junio 2015, Volumen 31, Número 2
Agricultores y consumidores comparten intereses

Consumo consciente: la Canasta Solidaria del Qosqo

PATRICIA ORTEGA | Página 30-31
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La Canasta Solidaria del Qosqo, “Mihullan Kachun” (que significa algo así como “a comer nomás”) comienza su andadura hace más de un año, en febrero de 2014, como una línea de acción del “Colectivo El Muro”, que ha venido realizando una labor de contrainformación durante más de cinco años mediante la denuncia y visibilización de las terribles consecuencias medioambientales de la minería y otras actividades extractivas en el Perú, y la corrupción imperante en el sistema que destruye y anula a una población, en su mayoría nativa, con pocos medios de expresión y denuncia pública.

28 de marzo de 2015. Bajo un sol abrasador, el taxista va subiendo por las empinadas cuestas del barrio de San Blas, Cusco, hasta la urbanización Lucrepata F 19, punto de encuentro y recojo de la Canasta del Qosqo. Al ingresar nos sorprende un hermoso jardín escolar; en uno de los espacios, los encargados del mes han habilitado sus pesas y canastas. Los encontramos inmersos en una abundancia de sacos y cajas con una rica variedad de hortalizas, frutas, verduras, cereales, Nos saludamos y amablemente nos explican que están pesando y contando los productos de acuerdo a la lista de pedidos del mes.

Una canasta lista para entregar. Autora
Una canasta lista para entregar. Autora

La Canasta Solidaria del Qosqo nace a raíz de la propuesta de un nuevo miembro del colectivo, José Luis Ricapa, que viene de Lima y comparte con los compañeros la experiencia de un grupo de consumo de la capital peruana, la Canasta Allin Mikuy Ayllu (Comunidad del buen comer), animando a organizar una nueva iniciativa, bajo preceptos similares, en Cusco. Claudia Palomino, una compañera de la organización, la define así: “Generar formas de economía solidaria tomando el hecho de que en Cusco aún se produce natural. Lamentablemente, muchas veces este producto no es valorado ni en calidad ni en precio por la mayoría de consumidores cusqueños, por lo que se apuesta por crear una red de productores orgánicos con consumidores comprometidos con un comercio justo, una vida saludable y respeto a nuestra Pacha Mama”.

Comenzaron 13 consumidores que han llegado hasta 20, y hoy, en la recogida, esperan a 10 “canasteros”. En Cusco todo se mueve y esta es una de las razones por las que oscila la participación, personas que están de paso, gente que se muda, todo va y viene, aunque solo con los miembros del colectivo se asegura una buena parte de los pedidos mensuales.

La Canasta Solidaria del Qosqo propone una cesta básica cada mes con verduras, hortalizas, granos y frutas de temporada a un precio de 25 nuevos soles que incluye el transporte. A esta cesta básica se pueden añadir productos como miel, queso y arroz integral. También se puede optar por pedir una canasta opcional con productos extra y se debería pagar un 10% más por el costo del transporte. Las tareas principales que requiere la organización colectiva (recopilar y enviar los pedidos a los productores, recoger los productos, brindar atención y distribuir el día del recojo, así como hacer cuentas) son asumidas rotativamente, en un espíritu de comunidad, solidaridad y apoyo mutuo.

Las razones de los canasteros y canasteras para participar en esta iniciativa son variadas: “Somos lo que comemos”, “es muy importante comer sano y conocer la procedencia de nuestros alimentos”, “para apoyar a pequeños productores locales con sus cosechas”, “también es una forma de conocer y crear redes de personas que vivamos bajo las mismas afinidades”. Casi todos se reafirman en que es un gran modo de alimentarse de una manera sana y consciente, coherente con nuestras convicciones sociales, además de que se abaratan los costos por comprar de una manera colectiva y sin intermediarios y se viabilizan los sistemas agrícolas campesinos familiares.

Los campesinos que proveen los productos a la Canasta del Qosqo, pertenecen a diversas localidades de la zona:

Ocra, Pantipata, Sumaro, Chinchaypujio, Urinsaya Parccotica; cinco comunidades del distrito de Chinchaypujio, provincia de Anta. Su paisaje incluye muchas montañas, tiene tres pisos ecológicos, el piso alto de puna, los valles y quebradas del piso medio y el piso bajo en la desembocadura de los ríos. Esa diversidad propicia una variada producción agrícola. Los productos más cultivados son trigo, cebada, maíz y papa, incluyendo variedades de papa nativa, olluco, oca, añu, habas, arverjas, frejol, tarwi, quinua, kiwicha, calabaza en variedades como k’usi, yerbas medicinales y frutas como manzana, palta, lúcuma, chirimoya, lima, tuna, blanquillo, níspero, tumbos, pacay, etc.

Al sur del Cusco está la población de Lucre, donde dos decididas hermanas lideran una pequeña explotación agrícola de cereales y granos (quínoa, maíz), además de dedicarse a la crianza de cuyes y cultivar su huerto familiar.

Al noroeste de la provincia de Cusco, en el corazón del Valle Sagrado, Urubamba, en la comunidad de Palqaraki encontramos una cooperativa familiar formada mayoritariamente por mujeres; trabajan una rica y variada huerta (col de Bruselas, tomate cherry, plantas aromáticas y medicinales, etc.), cuidada con la sabiduría ancestral y conocimientos biodinámicos aprendidos desde la experiencia y la capacitación.

Al norte se encuentra una familia productora de ceja de selva, en Echarati, Quillabamba, que además de ofertar una gran variedad de frutas tropicales (zapote, maracuyá, masasamba, anona), también ofrece un excelente y cuidado grano de cacao “Chuncho”, un superalimento rico en magnesio y calcio, el cual transforman en pasta pura de cacao con calidad gourmet, con un aroma y acidez exquisitos, que demuestran el cuidado y saber hacer de esta familia de cacaotaleros.

Todos estos sistemas agrícolas familiares son ejemplo de gestión de tierras, agua y biodiversidad, y se trata de propuestas que apuestan por circuitos cortos de comercialización (grupos de consumo, canastas solidarias, ferias, ventas directas en las explotaciones) y ayudan a que los campesinos, preserven y aprecien su riqueza cultural y natural, revalorizando sus saberes, fortaleciendo sus recursos y conquistando la autonomía en el mercado y la soberanía alimentaria.

“En muchos países del mundo se está elitizando la producción orgánica; los productos solo son consumidos por sectores que pueden pagar precios a menudo desorbitados”. Así lo explica Caroline Weill, una compañera francesa del colectivo que señala el oportunismo que impera en el sistema capitalista: “los grandes grupos de producción agroindustrial y de distribución se dieron cuenta de la creciente importancia acordada a lo orgánico y supieron aprovechar el nuevo mercado para aumentar sus márgenes, desviando la producción de principios fundamentales como la no monocultura y el respeto a los ritmos naturales”.

Los grupos de consumo son movimientos sociales autogestionados que presentan una alternativa para comer sano a precios justos para todos (consumidores y productores). Por ello consideramos a los grupos de consumo como un instrumento de transformación política y social, con voluntad de oponerse a un determinado modelo de producción y distribución en manos de la industria agroalimentaria. En casos como el de Cusco, el grupo toma dimensiones culturales y políticas, dado que impulsa formas de organización alternativas a aquellas representadas por la minería y otras actividades extractivas.

Patricia Ortega
Productora orgánica. Distrito de Echarati, provincia de La Convención,
región Cusco.
patriciaortegamarcos@yahoo.es

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