junio 2015, Volumen 31, Número 2
Agricultores y consumidores comparten intereses

Creación de sistemas alimentarios ciudad-región

EMILY MATTHEISEN | Página 5-6
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Conforme las ciudades se siguen ampliando y cada vez más personas emigran a zonas urbanas, los actuales patrones insostenibles de urbanización y las políticas ineficaces ya no son admisibles. Los enfoques típicos, que mantienen la separación entre lo rural y lo urbano, descuidan todas las formas de conexión entre ambos mundos. Y en ninguna otra situación están más vinculadas las áreas rurales y urbanas que en el sistema de alimentación.

 

Intercambio directo entre productora-vendedora y consumidor (Mercado Saludable de La Molina, Lima, Perú). Andrea Ocampo Jurado

Intercambio directo entre productora-vendedora y consumidor (Mercado Saludable de La Molina, Lima, Perú). Andrea Ocampo Jurado

La expansión de las ciudades y su creciente demanda de alimentos van en paralelo a los desafíos para mejorar los medios de vida rurales. El comercio y el consumo no sostenibles seguirán creciendo y, en particular, la permanente toma de control corporativo y su dominio sobre el sector agrícola y alimentario, que ha dejado a muchas familias urbanas y a sus comunidades sin acceso a alimentos económicos, nutritivos, seguros y frescos. Al mismo tiempo, estas prácticas despojan de sus derechos a los productores de alimentos de pequeña escala y a la población rural, ya que reducen sus oportunidades de subsistencia y exacerban la pobreza rural. Esto nos plantea la siguiente pregunta: ¿cómo podemos tomar mejores decisiones de desarrollo basadas en un marco de trabajo más inclusivo?

Vínculos urbano-rurales en el sistema alimentario

Los vínculos urbano-rurales se pueden impulsar mejor con cambios reales en el sistema alimentario. El propio sistema de alimentación es complejo y posee muchos estratos, incluyendo flujos, intercambios e impactos –transversales entre zonas rurales y urbanas– desde la producción de alimentos, su distribución, procesamiento, comercialización, consumo y generación de residuos, hasta la infraestructura de apoyo. Un cambio revolucionario en el sistema alimentario no es global, es a pequeña escala y basado en lo local. Los gobiernos y la sociedad civil analizan muchos temas y formas de intervención buscando conectar mejor las zonas a través de enfoques territoriales de gobernanza a nivel local. La mejora de las relaciones entre productores y consumidores es vital y también sirve de apoyo a las poblaciones vulnerables de zonas rurales y urbanas. Para muchas comunidades esto implica la preservación de espacios de mercado tradicionales y públicos para mejorar la protección social y los programas de apoyo alimentario, modificando las políticas de compras públicas y apoyando esquemas de compra directa y agricultura sustentada en la comunidad, como algunas de las muchas intervenciones que son necesarias.

Las autoridades y los gobiernos locales

La descentralización del poder y una orientación clara para las autoridades locales son clave para cumplir los compromisos de política internacional y las obligaciones en derechos humanos de apoyar la planificación rural-urbana integrada. Los sistemas de alimentación son particularmente importantes en este sentido, así como la legislación y la política sobre residuos de alimentos, condiciones laborales y mejora de los medios de vida, compras públicas, disposición de tierra para producir alimentos (incluyendo terrenos públicos), zonificación urbana y periurbana para el cultivo y producción de comida, y ubicación de minoristas de alimentos. Estos y otros temas se encuentran a menudo en manos de las autoridades de la ciudad, municipales o regionales. Hay algunos actores clave que actualmente aprovechan esta clase de cambios. Desde hace muchos años hay redes de gobiernos locales, incluyendo a Gobiernos Locales por la Sostenibilidad (ICLEI por sus siglas en inglés) y su Foro Anual de Ciudades Resilientes, así como Ciudades y Gobiernos Lo cales Unidos (UCLG), que vinculan un conjunto de gobiernos locales y regionales de ciudades de todos los tamaños. Estas redes buscan introducir las necesidades y experiencias de nivel local en procesos de política internacional, así como de desarrollo de capacidades a nivel local para interactuar directamente con los habitantes, incluyendo los que están en zonas periurbanas y rurales, alejadas de los centros urbanos.

De ciudad a ciudad región

Los vínculos urbano-rurales son también un tema de moda en el discurso de la política internacional. Se discuten en procesos internacionales tales como los preparativos para la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III, que tendrá lugar en Quito, Ecuador, en octubre de 2016. Del mismo modo, el desarrollo de  la Agenda Post-2015 y las Metas de Desarrollo Sostenible, la controversial Expo Mundial de Milán, predominantemente corporativa, e iniciativas de gobierno local, incluyendo la Declaración de Seúl y el Pacto de Política Alimentaria Urbana, todas buscan enfrentar los retos que plantean las zonas urbanas mediante la creación de estructuras locales y regionales más fuertes. Aunque existen muchas dudas y complicaciones sobre el proceso y sus resultados (como la falta de inclusión significativa de la sociedad civil), la Agenda Post-2015 y las Metas de Desarrollo Sostenible han tenido importantes efectos relacionados con los vínculos urbano-rurales. Es importante destacar que condujeron a la simplificación de los enfoques territoriales para la gobernabilidad, también conocidos como ciudades región.

El trabajo de la Meta de Desarrollo Sostenible 11, para lograr “ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles” y el trabajo en grupos colaborativos como la Coalición de Communitas y los Sistemas de Alimentación Región Ciudad, han modificado realmente la forma en que pensamos acerca de lo que es urbano. Ellos instituyeron la nueva concepción de ciudad región en reemplazo de la ciudad como marco de referencia cuando se discute el desarrollo urbano sostenible. Las ciudades no existen en el vacío y esta concepción deja en claro que los vínculos urbanos y rurales deben estar presentes en cualquier meta o plan de desarrollo urbano.

Democratización de la política alimentaria local

El desarrollo actual del Pacto de Política Alimentaria Urbana liderado por la ciudad de Milán, ha comprometido a unas 50 ciudades de todo el mundo para compartir sus experiencias, retos y necesidades en la implementación de una política local de alimentos. El pacto pretende crear un marco de trabajo de gobernabilidad para los enfoques ciudad región, así como para la toma participativa de decisiones directamente con la sociedad civil y los productores de alimentos a pequeña escala, abarcando temas como gobernabilidad, reducción de la pobreza, dietas sostenibles y nutrición, producción de alimentos, suministro y distribución, desperdicio y pérdida de alimentos.

Este es un paso importante para responder a la pregunta de cómo pueden los gobiernos locales mejorar la gobernabilidad y la gestión de las zonas rurales. También plantea la necesidad de sistemas de gobernabilidad alimentaria que sean democráticos y participativos para abordar el papel fundamental de la sociedad civil en la toma de esas decisiones en órganos de gobierno con múltiples partes interesadas a nivel local. Los consejos de política alimentaria, la colaboración entre ciudadanos y funcionarios del gobierno, proporcionan un foro para la promoción y desarrollo de políticas para, por ejemplo, crear sistemas alimentarios sustentables y justos.

El grupo colaborativo Sistemas de Alimentación Ciudad Región está trabajando con diferentes ciudades, sociedad civil, organismos y procesos internacionales, para abogar por la planificación integral de sistemas de alimentación o sistemas alimentarios ciudad región. Las áreas urbanas no son dominio exclusivo de ningún conjunto único de actores o habitantes; las comunidades rurales tienen derecho a beneficiarse del desarrollo urbano y viceversa. Soluciones técnicas para  alimentar a las áreas urbanas así como el cambio climático, el trabajo y la inversión deben integrar a las zonas rurales, además de administrar los servicios ecosistémicos.

Cambios significativos

Aunque hay un resurgimiento del interés en el tema, los enlaces  más fuertes entre lo rural y lo urbano no son nuevos. Los compromisos originales en la Declaración de Vancouver de 1976, en la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat I) y la Declaración de Estambul firmada en 1996 en Hábitat II, reconocen los vínculos críticos entre zonas rurales y urbanas y la necesidad de enfoques de desarrollo equilibrados e integrales. Hábitat II fue más allá al declarar que las autoridades locales y la descentralización general de estructuras de poder son fundamentales para implementar y apoyar estos vínculos. Sin embargo, las preparatorias iniciales de Hábitat III y la dirección permanente del

proceso ONU-Hábitat dejan en claro que estos compromisos pasados han sido olvidados a medida que se avanza con una agenda exclusivamente urbanista. La presión de actores de la sociedad civil ha dado como resultado un grupo de trabajo sobre los  vínculos rural urbanos como parte del proceso Hábitat para seguir de cerca los problemas de los sistemas alimentarios ciudad región y el uso del suelo. Queda por verse si esto dará como resultado cambios significativos hacia un desarrollo urbano-rural más equilibrado e integrado.

Mirando hacia adelante

Mirando hacia Hábitat III y las otras discusiones emergentes sobre políticas, el marco de trabajo del derecho a la ciudad se ha convertido en un enfoque importante de la sociedad civil y del gobierno local para la gestión de la ciudad y sus zonas rurales. El derecho a la ciudad defiende el uso equitativo del espacio urbano de acuerdo a los principios de sostenibilidad, democracia, equidad y justicia social. Es un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades y las áreas circundantes, dando prioridad a los grupos vulnerables y desfavorecidos. Es un marco de trabajo y enfoque que en esencia busca promover la realización de los derechos humanos y la protección de las comunidades marginadas a través de la participación, el respeto por la función social de la tierra, la propiedad, el enfoque ciudad región y el manejo sostenible de los bienes comunes. Este marco de trabajo también reconoce el rol que juega la economía social solidaria en el apoyo de muchas comunidades y es imperativo que estos aportes sean reconocidos en la política internacional.

Mientras continuemos completando y ampliando los espacios urbanos, es fundamental reconfigurar la forma en que entendemos estos espacios y cómo son gobernados, cómo interactúan y afectan a otros territorios, y cómo los pueblos dentro y alrededor de ellos pueden llevar vidas dignas. Existen muchas oportunidades interesantes, pero cada una tiene también muchos retos y riesgos. La sociedad civil, desde habitantes urbanos hasta productores rurales, debe jugar roles significativos en el establecimiento de la agenda a nivel global y local, y una vez establecida, les corresponde a los actores locales implementar políticas y crear un verdadero cambio.

Emily Mattheisen
Coalición Hábitat Internacional, Red de Vivienda y Derechos a la Tierra
Coordinadora de la circunscripción urbana de alimentos y nutrición del Mecanismo de la Sociedad Civil del Comité de las Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria Mundial.
emattheisen@hic-mena.org

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