septiembre 2018, Volumen 31, Número 3
Agua: vida y agricultura

Cosechar y sembrar agua en Santo Domingo de los Olleros

ARTURO PORRAS ROJAS | Página 24-25
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En el distrito de Santo Domingo de los Olleros, al suroeste de la provincia de Huarochirí, Lima, Perú, se inició en 2011 un programa de manejo del agua destinado a regar grandes extensiones de laderas áridas de los anexos, caseríos y centros poblados que pertenecen a las tres comunidades campesinas del distrito: Matará, Cucuya y Llanac, pueblos de tradición alfarera, donde desde siglos atrás se ha desarrollado la cerámica de objetos utilitarios como ollas y otras vasijas –de ahí el nombre de “olleros”–, que el sabio Julio C. Tello calificó como centro de la artesanía de barro.

Por su ubicación geográfica, el distrito no cuenta con fuentes de agua constante como ríos o deshielos. Solo dispone del agua de las lluvias estacionales entre diciembre y abril, junto al aporte de las aguas que trae el canal Julio C. Tello de la parte alta del río Lurín-Canchahuara, en el cual se considera una asignación rotativa, conocida como “mita”, a cada una de las presas, por tres días al mes y durante tres oportunidades al año. Este aporte anual para cada presa está en el orden de los 100 000 m3. A pesar de la escasez de agua en Santo Domingo de los Olleros, hay agricultura y ganadería, pero con bajos índices de producción.

Como en la mayor parte de la sierra, en Santo Domingo predomina el minifundio; las parcelas familiares alcanzan superficies promedio de cinco hectáreas. Otra característica es que la población campesina activa está conformada por personas mayores. La mitad de la población dedicada al trabajo agropecuario tiene más de 50 años de edad y es gente que
se resiste al cambio; cada uno resuelve sus problemas a su modo, pero en el pasado existió una forma de trabajo comunitario. Todo esto deriva en que algunos servicios que buscan y reciben son de difícil acceso o muy caros, tales como la provisión de insumos, crédito, seguros, comercialización de productos y asistencia técnica. Por otro lado, al final de todo el duro proceso de producción, ya sean tunas (Opuntia ficusindica) o quesos, la comercialización de sus productos está en manos de intermediarios, quienes ponen precios que casi nunca cubren el costo de producción, y lucran con el trabajo de los productores del campo.


La forma común de aprovechar el agua de los cuatro meses de lluvia estacional es reteniendo o almacenando la mayor cantidad posible de agua en las partes altas de las cuencas, mediante pequeñas obras de almacenamiento, microrreservorios, zanjas de infiltración, terrazas (andenes) y otras pequeñas obras de alcance localizado. Se busca aprovechar la escorrentía superficial y cualquier fuente de agua que pueda captarse y derivarse para su uso en la agricultura. No existe la posibilidad de ampliar las áreas de cultivo de tunas, actualmente el principal producto agrícola, y menos para introducir otras especies cuyo cultivo requiere mayor cantidad de agua.

El plan de manejo de agua para el desarrollo económico del campo

Por decisión del gobierno local, el plan de manejo de agua para el desarrollo económico del campo capta la valiosa agua de las lluvias temporales en volúmenes significativos, a través de represas planificadas y construidas técnicamente para cosechar el agua de las lluvias. Este ambicioso plan de llevar agua a las sedientas tierras de las laderas y angostas llanuras está tomando forma pues son ya realidad las aguas de las represas de Lachicansa, ubicada en la comunidad campesina de Llanac; Compula, en la jurisdicción de la comunidad campesina de Cucuya, y Pumasauli, ubicada en la comunidad campesina de Matará. Con la cosecha de agua no solo aumenta la disponibilidad de este preciado elemento para mejorar el riego en los actuales cultivos, sino que se permite la introducción de otras especies y la irrigación de nuevas áreas de terrenos actualmente improductivos.

Los cerros, por la naturaleza de sus rocas, almacenan grandes volúmenes del agua de lluvia y se transforman en “esponjas” que la retienen y que permiten que luego aflore en las partes bajas y también que incremente el volumen de aguas subterráneas. De esta forma, la cosecha de agua se relaciona con operaciones a pequeña escala en cuanto a volumen de captación y almacenamiento. Por eso es que se les menciona como acciones localizadas en microcuencas o subcuencas. Sin embargo, cuando se trata de reservorios o represas, como es el caso de las obras ya emprendidas desde 2011, el agua cosechada puede también ser “sembrada”, conduciéndola por canales o por tubería hacia terrenos de cultivo distantes de la zona de recolección, como ya se hace en Santo Domingo de los Olleros. Está demostrado que con la cosecha del agua será posible sembrar en épocas en que no llueve, lo que permite la programación de siembras y evitar la sobreoferta estacional, así como mejorar la calidad de los productos y la rentabilidad de los cultivos.

Este proceso de construcción de represas es una inciativa del gobierno municipal, promovida por el alcalde Hiriberto Germán Solís Alejandría con la participación de la comunidad. Además, con la constitución de pequeñas asociaciones de carácter productivo, los hombres y mujeres del campo –ahora organizados– serán capacitados en producción, administración y comercialización directa de sus productos.

El agua almacenada será conducida por canales y una red de tuberías hacia terrenos de cultivo distantes de la zona de recolección de la lluvia, como es el caso del agua almacenada en las represas mencionadas (ver cuadro 1), obras de gran magnitud para el medio, algunas en su fase final de construcción. Juntas almacenarán más de 1 200 000 m3 de agua, y se espera irrigar 1 200 hectáreas, que beneficiarán a más de 1 000 familias. Con estas acciones se estará desarrollando realmente la producción agropecuaria, y también actividades conexas, como la artesanía, la agroindustria, la gastronomía y el turismo de las tres comunidades campesinas del distrito.

Es muy difícil que la actividad agropecuaria de pequeña escala salga de la pobreza si sus protagonistas no trabajan asociativamente. En el caso de Santo Domingo de los Olleros, los agricultores familiares campesinos deben comprender que su única salida es la organización y el trabajo conjunto, entendiendo que estos grupos deben estar basados en una mutua confianza.

Solo si los campesinos se agrupan pueden tener mayor poder de gestión y negociación ante el mercado y el Estado, así como desarrollar servicios comunes y, como parte de esto, plantear, por ejemplo, la aplicación masiva de crédito solidario como una alternativa importante de financiamiento. Luego de largas reuniones de trabajo, de talleres sobre los beneficios de trabajar en grupo, en equipo, se constituyeron seis asociaciones de productores, dos de ellas de artesanas, como “Mujeres emprendedoras de San Pedro de Matará” y “Artesanas Generación Llanac”, y otras cuatro de productores agropecuarios: “Gotas de Esperanza”, “Nuevo Amanecer Ollerano”, “Santa Rosa de Pascanita” y “Productores Agropecuarios de Llacallaca”. Estas, junto a otras tres asociaciones de ganaderos que se reactivaron, participaron en el concurso del Proyecto Sierra Selva Alta, con financiamiento del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), orientado a pequeños productores organizados en asociaciones de productores, para fortalecer sus niveles organizativos y capacidad de emprendimiento, capitalizando de manera sostenible sus activos. Este concurso de iniciativas productivas, coordinado por Agro-Rural del Ministerio de Agricultura, en convenio con la Municipalidad Distrital de Santo Domingo de los Olleros, y con la participación entusiasta de las tres comunidades campesinas y las nueve asociaciones de productores, han logrado una asignación económica total de 397 500 soles en calidad de no reembolsable. Este monto, más el porcentaje que como contrapartida aportan los beneficiarios, los productores agropecuarios y artesanales de Santo Domingo de los Olleros, han logrado una inyección económica total de 473 500 soles (equivalente a 145 000 USD) para las áreas de agricultura, ganadería, agroindustria y artesanía.

La importancia fundamental de la participación muy activa y entusiasta de los productores asociados radica en que su proyecto será realidad porque ya se está cosechando y sembrando agua en Santo Domingo de los Olleros y, al mismo tiempo, por el respaldo que han logrado al presentar y aprobarse sus planes de negocio y de gestión territorial ante un jurado técnico.

Arturo Porras Rojas
Ingeniero, gerente de Desarrollo Económico de la Municipalidad Distrital de Santo Domingo de los Olleros
aporrasr@yahoo.es

Referencias

Hernández Calderón, José Manuel, 2011. Hacia una nueva política de Estado para el desarrollo agrario. Ata. Lima, Perú.

Fototeca Municipal de Santo Domingo de Los Olleros. Lima, Perú.

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