alimentos y los supermercados de Europa están anunciando que no usarán ni venderán alimentos que contengan material genéticamente modificado. Esta primavera en Europa, con la Caravana Intercontinental, los agricultores de India y Bangladesh llevaron esas inquietudes a los principales centros Europeos de toma de decisiones políticas y de la industria. En reuniones, entrevistas y por medio de una acción directa, fueron claros en señalar que es tiempo de hacer una revaluación urgente de los efectos de los organismos genéticamente modificados para la seguridad y garantía del suministro de alimentos en el ámbito mundial y para la ecología y cultura de sus comunidades agrícolas.

 

Marilyn Minderhoud, ILEIA

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