Parque huerta La Tablada, Rosario, Argentina (p. 22). Agricultura Urbana Rosario
Otra iniciativa importante pero de más reciente inicio es la Plataforma de Agricultura Urbana en Lima (PAUL), que ha implementado el proyecto “Alimentando Lima desde adentro” (ALDA) en las zonas urbanas y periurbanas de esta ciudad. Los fines de PAUL se enmarcan en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, particularmente el 11: “Conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”, y ha logrado gestionar y aplicar el sello “Agricultura en Lima” como garantía de que los alimentos producidos por las organizaciones de agricultura urbana que la integran han sido cultivados y cosechados con prácticas agroecológicas (p. 11).
Entre las experiencias cuyos objetivos van más allá de lo productivo se encuentra la de EcoTambo, cuyo trabajo de agricultura urbana y periurbana en Bolivia le ha hecho posible constituir “una experiencia de tejido colaborativo para la investigación” (p. 15). En este grupo de experiencias también es importante destacar cómo “la agricultura urbana se ha convertido en un vehículo para nuevas interacciones en la ciudad” a través de las actividades académicas sobre seguridad alimentaria y nutricional promovidas por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), que han logrado reducir los índices de inseguridad ciudadana y recuperar espacios abandonados, convertidos ahora en huertos urbanos, en un barrio de la ciudad de Cali, Colombia (p. 19).
El presente número de LEISA, se inicia con dos artículos de reflexión. En el primero, sobre la actual situación mundial del acceso a alimentos, el autor enfatiza la necesidad de generar respuestas locales y considera a la “agricultura urbana familiar, una alternativa local viable” ante el reto que presenta la dependencia de los sistemas industriales de producción de alimentos; sistemas no sostenibles por ser monocultivos con gran uso de agroquímicos (p. 5).
El segundo artículo considera a “la gran disparidad existente entre el campo y la ciudad” como una de las causas de la migración de la población rural a las urbes, ya que “para la mayoría de los agricultores hay una consistente falta de expectativas y de oportunidades”, situación que, según el autor, es “la confirmación de una matriz de ‘modernización’ dirigida al desplazamiento de las poblaciones rurales que nos llevará a males mayores en términos ecológicos sociales.” (p. 9).
Como lo mencionamos en la convocatoria para este número de LEISA, la población rural que decide tener como destino la ciudad mantiene en su condición urbana la vinculación con lo rural y es portadora de un saber hacer que le da la posibilidad de ser protagonista activa para lograr que la agricultura urbana sea una realidad que le proporcione alimentos saludables localmente y gozar de un ambiente con calidad de vida en lo social y lo ecológico.