La irrigación ha hecho posible una agricultura más segura y viable. Antes de que el ducto del páramo fuera construido, en San Isidro el acceso al agua para la agricultura estaba limitado por derechos históricos y acuerdos que favorecían a los grandes terratenientes frente a las comunidades relativamente pobres de San Isidro y áreas colindantes. Experiencia que es sentida y descrita por la Sra. Rosa, una agricultora de San Isidro: “Antes del sistema que tenemos ahora, nosotros teníamos que conseguir el agua por minutos. Con el transcurrir del tiempo ya no era solo la estancia o hacienda la que captaba el agua la mayor parte de los días de cada semana, lo que se obtenía se dividía entre todos los miembros de la comunidad, solo nos tocaban algunos minutos para cada uno por vez, eso era todo lo que había para regar, el lugar era seco, muy seco. Ahora podemos cultivar más, mucho más: incluso alfalfa para nuestros cuyes.”
Raúl Allauca, hermano de Porfirio, utiliza la irrigación a través de la parcela de su familia, que cubre un área de ladera de montaña particularmente empinada. Gran parte de esta tierra no había sido usada para cultivar antes del canal; desde que este estuvo terminado la familia ha construido un sistema extenso de terrazas, maximizando su disponibilidad de tierra. Raúl y su familia ahora pueden producir mucha de la carne de oveja y cuy que requieren para su consumo, ahorrar dinero y reducir su dependencia de alimentos comprados fuera. Además del cultivo de forraje para un número creciente de animales menores, en muchos hogares la irrigación ha apoyado a una cooperativa comunal de alimentos, permitiéndoles a más residentes de San Isidro vender regularmente su producción en el mercado semanal regional de Pujilí.
La gran importancia del páramo no solo es local sino universal; es una fuente vital de agua y forma parte de los ciclos hidrológicos, y también representa un sumidero de carbono decisivo en los patrones climáticos más amplios (Hofstede y otros, 2003). Durante un tiempo se extendió un creciente interés en la conservación del páramo entre organizaciones de desarrollo. Dos ONG internacionales apoyaron proyectos en y alrededor de San Isidro (incluyendo fondos para la compra de 35 alpacas). Sin embargo, en Ecuador se viene comprobando el cierre de un número importante de oficinas de ONG regionales, particularmente aquellas con presencia en las tierras altas, por lo que los sistemas de autosostenimiento y cooperación para la producción, como los que encontramos en San Isidro, son más importantes que nunca, ya que fueron construidos sobre modelos existentes de organización comunal y trabajados con el movimiento indígena nacional.
El páramo es también un lugar de importancia histórica significativa. Durante la reforma agraria de los años 1960 y 1970, planteada para apoyar a las comunidades indígenas y rurales mediante la redistribución de la tierra, los propietarios de grandes estancias “redistribuyeron” la tierra que ellos usaban y valoraban menos. Esto incluyó el páramo; dado que estaba localizado a 20 km fuera de San Isidro, no era apropiado para la producción de cultivos y era un lugar relativamente inadecuado para que el ganado pudiera vivir y pastar. Durante años, el páramo fue “olvidado” y subvaluado. Como dijo Porfirio: “en aquellos tiempos, ellos (los terrateniente) entregaron esas tierras que les sobraban, que no les servían o que no tenían valor”. Él describe como un tipo de “justicia” que hoy en día se reconozca al páramo como una “fuente de vida” que brinda una nueva solución y vitalidad a la comunidad.
La importancia del páramo en San Isidro se refleja en muchos aspectos de la vida: en el trabajo que requiere su conservación, en los cultivos que sus aguas ayudan a producir y en el tejido social de San Isidro. Como parte de la cotidianidad del trabajo de los hogares y la comunidad y las continuas luchas indígenas, en el páramo se llevan a cabo celebraciones conmemorativas, evocando al paisaje como un símbolo de solidaridad. Para marcar la inauguración del canal, se colocó una placa cerca de su fuente en lo alto del páramo, en la que se agradece a los ancestros recientes por sus esfuerzos para adquirir estas tierras. La leyenda de la placa resalta el papel del páramo como lugar y como fuente de la acción comunal. Sus palabras expresan esperanza en el futuro de San Isidro y del páramo en su conjunto: “este páramo, fuente de vida, que cuidaremos por siempre y hasta siempre”.
Tristan Partridge
Investigador en la Universidad de California, Santa Bárbara.
Doctor en antropología social por la Universidad de Edimburgo.
Ha trabajado con grupos de activistas rurales en La India, Sudamérica y Escocia.
ISBER, 2201 North Hall
UC Santa Barbara
CA 93106-2150, USA.
Tel. +1 805 893 5021
Referencias
Hofstede, R., Mena, P., Segarra, P., editores, 2003. Los páramos del mundo: Proyecto Atlas Mundial de los Páramos. Quito: Global Peatland Initiative/NC-IUCN/EcoCiencia.
Ruíz Orozco, F., 2009. Urkukuna: Los páramos. Quito: Instituto de Estudios Ecuatorianos & Latacunga: MICC.
Vásconez, P. M., 2002. Introducción, en Mena, P. y Ortiz, D., editores, El manejo comunitario de los páramos. Serie Páramo 11. Quito: GTP / Abya Yala.