enero 1999, Volumen 14, Número 2-3
LEISA en perspectiva. 15 años de ILEIA (número especial doble)

LEISA en perspectiva (I)

MARILYN MINDERHOUD-JONES , PETER LABAN , COEN REIJNTJES | Página
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1. En busca de la sostenibilidad

La historia de la agricultura puede ser contada como la historia de la respuesta del agricultor al cambio del medio ambiente y de la política. La rutina diaria de asegurar la tierra, la semilla, los animales y el trabajo para producir alimentos, y la lucha por sobrevivir a pobres cosechas, plagas, sequía y a la guerra se refleja en las tradiciones religiosas, culturales y literarias en todo el mundo. Por generaciones, los agricultores han encontrado maneras cada vez más sofisticadas de cooperación y manejo de la naturaleza para conseguir alimentos y otros productos agrícolas. A través del tiempo, han evolucionado diferentes agri-culturas que han regulado la interacción de las personas con su entorno espiritual, social y natural.Para satisfacer las necesidades domésticas y para evitar el riesgo, los agricultores de subsistencia han desarrollado estrategias de uso de la tierra y de intercambio que han maximizado la autosuficiencia (Recuadro 1.1). Donde se incrementó la población y la buena tierra era escasa, se hizo necesario intensificar el uso de la tierra. Si el crecimiento de la población sobrepasaba la capacidad de los agricultores para incrementar la producción o si ocurrían desastres, naturales o causados por el hombre, existía hambre. En la mayor parte de este siglo, los cambios económicos, sociales y medioambientales se han producido a un ritmo muy rápido – y algunas veces muy violentamente – para que pudieran ser absorbidos por muchas comunidades agrícolas pequeñas. Incapaces de adaptar sus prácticas agrícolas, su capacidad de autoconfianza se ha erosionado.

Recuadro 1.1 La racionalidad ecológica de la producción de los pequeños agricultores

Dado que su producción está basada más en intercambios ecológicos con la naturaleza que en intercambios económicos con los mercados, los agricultores están obligados a adoptar mecanismos de supervivencia que garanticen un flujo ininterrumpido de bienes, materiales y energía de los ecosistemas naturales y transformados. Como consecuencia, los agricultores tienden a realizar una producción no especializada basada en el principio de la diversidad de los recursos y las prácticas productivas. Esto se manifiesta en la utilización de más de una unidad ambiental, la integración y combinación de diferentes prácticas, el reciclaje de materiales, energía, agua y desechos, y la diversificación de los productos obtenidos de los ecosistemas. Es una estrategia que puede funcionar a nivel de la familia, de la comunidad y de la región.
A pesar que la agricultura basada en cultivos tiende a ser la actividad productiva central de cualquier familia campesina, ésta es complementada con la recolección de plantas, extracción de productos forestales, pesca, caza, crianza de ganado, agroforestería y producción de artesanías. Estas combinaciones amortiguan a la familia contra los efectos de los cambios medioambientales y las fluctuaciones del mercado. Esta estrategia de multiuso, a través de la cual los agricultores mantienen y reproducen sus sistemas productivos, constituye una característica ecológicamente valiosa que conserva los recursos naturales a través del mantenimiento de la diversidad ambiental y biológica (Toledo 1995).

Durante los últimos doscientos años, los ciclos recurrentes de crecimiento de población han dado lugar a incrementos explosivos y universales en las tasas de natalidad y de longevidad. Este fenómeno ha estado acompañado por la urbanización basada en la industria. Para enfrentar la demanda del consumidor de alimentos, dependiente, pero poderoso, ha emergido un elaborado sistema de producción agrícola, comercio, procesamiento y distribución. Esto ahora vincula a los productores y consumidores de todos los continentes en una intrincada maraña de mercados. Los pequeños agricultores están enfrentando tremendos problemas para adaptarse a las condiciones rápidamente cambiantes, y muchas comunidades pobres en recursos han encontrado que sus técnicas agrícolas, desarrolladas a través de los siglos, ya no son capaces de sostener el frágil equilibrio entre producción y conservación.

Un atajo para incrementar la producción

El crecimiento de la población y la creciente demanda por la distribución de grandes volúmenes de productos agrícolas para el procesamiento industrial hizo necesario el rápido aumento del abastecimiento. Fue sólo después de la introducción de agroquímicos, pesticidas y variedades de alto rendimiento en gran escala que fue posible elevar la producción agrícola para mantenerse al ritmo de estos desarrollos. El uso de tecnologías basadas en energía fósil, tales como insumos sintéticos, bombas de agua y máquinas de energía combustible, incrementó la productividad de la tierra agrícola y del trabajo. En la mayoría de las regiones industrializadas se estimuló la transformación económica, en tanto el trabajo, que ya no se necesitaba más en el campo, fue absorbido por otras actividades económicas. El comercio y los sectores de servicios fueron también transformados radicalmente.

Recuadro 1.2 La Revolución Verde en la India

 

Durante el período colonial, la tierra comunal fue privatizada y puesta bajo el control gubernamental. Esto, junto con el crecimiento de la agricultura de mercado, condujo a la escasez de insumos locales como el agua y el estiércol. Se hizo más difícil incrementar la producción agrícola para atender las demandas de una creciente población. Luego de la Segunda Guerra Mundial, se puso a disposición un fertilizante barato y completamente sintético proveniente del Occidente industrializado y las compañías de agroquímicos tuvieron un interés propio en asegurar un mayor consumo de fertilizantes en todas partes. La política gubernamental, inspirada por los institutos de investigación internacionales, apoyó el uso de fertilizantes sintéticos a través de subsidios. La política del gobierno indio favoreció fuertemente el uso de fertilizantes sintéticos: en su primer Plan de Cinco Años los fertilizantes fueron considerados como suplementos del abono orgánico; el segundo plan y los subsiguientes les dieron un papel crucial y directo. El programa de Variedades de Alto Rendimiento fue fuertemente dependiente de altos insumos de fertilizantes. De esta manera, se creó una mentalidad de NPK entre los expertos y agricultores indios que consideraron a los fertilizantes sintéticos como una alternativa superior a los fertilizantes orgánicos. Las regiones en donde floreció la Revolución Verde fueron declaradas “progresistas” y las regiones de agricultura tradicional fueron designadas como “primitivas” o “atrasadas”. Los prejuicios culturales trabajaron de la mano con los intereses económicos para reforzar la conclusión de que la agricultura tradicional no era viable. La adicción a los insumos externos resultó en una decadencia ambiental y social (Shiva 1991).

 

Este proceso de transformación no tuvo impacto en el sector del pequeño propietario de los trópicos hasta la década de 1950. El comienzo de la Revolución Verde marcó un definido cambio de política de la agricultura de bajo insumo externo orientada a la subsistencia (LEIA) a la agricultura de altos insumos externos orientada al mercado (HEIA) (Recuadro 1.2).

Donde las condiciones de la producción fueron económica y agroecológicamente favorables y donde los gobiernos tuvieron la capacidad de invertir en riego, electrificación, transporte, mercadeo, investigación y extensión, se dio el cambio hacia el uso de tecnologías agrícolas modernas. La adopción de HEIA fue particularmente exitosa donde fue posible la irrigación a gran escala.

La sostenibilidad como apuesta

Desde la década de 1980, sin embargo, habían surgido serias preguntas sobre los problemas económicos, sociales y ecológicos vinculados a las tecnologías de la Revolución Verde. Muchos pequeños agricultores que usaban tecnologías de alto insumo, se vieron aprisionados en una creciente espiral de costos y degradación ecológica. Para sostener los rendimientos, tenían que aplicar crecientes cantidades de agroquímicos debido a que el suelo se había degradado y se había incrementado la infestación de plagas. Esto también había afectado la salud humana, el bienestar de los animales y la calidad de los alimentos.

La investigación sobre la producción de arroz bajo riego intensivo (Pingali et al. 1997) mostró que los rendimientos habían declinado en muchos lugares, debido a la salinidad, aniegos, deficiencias de macro y micro nutrientes y toxicidades, reaparición de enfermedades y cambios a largo plazo de las características físicas del suelo. La mayoría de estos procesos estuvieron directamente relacionados a la cantidad de insumos usados (Recuadro 1.3). La diversidad genética declinó y los programas de mejoramiento de plantas encontraron dificultades para incrementar el potencial de rendimiento del arroz, el maíz y otros granos principales. La seguridad alimentaria se está convirtiendo en una seria preocupación para los investigadores y los que diseñan las políticas.

Recuadro 1.3 Se acerca el límite del crecimiento de la
producción

 

El Dr. Cassman, jefe del departamento de agronomía de la Universidad de Nebraska, EE.UU., duda seriamente si será posible incrementar la producción de alimentos para la población mundial que crece rápidamente. A comienzos de los noventa, Cassman trabajó para el Instituto Internacional de Investigación del Arroz en las Filipinas. Allí, él y su colega, el Dr. Pingali, se preocuparon del hecho que, desde los años sesenta, los investigadores habían fallado en incrementar el potencial de rendimiento de los cultivos alimenticios importantes, tal como el arroz y el maíz. El potencial de rendimiento es el rendimiento máximo que pueden obtener los agricultores si un cultivo es producido bajo condiciones óptimas de crecimiento sin ser afectado por plagas o enfermedades. Cassman es pesimista acerca de la oportunidad de que los fitomejoradores tengan éxito en incrementar los potenciales de rendimiento en los siguientes treinta años. El necesario incremento de la producción de alimento debe venir, cree él, de un incremento en los niveles de rendimiento promedio. Donde la producción de cultivos ya está muy intensificada esto no será fácil. Cuando los niveles de rendimiento se acerquen al 75 por ciento de su máximo potencial, se incrementará la incidencia de plagas y enfermedades. Por ejemplo, los agricultores de arroz que producen por debajo del 75 por ciento (unos 6500 kilogramos por hectárea) no necesitan usar fungicidas. Donde los niveles de producción son más altos, la infestación de hongos se incrementa rápidamente conforme el dosel de hojas se hace muy denso. Las plantas de crecimiento rápido, especialmente si se están usando altas cantidades de nitrógeno, atraen más insectos. Donde se usan grandes cantidades de fertilizantes, agua y pesticidas se hace difícil mantener el suelo en buenas condiciones. Cassman y Pingali descubrieron que en la producción intensiva de arroz bajo riego puede haber una grave declinación del rendimiento, debido a los procesos del suelo que inhiben la toma de nitrógeno de la materia orgánica del suelo. En principio, este problema podría resolverse si los agricultores tomaran en cuenta los procesos ecológicos y adaptaran sus prácticas de fertilidad del suelo y manejo del agua de tal manera que los residuos del cultivo y el fertilizante orgánico puedan aplicarse en condiciones aeróbicas. De esta manera, los rendimientos podrían incrementarse mientras se ahorra en fertilizantes. (Cassman y Pingali 1997; Heselmans 1998)

Impacto de la Revolución Verde sobre la agricultura de subsistencia
Hace diez años, en cerca del 45 por ciento de la tierra agrícola del Tercer Mundo predominaban las variedades modernas como resultado de la difusión de las tecnologías de la Revolución Verde (Lipton y Longhurst 1989). Sin embargo, en áreas con condiciones de lluvia o en áreas secas, escarpadas o aisladas, estas tecnologías no han sido ampliamente adoptadas. Pretty (1995) estima que unos 2 mil millones de personas viven en tales áreas marginales: más de un tercio de la población mundial. La mayoría de los agricultores que enfrentan estas condiciones desfavorables practica la agricultura orientada a la subsistencia y usa bajos niveles de insumos externos (LEIA).

Los agricultores del Tercer Mundo se están integrando crecientemente a la economía monetaria a través de las obligaciones tributarias y las necesidades de dinero efectivo para pagar por educación, transporte, salud y bienes de consumo. Con el fin de ocuparse en actividades que generen ingresos en efectivo, muchos se apoyan en una mezcla de estrategias y se especializan en uno o más cultivos comerciales en combinación con la producción de subsistencia. Esto se expresa con frecuencia en la presencia de tecnologías HEIA y LEIA, una al lado de la otra, en la misma parcela.

Como resultado, algunos agricultores pueden ocuparse de los problemas de sostenibilidad tanto de HEIA como de LEIA: los riesgos humanos, ecológicos y financieros como resultado de las prácticas de HEIA en un esfuerzo por mantener su ingreso, no pueden ser evitados, mientras que las prácticas de LEIA no pueden detener la degradación de la tierra, la deforestación, la erosión del suelo y el agotamiento de los nutrientes (Recuadro 1.4). En tales condiciones, los agricultores con frecuencia escogen el convertirse en trabajadores migrantes. Esto tiene consecuencias en la organización de la producción de la finca y la doméstica incluyendo un incremento en la carga del trabajo doméstico y agrícola de las mujeres.

Sin embargo, también hay muchos agricultores de subsistencia que han manejado el incremento de la producción conservando los recursos (Wiggens 1995).

Erosión de las “agri-culturas” tradicionales
La expropiación de tierras, la explotación forestal, la dominación cultural y la migración tienen un impacto catastrófico sobre las comunidades agrícolas indígenas. Bajo tales condiciones, los agricultores de subsistencia pasan a ser socialmente marginados. Conforme las culturas indígenas se desintegran, el invalorable conocimiento indígena sobre las propiedades y usos de plantas y animales nativos desaparece. Las cosmovisiones que han sido fuente de sabiduría y coherencia por siglos sufren el mismo destino, así como la comprensión profunda y el conocimiento de la evolución humana y agrícola se pierden para las actuales y futuras generaciones. La mayoría de los formuladores de políticas e investigadores ven la desaparición de las agri-culturas tradicionales como el precio inevitable del desarrollo económico y la modernización. Muchos agricultores y población indígena no desean pagar este precio. Conforme las “agri-culturas tradicionales” son dejadas a un lado por las presiones de la ciencia agrícola y la economía del siglo veinte, las consecuencias demográficas, nutricionales y sociales de esta desintegración y empobrecimiento se hacen evidentes en el hambre, insatisfacción e inestabilidad política.

 

Recuadro 1.4 Entendiendo la degradación ecológica

 

Casi 2 mil millones de hectáreas de tierra han sido degradadas desde la década de 1950. Cerca de 300 millones de hectáreas han sufrido de una fuerte a extrema degradación y sus funciones bióticas originales han sido tan dañadas que la restauración es costosa, sino imposible. En todo el mundo, desde 1945, el sobrepastoreo y la deforestación son la causa del 65 por ciento de la degradación; la recolección de leña del 7 por ciento y las prácticas agrícolas defectuosas del 28 por ciento. Existe una estrecha relación entre pobreza y falta de intensificación con degradación de la tierra. Existe muy poca información empírica sólida sobre las dimensiones, causas y localización de la degradación ambiental. Es esencial que tal información sea recopilada de tal manera que se den debates y se cuente con buena información para tomar decisiones (Pinstrup-Andersen y Pandya-Lorch 1994).

 

De la conciencia a la acción
Actualmente, la importancia de lograr la sostenibilidad en agricultura es reconocida mundialmente. Las conclusiones de aquellos que participaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), en 1992, resumen esta aceptación claramente.

“Se necesitan grandes ajustes en la política agrícola, ambiental y macroeconómica, tanto a nivel nacional como internacional, en países desarrollados y en desarrollo, para crear las condiciones para la agricultura sostenible y el desarrollo rural” (CNUMAD, 1992).

 

Esta afirmación es de mayor presión aún, dada la predicción de que la producción de alimentos tendrá que ser incrementada en un 40 por ciento en los siguientes 25 años. Tal incremento sólo puede ser conseguido si la productividad agrícola se eleva hasta donde sea posible, al margen de si las condiciones de producción sean o no favorables (Pinstrup-Andersen y Pandya-Lorch 1994). Las organizaciones internacionales tales como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Agenda 21, CNUMAD 1992) y las Convenciones sobre Biodiversidad y Desertificación han trazado lineamientos para desarrollar la agricultura sostenible. A pesar que esto ha sido introducido en las agendas de la mayoría de los gobiernos y las organizaciones de desarrollo, no es fácil que ésta se establezca, especialmente a gran escala.

 

El desarrollo de la agricultura sostenible no significa simplemente un cambio hacia las tecnologías ecológicas. También hay dimensiones económicas y sociales. Estas incluyen el incremento de la producción y el beneficio económico, el asegurar los suministros de alimentos y la equidad social e identidad cultural. Estas dimensiones no pueden separarse. Muchos procesos, condiciones y actores influyen en el desarrollo de la agricultura. Se necesitan enfoques amplios y holísticos pero existen dificultades para diseñarlos e implementarlos. Todavía se tiene que trabajar mucho a fin de entender qué condiciones, tecnologías y enfoques favorecen a la agricultura sostenible. ILEIA, en colaboración directa con muchas otras organizaciones y las personas comprometidas en la causa de la agricultura sostenible, ha estado contribuyendo para lograr esta meta en los últimos 15 años.

Agricultura Sostenible de Bajo Insumo Externo (LEISA)
El Boletín de ILEIA ha publicado las experiencias de muchos agricultores, trabajadores del desarrollo e investigadores que están tratando de hacer la agricultura más sostenible. Ellos usan una amplia variedad de enfoques tales como la agricultura tradicional, indígena, orgánica, ecológica, regenerativa, de conservación de los recursos o integrada; permacultura; agricultura natural; agroforestería; manejo integrado de plagas (MIP) y manejo integrado de nutrientes (MIN). Todos ellos están unidos por un factor común: la necesidad o el deseo de reducir o excluir los agroquímicos y otros insumos externos que podrían amenazar la sostenibilidad de la agricultura. En 1988, ILEIA introdujo el concepto de LEISA (Low External Input and Sustainable Agriculture / Agricultura Sostenible de Bajo Insumo Externo) que incluye elementos de estos enfoques. LEISA es una gran familia de enfoques cuyas piedras angulares son:

Agroecología: el conocimiento científico base para aplicar los conceptos y principios ecológicos al diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles; • Conocimiento indígena: el conocimiento de los agricultores que viven en cierta área, generado por sus propias experiencias y las de sus ancestros, y que incluye el conocimiento originado en cualquier otro lugar, y que haya sido internalizado. El conocimiento indígena es holístico y encierra todos los aspectos de la vida rural; • Conocimiento científico: el conocimiento base desarrollado por los científicos; • Aprendizaje, planificación y acción participativos: participación de los promotores del desarrollo en el proceso de desarrollo local para fortalecer su propia capacidad y la de los agricultores para adaptarse a las necesidades y condiciones cambiantes, así como para avanzar hacia la sostenibilidad;

Justicia social e integridad cultural: el desarrollo económico no debería ser alcanzado a expensas de los valores culturales y sociales de aquellos segmentos de la población que tienen poca influencia en las tomas de decisiones económicas y políticas.

ILEIA ve a LEISA relacionada con las opciones técnicas y sociales abiertas a los agricultores que quieren mejorar su productividad e ingreso de una manera ecológicamente sostenible. LEISA se construye sobre el uso óptimo de los recursos locales y los procesos naturales, y -si es necesario, aceptable y factible- sobre el uso seguro y eficiente de modestas cantidades de insumos externos modernos. Los sistemas LEISA, que son altamente específicos para cada situación, se construyen sobre el conocimiento indígena y científico de la agroecología. En sus dimensiones sociales y políticas, LEISA trata de potenciar a los hombres y mujeres que están usando su propio conocimiento, destrezas, valores, culturas e instituciones para construir su futuro agrícola.

LEISA comprende metodologías participativas para fortalecer la capacidad de los agricultores y otros actores para adaptarse a las necesidades y condiciones cambiantes, y para hacer sostenible la agricultura. El crear un entorno conveniente para la agricultura sostenible comprende el hacer a LEISA efectiva a nivel de la elaboración de políticas. La agricultura sostenible es el objetivo de largo plazo y constantemente cambiante de LEISA. LEISA, como base conceptual y de conocimiento, provee orientación, opciones prácticas y metodologías para el desarrollo hacia este objetivo. LEISA no es una fórmula para la agricultura sostenible, es un enfoque de desarrollo con un fuerte mensaje político.

LEISA se construye en tres dimensiones de sostenibilidad: con significación ecológica, con viabilidad económica y con justicia social. Estas son articuladas, luego, bajo un conjunto de criterios (Recuadro 1.5) que pueden ser usados para evaluar hasta qué punto es sostenible un sistema agrícola o una práctica particular.

Debatiendo sobre sostenibilidad, pero ¿cuál es realmente el problema?

Haciendo coincidir las dimensiones ecológica y económica
LEISA incorpora el reto de hacer coincidir lo ecológico con lo económico, así como lo económico con lo social y lo cultural. Se encuentra a sí misma en el cruce de objetivos con frecuencia contradictorios. En cada situación se tiene que encontrar el equilibrio en la coincidencia de diferentes criterios para LEISA.

Por ejemplo, la competitividad financiera que asegura la continuidad de las empresas de los agricultores y el sostenimiento de sus familias es aparentemente difícil de combinar con puras metas ecológicas que apuntan a la preservación de la base de recursos naturales. Los criterios económicos de “bajo valor relativo de los insumos externos” encaran la fijación de un balance minimizando el costo de los insumos externos sin arriesgar los niveles de los resultados. Tomando en cuenta las preocupaciones y principios ecológicos, puede seguirse la estrategia de aplicar un nivel mínimo de insumos externos que mejoren la viabilidad financiera de la empresa agrícola, reduciendo costos.

 

Recuadro 1.5 Criterios para LEISA

Criterios ecológicos

• Uso balanceado de nutrientes y materia orgánica
• Uso eficiente de los recursos hídricos
• Diversidad de recursos genéticos
• Uso eficiente de las fuentes de energía
• Efectos medioambientales negativos mínimos
• Uso mínimo de insumos externos

Criterios económicos

• Sistemas sostenibles de los medios de vida de los agricultores
• Competitividad
• Uso eficiente de los factores de producción
• Bajo valor relativo de los insumos externos

Criterios sociales

• Potencial de adopción ampliamente distribuido y equitativo, especialmente entre pequeños agricultores
• Reducida dependencia de instituciones externas
• Mejora de la seguridad alimentaria a nivel familiar y nacional
• Construcción en base a los sistemas de conocimiento, creencias y valores indígenas, respetándolos.
• Contribución a la generación de empleo

Fuente: ILEIA Research Workshop, junio 1997

LEISA en perspectiva
En su centro de información, ILEIA ha coleccionado muchas publicaciones que detallan las experiencias de desarrollo de LEISA. En esta publicación de jubileo, queremos discutir algunos de estos aspectos que han surgido de estos documentos y otras publicaciones en los últimos 15 años. Al escoger el título de “LEISA en perspectiva”, hemos elegido considerar aquellos aspectos que tienen que ver con la factibilidad de la agricultura en desarrollo hacia LEISA en varias situaciones. La mayoría de estos aspectos se centra en la necesidad de la intensificación agrícola y la seguridad alimentaria local.

Empezamos, en el Capítulo 2, examinando los procesos macro que influyen en el desarrollo agrícola y afectan la sostenibilidad. En el Capítulo 3, nos acercamos a las experiencias prácticas para examinar las potencialidades y las limitaciones involucradas en la intensificación de la producción agrícola, tanto en la agricultura de subsistencia como la de mercado. Las situaciones varían y, consecuentemente, LEISA tiene expresiones en una variedad de formas. No todos los enfoques para LEISA son necesariamente sostenibles, por lo que es importante monitorear y evaluar el impacto del desarrollo de la agricultura. A partir de estas experiencias y de los estudios de caso que pueden encontrarse en la tercera parte es evidente que lo que tiene que ser sostenido es el proceso de adaptación e innovación (Bunch y López 1994). Por lo tanto, en el Capítulo 5 regresamos a las metodologías participativas. Éstas apuntan al fortalecimiento y a facilitar la acción concertada para el uso sostenible de la tierra. Ellas reúnen las actuales experiencias con LEISA, considerando las acciones que deberían ser tomadas en el futuro y el papel que ILEIA debería jugar en este proceso. Esperamos que esta publicación contribuya al debate sobre LEISA, enriquezca el conocimiento profundo de la agricultura sostenible y estimule ulteriores acciones participativas y concertadas.

 

2. Procesos que causan cambios y afectan la sostenibilidad

En este capítulo examinaremos algunos de los macro procesos que influyen en el desarrollo agrícola autónomo conducido por el agricultor y que afectan la sostenibilidad. Conforme los agricultores se incorporan más estrechamente a los mercados nacionales e internacionales, se producen cambios radicales a nivel de la finca y de la comunidad. Estos afectan la capacidad y voluntad de los agricultores para cambiar sus prácticas agrícolas. En el análisis económico estos efectos generalmente son estudiados en términos de la producción y de los costos y beneficios financieros de los grupos involucrados más poderosos. Los efectos económicos sobre los agricultores marginales no siempre han sido bien analizados o “externalizados”. Como resultado, la marginación económica, social y cultural de importantes grupos de agricultores varones y mujeres, y la degradación del medio ambiente natural continúan sin ser reconocidas (Chambers 1983).

¿Por qué la agricultura continúa desarrollándose de manera insostenible? La respuesta se encuentra en el funcionamiento de estos macro procesos. Por lo tanto, es importante entender los factores que influyen en el desarrollo agrícola y determinar en qué dirección lo hacen, ya sea en sentido positivo o negativo. Sus impactos no son siempre los mismos para todos los pequeños agricultores. Tampoco, como se verá a partir de las situaciones específicas documentadas aquí, no todos argumentan desde la misma perspectiva.

El cambio hacia la agricultura de mercado
La introducción de las tecnologías de la Revolución Verde aceleró la transición hacia la agricultura de mercado, particularmente en partes de la India y del Sudeste Asiático, por ejemplo, donde las condiciones de producción eran buenas y alta la densidad de población. La transformación de las economías de subsistencia relativamente cerradas en economías de mercado abiertas mejoró el intercambio de productos con otros sectores de la economía. Este cambio ha sido acentuado por el fuerte desarrollo de los mercados urbanos (Cour 1998). Sin embargo, estos cambios han tenido un efecto negativo sobre las reservas y el flujo interno de productos a nivel de finca y sobre los factores de la producción, como el capital, la mano de obra, los nutrientes de plantas, los recursos genéticos y el conocimiento indígena.

Pérdida de la fertilidad del suelo
Cuando los productos agrícolas son vendidos en el mercado, los nutrientes de las plantas salen del predio. El reemplazo de estos nutrientes con los fertilizantes sintéticos con frecuencia es inadecuado y desbalanceado. Mientras se aplica nitrógeno y algunos fertilizantes de fosfato y potasio, la pérdida de micronutrientes queda sin compensar. Particularmente este es el caso cuando los agricultores no utilizan fertilizantes orgánicos, no tienen dinero, o cuando importantes nutrientes de las plantas se pierden debido a la erosión y lixiviación del suelo.

 En la medida que las distancias que separan a productores y consumidores se incrementan, hay menos reciclaje de desperdicios orgánicos. Los nutrientes de las plantas terminan con frecuencia como desperdicio orgánico en las ciudades, ríos y lagos. Los altos costos de procesamiento y transporte comprendidos en el reciclaje de los desechos orgánicos urbanos podrían significar que la agricultura permanezca parcialmente dependiente de los fertilizantes sintéticos. Muchos productores de agricultura de altos insumos externos (AAIE) retornan muy poca materia orgánica al suelo y esto no sólo afecta su fertilidad sino que también tiene un serio impacto en la salud de las plantas y su resistencia a la sequía. Esta situación es exacerbada por el hecho de que los fertilizantes sintéticos son casi siempre menos costosos que los orgánicos. A largo plazo, estos factores pueden llevar a una caída en la productividad, a la pobreza rural y a la contaminación del medio ambiente urbano. Más aún, ya no será posible cumplir con los criterios para la sostenibilidad propuestos en el Capítulo 1.

Pérdida de la diversidad genética
En el cambio hacia la agricultura de mercado, se pierde la rica diversidad genética mantenida por la agricultura de subsistencia tradicional. Grandes cantidades de razas locales están siendo reemplazadas por unas pocas variedades de alto rendimiento. Similares cambios ocurren cuando se introducen variedades exóticas altamente productivas. Estas variedades de alto rendimiento están todas estrechamente relacionadas y, debido a que tienen una base genética muy pequeña, son una amenaza para la estabilidad ecológica y económica de la agricultura.

Los productos elaborados con materiales naturales recolectados en el medio silvestre o con materiales cultivados están siendo reemplazados gradualmente por productos fabricados industrialmente. Esto contribuye no sólo a la pérdida de destrezas sino también a la pérdida del conocimiento sobre las propiedades y valores de los recursos locales como hierbas, pastos y ganado. En algunas áreas, sin embargo, la pobreza y las presiones de población han conducido a la sobre explotación de recursos naturales como los bosques y desechos orgánicos. Ambos procesos contribuyen a la pérdida de la vegetación natural y de la vida silvestre. Como resultado, la diversidad genética dentro y alrededor de las fincas está declinando rápidamente. En el medio rural los pobres, particularmente las mujeres, son afectados por la pérdida de la biodiversidad, frecuentemente ellos dependen de cultivos de subsistencia y de productos naturales para su alimentación, salud e ingresos.

Pérdida de la viabilidad económica
El cambio hacia la agricultura de mercado ha incrementado la dependencia de los agricultores del ingreso monetario para las necesidades familiares y de insumos externos. Los pequeños agricultores con frecuencia no tienen suficiente dinero efectivo para satisfacer sus necesidades. En la mayoría de los países tropicales, los precios de los productos industriales y de los insumos externos se elevan más rápidamente que los precios que los agricultores consiguen para sus productos. Una carga financiera adicional para muchos pequeños agricultores orientados al mercado son los costosos créditos que no sólo incrementan los costos de producción sino que también llevan al endeudamiento. Sin embargo, igualmente vulnerables son aquellos pequeños agricultores, muchos de los cuales son mujeres, sin acceso al crédito que ofrecido. En la economía de mercado actual, muchos agricultores son incapaces de ser competitivos y mantener el ritmo del crecimiento económico, resultando marginados (Recuadro 2.1). Si no hay otra fuente de ingreso disponible, pueden verse forzados a dejar la agricultura por las áreas urbanas con frecuencia mal equipadas para absorberlos.

 

Recuadro 2.1 Comercio libre y agricultura mexicana

 

La liberalización del comercio en México bajo el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (North American Free Trade Agreement – NAFTA) proporciona una ilustración chocante de las amenazas que encaran las vulnerables comunidades rurales. Bajo el NAFTA, las importaciones de maíz libres de impuestos provenientes de los Estados Unidos se han incrementado desde menos de 1 millón a 2,5 millones de toneladas. Son tanto como 2,5 millones de familias en México las que dependen de la producción de maíz y la mayoría de estos agricultores cultiva en laderas frágiles. Dos tercios del área de secano, 6 millones de hectáreas en total, son de maíz y los productores más pobres están concentrados allí. Cuatro millones de hectáreas de esta tierra de maíz ya no son competitivas bajo las condiciones de mercado abierto. Sólo el sector bajo riego a gran escala tiene expectativas para la supervivencia a largo plazo. Los agricultores de las laderas están siendo forzados a adoptar estrategias desesperadas de supervivencia, incluyendo la migración laboral. La escasez de mano de obra agrícola hace imposible que se mantengan los sistemas tradicionales de cultivos asociados y de terraceo, intensificando los problemas medioambientales (Watkins 1996).

Liberalización y globalización
La sostenibilidad de la agricultura puede ser evaluada en términos de los criterios LEISA mencionados en el Capítulo 1. Aparte de las dimensiones sociales y ecológicas de la sostenibilidad, LEISA debe ser competitiva también en comparación con otras opciones de producción para resultar de interés de los agricultores. Se piensa que los macro procesos de la globalización y liberalización, discutidos más adelante, son beneficiosos para los productores agrícolas debido a que generan “más mercados libres”, pero éstos crean problemas para los pequeños agricultores.

Liberalización
En línea con el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (General Agreement on Tariffs and Trade – GATT), se argumenta que haciendo uso de las ventajas comparativas y, por ejemplo, especializándose en cultivos comerciales que dan buena ganancia, los agricultores pueden maximizar su ingreso e incrementar su poder de consumo. A través de la eliminación de los subsidios y medidas proteccionistas que distorsionan la competencia, los mercados internacionales están siendo liberalizados. Se espera que el GATT brinde beneficios a los países comprometidos con el comercio agrícola mejorando la predicción y estabilidad de los mercados internacionales de bienes. También debería permitir que los precios agrícolas se eleven a través de la reducción de los subsidios para prevenir que los sobre-productores de la Unión Europea y de América del Norte exporten sus excedentes subsidiados. Algunos grupos de agricultores y consumidores inclusive se beneficiarán de esta liberalización del mercado. Sin embargo, para la mayoría de los pequeños agricultores tiene serias implicancias para sus sistemas de vida la tendencia a estimular la producción de cultivos de exportación, desregularizando los subsidios y concentrando la agricultura de exportación en regiones donde la producción es más eficiente en costos. Los productores a gran escala y las corporaciones transnacionales están en mejor posición para sacar ventaja de la liberalización y de los acuerdos del GATT.

La succión de la agroindustria

Ajuste estructural
Actualmente muchos países del Tercer Mundo, fuertemente endeudados, están atados a las condiciones de los programas de ajuste estructural. Las reducciones en los gastos gubernamentales, cortes de los servicios de extensión y el estímulo de la producción de exportación son aspectos típicos de estos programas. El ajuste estructural es sinónimo también de la reducción de los subsidios para agroquímicos o agua de riego, lo que ha llevado a un agudo incremento de precios en estos sectores. El ajuste estructural podría darles a los agricultores un incentivo para usar más eficientemente tanto los insumos externos como los recursos naturales locales. Aquellos que quieran encontrar formas más baratas para mantener la fertilidad del suelo y controlar el daño de las plagas, por ejemplo, deberían estár más alertas ante las ventajas de los fertilizantes orgánicos, de las variedades tradicionales y el manejo natural de plagas. En principio, esto favorecería el desarrollo hacia LEISA. Sin embargo, muchos pequeños agricultores no tienen acceso a cantidades suficientes de fertilizantes orgánicos o han perdido su conocimiento de la agricultura orgánica tradicional. Aquellos que producen cultivos comerciales como maní, algodón, arroz o papas y que no pueden abastecerse de fertilizantes sintéticos sin subsidio, se encuentran a sí mismos agotando la fertilidad del suelo en un esfuerzo por retener algún ingreso en efectivo. Estos agricultores, eventualmente, se encuentran a sí mismos atrapados en la degradación de la tierra y en la marginación económica (Recuadro 2.2).

 

Recuadro 2.2 Exportación y agricultura de subsistencia en la India

 

Shahji Sarwate es un agricultor que posee aproximadamente 30 acres en el sudeste semiárido de Maharashtra. Parte de la tierra de Sarwate es regada a través de un pozo tubular y aquí cultiva trigo, caña de azúcar y hortalizas. El resto de la tierra es utilizada para sembrar mijo durante la estación del monzón. El precio de los cultivos para el procesamiento y la exportación se ha elevado en años recientes, pero el precio pagado por el mijo se ha mantenido igual. Sarwate no es capaz de sacar ventaja del ajuste estructural de la India que conduce a la exportación, debido a que no tiene dinero para comprar fertilizantes. Las políticas recientemente liberalizadas en la India y los recortes en los subsidios a los fertilizantes ha llevado a agudas alzas de precios. Con el fin de evitar la dependencia en fertilizantes costosos, Sarwate ha optado por la agricultura orgánica. A pesar que las pruebas han sido muy exitosas, él no tiene suficientes animales domésticos para suministrar las cantidades de abono que necesita. En la actualidad, la familia subsiste a duras penas a partir de la parcela bajo riego. El hijo de Sarwate no tiene la intención de cultivar (Woodward 1995).

 

Involucrándose con la producción de exportación
La tendencia hacia la liberalización y la globalización apunta a crear un clima favorable para la producción de exportación. Para los pequeños agricultores, sin embargo, no es fácil ingresar al sector de exportación debido a que necesitan conexiones internacionales, conocimientos y destrezas, facilidades de procesamiento y capital. En los países que tienen una infraestructura económica relativamente favorable, tales como Tailandia, las Filipinas, India y Centroamérica, muchos pequeños agricultores están siendo contratados por los agronegocios para producir cultivos de exportación especializados como maíz bebé, jengibre, bananas y piña. Esto generalmente conlleva a que, a pesar de la poca decisión que ellos tienen sobre lo que van a cultivar, aún deben cargar sobre sus hombros con los riesgos de la producción. Se necesitan grandes cantidades de agroquímicos para producir cultivos de calidad de exportación y éstos están siendo usados con poca consideración de la salud individual o la condición de la tierra. Los precios que los pequeños agricultores reciben por sus productos son generalmente bajos y fluctúan impredeciblemente. Si la nueva producción de exportación y los mercados van a ser monopolizados por un pequeño número de corporaciones transnacionales, será difícil que la mayoría de los pequeños agricultores siga siendo competitiva. En la medida que estas corporaciones transnacionales son difíciles de controlar a través de las leyes nacionales, con frecuencia tienden a prácticas económicas injustas.

 

Recuadro 2.3
Los ARCDPI y el creciente control del mercado de semillas a través de las patentes

 

El acuerdo sobre los Aspectos Relacionados al Comercio de los Derechos de Propiedad Intelectual – ARCDPI (Trade Related Aspects of Intellectual Property Rights – TRIPs) fue firmado al final de la Ronda Uruguay del GATT en 1994. El acuerdo ARCDPI establece estándares uniformes, compulsivos, para la protección de la propiedad intelectual en todo el mundo a través de las patentes, derechos de autor y marcas registradas. Por el momento, se permite a los países excluir a las plantas y animales de las leyes de patentes. Sin embargo, todos los países deben garantizar los derechos de propiedad intelectual (IPRs, por sus siglas en inglés) a los “inventores” de microorganismos, procesos y productos microbiológicos, y variedades de plantas. Las variedades de plantas deben ser patentables o sujetas a “un efectivo sistema sui generis”. En principio, los países en desarrollo deben implementar esta provisión para el año 2000 y los países menos desarrollados deben hacerlo para el 2005.

¿Qué significa esto en la práctica? Hoy en día, ya existen más de 160 patentes biotecnológicas sobre arroz. La mayoría de estas patentes están en poder de compañías transnacionales de los Estados Unidos y Japón. Los 13 principales poseedores de patentes de arroz tienen justo más de la mitad de las patentes biotecnológicas que cubren los alimentos principales de Asia. Los agricultores que quieren comprar semillas mejoradas protegidas por los derechos de propiedad intelectual (DPI) deben pagar las regalías. Como existe un mercado potencialmente enorme para las semillas mejoradas patentadas, el arroz de ingeniería genética es una inversión atractiva. La experiencia muestra que el DPI aleja la investigación de las necesidades de la población y se centra en los resultados patentables y comercializables. También es probable que la investigación del sector público pongá menos énfasis en los enfoques biointensivos para los programas de Manejo Integrado de Plagas que proveen a los agricultores el conocimiento y las técnicas para producir sus propias variedades mejoradas (Pimbert 1998).

Los DPI también crean oportunidades para que las compañías internacionales adopten los recursos genéticos indígenas. Recientemente RiceTec, una compañía de Texas, obtuvo una patente del arroz Basmati (ligeramente modificado), una famosa variedad de arroz tradicional encontrada en la India y Pakistán. Los agricultores del pobre distrito nororiental de Tailandia están asustados de que ocurra lo mismo con su arroz Jasmine debido a que su calidad y sabor está atrayendo el interés internacional (BIOTHAI 1998).

Políticas, investigación e información agrícolas
La mayoría de los gobiernos de los países en desarrollo favorecen fuertemente el desarrollo del mercado y la agricultura orientada a la exportación, basada en la tecnología de la Revolución Verde. La reducción en los gastos de la investigación gubernamental en muchos países del mundo ha llevado, en años recientes, a que el sector privado asuma la investigación de la agricultura de altos insumos externos (HEIA). Las grandes corporaciones multinacionales son particularmente activas. A pesar que la necesidad de la agricultura sostenible es ahora ampliamente aceptada, la atención tiende a concentrarse en la creciente productividad y ganancias por el uso de tecnologías como la ingeniería genética. Este es un paso más en la manipulación de la naturaleza y el control de la producción y el comercio a través de grandes compañías (transnacionales) (Recuadro 2.3).

 

Recuadro 2.4
La cadena alimentaria oprimida por una
empresa de genes

 

Monsanto, la compañía multinacional que impulsa el desarrollo de organismos modificados genéticamente (OMG), está estrechando el control de la cadena alimentaria. Adquisiciones recientes le han hecho posible ganar una posición en cada estadío de la producción de alimentos, desde el agricultor al lugar del mercado. La compañía es propietaria de los genes patentados para desarrollar nuevas variedades de semillas resistentes a los herbicidas e insectos. También está invirtiendo fuertemente en “tecnología terminator”, que altera genéticamente a las semillas de tal manera que no germinarán si son resembradas. Desde los genes patentados hasta la red global de distribución de semillas, su influencia es ahora tan extensa que las agencias de ayuda tienen una preocupación expresa sobre su papel, en particular sus reclamos de ser capaces de resolver los problemas del hambre y de las pobres cosechas en el Tercer Mundo. Las compañías de biotecnología como Monsanto han sido ferozmente atacadas por los MP, minoristas y los grupos de presión sobre su desarrollo y la comercialización de los cultivos y alimentos genéticamente modificados (GM). Estas compañías alegan que no existe evidencia de falta de seguridad en los alimentos GM. También las semillas GM podrían producir mayores rendimientos sin necesidad de lotes de químicos que dañan el medio ambiente. Sin embargo, las agencias de ayuda argumentan que la pobre distribución de alimentos – y no alguna escasez absoluta – es el principal problema para alimentar a la población del Tercer Mundo. La mayoría de los pequeños agricultores no puede afrontar la compra del paquete de semilla GM que incluye herbicidas costosos y fertilizantes sintéticos. Ellos no pueden competir con los grandes productores que usan las semillas GM. Por lo tanto, bien podría ser que estas compañías multinacionales se conviertan en una amenaza para la seguridad alimentaria mundial (Jury 1998).

El comercio de semillas patentadas es una actividad particularmente lucrativa y tiene implicaciones de largo alcance para la biodiversidad y la cadena alimenticia (Recuadro 2.4). Las consecuencias de largo plazo de la modificación genética son oscuras todavía, pero experiencias recientes con alimentos producidos en masa han hecho que muchos consumidores con información y capacidad de elegir sean más cautos ante estos tipos de desarrollo irreversible. Está claro que la ingeniería genética tendrá un efecto sobre la diversidad genética, la calidad de los alimentos y la competitividad de los pequeños agricultores. Más aún, los medios de vida de muchos pequeños agricultores están en peligro. Al comer alimentos genéticamente modificados ¿Cuál será el efecto sobre los seres humanos? ¿Pueden ser enfrentados estos riesgos? ¿Debería limitarse, inicialmente, la ingeniería genética a ciertos tipos de modificaciones genéticas, como el incremento de la resistencia a plagas y enfermedades, que son conocidas y que tienen importantes efectos benéficos? ¿O debería evitarse la ingeniería genética a todo costo? Mientras este debate continúa todavía, la ingeniería genética sigue desarrollándose rápidamente.

Mientras tanto, la agricultura de subsistencia y orgánica, así como los cultivos, animales y productos indígenas reciben poca atención. La información y consejos agrícolas están fuertemente focalizados en la agricultura de altos insumos externos (HEIA), mientras que la información sobre alternativas a esta agricultura y sobre la agricultura de subsistencia está limitada y es difícil de conseguir. Esta es una seria restricción para el desarrollo de LEISA.

Crecimiento poblacional y urbanización
Conforme las oportunidades de ingreso están creciendo aceleradamente en las áreas urbanas, muchos agricultores marginados, incluyendo la juventud rural, están dejando la agricultura en busca de trabajo y de un futuro mejor. Las pobres condiciones de la agricultura con frecuencia están acompañadas por fuertes éxodos de mano de obra. Los estimados sugieren que el 50 por ciento de aquellos que viven en los trópicos eventualmente se establecerán en las áreas urbanas y peri-urbanas. La migración rural y la urbanización están influyendo profundamente sobre la agricultura. La agricultura extensiva y la disminución del trabajo agrícola son respuestas a la escasez de mano de obra (Recuadro 2.5). Cuando los hombres migran, la carga de trabajo de las mujeres puede incrementarse a niveles inaceptables. A pesar de realizar esfuerzos extra, las mujeres pueden no ser capaces de mantener la infraestructura ecológica de la finca. En condiciones agrícolas más favorables, se labran determinadas áreas. En estas áreas la intensificación, la especialización y la modernización serán relativamente fuertes. (Cour 1998; Snerch 1994).

 

Recuadro 2.5
Sin otra alternativa que dejar su tierra en barbecho

 

En nuestro estudio sobre aspectos socioeconómicos y de género en el uso sostenible de la tierra, hemos estudiado, entre otras cosas, los cambios en los patrones de uso de la tierra en los últimos veinte años en un pueblo del distrito de Mahabubnagar Andrha Pradesh, India. En este pueblo observamos que, entre diez a quince años atrás, la mayor parte de la tierra que había pertenecido al pueblo estaba bajo cultivos de secano. Ahora, cerca del 50 por ciento de la tierra permanece en barbecho; cerca del 30 por ciento está bajo un sistema de riego por bombeo y cerca del 20 por ciento aún es sembrada con cultivos de secano.
¿Por qué se han dado estos cambios? ¿Por qué tanta tierra se ha dejado en barbecho? ¿Y quién la dejó en barbecho? Encontramos que, principalmente, las familias con parcelas pequeñas y marginales que no tenían acceso al riego dejaron su tierra en barbecho. En estas familias, la mayoría de los hombres migraron por trabajo durante 6 meses o más cada año. La mayoría de las mujeres que se quedaron, encontraron más y más difícil producir algo en su propia tierra. Debido a las lluvias erráticas y a la degradación de su tierra, el cultivo de secano se ha convertido en una empresa más y más riesgosa. El regreso a sus labores se ha reducido y se ha vuelto más y más inseguro. Más aún, las mujeres enfrentan mayores restricciones: mientras que el acceso de los agricultores varones a la extensión agrícola, crédito e insumos es limitado; las mujeres están completamente privadas de éstos. Esto se da además del hecho que la extensión agrícola tiende a centrarse en la agricultura de riego con un alto nivel de insumos externos y no en la agricultura de secano con un bajo nivel de insumos. Así, muchas mujeres no tienen otra alternativa que dejar sus tierras en barbecho y convertirse en trabajadoras de parcelas bajo riego de otras personas (ICCO 1994).

Existen algunas áreas donde los agricultores están encarando la marginación y donde las grandes compañías están comprando tierras muy baratas. En la India y Tailandia, por ejemplo, las plantaciones de teca y orquídeas en árboles frutales se están desarrollando en lo que una vez fueron pequeñas propiedades (Fatimson y Keshav Rao 1996). Una vez que los propietarios de las plantaciones o las compañías ganaderas se mudaron allí, aquellos que vendieron sus tierras se quedaron sin nada que amortigüe la recesión y el desempleo.

Este alejamiento de la agricultura hacia otras actividades económicas es referido como una “transformación económica estructural”. En algunos países económicamente exitosos del Sudeste Asiático se ha alcanzado el punto de quiebre y el número de personas activas en agricultura ha comenzado a declinar. En los países más pobres, la población rural aún está creciendo y la presión sobre la tierra continúa en aumento. En Occidente, donde la industrialización y la urbanización están mucho más avanzadas, el número de personas comprometidas con la agricultura ha caído abruptamente en las décadas recientes. En los Países Bajos, por ejemplo, los agricultores representan menos del 3 por ciento de la población trabajadora y su número sigue decreciendo. Cuando el número de personas comprometidas con la agricultura declina, se hace posible incrementar el tamaño de la finca y luego esto aumenta la mecanización y la intensificación.

Calentamiento global

Muchos factores están asociados con el calentamiento global. Éstos incluyen la urbanización, el crecimiento de sistemas económicos basados en energía fósil, la deforestación, la tendencia a cultivar extensas áreas de tierra, el incendio de bosques tropicales, la expansión de la producción intensiva de arroz en cáscara y aquellas prácticas que reducen la cantidad de materia orgánica en el suelo. A pesar que aún no se entiende bien este impacto, se ha sugerido que el calentamiento global está desestabilizando y cambiando el clima global. Si este es el caso tendrá consecuencias de gran alcance para la agricultura. Los incrementos en los niveles del dióxido de carbono pueden significar ligeros incrementos en la producción agrícola. Los patrones de precipitación cambiarán dramáticamente, con algunas regiones que reciban más y otras mucho menos de lo que reciben actualmente. El riesgo de inundaciones, sequías y tormentas se está incrementando, como lo ilustran fenómenos como “El Niño”. Se espera que el calentamiento global cause una elevación significativa del nivel del mar. Esto tendría consecuencias desastrosas para los países con zonas costeras densamente pobladas, como Bangladesh y los Países Bajos. La desestabilización del clima en algunas regiones será más severa que en otras. Donde esto se dé en condiciones menos predecibles, la agricultura se volverá más propensa al riesgo. Los agricultores confrontados con tal variabilidad tendrán que adaptar sus prácticas agrícolas y diversificar sus estrategias de sustento. Si este proceso es muy lento, muchos agricultores y su medio ambiente natural serán seriamente afectados.

Cambiando las visiones del mundo
Los procesos a los que nos hemos referido anteriormente han sido conducidos y reforzados por los cambios en las visiones del mundo y los valores que ellas comprenden. Esto ha tenido efectos de gran alcance sobre la manera en que se practica la agricultura y sobre su sostenibilidad. Las economías indígenas estuvieron basadas con frecuencia en el intercambio de una amplia variedad de bienes y servicios, y mucho de este intercambio tuvo una dimensión social y espiritual (Vel 1994). En las cosmovisiones tradicionales existe una fuerte integración de lo espiritual, lo socioeconómico y lo biofísico (Recuadro 2.6). Esto puede verse en un ejemplo tomado de las Filipinas. Los Mangyan de Mindoro ven la tierra como “una bendición y un regalo de Dios. Es sagrada y constituye la fuente de vida de las personas. La tierra es el símbolo de una identidad enraizada en la historia, es una herencia ancestral y debe ser defendida y preservada para las generaciones futuras”(Nayahangan 1993).

 

Recuadro 2.6 Aprendiendo
las lecciones sobre las cosmovisiones indígenas

 

En abril de 1996, los socios de COMPAS, una plataforma para el diálogo intercultural sobre la “cosmovisión” y la “agri-cultura”, se reunieron en la ciudad boliviana de Cochabamba en los Andes. Intercambiaron experiencias y cosmovisiones y agricultura tradicional documentadas. Los socios confirmaron que las culturas, el conocimiento y las cosmovisiones indígenas estaban siendo erosionadas en todos los países. Al mismo tiempo, sin embargo, a pesar de la aparente aceptación de otras tecnologías, creencias y valores más dominantes, persistía el corazón de una cultura indígena debajo de la superficie y era rica en conocimiento indígena sobre el uso de recursos naturales.

Los socios de COMPAS concluyeron que existen muchas similitudes en las cosmovisiones de las comunidades agrícolas indígenas y que ellas están basadas en conceptos holísticos. La realidad en la que se da la agricultura está en armonía con el mundo físico, el mundo humano y el mundo espiritual. Se visualiza que la humanidad, el mundo espiritual y la naturaleza tienen una relación recíproca. Si la Naturaleza no es bien tratada, ella reaccionará con plagas, sequías y malas cosechas. Si los espíritus son respetados, ellos asegurarán que la vida es amable para todas las criaturas vivientes. La gente, por lo tanto, ve a la agricultura no sólo como una actividad en el mundo natural, sino también como una actividad en el mundo espiritual. Muchas actividades de desarrollo y sistemas convencionales de educación e investigación niegan o rechazan la importancia de la cosmovisión, la cultura y el conocimiento indígena.

No existe razón para caer en el romanticismo de las cosmovisiones indígenas. Ellas no siempre tienen las respuestas a los problemas y no pueden prevenir la degradación ecológica o las fricciones sociales. Sin embargo, para que las organizaciones de desarrollo sean efectivas, ellas deberían participar en el desarrollo endógeno de las comunidades locales. Esto significa el desarrollo desde dentro de la propia cosmovisión de la comunidad y del sistema indígena del uso de la tierra para dialogar con el mundo exterior (Haverkort & Hiemstra 1998).

Las ceremonias religiosas, rituales y tabúes protegen la seguridad de la comunidad. El mundo espiritual tiene una función crucial en la regulación de las relaciones de los agricultores con la naturaleza y los recursos comunales y, por ende, de la sostenibilidad de la manera en que se usa la tierra.

La expansión de una nueva cultura dominante
En este siglo la cultura consumidora, creada por una economía de mercado globalizante, ha penetrado a todas partes. Los medios de comunicación masivos y los sistemas de educación, predominantemente urbanos en su focalización, han afectado las visiones y valores del mundo a una escala sin precedentes. Se han creado nuevas expectativas y la economía de mercado se presenta como la manera en que deben ser cumplidas estas promesas. En esta nueva cultura la naturaleza es desmitificada y vista como un recurso libre. Lo económico y lo espiritual están separados y el individualismo, expresado en el materialismo, es alentado a todos los niveles. La presión y la tentación a ser parte de esta cultura está cambiando la vida económica, social y cultural en todo el mundo. Se introduce profundamente en el pensamiento de la población indígena y de los agricultores tradicionales, y afecta la manera en que ellos practican la “agri-cultura”.

Una economía de libre mercado asegura que los bienes producidos por la industria sean fácilmente disponibles. Los costos externalizados de tal producción están ocultos y son grandes. Estos deben calcularse en términos de los efectos negativos sobre el medio ambiente, la cohesión social y las culturas indígenas. A pesar de que, en general, la prosperidad material está aumentando, unos 700 millones de personas permanecen al margen del desarrollo económico, en el tránsito entre lo rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno, y lo local y lo global. Persiguiendo el “progreso” ellos pierden su pasado y su futuro (Norberg-Hodge 1996).

Pérdida del conocimiento indígena
Los protagonistas de la moderna agricultura de mercado tienen poco interés en entender la “agri-cultura” tradicional y el conocimiento indígena. Muchos profesionales y científicos del desarrollo han perdido contacto con la realidad que encara la mayoría de los pequeños agricultores y se han vuelto ajenos a cualquier sentimiento de responsabilidad por la sostenibilidad ecológica y cultural de la agricultura.

En muchos lugares, la “agri-cultura” tradicional también ha perdido su “estatus” entre los agricultores y particularmente dentro de la generación joven. El conocimiento indígena ya no es transferido de los ancianos a los jóvenes. Las “agri-culturas” tradicionales, como sistemas de conocimiento construidos a través de los siglos, se están yendo junto con la memoria de los ancianos. El conocimiento holístico y la sabiduría que incorpora el mundo espiritual y lo une a las realidades físicas de la vida cotidiana, también se están yendo. El conocimiento indígena y las variedades y razas locales se están convirtiendo en parte de esta herencia perdida. Las diversidades ecológica, genética y cultural son mutuamente dependientes. En la agricultura tradicional estas diversidades están en la base de la sostenibilidad ecológica.

Pérdida de responsabilidad
Tradicionalmente el manejo de la tierra fue un asunto comunal en manos del pueblo, del consejo o del jefe del clan. Ellos mediaban su asignación y determinaban la manera en que debería usarse. En nuestro siglo, la tenencia de la tierra colectiva ha sido transferida gradualmente a los individuos y gobiernos. En todas partes el Estado ha tratado de controlar el manejo de los recursos naturales y la manera en que se usa la tierra a través del ordenamiento de la tierra y la legislación forestal. La mayoría de las administraciones, sin embargo, no tienen ni la capacidad física ni la capacidad logística para asumir el papel de promotores y administradores del capital medioambiental. Las estructuras organizativas, basadas en sectores y departamentos, bloquean el enfoque holístico del manejo del medio ambiente. Ellas también agravan el vacío creado por la incapacidad de los gobiernos para ejercer control sobre el manejo de los recursos naturales y el declinante poder de las autoridades tradicionales del pueblo (Leener y Perier 1989).

La erosión de las leyes consuetudinarias y tradiciones tiene una consecuencia particular para los pobres del agro. Cuando los pequeños agricultores viran hacia el cultivo comercial, los recursos naturales adquieren un nuevo valor económico. El acceso comunal a los pastizales, al agua y a la leña comunales por ejemplo, se transforma en un acceso regulado por los derechos de propiedad individual. El pobre rural se convierte en la principal víctima de esta estratificación social. El establecimiento de linderos a lo comunal tiene su correlato en la creciente influencia ejercida por las corporaciones internacionales sobre el conocimiento indígena y la manera en que se usan los recursos naturales (Recuadro 2.7). Los intereses económicos y políticos de corto plazo, incluyendo la corrupción dentro y fuera de la administración civil, son factores que frecuentemente entran en conflicto con la conservación y la explotación justa de los recursos naturales.

 

Recuadro 2.7 Cercando lo Común

 

La equidad se construye en el marco de los derechos de usufructo, ya que la propiedad está basada en la reciprocidad del trabajo. Los pobres han sobrevivido en la India a pesar de carece del capital, debido a que tenían garantizado el acceso a la base de recursos necesarios para su subsistencia: pastizales, agua y biodiversidad comunales. La sostenibilidad y la justicia se construyen en marco de los derechos de usufructo, dado que existen límites físicos para la cantidad de trabajo que cada uno puede realizar. La inequidad se construye dentro del concepto de la propiedad privada basada en la posesión de capital, dado que no existen límites en la cantidad de capital que se puede poseer, controlar e invertir. No sólo son sistemas jurídicos basados en un usufructo más equitativo, son también más sostenibles porque el usufructo implica que los recursos son reservados como herencia para las futuras generaciones. No es posible, por lo tanto, explotar los derechos de las futuras generaciones a cambio de beneficios de corto plazo. A medida que el estado-nación se desarrolló, lo común fue cercado socavándonse así el poder de la comunidad. El agua y los bosques fueron alienados de la propiedad comunal, convirtiéndose en propiedad del Estado. Para muchos, el resultado de las delimitaciones estatales y la separación de su base de recursos significó pobreza, destrucción ecológica, inequidad, desintegración social y debilitamiento político. En la presente era de “globalización”, lo común está siendo delimitado aún más y el poder de las comunidades está siendo socavado por un cerco corporativo, en el cual la vida misma se convierte en propiedad privada de las corporaciones (Shiva et al 1997).

En la mayoría de las comunidades rurales existen inequidades en las relaciones de género, por ejemplo, con relación a la propiedad, toma de decisiones, carga de trabajo, roles sociales, hábitos de alimentación, salud y matrimonio. Los macro procesos antes mencionados frecuentemente agravan estas inequidades y minan los derechos y responsabilidades de las mujeres en la agricultura. En condiciones marginales y de degradación, esto contribuye a la desestabilización de la vida familiar y social. Tanto las familias como las comunidades del pueblo se anquilosan. La equidad de géneros es un aspecto crítico en la conservación y regeneración de los recursos y en la agricultura sostenible.

La pérdida de confianza en el conocimiento indígena, la pérdida de los derechos e instituciones indígenas, la incorporación a la economía de mercado y la pobreza significan que muchos agricultores han perdido el control del manejo de sus recursos naturales. Ellos no son consultados y tienen poco poder de decisión. Ellos ya no pueden tener la responsabilidad del uso ecológicamente sostenible de la tierra.

Desarrollo de la agricultura conducido por el agricultor
Los macro procesos antes mencionados están cambiando las condiciones en las cuales se da la agricultura y han provocado respuestas de aquellos agricultores que quieren mejorar activamente su situación. Como cada caso es único en su combinación de condiciones, procesos, actores y desarrollos históricos, las respuestas de los agricultores varían notoriamente (Raynaut 1998). Estas respuestas tienen efectos tanto positivos como negativos sobre el desempeño económico, ecológico y social de la agricultura. Ellas también pueden provocar nuevas adaptaciones (Recuadro 2.8)

Los facilitadores del desarrollo agrícola deben tomar en cuenta tanto los macro procesos como las respuestas de los agricultores. Juntos determinan la dirección del desarrollo agrícola. También determinan las intervenciones que son necesarias e indican si es factible guiar el desarrollo agrícola en una dirección más sostenible. Las adaptaciones técnicas solas pueden ser inadecuadas para incrementar la sostenibilidad agrícola y pueden no ser factibles debido a que los macro procesos crean situaciones desfavorables para el desarrollo.

La sostenibilidad agrícola depende en gran medida de los que elaboran las políticas, los educadores, los investigadores, los banqueros, los empresarios agrarios y los consumidores, que están preparados para trabajar concertadamente para influir en la dirección del cambio, en interés de la sostenibilidad agrícola. Una mejor y más participativa evaluación de los macro procesos ayudará a estimular el momento del cambio y la efectividad de la acción.

 

Recuadro 2.8 Agricultura en el Sahel: cambio significativo y
variado

 

Por muchos años el uso de la tierra en el Sahel del África Occidental ha sido considerado en crisis permanente. La investigación reciente, incluyendo el Estudio del África Occidental en una Perspectiva de Largo Plazo (West Africa Long Term Perspective Study, Cour 1998), exige que afinemos este punto de vista. Una observación de cerca de los hechos demuestra que el Sahel, lejos de estar estancado, está pasando por cambios profundos. Este es el resultado directo del crecimiento de la población y de la incorporación de la región al mercado mundial, factores que han alterado radicalmente los sistemas de producción agrícola del África Occidental. A pesar que la producción está dirigida principalmente al autoconsumo, la mayoría de las fincas están involucradas en la producción de mercado. La proporción valor agregado de la finca que es llevada al mercado, se ha elevado, en los últimos treinta años, del 20 al 40 por ciento del producto total. La mayor parte de esto se suministra al mercado regional. Con la excepción de los años de sequía, la producción de alimentos casi ha mantenido el ritmo con la demanda del consumidor a pesar del rápido crecimiento poblacional y del desarrollo urbano.

Desde mediados de los sesenta, tanto los gobiernos como las agencias de desarrollo en el Sahel han creído que el cambio agrícola – y especialmente la intensificación – debería ser impulsado a través de una inversión masiva en proyectos integrales, proyectos de irrigación y proyectos de “tierra nueva”, implementados en el contexto de políticas apropiadas. Actualmente, a pesar que todavía se acepta el rol de lo financiero, lo técnico y lo político, se está tomando más en cuenta la complejidad de las áreas rurales. Es claro que el comportamiento y razonamiento de los agricultores con frecuencia han sido subestimados. Esto necesita ser examinado cuidadosamente con el fin de descubrir lo que se puede y lo que no se puede hacer. El mensaje ha calado a nivel local, donde los repetidos fracasos de las acciones “de arriba hacia abajo” han llevado a poner mayor énfasis en el manejo de los recursos naturales a nivel local. En este enfoque la población local tiene un papel principal en el diseño e implementación de las operaciones de desarrollo que les concierne. (Ver, por ejemplo, Laban 1994 para el enfoque Gestion des Terroirs Villageois).

Ahora se reconoce que la geografía, la distribución y la densidad de la población humana, la emergencia de mercados que posibilitan la especialización, la diversificación de cultivos y tareas, e inclusive las tendencias en los mercados mundiales, son los principales determinantes del cambio agrícola de largo plazo. Lo hecho en el pasado sólo puede ser evaluado apropiadamente si se contrasta con este panorama cambiante. Desde esta perspectiva, podemos ver que la agricultura en el Sahel está, efectivamente, cambiando. En algunas áreas y para algunas actividades, hasta podemos hablar de una silenciosa revolución agrícola (Cour 1998).

 

3. ¿Es la intensificación agrícola ecológicamente sostenible?

Los suministros mundiales de alimentos están bajo presión. El acelerado crecimiento de la población significa que se necesita medidas urgentes para asegurar la producción actual, garantizar la distribución efectiva de las materias primas de alimentos e incrementar los suministros futuros. Sin embargo, la agricultura sostenible depende de parar la degradación ecológica y de la mejora de la calidad de la base de los recursos naturales. La producción de alimentos puede ser incrementada ampliando la tierra cultivable, intensificando la productividad agrícola o incrementando la cantidad de cultivos alimenticios con relación a la producción agrícola total. Sin embargo, la mayoría de tierras con potencial agrícola está en uso y la mayor parte de los pequeños agricultores, sean de subsistencia u orientados al mercado, ya se están concentrando en los cultivos alimenticios. Por lo tanto, para incrementar la seguridad alimentaria es necesario intensificar la producción de alimentos. Este capítulo trata de la alternativa de la intensificación ecológicamente sostenible, viable para los pequeños agricultores orientados al mercado.

La intensificación en la agricultura de altos insumos
Las estrategias HEIA incluyen la aplicación de fertilizantes sintéticos, el uso de insumos externos de nutrientes para incrementar la fertilidad del suelo, la fumigación con pesticidas y herbicidas, y la plantación de variedades de alto rendimiento. También son típicos de la agricultura de alto insumo, el monocultivo de especies de gran valor comercial, el riego por bombeo, la mecanización motorizada y la especialización extensiva en lugar de la diversificación. Con el tiempo, como hemos visto en el Capítulo 2, las estrategias HEIA con frecuencia crean problemas ecológicos que hacen difícil seguir con la intensificación y causan la declinación de los rendimientos. Sin embargo, sería posible reducir los problemas y el gasto si los insumos externos fueran usados eficientemente o complementados a través del Manejo Integrado de Plagas o el Manejo Integrado de Nutrientes.

HEIA no siempre es una opción apropiada. Más aún, la eficiencia de los fertilizantes sintéticos aplicados a la tierra degradada por la erosión del suelo y el abuso de HEIA, con frecuencia ha sido muy baja para que sea considerada beneficiosa. Donde los agricultores trabajan en condiciones complejas, diversas, de propensión al riesgo y con frecuencia de aislamiento, la tecnología HEIA es una opción inviable o no realista. Los agricultores de subsistencia no se apoyan en costosas estrategias HEIA, sino que usan su conocimiento de prácticas indígenas de intensificación para asegurar sus cosechas. Más adelante, se identifican estas estrategias indígenas, junto con enfoques integrales más recientes y se exploran sus limitaciones y potenciales en el contexto de la intensificación agrícola y la seguridad alimentaria local. Mientras que algunos de estos enfoques, indígenas e integrados, si bien pueden no coincidir necesariamente con los conceptos LEISA, sí pueden contener lecciones utilizables, más adelante, en el desarrollo de LEISA.

Intensificación indígena
A través de los siglos, los agricultores han aprendido a incrementar la producción y asegurar su sustento, primero, haciendo un mejor uso de los procesos naturales y, luego, manejando conscientemente estos procesos. En muchas comunidades esto ha significado un cambio desde las prácticas extensivas a aquellas que conservan el trabajo, la tierra y los recursos naturales, y son intensivas en conocimiento. Un ejemplo es el cambio de la quema de la vegetación de barbecho a los sistemas que buscan reproducir la fertilidad del suelo a través de la intensificación del uso de las tierras en descanso con el empleo de leguminosas y agroforestería, así como facilitando la transferencia de nutrientes a través de la integración del ganado y el reciclaje y elaboración de compost con desechos orgánicos (Netting 1993).

Los agricultores de subsistencia están obligados a adoptar un enfoque que maximice la variedad de bienes que producen para sus recurrentes necesidades familiares. Este es un importante objetivo agrícola y una razón del porqué ellos son capaces de mantener un grado relativamente alto de autosuficiencia. Las estrategias de multiuso permiten que los agricultores manejen diferentes unidades geográficas de variados componentes bióticos físicos. En contraste con las actuales iniciativas de modernización rural, tradicionalmente los agricultores han rechazado la especialización en las actividades, el espacio y el tiempo productivos.

La agricultura le hace demandas al medio ambiente. Si esta presión no es bien manejada y los agricultores no permiten que la naturaleza se dé el tiempo para recuperarse o son incapaces de abastecer los insumos necesarios para complementar el proceso de regeneración, habrá degradación ecológica. En los sistemas de subsistencia, el barbecho es un ejemplo de cómo los agricultores han aprendido a ir más allá, tomando de la naturaleza los mismos procesos naturales para manejarla. Los agricultores de subsistencia combinan las prácticas, intensivas en conocimiento, con la conservación de recursos y con frecuencia son muy diestros en hacer un uso óptimo de los procesos naturales y la diversidad ecológica (Recuadro 3.1 y Recuadro 3.3).

 

Recuadro 3.1 Más gente, menos erosión en Machakos, Kenia

 

En 1930, los habitantes del distrito de Machakos en Kenia, población akamba, eran aproximadamente 250.000. La crianza extensiva de ganado se combinaba con la rotación de cultivos en pequeñas parcelas de maíz y de otros cultivos alimenticios con labranza manual. Sequías frecuentes e impredecibles arruinaron la producción de alimentos y dañaron las tierras ya intensamente pastoreadas. Mucho bosque natural había sido eliminado y reemplazado por arbustos dispersos y pastizales. Los rendimientos de la finca eran bajos y con miras a seguir cayendo, los nutrientes del suelo estaban agotados, el suelo superficial estaba erosionado y se consideraba que el número de cabezas de ganado estaba muy por encima de la capacidad de carga. El punto de vista oficial era que el sistema agrícola no era sostenible, si es que no estaba ya en una declinación terminal.

En 1990, la población del distrito de Machakos se había incrementado seis veces, a casi cerca 1.500.000 personas. A pesar que el distrito había duplicado su tamaño en forma brusca, con el acceso a tierras no habitadas de la corona británica, la densidad de la población se incrementó de menos de 80 habitantes por km2 en las áreas mas húmedas, en 1932, a casi cerca de 400 por km2 en 1989; y, de aproximadamente 50 por km2 en las áreas mas áridas, a casi cerca de 150 por km2.

La producción agraria (cultivos alimenticios y comerciales, hortalizas y ganado) se incremento de menos de 0,4 toneladas per capita, en 1932, a cerca de 1,2 per capita, en 1989; y, de 10 a 110 por km2 en el mismo periodo. Los cultivos comerciales solo muy esporádicamente han ocupado un 15% del área cultivada, en la medida que hay la necesidad de mantener la mayor parte de la tierra con cultivos alimenticios para evitar comprarlos a altos precios en las épocas malas. No obstante, debido a sus altos valores unitarios, los cultivos comerciales son de vital importancia como generadores de ingreso. La suficiencia alimentaria del distrito ha mejorado sustancialmente, porque algunas familias compran y otras venden. El estándar de vida también ha mejorado a través de un ingreso en efectivo más alto. Una parte creciente del ingreso en efectivo proviene de actividades no agrícolas. En 198182, solo el 50% del ingreso rural de Machakos provenía de la agricultura. Pero el ingreso no agrícola tuvo un origen más local que en la década de 1950, cuando la mayoría de los hombres que necesitaban trabajo tenia que salir del distrito y enviar parte de sus salarios a casa.

De 1960 a 1990, las estructuras de conservación del agua y del suelo se extendieron, a casi el 100% de la tierra cultivable del distrito a excepción de las áreas más planas y con menor densidad de población. A partir de 1990 también se comenzaron a manejar más cuidadosamente las tierras de pastoreo. La plantación y protección de árboles en las pequeñas propiedades se convirtió en una práctica universal. Las mediciones mostraron que las densidades de árboles eran más altas en las propiedades más pequeñas. El sistema agrícola era mas sostenible de lo que era hace treinta anos.

Los akamba siguen una estrategia de inversión normal, arriesgando primero en las cosas que ellos perciben les proporciona el mayor beneficio y, luego, en aquellas que les dan un menor beneficio. Ellos notaron que la inversión en educación les daba un alto retorno, dando posibilidad a los jóvenes para conseguir buenos trabajos. Se esperaba que los jóvenes utilizaran parte de sus salarios en ayudar a sus padres y para realizar inversiones en las empresas de la familia. La segunda inversión con frecuencia era en una empresa no agrícola, como una tienda o un vehiculo de transporte. La tercera inversión generalmente ha sido en el mejoramiento de la tierra cultivable y en el cercado de las tierras de pastoreo. La cuarta, que es mas reciente, comprende otras medidas para mejorar los pastizales, que rinde menos que la tierra cultivable. Conforme la población aumentaba, mas tierra de pastoreo se ha convertido en matorral, aplicándose métodos más intensivos para alimentación del ganado, usando rastrojos y cultivos forrajeros.

Algunas de las nuevas tecnologías requeridas y el conocimiento de nuevos mercados han llegado a través de la investigación y extensión oficial, en particular acerca de una variedad de maíz resistente a la sequía (que ahora usan los agricultores, con frecuencia en combinación con otras variedades propias), también sobre métodos para combatir la enfermedad del grano de café, cooperativas y estructuras de mercadeo del café, medidas de sanidad del ganado y algunos árboles y pastos forrajeros. Otras innovaciones han llegado a través de las propias experimentaciones y observaciones que los agricultores han hecho durante sus viajes fuera del distrito de Machakos. El servicio extranjero durante la Segunda Guerra Mundial parece haber sido una Puente particularmente fructífera, de nuevas ideas, pero otras han llegado a partir de viajes dentro de Kenia en busca de trabajo o comercio. Otras han sido introducidas por comerciantes, principalmente por dos fabricas conserveras y por aquellos que comercializan hortalizas para la exportación. Otras ideas han llegado de familiares con educación y de ONG con frecuencia vinculadas a la iglesia.

Machakos tiene ciertas ventajas, incluyendo su proximidad a Nairobi y Mombasa. Kenia, en conjunto, tiene muchas ventajas que compensan el hecho de que Machakos también tiene desventajas importantes, incluyendo una baja y variable precipitación, así como una pobre fertilidad promedio del suelo.

Adaptado de:
Tiffen, M. Mortimore, M. y Gichuki, F. More people less erosion: environmental recovery in Kenya. Chichester, UK: John Wiley & Sons

La hipótesis de Boserup de que estas medidas de intensificación indígena elevan la productividad de la tierra y mantienen la producción ha sido confirmada por muchos autores (Boserup 1965; Ruttan y Hayami, 1984; Tiffen et al 1994 (a); Meertens et al 1995; Netting 1993; Mortimore 1993; Mortimore y Turner 1993; Turner et al 1993; Fairhead & Leach 1996; Harris 1995; Wiggens 1995; Jiggens et al 1996). Sus estudios muestran que las estrategias de intensificación indígena que hacen poco uso de los insumos modernos todavía son ampliamente utilizadas y son efectivas para la sostenibilidad de la producción y protección de la base de los recursos naturales. El caso de Machakos (Tercera parte) brinda un ejemplo, mostrando las condiciones socioeconómicas bajo las cuales se puede dar la intensificación indígena. En la tercera parte de este libro, otros estudios de caso de Burkina Faso y América Central ilustran cómo los procesos de intensificación agrícola basados en el conocimiento indígena de tecnologías de bajos insumos externos funcionan en la práctica y pueden ser utilizados en el desarrollo de LEISA.

Sin embargo la intensificación indígena también puede significar que los agricultores tengan que trabajar más tiempo y más duramente, mientras que los incrementos del rendimiento se hacen más y más pequeños (Boserup 1965). A pesar de que éste no siempre es el caso, muestra el papel crítico que juega la mano de obra en la intensificación. Las técnicas con gran demanda de mano de obra, tal como la elaboración de compost, sólo pueden ser adecuadas en la agricultura intensiva, y la mecanización apropiada puede necesitarse si las técnicas de conservación de recursos, como los cultivos de cobertura (Recuadro 5.1) tienen que incorporarse en los sistemas agrícolas existentes.

Muchos autores advierten que existen señales que un creciente número de pequeños agricultores, a pesar de sus esfuerzos, están siendo atrapados en un círculo vicioso de pobreza y degradación ecológica e ingresando a un ciclo de bajo insumo – bajo rendimiento- bajo ingreso, del cual es difícil escapar sin inversiones externas. Es importante entender por qué los agricultores se enredan en esta espiral descendente y por qué ellos no invierten o no pueden invertir en una intensificación ecológicamente sostenible.

La intensificación agrícola es un proceso complejo. A través del tiempo, las innovaciones técnicas han sido complementadas con la evolución de instituciones sociales de apoyo. Geertz (1963), en su estudio de 400 años de cultivo de arroz en Indonesia, encontró que conforme el sistema se desarrollaba desde modos de agricultura menos intensiva, la productividad se incrementaba a través de la construcción de diques, terrazas y canales de irrigación. Se manejaron malezas y nutrientes y, conforme la tecnología de riego se desarrollaba, emergieron instituciones adecuadas para la propiedad comunal y la acción colectiva. Se estableció la toma de decisiones y el manejo de recursos de manera colectiva debido a que el mantenimiento del trabajo de riego y la seguridad de la producción de alimentos dependía de la cooperación de todos los participantes. La evolución técnica e institucional sólo podría darse si estuviera en armonía con una evolución cultural que reflejase la visión del mundo, la espiritualidad y el conocimiento indígena (Gadgil y Guha 1992), y si los agricultores fuesen conscientes de la necesidad y posibilidad de invertir en el uso intensivo de la tierra. Muchos factores pueden impedir el complejo proceso de co-evolución.

Las rutas históricas tomadas en la intensificación del uso de la tierra están moldeadas por muchas variables, y cada cual es única. Estudios recientes sobre la intensificación indígena por Fairhead y Leach (1996) en Guinea Conakry (Recuadro 3.1), por los miembros de la Red sobre el Manejo Indígena del Barbecho en el Sudeste Asiático (Network on Indigenous Fallow Management in Southeast Asia) iniciados por ICRAF (Cairns 1997), y por los científicos de CATIE/IFPRI/Banco Mundial (Scherr y Current 1997), han arribado a importantes conclusiones sobre el potencial de las estrategias (indígenas) de agro-forestería para la intensificación y sobre la manera en que tales estrategias frecuentemente son “mal interpretadas” por los científicos. Las estrategias construidas sobre los procesos naturales de sucesión, reciclaje, bombeo de nutrientes, fijación de nitrógeno, movilización de fosfato y diversidad ecológica (Recuadro 3.3) pueden, por ejemplo, ser usadas para reemplazar los “sistemas de roza y quema” más extensivos y para regenerar la tierra degradada, perdida por el monocultivo y los agroquímicos. Se necesita más investigación para documentar y entender mejor las estrategias de intensificación agrícola y la manera en que éstas se adecúan a las diferentes y cambiantes condiciones ecológicas, demográficas, económicas y culturales.

 

Recuadro 3.2 Estrategias indígenas de agroforestería:
potencial para la intensificación

 

Kissidougou en Guinea Conakry ejemplifica el retaceado paisaje de mosaico de la zona de transición de sabana a bosque del África Occidental, con su fuerte contraste de “islas” densas de bosque semi-deciduo, que rodean los pueblos y la sabana. Ha sido posible documentar con razonable certeza el curso del cambio de la vegetación durante este siglo usando evidencia oral y archivos de los períodos tempranos. Mientras han habido cambios en la calidad de la vegetación del bosque semi-deciduo tropical que rodea los pueblos de Kissidougou, no puede argumentarse que los parches de bosque se han hecho más pequeños en el curso de este siglo. Por el contrario, el área cubierta por bosques alrededor de las aldeas, el área de barbecho del bosque secundario de la sabana y la densidad de la cobertura de árboles en ellas parecen haberse incrementado desde comienzos de siglo. Sorprendentemente, durante este mismo período los ecologistas coloniales, nacionales y modernos, así como los que elaboran las políticas han considerado que el bosque de Kissidougou está desapareciendo rápidamente debido al destructivo manejo local de los recursos. Leyendo los antecedentes históricos del bosque, se crearon leyes represivas para “revertir” esta tendencia, restringiendo así, más que posibilitando, las prácticas locales que realmente estaban ampliando la cobertura del bosque.

En esta región, los procesos ecológicos que incluyen el aire y el agua (clima), suelo y fuego crean condiciones marginales para los bosques, dejando con frecuencia un precario balance entre la regeneración del bosque y la sabana pirogénica. El caso de Kissidougou sugiere que el manejo de estos procesos por la población puede revertir ese balance, de lo cual son muy conscientes los pobladores, y son capaces de dirigir activamente los procesos ecológicos para lograr una mayor proporción de vegetación forestal en el territorio, cuando ellos tengan razones para hacerlo. La dinámica de la sabana boscosa prueba estar estrechamente ligada a la dinámica social, conforme los pobladores ajustan sus técnicas de manejo agroecológico para cambiar las condiciones. Así, los parches de bosque, que con frecuencia deben su existencia al manejo local y al uso social del terreno, vienen y van con relación a los cambiantes usos y patrones de asentamiento (Leach y Fairhead 1994; ILEIA Newsletter Vol 12, N°3, 1996, pp 6-8).

Intensificación usando enfoques integrales
Los recientes enfoques integrales para reducir los insumos de la agricultura están atrayendo mayor interés. Estos no siempre tienen el potencial para bajar los costos e incrementar la producción, pero en cambio pueden mejorar el medio ambiente natural. El Manejo Integrado de Plagas (MIP), el Manejo Integrado de Nutrientes (MIN), los sistemas de mínima o labranza cero, el uso de técnicas que cuidan el agua de riego y los nuevos enfoques para la conservación de agua y suelo han sido exitosos y son ampliamente aceptados. Estos enfoques frecuentemente están combinados debido a que ellos se benefician mutuamente. Ahora el MIP está evolucionando hacia el manejo integrado de cultivos (MIC) donde el MIN es también un elemento importante. El MIP y el MIN proporcionan importantes componentes de la estrategia para el desarrollo de LEISA y a continuación son examinados más en detalle.

Manejo Integrado de Plagas
Los enfoques integrales referidos anteriormente, incluyen ahora conceptos ecológicos. El Manejo Integrado de Plagas comenzó en la década de 1970 en un intento de oponerse al daño infligido por los pesticidas sintéticos. Actualmente, el MIP es practicado en más de 50.000 comunidades en el mundo. Existen más de 30.000 capacitadores competentes de MIP, muchos de los cuales son pequeños agricultores. Los agricultores que usan MIP han mostrado que ellos pueden aumentar sus beneficios estacionales hasta en un 30 por ciento, elevar los rendimientos por hectárea desde el 1 por ciento a más del 10 por ciento y reducir la cantidad y costo de los pesticidas sintéticos usados entre un 30 y 95 por ciento. La mayoría de las comunidades que practican el MIP cultivan arroz, pero el MIP también es utilizado por agricultores que siembran maíz, soya, col, tomate, cacahuete (maní), coco, cacao, café, pimientas, batata (camote), algodón, mango y pepino (Kenmore 1997).

Hubo dos estrategias importantes en el desarrollo del MIP. La primera generación de los proyectos MIP se focalizó en la reducción de cantidades de insecticidas utilizados. Se introdujo la idea de un umbral económico por encima del cual se consideró justificado aplicar pesticidas. Los métodos de control de plagas también fueron combinados y las plagas clave fueron atacadas usando estrategias que incluyeron el control biológico, la resistencia de la planta hospedera, el control cultural y el control químico selectivo. El enfoque fue curativo y se centró en la reducción de pesticidas. Sin embargo, los paquetes MIP basados en experimentaciones en estaciones de investigación y bajo condiciones de campo controladas, casi siempre fueron rechazados a nivel de finca debido a que las tecnologías de control de plagas que ellos contenían no concordaban con las necesidades de los agricultores (Pimbert 1993).

La segunda generación de los proyectos MIP tuvo en cuenta más plagas e incluyó enfermedades y malezas. Atendieron los problemas de protección de los cultivos de los agricultores en forma general. Se constató que algunas prácticas agrícolas estimulaban el desarrollo de plagas y que la intensificación de cultivos a través de las estrategias HEIA lo hacía también con frecuencia. Se diseñaron medidas de control que se ajustaban al conjunto de cultivos y al manejo de la parcela, y el MIP evolucionó en la Protección Integrada de Cultivos (Integrated Crop Protection) (Recuadro 3.2). El énfasis cambió hacia la prevención de los ataques violentos de plagas usando los métodos de autosostenimiento como la biodiversidad funcional, el control biológico y la conservación de depredadores naturales. El conocimiento indígena y las prácticas de cultivo tradicionales fueron estudiados, adaptados e incorporados en el desarrollo de los programas MIP.

Las ciencias naturales y las ciencias sociales se están acercando más. La experiencia ha demostrado que las prescripciones fijas no pueden resolver los problemas de la agricultura, especialmente aquellos que confrontan la subsistencia y los pequeños agricultores tienen que buscar soluciones en enfoques agroecológicos y socioeconómicos más específicos para las condiciones locales. Para tratar los problemas de plagas, malezas y enfermedades de las plantas, los agricultores deben ser capaces de escoger de una canasta de tecnologías. Los sistemas de extensión existentes, como el de “Capacitación y Visita”, que dependen de la transferencia de tecnología, son muy rígidos. En años recientes, una creciente sensibilidad al propio conocimiento de los agricultores ha hecho posible que se reviertan roles y localizaciones, y, hoy en día, los investigadores y los extensionistas se están dando cuenta del valor del aprendizaje con y desde los agricultores en sus mismos campos. En el MIP, las elecciones hechas por los agricultores, sus análisis y sus experimentos están recibiendo más apoyo de los investigadores y los extensionistas. De esta manera el conocimiento profundo, detallado, que los agricultores tienen de sus agroecologías locales puede ser combinado útilmente con el conocimiento científico, más general.

 

Recuadro 3.3 El MIP en Indonesia

 

Entre 1977 y 1987, los cultivos de arroz de Indonesia fueron amenazados por tres ataques violentos del Brown Plant Hopper. Como resultado, en 1986, un decreto presidencial condenó a 57 marcas de pesticidas de arroz y estableció un programa nacional de MIP. Los subsidios para los pesticidas restantes fueron abolidos. Entre 1987 y 1997, no han habido ataques violentos a nivel nacional de Brown Plant Hopper en Indonesia. Una encuesta de 2000 graduados de la Escuela de Campo para Agricultores -ECA (Farmer Field School- FFS) llevada a cabo en Indonesia en 1993, encontró que los rendimientos de arroz se habían incrementado en un promedio de 0.5 toneladas por hectárea y el número de aplicaciones de pesticidas había descendido de 2.9 a 1.1 por temporada. El costo de la aplicación de pesticidas se había reducido en más de la mitad. La eliminación de los subsidios a los pesticidas ha ahorrado al gobierno indonesio más de US$1 mil millones en los últimos diez años. El MIP participativo ha reducido significativamente los daños en la salud pública, en particular la de los agricultores en las áreas rurales. Los campos de arroz con MIP están siendo re-colonizados por especies vegetales y animales que habían sido eliminadas por el uso de pesticidas. Al fin, pero no al menos, el impacto sobre la autoconfianza y la autoresponsabilidad del agricultor ha sido muy significativo y ha impulsado a que los agricultores continúen tomando parte activa en los grupos MIP (Fliert 1993).

Capacitación ECA en el Eco-lab. Instituto de
Permacultura de Zimbabwe.

Un modelo de extensión más dinámico – la Escuela de Campo para Agricultores, ECA (Farmer Field School – FFS)– ha sido desarrollado en años recientes (FAO, 1996). Las ECA combinan la capacitación con investigación de campo, específica al lugar, para proporcionarles a los agricultores las habilidades, conocimiento y la confianza que necesitan para tomar decisiones sobre la salud de los cultivos, que sean viables ecológicamente y efectivas en costos. El aprendizaje y la experimentación participativos son combinados con los métodos de capacitación y extensión de la transferencia de tecnología –TT (transfer of technology – TOT) (ver tercera parte, Fliert). La importancia de los proyectos MIP de segunda generación, por lo tanto, va más allá de la protección de cultivos.

Manejo Integrado de Nutrientes

El concepto básico que subyace en el Manejo Integrado de Nutrientes – MIN (Integrated Nutrient Management – INM) es el potencial para mantener e incrementar la fertilidad del suelo optimizando el uso de todas las fuentes disponibles de nutrientes de plantas orgánicos e inorgánicos. El MIN es implementado de una manera integrada y en armonía con la ecología apropiada a las específicas condiciones económicas, ecológicas y sociales de la producción de cada sistema agrícola (Roy 1991). Aquí, la focalización está más en el sístema agrícola que en el cultivo. Las condiciones para la agricultura sostenible son definidas como el balance entre los flujos de nutrientes y el carbono, dentro y fuera de las parcelas y la finca, asegurando el funcionamiento óptimo de la vida del suelo.

El MIN puede reducir la dependencia de fertilizantes sintéticos y minimizar la pérdida de los nutrientes hacia el medio ambiente mayor. El MIN puede incrementar la efectividad de los fertilizantes sintéticos y elevar los rendimientos y niveles de ingreso. En alguna medida este enfoque posibilita el reemplazo de los fertilizantes sintéticos por fertilizantes orgánicos. Usando estrategias efectivas de MIN, es posible incrementar el beneficio del uso de los fertilizantes sintéticos y ponerlos al alcance de los agricultores de subsistencia. Entonces puede ser posible que ellos puedan dar un cambio más duradero hacia la agricultura orientada al mercado. Varios factores, sin embargo, influyen en este proceso, incluyendo la disponibilidad y costo de la mano de obra, mecanización y los costos y beneficios relativos de los nutrientes externos sintéticos y orgánicos. Cada situación de cultivo demanda una combinación única de técnicas de manejo de la fertilidad del suelo.

El manejo de la fertilidad del suelo es una parte integral del manejo de la finca. La eficiencia del uso del fertilizante depende del tipo y de la combinación de fertilizantes aplicados, de la manera en que son manipulados y de las prácticas de manejo del suelo, agua, cultivo, animales y plagas (Girt et al 1998). El MIN no incluye simplemente el uso de fertilizantes orgánicos como sustitutos de los fertilizantes sintéticos. El MIN debería estar basado en conceptos ecológicos (Woomer y Swift 1994). Hay mucho que aprender acerca del impacto de los fertilizantes sintéticos sobre la función del suelo y de cómo este tipo de fertilizantes puede ser mejor combinado con otras prácticas de manejo del suelo.

En la ruta de la agricultura integral

Los enfoques integrales a los que nos hemos referido, inicialmente se focalizaron en cómo podrían usarse los insumos externos para que tengan el mejor efecto dentro de los sistemas agrícolas que, no obstante, permanecían esencialmente sin cambiar en estructura y función. Hoy en día, estos enfoques hacen un mejor uso de los conceptos ecológicos para optimizar la forma en que funcionan los sistemas agrícolas. El movimiento hacia el manejo integral de la finca y del entorno natural se acerca más a enfoques ecológicos más radicales como la agricultura orgánica, permacultura (Mollison 1988), agricultura natural (Fukuoka 1978) y agroecología (Altieri 1987; Gliessman 1998) que optimizan el aprovechamiento de los recursos internos y el manejo de procesos e interacciones ecológicos y biólogicos. Sin embargo, los enfoques integrales como el MIP y el MIN todavía no pueden ser asimilados en estos enfoques ecológicos, ni están necesariamente en la línea de los conceptos y enfoques LEISA, ya que estos últimos combinan los objetivos económicos y ecológicos con los objetivos sociales de justicia y equidad social.

En general, los defensores de HEIA consideran que estos enfoques radicales no tienen mucho que ver con la realidad cotidiana de la agricultura. Son vistos como poco rentables y sólo apropiados donde los agricultores tienen acceso a insumos orgánicos adecuados. Sin embargo, como el precio de los insumos externos se eleva y la degradación ecológica amenaza los rendimientos e ingresos, los agricultores, los científicos y los gobiernos están más dispuestos a investigar los enfoques integrales. Esto puede abrir el camino hacia el diálogo, el aprendizaje mutuo y la cooperación entre agricultores convencionales y alternativos y, por último, conduce a la transformación de los monocultivos en sistemas agrícolas más diversificados e integrales, capaces de funcionar bien económica, social y ecológicamente. La agroecología sería de mucha ayuda en este proceso de conversión.

La agroecología en LEISA

La ciencia agrícola ha ignorado por mucho tiempo las funciones y procesos ecológicos complejos comprendidos en la producción agrícola. Muy poco se han tomado en cuenta los efectos negativos que puede tener la agricultura sobre el medio ambiente natural. Recientemente se ha desarrollado un enfoque más holístico de la ciencia agrícola. Este enfoque, conocido como agroecología, es definido como la aplicación de conceptos y principios ecológicos al diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles que, además de ser viables ecológicamente, son productivos (Gliessman 1998). Es un enfoque elaborado sobre la base de la ciencia ecológica moderna y el conocimiento de los agricultores, y puede ser considerada como la base científica de LEISA. La agroecología comprende:

  • la adaptación de la agricultura al medio ambiente local específico a través de un manejo, particular al lugar, de la fertilidad del suelo, del agua y de las plagas, así como el uso de recursos genéticos, cultivos, animales y plantas perennes propios del lugar, que hace un uso óptimo de los recursos naturales y humanos localmente disponibles;
  • asegurar las condiciones de suelo favorables para el crecimiento de la planta aumentando la vida del suelo a través del manejo de la vegetación y la materia orgánica;
  • optimización de la disponibilidad de nutrientes, del flujo balanceado de nutrientes y optimización del reciclaje de nutrientes a través del manejo de la materia orgánica en el suelo, bombeo de nutrientes, fijación de nitrógeno, microorganismos efectivos, macro fauna del suelo y uso complementario de fertilizantes externos, naturales o sintéticos;
  • minimización de las pérdidas debidas a los flujos de radiación solar, aire y agua a través del manejo del microclima, manejo del agua y control de la erosión del suelo;
  • minimización de las pérdidas debidas a plagas y enfermedades de plantas y animales, mejorando la capacidad de autorregulación del sistema y tratamiento seguro;
  • explotación de la complementariedad y la sinergia en el uso de los recursos genéticos combinando los sistemas integrados con un alto grado de diversidad funcional;
  • desarrollo de estrategias que inducen cambios míminos en el ecosistema natural para proteger al medio ambiente y minimizar el uso de tecnologías basadas en energía fósil para la manipulación del agroecosistema (Pimentel et al 1989; Reijntjes et al 1992; Altieri 1995).

Los cultivos de leguminosas son esenciales para el MIN

Estos lineamientos pueden ser aplicados a una amplia variedad de técnicas y estrategias de origen tradicional, ecológico y convencional que varían tanto en efectividad como en valor estratégico. Cuando los insumos externos son costosos, los agricultores de subsistencia deberían ser capaces de conducir estrategias y técnicas que posibiliten un uso óptimo de los recursos naturales locales. Cuando los agricultores están comprometidos con la agricultura orientada al mercado, los altos costos de oportunidad de la tierra y de la mano de obra pueden hacerlos depender del uso complementario de fertilizantes sintéticos.

Cuando funciona bien la agricultura indígena es una rica fuente de conocimiento para los que desean practicar la agroecología (Recuadro 3.3). Cuando los aspectos ecológicos de la agricultura indígena sean mejor entendidos, será posible obtener importante información útil para el desarrollo apropiado de estrategias agrícolas a la medida de las necesidades de agroecosistemas específicos (Altieri 1995). Tal información podría incluir las eficiencias en la producción de cultivos en combinación simbiótica, en el reciclaje de materia orgánica, en la confianza en los recursos y germoplasma locales y en la explotación de microambientes. La ciencia de la agroecología puede ofrecer discernimientos sobre la base ecológica de las prácticas tradicionales y contribuir al mejoramiento de las estrategias agrícolas modernas. La agricultura integrada (MIP, MIN) y la agricultura orgánica ya se han beneficiado de estos desarrollos.

Recuadro 3.4 La agricultura de sucesión disminuye la

necesidad de insumos externos

En la naturaleza, las asociaciones vegetales se suceden unas a otras en un proceso dinámico permanente llamado sucesión natural de las especies. Los sitios destruidos, agotados o lixiviados son colonizados por especies pioneras. Estas pioneras son sucedidas por especies de bosque secundario que serán sucedidas a su vez por especies primarias. Aprendiendo de la naturaleza, los agricultores tradicionales han desarrollado ingeniosos sistemas agrícolas que hacen uso de la dinámica de la sucesión de especies. El sistema tradicional del cultivo del café usado en algunas partes de Centroamérica y Colombia proporciona un buen ejemplo de cómo los agricultores indígenas usan la sucesión de especies.

En el dosel de este tipo de agrobosque, existen árboles enraizados profundamente que normalmente pierden sus hojas más o menos al tiempo en que se cosecha café, el cual, entonces, permanece sin hojas por dos o tres meses. Debajo de estos árboles existen doseles densos de Inga sp. y de Erythrina. Cada año, a fines de la cosecha de café, estos árboles de rápido crecimiento son podados. Al mismo tiempo, las plantas de bananos, cultivadas entre los árboles de café, también son cortadas deja sólo los vástagos jóvenes. Los árboles de café y los árboles frutales, como los cítricos y la palma que integran el sistema, también son podados. Este material orgánico es cortado finamente y esparcido por igual. Seis semanas más tarde, todo el sistema brota en un nuevo crecimiento, que culmina con la floración prolífica del café y los árboles frutales. Se obtienen rendimientos usualmente altos de café y fruta por muchos años con este sistema de cultivo múltiple, sin el uso de fertilizantes externos, y aun las laderas con mucha pendiente muestran pocos efectos de erosión. Las enfermedades y malezas no son un problema y el control es innecesario.

Una característica importante, de este sistema de cultivo es que los árboles de enraizamiento profundo del dosel del bosque primario local son usados en combinación con los árboles de crecimiento rápido. Un factor adicional que contribuye al éxito del sistema es el empleo refinado de potenciales sinérgicos logrados por una asociación de plantas análogas. El café y los cítricos crecen más vigorosamente cuando son cultivados en asociación con la banana, y la banana es menos vulnerable a las enfermedades como sigatoka o la enfermedad de panamá cuando es cultivada en asociación con los cítricos. El café y los cítricos necesitan abundante luz para florear bien. Cuando el fruto está madurando, se necesita sombra para impedir las plagas y mejorar su calidad y tamaño.

Ahora este sistema tradicional casi ha desaparecido, aun cuando las ventajas del “café bajo sombra” han sido redescubiertas recientemente por la ciencia moderna. Algunos elementos cruciales, sin embargo, han sido rechazados incluyendo la introducción de diferentes especies de cultivos y sus interacciones alopáticas. Se proveen cantidades inamovibles de sombra para el monocultivo de facto de café. Esto significa que en el sistema moderno de “café bajo sombra”, todavía se necesitan grandes cantidades de fertilizantes sintéticos, pesticidas y herbicidas para obtener resultados razonables.

Gotsch escribe que, en su propia parcela, él usa exitosamente plantas pioneras para recubrir los suelos en las fases iniciales de las nuevas plantaciones agroforestales. En una etapa posterior, usa la dinámica de la sucesión natural de especies para asegurar la salud y el vigor de los sembríos y árboles que están siendo cultivados. Si los agricultores usaran estos procesos naturales, extensos vestigios de tierra degradada podrían usarse de nuevo y se necesitarían menos agroquímicos (Gotsch 1995).

¿Cuáles son los límites de la intensificación ecológicamente sostenible?

A partir de las experiencias discutidas en este capítulo, se puede concluir que tanto en la agricultura de subsistencia como en la de mercado, existe el potencial para simulatáneamente incrementar el rendimiento mientras se mejora la sostenibilidad ecológica de la agricultura. ¿Pero, cuáles son los límites de tal intensificación?

Tanto la intensificación ecológicamente sostenible como la intensificación HEIA, requieren inversiones de tiempo, dinero y mano de obra. Los pequeños agricultores estarían dispuestos a invertir en intensificación si se convencen que ésta es necesaria y tienen certeza de sus beneficios y acceso a los recursos y al control sobre ellos. Para comprometerse con la intensificación, los agricultores necesitan el conocimiento y la habilidad para experimentar en la adaptación del uso de la tierra a las cambiantes condiciones y necesidades. Debe disponerse de información sobre estrategias y tecnologías efectivas, ecológicamente sostenibles y adecuadas para su uso en situaciones locales específicas. Los líderes e instituciones locales fuertes, con autoridad para reclamar y defender los derechos de los agricultores y con capacidad para aprobar y estimular innovaciones son capaces de crear un ambiente propicio para las inversiones. La disponibilidad de infraestructura y políticas favorables también son prerrequisitos importantes (Scherr y Hazell 1994; Batterbury 1996; Kessler y Laban 1994; Kieft y Laban 1995).

Donde prevalecen estas condiciones, la intensificación se da como un proceso más o menos autónomo. Sin embargo, la intensificación ecológicamente sostenible con frecuencia tiene que competir con la intensificación que no es ecológicamente sostenible y con actividades económicas que contribuyen a la degradación ecológica. Pueden haber serias limitaciones sociales y económicas para la intensificación ecológicamente sostenible. Por ejemplo, los agricultores pueden estar menos dispuestos a invertir en la intensificación ecológicamente sostenible si esto representa mucho trabajo o compite con el uso actual de los recursos (ver Recuadro 3.4). Tampoco darán este paso si no es socialmente aceptado o si las estrategias de intensificación HEIA, la migración laboral, las artesanías o la educación parecen ofrecer una forma más fácil y rápida de obtener dinero en efectivo. La necesidad de incrementar la productividad laboral puede forzar a los agricultores a usar estrategias HEIA, como fertilizantes sintéticos, especialización y mecanización.

 

Recuadro 3.5

Las mujeres y el suelo compiten por los mismos recursos

En Yemen las mujeres cuidan el ganado y venden los productos del mismo. Esto les representa una importante fuente de ingresos. Los residuos de la asociación de cereales y leguminosas cultivados localmente son una forma importante y barata de alimentar al ganado. Adicionalmente, el abono es procesado por las mujeres en “tortas de estiércol” debido a que existe una escasez de combustible.Las tortas son usadas como combustible en la cocina o son vendidas. El uso de los fertilizantes orgánicos y los residuos de cultivos para fertilizar el suelo llevaría que las mujeres puedan perder un recurso importante (DHV 1990).

También existe un límite ecológico para la intensificación. Normalmente, ya sea por razones económicas o ecológicas, ella se estancará a un nivel por debajo de este límite. Sin embargo, si los agricultores sacan demasiado de la tierra y fallan en el uso de tecnologías apropiadas para la intensidad en la cual está siendo usada la tierra, se producirá la degradación aunque no se haya alcanzado el límite ecológico. La rehabilitación de sistemas HEIA o LEIA degradados ecológicamente y la creación de sistemas LEISA productivos y ecológicamente sostenibles, bien pueden requerir fuertes inversiones de tiempo, dinero y mano de obra. Para entender los límites y posibilidades de la intensificación, debe haber una evaluación socioeconómica y ambiental ampliamente participativa de la situación, incluyendo un análisis de las relaciones de género (Capítulo 5).

Es necesaria una fase de transición cuando se está haciendo el cambio desde las prácticas no sostenibles HEIA o LEIA hacia LEISA. Durante este período de inversión, la finca y el agro-ecosistema tienen que recuperar su equilibrio ecológico con el fin de funcionar óptimamente en sentido ecológico y económico. Este período de transición puede durar más en áreas de bajo potencial agroecológico que en áreas de alto potencial. Para superar una baja en la producción o en el ingreso, generalmente inevitable durante la fase de transición, se necesitan estrategias específicas (Van der Werf y de Zeeuw 1992; Kieft y Laban 1994; Kessler y Moolhuijzen 1994). Estas estrategias de transición deben ser apropiadas a las condiciones, procesos, necesidades, recursos locales y a la manera en que se está usando el suelo localmente. El uso de modelos que han sido exitosos en cualquier otro lugar, frecuentemente no funciona debido a que éstos no reflejan las realidades locales. No obstante, ciertos lineamientos agroecológicos para la transición, localmente específicos, pueden ser identificados (Recuadro 3.5).

 

Recuadro 3.6 Los agricultores hacen una lista de los ‘deberes’ de la eco-agricultura

 

En 1989-90 el Programa de Agricultura, Hombre y Ecología – AHE (Agriculture, Man and Ecology Programme –AME) de ETC en Pondicherry, India, estudió las experiencias de transición de 12 agricultores ecológicos en el sur de la India (van der Werf). Estos agricultores trabajaron en condiciones semiáridas con un promedio anual de precipitación de aproximadamente 600mm. Los agricultores hicieron una lista con los siguientes puntos esenciales.

  • La cantidad de materia orgánica en el suelo debe ser incrementada con el fin de reducir la dependencia de los fertilizantes sintéticos. Esto puede ser logrado mediante la siembra de cultivos forrajeros fijadores de nitrógeno y para abono verde, e incrementando el ganado para aumentar el abastecimiento de estiércol.
  • Debería minimizarse la labranza del suelo y, donde sea posible, ser reemplazado por el mulching, cultivos para cobertura, cultivos alternados y la plantación de árboles en los campos.
  • Las malezas pueden utilizarse como mulch (viviente) para prevenir la evaporación de la humedad del suelo y también pueden ser utilizadas en la preparación de compost.
  • Debería plantarse una variedad de árboles seleccionados para proveer forraje para el ganado, mejorar el suelo, suministrar abono verde y servir como cortavientos.
  • Las especies resistentes a las sequías son preferibles a los cultivos anuales y a los árboles.
  • El control de la erosión, mediante las terrazas de contorno y la cobertura del suelo, es esencial.

 

Las estrategias claves con frecuencia son necesarias en el corto plazo para incrementar el ingreso a partir de la producción, prevenir la común caída del ingreso que, algunas veces, ocurre durante la fase de transición y para asegurar que exista una mejora en el funcionamiento ecológico del sistema. Por lo tanto, es importante incrementar la biomasa dentro y por encima del suelo y asegurar que el agua esté disponible. Esto puede hacerse creando franjas con vegetación, que pueden usarse en combinación con los abonos verdes y/o cultivos de cobertura (Tercera parte, Bunch) o utilizando mulch de pastos en combinación con hoyos de plantación enriquecidos con compost (Tercera parte, Hien). Para acelerar el proceso de rehabilitación, con frecuencia se necesita usar nutrientes externos, especialmente donde los suelos son pobres (Breman 1990). Los pequeños agricultores sólo serán capaces de realizar inversiones de mano de obra y dinero si hay disponibilidad de fuentes de ingreso adicionales (Recuadro 3.4), mecanización apropiada (Recuadro 4.1) o préstamos y subsidios baratos. Cuando realizan la transición hacia LEISA y se embarcan en la intensificación, los pequeños agricultores con frecuencia reparten, en varios años, las inversiones requeridas de manera que pueden afrontar los costos necesarios y evitar una caída en el ingreso.
¿Qué necesita la agricultura de contorno para tener éxito?

Durante el proceso de aprendizaje, planificación y acción participativos para LEISA (Capítulo 5) los agricultores pueden diseñar y experimentar utilizando estrategias que ellos mismos han desarrollado y piensan que son apropiadas para las condiciones que experimentan en sus propias fincas (Capítulo 2). Tales procesos participativos promueven el fortalecimiento y la responsabilidad. Los procesos de rehabilitación, transición o mayor intensificación pueden evolucionar gradualmente dependiendo de los recursos de que disponen los agricultores. Como muestran las experiencias de muchas organizaciones de desarrollo, las estrategias que dan soporte a la transición hacia el uso más intensivo y sostenible de la tierra y al fortalecimiento de los agricultores pobres en recursos de los países en desarrollo van bastante más allá del desarrollo tecnológico y pueden incluir el fortalecimiento institucional, el desarrollo del mercado y la defensa de un ambiente propicio en términos políticos y económicos (Laban 1995; Kieft y Laban 1995).

La agricultura sostenible es intensiva en conocimiento y la provisión e intercambio de información es de particular importancia. Con el fin de entender las oportunidades y los límites para la intensificación y la rehabilitación ecológicamente sostenible y la manera en que están influenciadas por los macro procesos discutidos anteriormente, existe una urgente necesidad de mayor documentación, sistematización y análisis. En el Capítulo 4, examinaremos una cantidad de enfoques LEISA que pueden contribuir al desarrollo de estrategias de intensificación agrícola que son sostenibles en términos económicos, ecológicos y culturales.

Recuadro 3.7 Transición hacia la agricultura orgánica de contorno

 

Alayon sa Banika (ALAB), una cooperativa filipina de agricultores, ha estado experimentando por años con la agricultura orgánica de contorno. Durante la década de 1970, los agricultores adoptaron casi todos los aspectos del paquete de la Revolución Verde. A comienzos de la década de 1980, sus cosechas fueron declinando rápidamente y sus gastos fueron en aumento. Ellos comenzaron a buscar alternativas. Visitaron a agricultores que habían adoptado la agricultura de contorno. La mayoría de agricultores de ‘contorno’ utilizaban el pasto napier (Pennisetum purpureum) e ipil-ipil (Leucaena diversifolia) para los cercos de contorno. Los pastos y el ipil-ipil se utilizaban para alimentar al ganado y el excremento de estos animales era utilizado luego como fertilizante. Algunos agricultores de ‘contorno’ también preparaban compost. Cuando los visitantes regresaron a casa, comenzaron a experimentar para encontrar una estrategia de transición que les fuese adecuada. Hoy en día existen varios cientos de agricultores apoyados por ALAB que practican la agricultura de contorno. La mayoría de estos agricultores tienen entre 0,5 y 0,75 hectáreas de tierra en ladera, con pendientes de 30 a 45 grados. Siembran tres cultivos: maíz alternado con frijoles, una hortaliza comercial y, en la última temporada, maíz.

Los agricultores encontraron que se necesitan 740 días por persona para establecer una hectárea de agricultura de contorno. Considerando que las condiciones del tiempo son favorables, los cercos en contorno tardan tres meses en desarrollar. Durante este período, los agricultores tienen que revisar las líneas de contorno y reparar inmediatamente cualquier daño que encuentren. Al mismo tiempo, ellos tienen que fertilizarlas con compost y fertilizantes sintéticos adicionales (14-14-14). Este trabajo toma aproximadamente dos días por persona a la semana. Una vez que se ha establecido el cultivo, un día por persona cada dos semanas es suficiente para el mantenimiento. Los setos son podados cada seis semanas, una tarea que toma cerca de 64 días por año. Los agricultores orgánicos, en contraste con aquellos que usan fertilizantes sintéticos, tienen la tarea adicional de acarrear los veinte sacos de 50 kilogramos de excrementos de pollo y abono que necesitan para fertilizar un cultivo. La cantidad equivalente de fertilizante sintético sería de seis sacos de 50 kilogramos. Esto significa cuatro días de trabajo extra por cada temporada de cultivo. Sin embargo, el agricultor orgánico ya no tiene que comprar más ni aplicar pesticidas sintéticos. Esto representa el ahorro de tres días por persona para el cultivo del maíz cuando se usan variedades tradicionales altamente resistentes. Las hortalizas requieren una aplicación semanal de pesticidas de hierbas hechos en casa. Eventualmente, se desarrolla un nuevo balance de insectos haciendo que las aplicaciones ya no sean necesarias. Durante los primeros dos años, se necesitan unos seis días extras al año por persona para preparar el pesticida de hierbas.

La agricultura orgánica significa más deshierbe. Cuando se aplica mulch a las parcelas de hortalizas (hojas de coco y banana), sin embargo, el deshierbe puede reducirse hasta en un 75 por ciento. El mulch sobre los cercos de contorno se desintegra muy rápidamente y significa muy poca reducción de mano de obra. La cosecha también toma más tiempo en una agricultura de contorno porque, precisamente, no deben dañarse.

La mano de obra extra demandada por la agricultura de contorno es de 230 a 270 días por persona por hectárea por año. Luego de los primeros dos a tres años esto decrece de 120 a 160 días por año. Usando la misma cantidad de mano de obra, con una agricultura orgánica de contorno, una familia puede obtener una cantidad similar de ingreso efectivo a la de una parcela de una hectárea de una familia que usa insumos químicos. Cuando los agricultores usan químicos, deben pagar por ellos y esto significa que el dinero tiene que haberse obtenido de alguna manera. Una agricultura orgánica de contorno logra ganancias efectivas netas más altas por hectárea y la necesidad de prestarse dinero, que ha arruinado a tantos agricultores dependientes de los insumos químicos, es menor en este tipo de agricultura orgánica.

A pesar que los agricultores generalmente han aceptado el sistema de agricultura orgánica de contorno, sólo unos pocos lo han implementado totalmente. La principal objeción es que es muy intensiva en mano de obra, particularmente en los primeros años. Aquellos agricultores que optaron por una agricultura orgánica de contorno son o muy jóvenes y no tienen familia que mantener, o son parejas más viejas cuyos hijos han dejado el hogar. Los agricultores con hijos en la casa no pueden afrontar la reducción inicial del ingreso en la parcela. ALAB ahora está buscando estrategias efectivas para elevar el ingreso durante los difíciles primeros años (Remonde, Villamore y Simonides 1992)

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