diciembre 2016, Volumen 32, Número 4
Pastoreo y pastores

Pastizales: saber indígena de un recurso incomprendido. Apuntes para una etnoagrostología tzotzil

TRINIDAD ALEMÁN SANTILLÁN, JUAN LÓPEZ MÉNDEZ, ANGEL MARTÍNEZ VÁZQUEZ | Página 8-13
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Las relaciones entre las mujeres tzotziles se establecen alrededor de sus rebaños de ovinos. Durante el pastoreo interactúan, forman nuevas generaciones, transmiten siglos de conocimiento. El espacio en que esto ocurre es el pastizal, tradicionalmente parte integral de un complejo y diverso sistema productivo y hoy visto como señal de un «mal uso de los recursos». Mediante talleres participativos con mujeres tzotziles, los autores contribuyen a la sistematización de esos conocimientos y a su revaloración como estrategias viables de seguridad alimentaria y autodeterminación cultural.

Pastoreo de ovejas en terrenos en descanso con pastizal, aledaños a parcelas de milpa. El pastizal es una fase de descanso en el uso de las parcelas agrícolas. El Escalón, municipio de Huixtán, Chiapas. México. Autores

El territorio

La región de Los Altos se ubica al centro del estado de Chiapas, al sureste de México, en la frontera con Guatemala. Es una región montañosa con alturas superiores a los 1 500 msnm. El clima es templado subhúmedo, con una temporada lluviosa bien definida en verano, que se extiende desde abril hasta octubre, incluyendo una sequía intraestival, de duración variable, en los meses de julio y agosto. La temperatura media anual oscila entre 12 y 18º C, con riesgo de heladas entre noviembre y febrero. Las partes más altas sostienen bosques de pino-encino, mientras que las porciones intermedias y bajas son ocupadas por las parcelas agrícolas, los pastizales y las viviendas.

Sus habitantes son principalmente las etnias tzotzil y tzeltal, de origen maya; ambos grupos conservan su vestimenta tradicional y sus idiomas. No obstante su origen común, existen importantes diferencias culturales entre ambos. La población tzotzil se distribuye en ocho de los 15 municipios de la región, pero su población es el 40% del total, mayor que la población mestiza concentrada en la ciudad de San Cristóbal de las Casas y que la población tzeltal, cuyos mayores núcleos están en las tierras bajas fuera de la región.

La economía tzotzil depende de la agricultura de milpa y la cría de ovinos en pequeña escala. Al tiempo que la agricultura genera los alimentos para la familia, la cría de ovejas se orienta a la producción de lana para la vestimenta tradicional y de estiércol para abonar las parcelas de hortalizas, y a la venta de animales en pie que se comercializan en San Cristóbal. Aunque no existen restricciones de carácter religioso al consumo de carne de oveja, este no es frecuente entre los tzotziles. En las fiestas se sacrifican especialmente vacas, cerdos y aves, ya sea para el autoconsumo o la venta local.

Mujeres y ovinos: una relación vital

Los actuales ovinos de Chiapas son descendientes de los animales traídos por los españoles casi desde el momento mismo de la conquista (mediados del siglo XVI). La intención de los conquistadores era criar ovejas en enormes rebaños, a la manera en que lo hacían en España. El clima adverso de los Altos, particularmente la elevada humedad, propiciaron altas incidencias parasitarias que hicieron inviables para los conquistadores sus intenciones de cría. Es posible que muchos animales se perdieran en las áreas de pastoreo, pero quizás muchos fueron abandonados y eventualmente adoptados por las mujeres tzotziles.

El cambio de estrategia de manejo desde enormes hatos trashumantes (cientos de animales) pretendido por los españoles hacia un cuidado familiar “personalizado” de pequeños rebaños (8 a 10 animales) fue la clave para establecer la ovinocultura en Chiapas. Las ovejas se incorporaron a la economía de las familias adquiriendo en el proceso un lugar particular en las actitudes de las mujeres y en la cultura de las comunidades.

En la estructura económica de las familias tzotziles las actividades cotidianas están claramente diferenciadas. Mientras que la actividad agrícola es coordinada por los hombres, con la participación de todos sus integrantes, incluidas las mujeres y los niños y niñas, la cría y el cuidado de las ovejas es una actividad exclusivamente femenina. El conocimiento y las habilidades necesarias para cuidar las ovejas son transmitidos de madres a hijas en un proceso generacional que se inicia desde los cinco o seis años y que, a lo largo del tiempo, crea en las hijas las actitudes y capacidades necesarias para continuar la tradición económica y cultural que significa la producción ovina. Eventualmente, en la edad adecuada (16 a 20 años) cada hija de familia recibe un pie de cría ovino (un macho y una o dos hembras) para iniciar su propio rebaño y consolidar así una nueva familia tzotzil.

Existe una estrecha relación entre pastora y ovejas que se manifiesta en un conocimiento detallado de la “personalidad” de cada animal, en la asignación de nombres propios y en atenciones especiales en función de su comportamiento. Hay una preocupación constante por lograr el bienestar de las ovejas. En las difíciles condiciones ambientales de la región, con fuertes limitantes para las actividades productivas, la lucha estival contra los parásitos se alterna con la amenaza de escasez de forraje causada por los intensos fríos invernales.

Durante la mayor parte del año el pastoreo de los animales es libre en terrenos comunitarios. Hacia los meses de octubre a diciembre, los animales entran a las parcelas ya cosechadas para aprovechar los restos de cultivos. En la parte más fría del invierno (noviembre a febrero) las ovejas son alimentadas con follaje de árboles y arbustos que se recolecta en los bosques o en diferentes sitios de las parcelas propias. El cuidado de los animales durante el pastoreo es realizado generalmente por las mujeres y niñas, con menor frecuencia por niñas solas. Las distancias recorridas hacia las áreas comunales de pastoreo son de uno a dos kilómetros.

Los borregos son encerrados hacia las cinco o seis de la tarde, dependiendo de la época del año. En todo momento, tanto en el corral como durante el pastoreo, se mantiene junto todo el rebaño, compuesto por corderos (nene unin o nene chij), hembras vacías y gestantes (mechij), machos adultos (tot chij), hembras viejas (me el xa chij) y machos viejos (mol tot chij). La reproducción es libre y se da en el corral o en el campo. Al cordero recién nacido no se le proporciona mayor cuidado y este tiende a seguir inmediatamente a la madre por sus recorridos en los pastizales.

Pastizales, un recurso natural incomprendido

No es raro escuchar propuestas de rescate, manejo y conservación de los recursos naturales que separen a los pastizales, ya sea para ignorar su existencia o para condenar su presencia. Los pastizales son con frecuencia considerados la evidencia principal del mal uso de los recursos productivos, olvidando que son las condiciones sociales y económicas las que determinan el destino de los recursos que se tienen. Los pastizales (en sentido genérico, con gramíneas y hierbas de porte bajo utilizadas para la crianza de animales) han estado presentes en muchas regiones campesinas, formando parte de un esquema de organización y uso cíclico del suelo en las comunidades rurales. En la región de los Altos, pequeñas áreas de pastizal se alternan con las milpas, con los solares (traspatios), las parcelas de hortalizas y su “pedazo de monte” (bosque). De esa diversidad de recursos se obtendría todo lo necesario para la vida familiar. Pero la “modernidad”, el crecimiento de la población y el cambio de hábitos han propiciado la expansión de las áreas de vivienda e inducido la destrucción de los bosques, la simplificación de las milpas y la desaparición de los solares. Los pastizales resisten el embate y cargan con las culpas.

Las mujeres tzotziles tienen una idea diferente. Los pastos son el mejor alimento para sus animales y el pastoreo comunal permite interacciones sociales entre pastoras (las noticias se comparten, los consejos se regalan) y la educación apropiada de las niñas y jóvenes que continuarán la cultura (aprenden a hilar la lana, a tejer la ropa y a bordarla, entre todas las otras cosas y conocimientos que conforman la cultura). En su trato directo y constante con las ovejas, ellas conocen bien “sus gustos”, y en un diálogo permanente conformado por cariño, paciencia, observación detallada y repetición de acciones, han generado un importante cuerpo de conocimientos sobre los pastizales y las especies vegeta¬les que espontáneamente crecen en ellos, en función de su utilidad como alimento para las ovejas y de las consecuencias de su deterioro.

El que sabe, sabe… usar para conocer

En el Colegio de la Frontera Sur, desde 1990 hemos realizado investigación y desarrollo de la producción ovina tzotzil. Un componente del proyecto era la sanidad y otro las estrategias alimentarias locales y sus alternativas, y se orientaba a promover el uso más intensivo del follaje de árboles y arbustos forrajeros. Sin embargo, el interés persistente de las pastoras por mantener el pastoreo como principal estrategia alimentaria de sus ovejas nos llevó a reorientar nuestra participación en las comunidades de trabajo. En San Pedro la Tejería, municipio de Huixtán, la confianza existente con las pastoras nos permitió plantear nuevos enfoques para el proyecto y explorar los criterios que siguen para valorar la importancia de los pastizales y sus especies componentes.

Mediante talleres participativos realizados totalmente en lengua tzotzil establecimos, en conjunto con las pastoras, el significado de los términos “comer” y “nutrir”. En una mesa se dispusieron cuatro tipos de alimentos y se pidió a las pastoras que cada una eligiera uno de ellos y comentara al grupo el por qué de su elección. El cuadro 1 sintetiza los resultados.

Con la claridad que el ejercicio anterior aportó para la búsqueda de un “buen zacate” (pasto), se realizaron recorridos conjuntos por la comunidad, pidiendo a las pastoras que indicaran los sitios y las especies que utilizaban como alimento para sus borregos en las diferentes épocas del año. In situ, cada lugar visitado se caracterizaba de forma básica, se recogían los materiales botánicos señalados por las pastoras y se dialogaba con ellas directamente en tzotzil. La información básica se traducía al español y se consignaba en formatos de entrevista abierta (cuadro 2). Muchos materiales botánicos carecieron de estructuras apropiadas para su identificación científica pero fue posible identificar las especies principales.

La frecuencia de mención y el énfasis en los atributos alimentarios apreciados por las pastoras en las diferentes especies se utilizó para diseñar una escala de “importancia utilitaria” de las pasturas (cuadro 3), que sirvió para construir las listas de los cuadros 4 y 5.

Hacia una etnoagrostología tzotzil

Los resultados de esta experiencia participativa con pastoras tzotziles de los Altos de Chiapas confirman la presencia de estrategias de uso de los recursos naturales forrajeros sustentadas en el conocimiento generado por medio de la repetición cotidiana, durante generaciones, de una actividad necesaria para la vida individual y comunitaria.

El pastoreo diario de sus rebaños de ovinos ha permitido a las pastoras tzotziles diferenciar más de 30 especies herbáceas presentes en sus pastizales, pertenecientes a 10 familias botánicas (principalmente gramíneas), y generar una terminología descriptora de su morfología (gráfico 1). Reconocen también el efecto de la llegada de especies forrajeras foráneas, promovidas por su rendimiento de biomasa (como es el zacate kikuyu, Pennisetum clandestinum) que aunque muy atractivo para las ovejas es muy sensible a las bajas temperaturas de invierno, que sobrelleva como estolones sin follaje. Su agresivo crecimiento en verano, sin embargo, le ha permitido desplazar zacates locales mejor adaptados a las frías condiciones invernales, como lo es el Batzi yashal (Axonopus fissifolius), número uno en la lista de mejores especies forrajeras, cuyas poblaciones son ahora escasas.

Los pastizales son un elemento fundamental en la vida de las familias tzotziles, tanto por su aporte forrajero, como por ser el escenario de interacciones comunitarias importantes. En sus recorridos cotidianos conducen a sus animales a los sitios donde saben que encontrarán el alimento más apropiado, en función de la temporada del año. A diferencia de lo que sucede con los criterios técnicos, los criterios tzotziles para valorar el forraje no se limitan a la productividad biológica de las especies, sino que también consideran como atributos valiosos su disponibilidad, resistencia a inclemencias climáticas y su permanencia a lo largo del año. Cabe destacar la importancia que las pastoras asignan a lo que sus animales puedan “decirles” en cuanto al mejor forraje. La observación detallada de las ovejas al pastorear, su conducta y reacciones son indicios claros de sus preferencias y de las especies que las pastoras quisieran tener.

Taller con pastoras tzotziles. Manejo sanitario en el pastoreo. San Pedro La Tejería, municipio de Huixtán, Chiapas. México. Autores

Los pastizales son parte de la integración que las familias tzotziles hacen de sus recursos productivos. Llevar a las ovejas a los pastizales o conducirlas por la comunidad a sitios con algún tipo de forraje, se transforma también en un flujo de nutrientes desde estos sitios hacia las parcelas agrícolas, mediante el estiércol depositado en ellas o en los corrales. Son parte del uso coordinado de los recursos y alejan la idea frecuente de ser reflejo de ignorancia y descuido, de mal uso y deterioro.

Las pastoras aprecian los zacates y quisieran no perderlos. Sin embargo aún queda un trecho largo por recorrer en el estudio de las estrategias de uso y manejo de los pastizales de los Altos de Chiapas, en particular el diseño y realización de actividades de recuperación de áreas y regeneración de especies locales de alto valor forrajero. Para las pastoras esto se ve difícil “porque el zacate crece solo, de por sí” y poco puede hacerse para que no se pierda. Sin embargo, es lamentable que el avance acelerado de las zonas urbanas quizás no nos deje mucho tiempo para hacerlo.

Trinidad Alemán Santillán, Juan López Méndez, Angel Martínez Vázquez
Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente. El Colegio de la Frontera Sur, Chiapas, México
taleman@ecosur.mx

Referencias

  • Alemán Santillán, T., López Méndez, J., Martínez Vázquez, A., Hernández López, L. 2002. Retos de un sistema productivo indígena: Altos de Chiapas. LEISA revista de agroecología. 18(1):12-14.
  • Pérezgrovas Garza, Raúl., (ed.). 1990. Los carneros de San Juan. Ovinocultura indígena en los Altos de Chiapas. México: Universidad Autónoma de Chiapas.

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