julio 1996, Volumen 12, Número 1
Montañas en equilibrio

La agrosilvicultura ligada con el conocimiento local

GUILLERMO FERRER | Página
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La producción de ganado en pequeña escala en Córdoba, la región central de Argentina, sufre fuertes presiones, en gran parte debido a la escasez de forraje, pero también por la pobre fertilidad del suelo debido al monocultivo de maíz y a la erosión.

Un grupo de extensionistas de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Córdoba ha estado trabajando en el área durante varios años, utilizando métodos de participación para tratar de ayudar a las personas a resolver estos problemas y hacer que la agricultura tenga una base más sostenible.

Córdoba tiene un clima templado y semiárido y se encuentra a una altitud de aproximadamente 900 m.s.n.m. La precipitación anual de 400-500 mm se presenta durante los meses de verano, dejando un déficit de aproximadamente 300 mm al año. El paisaje es montañoso y cubierto con vegetación boscosa natural llamada monte. Esta se ha visto afectada por la intensa deforestación que continúa arrasando con los bosques a un promedio de 50,000 hectáreas por año (Ferrer 1994).


Foto: Daniel Cáceres

La población comprende pequeños agricultores que tienen cabras, ovejas y una o dos vacas que se alimentan en los pastos naturales de la montaña. También poseen parcelas, desde media hectárea hasta tres hectáreas, denominadas chacras, en las que cultivan maíz y calabaza para el consumo humano y animal. Las parcelas son víctimas de la erosión debido al escorrentía del agua de lluvia proveniente de las pendientes (2-8%). Este hecho y la pérdida de fertilidad del suelo por el monocultivo, ha llevado a un abandono progresivo de la tierra.

El proyecto tiene como objetivo, en colaboración con los productores, revitalizar las viejas chacras plantando el árbol de algarrobo (Prosopis sp en parcelas de 5 x 5, 400 plantas por hectárea) y sembrando llorón (Eragrostis curvula) como pasto. El proyecto proporciona las plantas y semillas y los productores proporcionan el trabajo y el alambre para realizar las cercas. La base técnica del proyecto se fundamenta en el hecho de que ambas especies tienen un gran sistema de raíces que permite a los nutrientes ser trasladados desde In capas más profundas hasta enriquecer las capas superiores. El algarrobo es un árbol leguminoso con una poderosa raíz, sus hojas son semideciduosas y proporcionan una cubierta anual de hojarasca rica en nitrógeno. El llorón es una gramínea con un sistema de raíces extensivo, en cabellera, que crece en suelos pobres y facilita la acumulación ¿le suelo que acarrea una gran cantidad de material orgánico. Después de un período de crecimiento, las parcelas se utilizan como zonas de pastoreo y luego de 5 a 10 años son aradas para cultivar maíz y calabaza. Se debe dejar una franja de por lo menos un metro de ancho de árboles y pasto para prevenir la erosión del agua durante las lluvias.

Percepciones locales
La primera etapa del proyecto fue indagar las percepciones acerca del monte y de los árboles. Esto se realizó reuniendo historias vivenciales (Moss, W et al, 1991) lo que permitió importantes diferencias generacionales en lo que se refería a la percepción de recursos forestales que se debían explorar. Los mayores de sesenta reconocieron que los árboles tenían importantes usos. Recordaron la cosecha de los frutos silvestres del algarrobo y del misto! (Zophus misto)), los procedimientos para mantener y nutrir a los árboles y la manera de procesar los alimentos. «Desde San Pedro hacia abajo, solíamos cosechar el mistol con toda la familia. Juntábamos grandes costales. Lo mismo con el algarrobo. Almacenábamos el fruto en lugares secos y luego servía para los caballos y para la familia», afirma un agricultor de Copacabana. Algunos recalcaban cómo el follaje de los árboles les proporcionaba calor y cobijo a los animales y protegía los pastos de las heladas del invierno (»el invierno llega más tarde debajo de los árboles»). Por su experiencia, los agricultores que han vivido antes que el monte sea deforestado, lo reconocen como un recurso en sus vidas cotidianas y corno parte integral de sus estrategias de sobrevivencia. Por el contrario, los agricultores más jóvenes tiene una visión mucho más limitada de las propiedades de los árboles. Estos constituían una fuente de leña y de madera para hacer cercas, pero su relación con el medio ambiente no se comprendía muy bien pues los jóvenes no han desarrollado prácticas sociales con relación a ellos.

Los agricultores modifican
A pesar de conocer sus virtudes, los productores rechazaron inicialmente la propuesta, pues pensaban que no habría suficiente espacio entre las parcelas para plantar maíz y que la tierra plantada con árboles podría perderse para el cultivo. Después de un período de análisis y deliberaciones acordaron aceptar el número de árboles, pero decidieron que los ubicarían de diferente manera en sus chacras –en parcelas de 10 x 2.5 metros– para dejar claramente delineadas las franjas de terreno suficientemente anchas para ser cultivadas.

Ocho productores realizaron un proyecto piloto en el verano de 1995 en un total de 11.25 hectáreas. Las franjas de cultivo de 10 metros se ubicaron perpendicularmente a las pendientes principales de tal manera que se disminuyera la velocidad de la escorrentía del agua de lluvia.

Se necesitarán cinco años para que el suelo muestre algún signo de mejoría (el punto más criticable de la propuesta). Sin embargo, cuando se considera el monto de los nutrientes extraídos y la decisión de no utilizar insumos externos, entonces la inversión en tiempo no parece muy significativa.

El proyecto muestra que la participación de los productores es un elemento indispensable para la formulación y adaptación de la propuesta técnica a sus sistemas productivos. Es también necesario desarrollar propuestas técnicas que permitan la conservación de los recursos naturales y una mínima baja en la productividad de las parcelas agrícolas. En este sentido, los sistemas agroforestales constituyen una alternativa para recuperar los nutrientes del suelo, elevar el porcentaje de material orgánico y llevar a cabo una agricultura que administre los recursos naturales de una manera más sostenible.

Guillermo Ferrer
Departamento de Desarrollo Rural
Facultad de Ciencias Agropecuarias, UNC
CC 509, CP 5000 Córdoba, Argentina

Referencia

  • Moss, W, Portelli A y Frasser R. 1991. La historia oral. Ed. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires.

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