Esta es una historia sobre cómo la gente de Irob recogió una ‘idea loca’ y ahora está construyendo diques de contención para crear tierra agrícola fértil en el valle rocoso del Tigray Oriental, Etiopía. Muestra cómo un programa a largo plazo de ‘dinero en efectivo para el trabajo’ puede tener éxito si brinda a los agricultores resultados tangibles y fortalece las instituciones locales, el control local y la ética tradicional para la ayuda mutua.
Ato Zigta mostrando la historia de su aprendizaje
Los de lrob solían ser pastores, trataban de sobrevivir a partir de sus hatos de cabras y vacunos, pero a menudo sufrían hambre. El cactus Opuntia ficus indica, conocido localmente como balasa, fue introducido alrededor del año 1900 por sacerdotes católicos franceses, que llegaron a lrob en 1846 y establecieron una iglesia y una escuela en Alitena, cerca de lo que ahora es la frontera entre Etiopía y Eritrea. Los de lrob empezaron a plantar jardines de balasa cerca a sus casas. Alimentaban al ganado con las ‘béstolas’ de la balasa durante la estación seca y la gente comía las frutas en la estación húmeda. Tanto para los hombres como para los animales, la balasa se convirtió en la clave para la sobrevivencia y hoy en día aún cumple ese papel.
Ahora, la gente de lrob también siembra cereales, principalmente maíz, sorgo y cebada. Han cultivado en secano solamente durante las últimas dos a tres generaciones, y todavía está experimentando con los diferentes cultivos y técnicas. En años recientes, algunas personas han hecho jardines al lado de las corrientes de agua y han plantado ají (chile), cebolla, tomate y árboles frutales (principalmente naranjas). En Irob, tienen una larga tradición de apicultura. La miel blanca de Alitena es valorada en toda Etiopía. Una idea loca
Hace aproximadamente 50 años, Ato Ghebray Hawku, un hombre de Irob del pueblo de Daya, trató de robarle al río agua y suelo. Arrastró rocas y tierra a un valle con laderas escarpadas para formar un campo en donde sembró cereales. Todos sonreían con lástima al ver el trabajo que realizaba a mano y pensaron que estaba loco, pero él les dijo: «Mañana todos ustedes estarán tan locos como yo». Todos se rieron, pero te sembró una idea en sus mentes. Poco tiempo después, Ato Kahsay Woldu regresó a casa luego de haber sido soldado. Él había visto la «cosecha» tradicional de suelo hecha por los agricultores cerca de Trípoli, Libia. En una quebrada al lado de su casa, construyó un pequeño dique. Un tercer hombre lo observaba. Ato Zigta Gebremedhin, del pueblo de Awo, que también había hecho bromas a Ato Ghebray pero que se sintió atraído por su idea. Ato Zigta empezó a experimentar con una serie de diques de contención, empezando en la parte baja del curso de agua y construyendo gradualmente una serie de diques adicionales hacia arriba del valle y elevando así la altura de los muros de piedra a lo largo de los años. Otros agricultores comenzaron a adoptar esta técnica, reconociendo que, según decían: «uno también puede aprender de las personas locas».
En los pasados 40 años, los de lrob realmente ‘se han vuelto locos’ por la construcción de diques. En numerosos cursos de agua, han construido diques de contención para retener el suelo, que baja por la erosión de los cerros, antes que éste desaparezca en el Mar Rojo. Han creado extensiones de terrenos nivelados para usarlos como campos de cultivo y pastizales. Algunos de los diques tienen ahora más de 10 m de alto, colmados hasta el tope con suelo y aumentando de ancho según pasan los años. Ato Zigta, quien a la edad de 78 años todavía está agrandando y mejorando activamente su sistema de «cosecha de suelo», sólo lamenta que los de Irob no hayan pensado más temprano en esta idea, antes de que tanto suelo se haya perdido, fluyendo a su paso delante de ellos.
Además de los diques de contención en los valles tributarios, los agricultores Irob empezaron a desviar el agua del principal lecho de río a los campos construidos detrás de los muros a lo largo de la orilla. Desarrollaron una técnica para resistir la fuerza de la inundación y colocar piedras verticalmente, la que llaman «corbata del diablo». También hicieron canales para llevar el agua de escorrentía de las pendientes rocosas hacia los campos que se encontraban detrás de los diques y al lado de los cursos del río.
Un geógrafo suizo, Bruno Strebel, fue a Alitena a mediados de la década de 1970 y vio cómo los de Irob aprovechaban la erosión al crear tierras de cultivo, sin ninguna herramienta manufacturada, utilizando piedras para romper las piedras. Reconoció las habilidades y la capacidad de innovación de este pueblo y buscó formas de apoyar sus esfuerzos y desarrollar sus conocimientos. Ése fue el principio de lo que ahora se conoce con el nombre de Acción para el Desarrollo de la Diócesis de Adigrat (ADDA, por sus siglas en inglés), con fondos de CARITAS (Suiza) y MISEREOR (Alemania).
Proyectos de la comunidad
ADDA y los pobladores de la Diócesis acordaron que los fondos se utilizarían en obras públicas tales como diques de contención, senderos, pozos, protección de manantiales, trabajos de riego por gravedad y viveros comunales. Todo se hace a mano, a menudo de una manera prudente, por etapas, durante varias estaciones secas, tal como ampliar o mejorar los senderos, o incrementar gradualmente la altura de los diques para retener todavía más agua y suelo, tal como lo hizo Ato Zigta, primero. La diferencia es que las estructuras y los recursos recientemente creados pertenecen a la comunidad en vez de ser de personas particulares. El apoyo externo proporcionado por el proyecto de ADDA consiste en:
• herramientas para trabajar la piedra (barras de hierro, martillos, cinceles) y otro equipo y materiales que no se encuentran disponibles localmente, tales como carretillas, baldes y alambre
• asesoría técnica y capacitación de los técnicos campesinos
• dinero en efectivo para el trabajo
En las reuniones de la comunidad en cada caserío, la gente decide qué actividades de construcción se necesitan más. Las reuniones están abiertas a todos los adultos, pero siempre asisten más hombres que mujeres. Los miembros, de la comunidad llevan sus propuestas de proyecto a los técnicos de ADDA, que son lugareños con educación primaria o secundaria y algunos con capacitación en la práctica. Ellos evalúan la factibilidad de los proyectos, dibujan los planos técnicos y calculan los materiales y el pago requeridos. El concejo local (baito) asigna gente para supervisar el trabajo en cada lugar. ADDA capacita a algunos agricultores seleccionados como ‘técnicos campesinos’. El baito decide quién trabajará en cada lugar. A su turno, se le da oportunidad a todas las familias; una persona por familia. En el caso de familias dirigidas por hombres, generalmente es el esposo o el hijo con la edad suficiente; en el caso de familias dirigidas por mujeres, generalmente es la mujer a menos que ésta tenga un hijo o una hija con la edad y fuerza suficientes para realizar el trabajo pesado.
La comunidad decide cómo se usará la tierra recientemente creada detrás de los diques hechos con la cooperación de ADDA. En algunas áreas, cada familia tiene derecho a cultivar parte de esta tierra en rotación con otras; la tierra detrás de algunos diques se utiliza como pastizal, con derechos de pastoreo regulados de diferente manera en diferentes comunidades. Durante la guerra civil que duró 15 años hasta 1991, las comunidades crearon sus propias formas de organización no sólo para sobrevivir sino para continuar el trabajo de desarrollo. Ahora, los pobladores designados por el baito asumen responsabilidades en los proyectos de la comunidad. La distribución de herramientas, materiales y pagos fue organizada en un primer momento a través de los sacerdotes de la parroquia. El uso de las herramientas proporcionadas por ADDA para las obras públicas es decidido, cada vez más, por el baito en vez del Proyecto. En algunos casos, las herramientas ahora también son utilizadas por personas particulares para construir sus propias estructuras. Sin embargo, todavía debe resolverse el problema de las herramientas rotas y la responsabilidad por su reemplazo.
Dinero en efectivo para el trabajo
Hubiera sido imposible para ADDA pagar a la comunidad los alimentos para las faenas. ADDA no tiene las capacidades de transporte y de almacenamiento para esto. Además, los caseríos están en áreas remotas, a varias horas o días ‘a pie’ de un camino transitable con un vehículo. Las familias están acostumbradas a organizar el transporte de alimentos y materiales por medio de asnos, mulas, camellos o personas. El dinero en efectivo para el trabajo les da los medios para comprar la comida o cualquier cosa que necesiten o, en mejores épocas, para invertir en la mejora de la tierra, en cultivos o ganado. La elección está en sus manos. El salario en dinero en efectivo (actualmente 6 birr/día) es mucho menor que los 40 o más birr por día que los albañiles experimentados (que muchos de lrob ahora lo son) pueden ganar en pueblos de Tigray y Eritrea. Para la gente que elige quedarse en lrob, el programa de dinero en efectivo para el trabajo es una fuente de ingresos extra agrícolas muy necesaria. Sólo una pequeña parte del área de Irob (3-4%) puede ser cultivada. Dependiendo del año, los de Irob producen sólo 10% a 30% del grano que necesitan comer. El resto lo tienen que comprar con dinero enviado por los miembros de la familia que se han ido a otras partes de Etiopía o fuera del país para trabajar, o con ganancias obtenidas a partir de la venta de animales. En épocas de sequía, como sucedió a mediados de la década de 1980, la gente de lrob pudo sobrevivir sólo con ayuda alimentaria. El dinero en efectivo disponible para los trabajos en Irob permite a mucha gente permanecer en el área de su hogar, en vez de migrar para mendigar o trabajar por comida. Esto significa que, además de edificar estructuras físicas como aportes a la comunidad, pueden prestar más atención a su propia tierra y ganado, manteniendo mejor la estructura social de su comunidad.
Siempre aprendiendo
Las tecnologías utilizadas por los agricultores, particularmente en conservación de agua y suelo (SWC, por sus siglas en inglés) han cambiado con el pasar de los años. Los agricultores observan cómo se comporta el agua corriente cuando encuentra nuevas barreras, discuten sobre las razones del daño a las estructuras o a la tierra circundante y consideran qué deben hacer en estos casos. Tratan constantemente de mejorar su trabajo: mantener y mejorar las estructuras existentes y hacer otras nuevas que estén mejor diseñadas. En las palabras de Ato Zigta: «Si miran más de cerca nuestros diques, pueden leer la historia de nuestro aprendizaje».
En algunas áreas, los agricultores escarban y llevan abajo el suelo de las laderas para llenar las áreas detrás de los muros de piedra, con el fin de concentrar el suelo en lugares en los que se puede realmente sembrar algo. Algunos agricultores están experimentando con formas más efectivas de usar el estiércol de los animales y el rastrojo para fertilizar las pequeñas parcelas de tierra. Detrás de los diques, algunos agricultores transplantan champas de una variedad local de pasto hirsuto que crece entre las piedras, manteniéndolas juntas y proporcionando también alimento para los animales. Algunos agricultores plantan árboles y arbustos (o están dejando que crezcan de manera espontánea y entonces protegiéndolos) para fortalecer las estructuras de mampostería de junta seca, hacer uso de nuevos nichos para producir troncos, forraje y leña, así como para la apicultura. Para regar sus huertos, han tallado con cinceles canales en la roca para guiar el agua hacia reservorios.
En sus esfuerzos por retener el suelo y el agua detrás de los diques y para regar los campos, los agricultores están teniendo problemas de acumulación de sales y aniegos de agua que están matando algunos árboles en los valles del río. Los grandes árboles viejos están ahora casi enterrados en el suelo retenido. Los agricultores están buscando árboles y arbustos más adecuados para plantar detrás de los diques.
Construcción de caminos hacia los mercados
Otro problema que enfrentan los agricultores es el transporte. Algunas partes de la tierra de Irob tienen un buen clima para cultivar naranjas, que se podrían vender en los mercados de las tierras altas, pero es difícil llevar las frutas hasta allí. Ésta es una de las razones por las que algunas aldeas dan prioridad a la creación o mejora de caminos de herradura para el transporte de carga. Incluso, los de Irob han construido un camino de piedra que va de Alitena a la carretera nacional en la meseta de Salembessa, usando solamente herramientas de mano y fuerza muscular. Éste fue el primer proyecto de construcción apoyado por ADDA hace 20 años, y los pueblos que se encuentran a lo largo del camino se han organizado para mantenerlo desde entonces. Aunque los de Irob saben lo que son capaces de hacer por sí mismos, también saben que el Gobierno tiene equipos para realizar este trabajo extremadamente pesado. Ellos enfatizan que es una de las principales maneras en las que el Gobierno puede apoyar los esfuerzos de los agricultores: construyendo y mejorando los caminos para tener mejores vínculos con los mercados. Este año, finalmente se está construyendo un camino nacional hacia Alitena.
Intercambio de experiencias
Se está volviendo cada vez más importante que ayudemos a los agricultores a obtener mayor información y asesoría de varias fuentes: agencias del gobierno, otros proyectos y agricultores que viven en condiciones similares. Ya hemos experimentado el valor que esto puede tener para ambas partes. Los agricultores de Sero cerca del Tigray Central estuvieron alarmados debido a lo rápido en que la erosión de la acequia amenazaba su sistema de riego. El proyecto que los apoya buscó la asesoría de nuestros técnicos y agricultores, que tenían muchos años de experiencia práctica en la SWC. Esto fue un desafío para nuestro proyecto: un problema urgente en el cual se podían aplicar las habilidades de nuestros expertos locales y del cual también se podía aprender.
Pero nuestros expertos locales también tienen sus limitaciones, por lo que ADDA recibe con beneplácito el apoyo de investigadores e ingenieros formalmente capacitados y agrónomos que entienden lo que los agricultores ya están tratando de hacer en Irob y en otras áreas de expansión de nuestro proyecto, quienes pueden ayudar a acelerar el proceso de aprendizaje. Si estos expertos externos desean tratar a los expertos locales como iguales y compartir las penurias de la vida y el trabajo en los acantilados de Tigray Oriental, los agricultores también recibirán con mucho agrado su contribución.
¿Por qué está funcionando la SWC?
Hay muchas razones por las que este trabajo de desarrollo de la comunidad ha sido relativamente exitoso:
– SWC Productiva. Las actividades de SWC que los agricultores eligen realizar no son sólo de conservación de recursos, sino que, ya en el corto plazo, éstas crean tierra agrícola y aumentan la producción de los cultivos y de los animales. Los grandes diques construidos con el apoyo de ADDA para retener suelo y agua también proporcionan agua naturalmente filtrada cerca a los pueblos, ahorrando a las mujeres muchas horas de caminata en terreno montañoso para acarrear agua desde distantes manantiales.
– Ética de ayuda mutua y servicio de la comunidad. Las personas de tan remotos lugares dependen unas de otras para sobrevivir en épocas de emergencia. La ayuda mutua es más necesaria que en áreas donde la vida es más fácil. La gente considera como su responsabilidad el servir a la comunidad ayudando a mejorar las condiciones de vida de todos. Invierten tiempo y energía no sólo en construcción con bajas remuneraciones, sino también en la planificación, administración, organización y mantenimiento, sin recibir ningún pago a cambio. Muchas personas de Irob que han migrado a otros países continúan apoyando a sus comunidades de origen. Asimismo, el personal del proyecto es gente del lugar que está preparada para vivir y trabajar en condiciones difíciles, yendo a pie de caserío en caserío para brindar apoyo. Está motivada más allá del salario que recibe.
– Estructura institucional local para el apoyo inicial. El trabajo en red de la iglesia a través de los sacerdotes de las parroquias que viven en los caseríos proporcionó una estructura para coordinar y supervisar las actividades, almacenar herramientas y materiales y manejar fondos, hasta que los laicos adquirieran habilidades para hacerlo por sí solos. Asimismo, como la educación ha sido impartida por los sacerdotes desde mediados del último siglo y continuó durante la guerra civil, había lugareños con educación formal que pudieron asumir tareas que requerían saber leer y escribir.
– Confianza y apoyo externo a largo plazo: Durante más de 20 años, los patrocinadores en Suiza y posteriormente también en Alemania han brindado apoyo en términos de herramientas, materiales, dinero en efectivo para el trabajo y asesoría, y han confiado la organización a los sacerdotes de la parroquia y a los lugareños.
– Control local. Los baito (concejos) garantizan los derechos de todos los habitantes para el uso de los recursos de tierra que ellos crean, de manera que la gente encuentre valioso invertir en el mantenimiento de sus recursos. Los habitantes del pueblo planifican e implementan las actividades por sí mismos: seleccionan qué actividad tiene prioridad, escogen los lugares de aplicación, organizan cómo hacer el trabajo, monitorean la condición de las estructuras y las mantienen. Cada caserío toma sus propias decisiones sobre estos asuntos. Están orgullosos de su independencia y de sus logros. ADDA ha escuchado que hay críticas con respecto a los programas de dinero en efectivo para el trabajo, porque los lugareños, según se dice, no ven los resultados por sí mismos. La experiencia de ADDA con el dinero en efectivo para el trabajo muestra que puede apoyar el aprendizaje, la innovación y el desarrollo guiado por la comunidad, si se usa para lograr hacer lo que la comunidad quiere pero que no puede administrar sin ayuda externa. La pregunta clave que establece toda la diferencia es: ¿Quién decide sobre las actividades, alguna agencia de planificación lejana o los lugareños, que son quienes hacen el trabajo?
¿Y nuestro propio papel?
Puede parecer extraño para algunas personas el hecho de que yo (el primer autor de este artículo), como coordinador de ADDA, no tenga ninguna capacitación en agronomía o en SWC. Mi educación es en filosofía. Mi papel no es ser un experto técnico, sino más bien ayudar a organizar las cosas de manera que los agricultores obtengan el apoyo que necesitan para hacer lo que es importante para ellos.
En los primeros años del proyecto, una fuente de inspiración para los agricultores y el personal del proyecto fue el Padre (Abba) Yohannes, que viajaba frecuentemente a pie a través de las montañas y quebradas hasta los caseríos más remotos de la Diócesis. Animaba a la gente a planificar el trabajo que le asegurara su futuro y el de sus hijos, y trabajaba junto con ellos. En ese tiempo, yo era un niño en uno de los caseríos de las montañas y la función de Abba Yohannes se convirtió en un modelo para mí. Estoy feliz de que la iglesia me haya concedido el honor de seguirlo en sus pasos, acompañando a los agricultores en el área de mi hogar para mejorar sus vidas.
Mi coautor es uno de los hijos de Ato Zigta. Él tiene la esperanza de que si las técnicas de cosecha de suelo y agua de los de Irob se llegan a conocer ampliamente, otros agricultores que viven en condiciones difíciles similares pueden adquirir nuevas ideas y ellos mismos probarlas. También espera que a través de este artículo se pueda recordar a los hijos de los de Irob, muchos de los cuales han ad: quirido una mayor educación en tecnología moderna como él mismo, el conocimiento y el logro de sus padres.
Abba Hagos Woldu y Asfaha Zigta. ADDA. PO Box 8, Adigrat, Tigray, Etiopía