Productoras en la feria. Autores
Las lógicas campesinas para insertarse en mercados
Examinando el significado del mercado para las mujeres campesinas de los Andes peruanos, Mayer y Glave (1999) adoptaron la frase “alguito para ganar” con la que destacan la importancia que tiene el acceso a pequeñísimas cantidades de dinero en efectivo para ellas. Esta experiencia trata de pequeñas producciones agroecológicas hortícolas en huertos familiares de 1 000 a 2 000 m2 de extensión. Un proceso precedente de permanente comunicación y visitas mutuas les ha permitido comparar e intercambiar resultados mientras afianzan el vínculo organizacional. La dinámica organizativa y productiva llevó a las familias a explorar oportunidades de mercado aun cuando sus excedentes son relativamente modestos.
Al ser diseñadas individualmente, las chacras varían mucho entre sí. Algunas agricultoras tienen huertas con gran diversidad de especies y variedades, lo que denota su interés por experimentar. Las parcelas resultantes son un mosaico de plantas medicinales, árboles frutales y cultivos, donde algunas llegan a tener de 30 a 40 especies.
Debido a que los hombres generalmente migran, las mujeres son las que aran, siembran, cosechan, cuidan a los animales, cocinan, limpian y se hacen cargo de los niños. La salida a mercados, aunque sea con pequeñas cantidades, les ha permitido ganar algo de dinero por cuenta propia, una fuente de ingresos importante mientras dura la ausencia de sus esposos y la falta del aporte efectivo de sus salarios. Por ello las mujeres están motivadas a producir y comercializar cuando “hay alguito para ganar”. Les importa el efectivo que reciben ya que les permite tomar sus propias decisiones para hacer pequeñas compras, como arroz, carne, pan y otros, pero también tener dinero para el gas de cocina, el transporte cuando los niños van a la escuela, cuadernos y más (Beberdick, 2014).
Emergencia de nuevos mercados: construyendo vínculos productor-consumidor
A la búsqueda de aspectos clave
Con la facilitación de algunas organizaciones de desarrollo, inicialmente las productoras identificaron como relevante la relación entre productos agroecológicos y salud humana, ambiente, alimentación y autonomía. En 2010 el proceso se relacionó con una organización de salud comunitaria en la ciudad de Salcedo, acordándose la organización de una canasta comunitaria y el establecimiento de un puesto de venta directa para la atención al público asistente al centro de salud. La iniciativa buscó hacer evidente para el consumidor la relación entre productos sanos, salud y nutrición, mientras las agricultoras vendían parte de su producción y ganaban experiencia en aspectos de venta directa al público.
Desde entonces, en el centro de salud se lleva a cabo semanalmente una feria de agricultoras que es una oportunidad para que los consumidores urbanos puedan encontrarse directamente con productores rurales y conocer un poco más sobre agricultura y la vida rural. Esta feria se ha constituido en un espacio de reunión donde no solo se adquieren alimentos sino que también se puede intercambiar información, creencias y opiniones (Beberdick, 2014).
La feria-canasta ha permitido transitar por varias fases de aprendizaje. Cooperación y flexibilidad, planificación y compromiso entre las socias son importantísimos factores al acopiar el producto y evaluar internamente su calidad. Se hizo imperiosa la necesidad de elaborar planes de entrega con base en los requerimientos de los consumidores. Sin embargo, por cuestiones de principios, la promoción de prácticas agroecológicas y mercados hizo evidente la necesidad de incursionar en temas como el establecimiento de precios, en particular de precios justos, y la trazabilidad de la calidad alegada frente al consumidor.
El significado de los negocios
El balance muestra que la relación costo-beneficio en venta directa ha sido muy favorable para estas productoras campesinas. Un análisis comparativo de oportunidades de mercado muestra que las tasas de retorno, al evitar la intermediación, son altas (ver cuadro 1 para el caso de la Asociación La Delicia de Unalagua durante 2013).
Como en el caso de Unalagua, las productoras de Compañía Baja y Chacras Comunitarias vendieron numerosos productos en condiciones similares. Al analizar los tres escenarios de mercado es claro que los retornos son altos, de una a dos veces, y que estos mismos productos pudieron ser comercializados en precios hasta cinco veces más altos en las tiendas de detalle en la ciudad.
Opiniones de productoras y consumidores tras el período de encuentro
Existe un sentimiento de orgullo entre las productoras por ser agroecológicas y contribuir a una vida saludable. Sin embargo, algunas ven con preocupación cómo los hábitos de los consumidores están siendo influenciados por el acceso a mercados modernos. Las mujeres dijeron que, antes, ellas no podían vender porque se sentían socialmente solas o aisladas y su participación en este proceso no solo ha significado cambios en su forma de producir sino también en su empoderamiento. La venta en grupo representa un proceso de aprendizaje social.
Interactuar con consumidores urbanos es algo nuevo para estos grupos de productoras, y los consumidores de las ferias tampoco están acostumbrados a reunirse con la gente que produce sus alimentos. Los consumidores que han visitado las ferias y canastas tienen diferentes motivaciones y opiniones sobre los alimentos y lo que les gustaría que fuera su comida. Cuando son consultados destacan la frescura, el sabor y lo saludable de los productos como razones de interés para comprar en las ferias agroecológicas en lugar de en los mercados mayoristas.
Muchos estuvieron interesados en productos que no contengan químicos por sus implicaciones para la salud, percibiéndose que hay más conciencia entre consumidores y productores sobre la importancia de una alimentación sana. Pero en la feria, la calidad y los precios de los productos también son discutidos. La fijación del precio es controversial y aparece como un tema sobre el que aún se debe profundizar, particularmente para las agricultoras que no ven un plus económico por la venta de productos sanos.
En conclusión, parece que las prácticas de consumo de alimentos en la ciudad han empezado a ser influenciadas por estas agricultoras. Los consumidores destacan el carácter local y el bajo uso de agrotóxicos en la producción, y que están comiendo más saludablemente, más sabroso y con mejor calidad.
Diversificación de oportunidades de mercado para productos agroecológicos
Con base en la experiencia, las productoras han explorado otros espacios de comercialización a través de convenios con cooperativas campesinas y con los gobiernos locales. Esto es muy importante porque les permite la salida periódica de sus productos y su posicionamiento como vendedoras de productos sanos y agroecológicos. Las negociaciones y la organización de estas formas de acceso al mercado son estimulantes para la organización y el surgimiento del liderazgo local. La creación de estos nuevos mercados ha permitido que las mujeres se organicen para superar algunas barreras a la comercialización. Otras experiencias exitosas de apoyo a la producción agrooecológica han sido impulsadas desde las instancias gubernamentales, como la feria ciudadana Yo Prefiero Latacunga o Canastas del Buen Vivir, una feria impulsada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería con la participación de pequeños productores que hacen agricultura limpia de diferentes parroquias, y donde se comercializa todo tipo de productos como hortalizas, lácteos, miel y productos procesados.
Otra iniciativa es el punto de venta agroecológico Pacha y Quilla que funciona como un espacio privado de intermediación con productores agroecológicos para la promoción de canastas comunitarias. A través de visitas a las chacras y diálogos con los productores, se han logrado identificar los temas a fortalecer y desarrollar para lograr relaciones de mutuo beneficio. Esto muestra el interés por los temas de alimentos y la necesidad de promover fuertemente estos espacios de encuentro urbano-rural.
Algunas reflexiones
Desarrollar los sistemas locales de alimentos sanos implica una constante exploración de las innovaciones en las relaciones urbano-rurales, impactadas por la creciente urbanización, y de las políticas de los Gobiernos Autónomos Descentralizados Es imprescindible enfocar qué es relevante para productores y consumidores y dilucidar sus lógicas, sus discursos y prácticas: qué está funcionando y de qué forma; qué actores están provocando cambios innovadores en las redes de alimentos.
La experiencia lleva a pensar que los mecanismos cortos de mercado son sin lugar a duda favorables al productor y que, a fin de aumentar el peso de estas iniciativas de mercado, es necesario identificar y promover espacios de encuentro campo-ciudad. La participación de mujeres abre una ventana de oportunidades para trabajar los temas de equidad de género y empoderamiento, mejorando su autoestima, liderazgo, independencia económica, y desencadenando cambios en la familia, la organización, la producción y la alimentación.
Ross Mary Borja
rborja@ekorural.org
Guadalupe Elizabeth Padilla
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Pedro Oyarzún
poyarzun@ekorural.org