La implementación de una agricultura empresarial moderna se había iniciado hacia principios de los años 70 en los departamentos de Alto Paraná, Canindeyú, Amambay y en parte de Itapúa, con la presencia de empresas agroindustriales y de productores brasileños que empezaban a comprar tierras en la llamada cuenca del Paraná. Desde entonces la expansión de este modelo productivo no cesa y hoy avanza sobre departamentos que históricamente fueron territorios campesinos e indígenas, como Caaguazú, San Pedro y Caazapá, entre otros.
Tomando en cuenta las costumbres alimentarias paraguayas, en las cuales la inclusión de los productos generados por la agricultura empresarial mecanizada como la soja y el girasol era casi inexistente, este cambio productivo y estructural tiene como principal consecuencia la exclusión y el deterioro de las condiciones de vida de los productores de la pequeña agricultura campesina, ya que esta es, principalmente, productora de alimentos de autoconsumo. En este modelo de producción, ajeno y separado de la cultura productiva de los campesinos paraguayos, no se contempla la necesidad de la seguridad y soberanía alimentarias de la población campesina, generando graves consecuencias sociales, económicas y ambientales que afectan negativamente a la población rural en general a través de la disminución de la producción de alimentos, la reducción de la oferta de empleos, la contaminación del agua, el suelo y el aire, la deforestación, y el aumento de enfermedades como la hipertensión y de afecciones respiratorias, de la piel y estomacales, entre otras.
El avance de este modelo, que genera deterioro ambiental y aumento de la exclusión social, plantea la necesidad de repensar el desarrollo con enfoque de derechos y de respeto a la diversidad productiva, al ambiente, a los recursos naturales y, sobre todo, que tenga como contenido fundamental a la soberanía alimentaria. En ese sentido, una propuesta de desarrollo rural sustentable es la agroecología.
La propuesta agroecológica
En Paraguay, la agroecología como sistema productivo es una iniciativa surgida en el seno de las organizaciones privadas de desarrollo que se remonta a la década de los años 80. El objetivo era promover la producción orgánica, abandonando el uso de los insumos químicos en la producción de alimentos y mejorando y cuidando la fertilidad natural de los suelos. La práctica de la producción orgánica, agroecológica, fue difundiéndose progresivamente en el país con la creación de nuevas instituciones y organizaciones campesinas que comenzaron a implementar este nuevo enfoque de producción.
Los campesinos quizás no conocían teóricamente los principios que sustentan la producción agroecológica pero, debido a sus saberes tradicionales transmitidos de generación en generación, en su práctica productiva respetaban el proceso de reproducción natural de los suelos y las funciones ecológicas del manejo de la biodiversidad. Por ejemplo, gracias a sus sistemas de barbechos, en los que se deja descansar tres o cuatro años una porción de la parcela para recuperar su fertilidad, lograban alcanzar la regeneración de los suelos, además de la diversidad productiva, y la asociación y rotación de cultivos.
Hay experiencias de la agroecología en varios puntos de la geografía del Paraguay. Una de ellas se da desde hace un tiempo al este de Asunción, la capital paraguaya. Es en el departamento del Alto Paraná, limítrofe con el estado brasilero de Paraná, una región regada por importantes ríos y con uno de los mejores y más fértiles suelos del país. Alto Paraná es uno de los departamentos con mayor expansión de la agricultura empresarial: en el periodo agrícola 2014-2015, cerca de un millón de hectáreas de su territorio estaban cubiertas con monocultivos de soja, maíz, trigo y girasol, entre otros (MAG, 2014). La experiencia de la Central de Productores Hortigranjeros Feriantes del Alto Paraná surge del proceso gestado por la necesidad de producir alimentos sanos y variados en ese ambiente de agresiva expansión de la agricultura empresarial, que contamina los sistemas de vida rural.
De las 289 649 fincas agropecuarias en el país, 19 967 se encuentran en el departamento de Alto Paraná. Con una superficie de 14 985 km2 ubicada en la región oriental, Alto Paraná está dividido en 22 distritos y cuenta con los mejores suelos del país para la producción agrícola. Los rubros alimentarios originalmente producidos por los pequeños productores del departamento han sido sustituidos por el avance gradual y sistemático de la producción ganadera –extensiva e intensiva– y la agricultura empresarial. Gran parte de esa agricultura está constituida por plantaciones de soja y cultivos relacionados como el trigo, el maíz y el girasol. Actualmente, este departamento es el mayor productor de soja en Paraguay. Los pequeños agricultores de Alto Paraná viven en su gran mayoría excluidos por el desarrollo, que está orientado hacia las exportaciones.
Como respuesta organizativa, comunitaria y transformadora, los pequeños productores se han ido organizando gradualmente. Hace ya 19 años conformaron la Central de Productores Hortigranjeros Feriantes de Alto Paraná, una iniciativa que involucra más de 1 507 productores de 18 distritos, organizados en 104 comités.
La Central de Productores Hortigranjeros
De esta manera, la Central se formó por una necesidad urgente de satisfacer y garantizar la seguridad alimentaria, el arraigo de las familias y su inserción en el proceso productivo y el mercado laboral. Para esos fines identificaron como opción válida la diversificación de cultivos, que les ha permitido la provisión de alimentos, conservar la biodiversidad y minimizar los riesgos climáticos en la producción, así como asegurar un lugar donde vivir a través de la tenencia de la tierra y obtener ingresos con la venta de lo producido en sus pequeñas fincas.
La Central de Productores Hortigranjeros se origina a partir de la instalación de una feria en Ciudad del Este. La feria comenzó a funcionar en un tinglado proporcionado por la Municipalidad, pero a medida que la actividad fue creciendo y con la finalidad de dar respuesta a la complejización que este crecimiento propuso, fue incorporando dos tinglados más, dotados de cámara frigorífica, molinos de maíz y demás equipamiento necesario para atender de manera eficaz y eficiente las tareas y controles de calidad propios de la actividad que desempeñan los feriantes, incluido el Patio de Comidas Típicas.
La ubicación geográfica de la feria es muy buena a nivel estratégico y comercial (se encuentra detrás de la terminal de ómnibus). Se abre al público todos los miércoles, jueves y viernes (abren los miércoles a las 14:00 horas y cierran los viernes a las 12:00 horas). Trabajan en horario continuado para ofertar productos como carne de cerdo, oveja y cabra, leche, queso, huevos, pescado, gallinas, dulces caseros, verduras y frutas. Recientemente (año 2015), se incorporó un patio de comidas típicas en el cual se elaboran, a la vista del público, alimentos tradicionales producidos por las socias feriantes con productos agroecológicos procedentes de las fincas. Esta iniciativa es implementada por las mujeres.
Los feriantes constituyen un grupo conformado por 380 a 400 socios de los 1 507 productores y a la feria concurren entre 10 000 y 12 000 clientes por semana provenientes de Ciudad del Este y sus alrededores. La característica principal de estos productores es que ofrecen productos naturales, producidos sin agroquímicos por ellos mismos en el departamento. Los feriantes tienen fincas de un tamaño que varía entre menos de 1 a 5 hectáreas en promedio, ubicadas en una zona fértil con elevados costos inmobiliarios, y no cuentan con propuestas políticas ni presupuesto para atender las necesidades y desarrollar las potencialidades de las actividades de las familias en sus fincas. En muchos casos, tampoco han podido acceder a la formalización de la tenencia de las tierras a partir de su titulación, debido a que no pueden cubrir el costo que dicha titulación demanda.
Para la difusión de la actividad cuentan con el apoyo de radios locales, televisoras y prensa escrita regional. También cada socio utiliza sus relaciones individuales, (conocidos, vecinos) para difundir el trabajo así como eventos destinados a la promoción comercial de los productos.
Actualmente, la organización se encuentra trabajando en un proceso de descentralización de la actividad con la creación de ferias locales (distritales) que reproducen el modelo comercial de la feria “madre” de Ciudad del Este, para insertar a los hijos y nuevos socios en la comercialización directa entre productor y consumidor. Es importante destacar que los feriantes de la Central en Ciudad del Este no ofertan sus productos en otras ferias locales, solo venden en la feria o a clientes que llegan a su finca para estar al tanto del sistema agroecológico de producción.
Efectos positivos de la transición agroecológica
El modelo agroecológico adoptado por los agricultores vinculados a la Central no solamente les proporciona a sus familias una fuente saludable y constante de alimentos, sino una alternativa de obtención de ingresos y apoyo en el arraigo de sus familias al vender parte de lo producido en mercados locales y regionales. La buena calidad de los productos ofrecidos da lugar a la asistencia a la feria de un promedio de 10 000 a 12 000 personas cada semana. Esto genera un ingreso de 400 000 000 a 500 000 000 semanales (suma en guaraníes, equivalente a USD 84 459). La feria, con un promedio de 380 a 400 productores que realizan venta directa a los consumidores de lo producido en sus fincas, genera un ingreso anual aproximado de USD 4 054 000.
Los resultados obtenidos a nivel de calidad de rubros agroecológicos producidos, así como el desarrollo de nuevos mercados y los aportes socioeconómicos de la Central a la comunidad, se detallan a continuación:
- La oferta de productos agroecológicos y con precio justo brinda acceso de alimentos de calidad a los consumidores, los que manifiestan un alto grado de satisfacción en relación al servicio.
- La venta de alimentos en el patio de comidas, elaborados por las mujeres feriantes con productos provenientes de sus fincas y otros insumos locales, contribuyen a la promoción de la comida tradicional paraguaya. Dado que la feria está en una zona limítrofe con Brasil, la elaboración de las comidas típicas a la vista del público, con adecuadas condiciones de higiene, constituyen a este espacio como una alternativa de elección para aquellos que quieren saborear o conocer la comida típica paraguaya.
- La valoración del trabajo campesino y comunitario posibilita que el campesinado obtenga un valor agregado para lo producido a través de la elaboración de sus productos; por ejemplo, a través de las comidas que se ofrecen en el patio bajo la forma de elaboración de dulces, harina de maíz y otros comestibles.
- Incremento de la autoestima y la resiliencia con la incorporación de la identidad de los feriantes. Esto se da tanto en los hombres como en las mujeres y jóvenes participantes de la experiencia que se han integrado a la organización, producción y comercialización.
La feria y la organización de la Central constituyen un espacio de transición, un espacio intermedio entre la exclusión y la inclusión social. Este espacio se encuentra amenazado en su sostenibilidad y avance por una conducta ambivalente de las instituciones del Estado, que no están registrando en su justa dimensión la importancia de este movimiento; por el contrario, han llegado al punto de quitarle visibilidad en las encuestas y evitar planificar el crecimiento del subsistema agroecológico familiar y comunitario dentro del sistema agrario como herramienta de lucha contra la pobreza, la exclusión social, el deterioro ambiental y el empobrecimiento social.
La agroecología y las políticas públicas
El modelo agroecológico en el Paraguay persiste, a pesar del avance de los cultivos mecanizados, como un subsistema dentro del sistema agrícola a pesar de la poca asistencia técnica del estado en lo referido a la producción agroecológica. Las contribuciones que llegan del sector público no están coordinadas en tiempo y espacio, y mucho menos constituyen aportes enmarcados en un proyecto de sustentabilidad y planificación para fomentar el crecimiento –a mediano y largo plazo– apoyado por el estado como resultado de la implementación de alguna política pública. Una prueba de esto es que los censos agrarios no tienen como variable identificada la cantidad de fincas agrarias agroecológicas y no hay, “bajado a terreno”, un programa estatal dirigido a este tipo de modelo de producción, que contribuya a su visibilidad, valorización, fortalecimiento y formalización.
Tampoco en el ámbito académico se valoriza el enfoque y las acciones de transferencia de tecnología de los hortigranjeros, que parecen haber quedado “atadas” al voluntarismo. Esto se visibiliza en el hecho que, si bien los productores son convocados por organismos estatales y ONG tanto a nivel nacional como internacional para relatar, explicar y dar pautas técnicas concretas acerca de cómo llevar a cabo la experiencia y sobre el beneficio de los resultados, no reciben por esta tarea de transferencia tecnológica ningún rédito económico, ni para ellos ni para sus organizaciones.
La agroecología se vio favorecida a través del tiempo por un interjuego de procesos, como la lucha por la tierra propia, el manejo del territorio y el resurgimiento de la producción más diversificada y ligada a los patrones sociales y culturales alimentarios, contando con la participación activa de la familia, la comunidad y (en menor medida y de forma más desarticulada) algunas contribuciones provenientes del distrito y el departamento. Además, el factor que contribuyó al desarrollo de este enfoque productivo tiene relación con la baja productividad de la agricultura familiar que se explica principalmente por: 1) la limitada aplicación de tecnologías mejoradas de producción y de manejo, 2) la tenencia irregular de las tierras, 3) la debilidad organizativa de la agricultura familiar y 4) la escasa infraestructura vial, que impone penalidades en la adquisición de insumos y la comercialización de sus productos.
Observamos que tanto las políticas que el estado presenta a través del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG)1 como propuesta para este sector –y que se pueden ver en la Zonificación Agroecológica de Rubros Agropecuarios del Paraguay, que muestra las potencialidades de cada zona, así como en el Plan Nacional de Desarrollo, donde se fijan metas generales para el año 2030– no se han traducido en acciones concretas dirigidas a la Central de Productores Hortigranjeros. Esta brecha entre enunciados y acciones obstaculiza la instalación y consolidación de procesos que
devenguen en la sustentabilidad de la práctica agroecológica de los pequeños productores campesinos, que poseen parcelas cuyo tamaño varía entre menos de 1 a 5 hectáreas. Estas políticas siguen siendo una declaración de intenciones y, en el mejor de los casos, aportes puntuales que no responden a un programa sistematizado y sistémico de apoyo a esta forma de desarrollo, lo cual incrementa los factores de riesgo de exclusión social de estos grupos.
Lo expuesto nos alerta en el sentido de que lo logrado hasta el momento no garantiza la sustentabilidad y crecimiento de un sistema que, para su perpetuación y avance en el desarrollo, aún depende de variables no controlables por los productores. Entre esas variables están, por ejemplo, factores climáticos cuyo efecto negativo podría ser neutralizado con recursos tecnológicos; o las contribuciones y apoyos, que se hacen efectivos desde el voluntarismo y, por lo tanto, no están contemplados dentro de un programa estatal para brindar apoyo de insumos y tecnologías de manera sistemática y pertinente a los procesos productivos.
Impacto de las acciones de la CPHF de Alto Paraná
A continuación, revisamos el impacto de las acciones identificadas con los beneficios socioeconómicos y ambientales, consecuencia del uso de la agroecología en unidades productivas del Paraguay, atendiendo al caso de los productores socios de la Central de Productores Hortigranjeros Feriantes de Alto Paraná.
1. Desarrollo socieconómico y ambiental
- Generación directa de empleos agrícolas en 18 distritos.
- Liderazgo de miembros de organizaciones campesinas en gestión social, económica y ambiental.
- Espacio de incidencia de las organizaciones a nivel local, regional y nacional para la reorientación de políticas y programas agrícolas.
- Acceso a la tierra que asegura a las familias campesinas un lugar donde vivir.
- Provisión de alimentos a los miembros de las familias de parte de las unidades productivas.
- Resistencia a la producción extractiva y expansiva.
- Protección ambiental, social, territorial y de saberes.
2. Sistema de producción
La agroecología como agente generador de beneficios sociales, económicos y ambientales para las formas de vida en el ámbito rural y urbano en Alto Paraná.
- Diversificación de cultivos.
- Rotación de cultivos.
- Conservación de la biodiversidad
- Conservación de semillas.
3. Comercialización agroecológica
- Precio y calidad de productos en beneficio de los consumidores.
- Promoción de productos agropecuarios de pequeños productores del departamento.
- Explotación de un nicho de mercado de productos sanos.
- Promoción de alimentos tradicionales con insumos agroecológicos.
Como sistema replicable: como modelo de desarrollo la experiencia de la Central de Productores Hortigranjeros Feriantes de Alto Paraná en unidades productivas ha sido probada con 19 años de trabajo y persistencia, lo que la convierte en un caso paradigmático que puede ser replicado para beneficio de otras comunidades.
Frente a la ausencia de una política de Estado para la agroecología, su continuidad y replicabilidad dependerá en gran medida de las acciones que propongan las propias organizaciones con apoyo de instituciones privadas de desarrollo. En Paraguay la demanda de productos frescos y sanos va en aumento. Varias organizaciones campesinas y algunas escuelas agrícolas están implementando la producción agroecológica y están organizando ferias en los municipios y en la capital del país para ofrecer esos productos. Por otra parte, los consumidores urbanos están adquiriendo mayor conciencia de la importancia de estos productos, gracias al mayor conocimiento de sus efectos positivos en la salud humana y en el ambiente como consecuencia del abandono de los productos químicos contaminantes. El fortalecimiento de la agroecología dependerá en gran medida de la alianza entre productores y consumidores, sin esta alianza es poco o nada
lo que se puede avanzar dado el escaso interés del Estado en promover este tipo de agricultura.
Como fuente de cambio: la trilogía que conforman el liderazgo comunitario, el compromiso y la participación contribuye a explicar la resiliencia, resistencia, actividad y carácter político de la comunidad que se une y crea redes. Habla, a la vez, de su poder para generar desde las bases cambios en defensa de su cultura y país.
Lecciones aprendidas
- La importancia de la resistencia de los productores campesinos de Alto Paraná al modelo de cultivo extensivo, extractivo, expulsor de comunidades y personas, transformador de estilos de vida.
- La incorporación de la familia y de mujeres y jóvenes al trabajo productivo, y al desarrollo de valor agregado y comercial.
- La generación de propuestas de desarrollo al Estado ante la falta de aplicación de políticas productivas.
- La búsqueda de control y corrección de transgresiones en la organización a través de sanciones educativas.
- El establecimiento de una identidad definida y una visión clara de las circunstancias, lo que les ha permitido generar respuestas a las situaciones difíciles.
- La enseñanza y concientización a socios y familiares para interpretar las cosas y/o situaciones negativas de tal manera que les ayuden crecer en vez de someterse pasivamente a la adversidad.
En conclusión
Se puede afirmar que en Paraguay la agroecología sigue siendo una práctica sostenida por las organizaciones campesinas, con el acompañamiento de algunas organizaciones no gubernamentales y otras organizaciones sociales. La promoción por parte del Estado es casi nula debido a fuertes intereses económicos ligados al agronegocio. Si bien algunos programas estatales dan sugerencias sobre la sostenibilidad de los recursos productivos y del ambiente, en la práctica no hay una política pública ni instituciones específicas que garanticen la producción agroecológica. El lento pero sostenido avance de la agroecología es un esfuerzo y un logro de las organizaciones sociales, especialmente como resistencia ante el agresivo avance del agronegocio. No obstante, sin el apoyo de una política estatal que garantice la continuidad y el fortalecimiento de la agroecología, el futuro de este sector está seriamente amenazado. Las políticas públicas son necesarias para garantizar el desarrollo de esta práctica agrícola basada en el respeto al medio ambiente.
Red Rural de Organizaciones Privadas de Desarrollo
http://redrural.org.py/
Referencia
- Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), 2014. Zonificación Agroecologica de Rubros Agropecuarios del Paraguay.
Asunción.