“Verdear” la Revolución Verde no será suficiente para reducir el hambre, la pobreza, y conservar la biodiversidad. Muchos defensores de la agricultura alternativa esperan que sus metas para una agricultura ambientalmente sana se puedan alcanzar con solo la promoción de un conjunto de innovaciones técnicas, ecológicamente benignas, o mediante el aprovechamiento de los nichos de mercado “verde” disponibles en la economía globalizada. Estos grupos, al trabajar dentro de los marcos del sistema macroeconómico dominante, privilegian inadvertidamente a aquellos que tienen acceso al capital y perpetúan una “agricultura de los pobres para los ricos”. El “determinismo tecnológico” a través del desarrollo y difusión de tecnologías de bajos insumos o apropiadas es no solo ingenuo sino peligroso, ya que asume que estas tecnologías en sí mismas tienen la capacidad de iniciar cambios sociales benéficos.
Por otra parte, las iniciativas de las fundaciones privadas y organizaciones internacionales han tratado de cooptar la agroecología afirmando que se trata de una opción que puede ser practicada junto con otros enfoques, tales como los cultivos transgénicos, la agricultura de conservación, el microdosaje de fertilizantes y herbicidas, y el manejo integrado de plagas. Su propuesta consiste en ajustar las ineficiencias ecológicas de la agricultura industrial a través de la “intensificación sostenible”; por ejemplo, mediante el aumento de la eficiencia en el uso del agua y los fertilizantes, y enfrentar el cambio climático con la implementación de variedades genéticas “climáticamente inteligentes”. Estos ajustes técnicos superficiales están ideológicamente respaldados por proyectos intelectuales que al replantear y redefinir la agroecología, la despojan de su contenido político y social y promueven la idea errónea de que los métodos agroecológicos pueden coexistir junto a la agresiva expansión de los cultivos transgénicos y los agrocombustibles (Altieri y Nicholls, 2012).
Durante décadas, agroecólogos latinoamericanos han denunciado las deficiencias de los enfoques anteriormente mencionados y en su lugar han abogado por una transformación más radical de la agricultura, guiados por la idea de que el cambio ecológico en la agricultura no se puede promover sin cambios equivalentes en las fuerzas sociales, políticas, culturales y económicas que impulsan el desarrollo agrario. Durante mucho tiempo los movimientos sociales rurales han sostenido que los agricultores necesitan tierra para producir alimentos para sus comunidades y por ello han abogado por un verdadero acceso y control sobre la tierra, el agua y la biodiversidad agrícola; un tema central para que las comunidades sean capaces de satisfacer la creciente demanda de alimentos. Estos movimientos defienden la permanencia de la producción de alimentos en manos de los agricultores de pequeña escala y enfatizan el hecho de que solo cambiando el modelo impulsado y liderado por las grandes corporaciones de agronegocios se puede detener la espiral descendente de degradación ambiental, pobreza, bajos salarios, hambre y la migración del campo a la ciudad.
Los miembros de la Sociedad Científica Latino Americana de Agroecología (SOCLA, www.agroeco.org/socla) han apoyado el movimiento campesino, pero con la convicción de que este debe ser paralelo a un movimiento similar en el seno de las instituciones académicas y de investigación.
En el año 2010, SOCLA creó el Programa Doctoral Latinoamericano de Agroecología, en colaboración con la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia y, hasta el momento, se han inscrito 48 estudiantes provenientes de ocho países. En abril de 2013, SOCLA inauguró el Programa Doctoral de Agroecología en la Universidad Agraria Nacional de Managua, Nicaragua –el primero en Centroamérica– con un grupo inicial de 10 estudiantes de tres países. El principio fundamental de estos programas de posgrado es que en el mundo actual los sistemas alimentarios y agrícolas complejos necesitan nuevos líderes, surgidos de programas en los que la investigación y la orientación de los programas convencionales hayan sido drásticamente modificados por el pensamiento agroecológico. Esta es la única manera por la cual la generación de conocimientos agroecológicos, teóricos y prácticos, puede ser paralela a las ideas innovadoras y proyectos liderados por los movimientos sociales.
Agroecología: la base científica de una nueva educación
Durante mucho tiempo las universidades agrarias en América Latina han organizado programas de estudios y cursos a lo largo de líneas disciplinarias especializadas, por lo que los componentes biofísicos y socioeconómicos de los agroecosistemas se estudian por separado. Tal enfoque convencional ha impedido a miles de estudiantes abordar la complejidad de los sistemas alimentarios y su base de recursos naturales. Por ello, las universidades no han sido capaces de formar a futuros líderes, capacitados para hacer frente a los desafíos agrícolas de hoy que han pasado de ser meramente técnicos, a ser más complejos con dimensiones sociales, culturales, políticas y económicas. Esto requiere una comprensión transdisciplinaria de la producción agrícola y un profundo conocimiento de las diversas fuerzas que influencian a los sistemas alimentarios, lo que implica estudios holísticos agrarios que analicen la relación entre la agricultura, el medio ambiente y los sistemas sociales.
Es a través de esta comprensión más profunda de la realidad socioecológica de los sistemas agrícolas que las puertas se abrirán a nuevas opciones de diseño y gestión de las opciones agroecológicas y políticas, a tono con las necesidades de los agricultores de pequeña escala y los objetivos de una agricultura verdaderamente sostenible, que promueva la soberanía alimentaria y la resiliencia de los agroecosistemas (Altieri y Francis, 1992).
Tradicionalmente, la agroecología se ha definido como la aplicación de conceptos y principios en el diseño y gestión de agroecosistemas sostenibles. La agroecología aprovecha los procesos naturales de las interacciones que se producen en la finca con el fin de reducir el uso de insumos externos y mejorar la eficiencia biológica de los sistemas de cultivo. Esto se logra mediante la ampliación de la biodiversidad funcional de los agroecosistemas, condición esencial para el mantenimiento de los procesos inmunes, metabólicos y reguladores en el funcionamiento del agroecosistema. Sin embargo, el estudio de la ecología de los sistemas alimentarios, ha obligado a una redefinición de la agroecología como: “el estudio integral de la producción más allá del nivel de la finca, que abarca el contexto de las comunidades rurales y su identidad cultural, la matriz del paisaje, la economía de fincas y comunidades, las dimensiones sociales de la agricultura y el proceso político de la transformación de los sistemas alimentarios” (Francis, 2008). La agricultura es una actividad ecológica que interactúa estrechamente con los sistemas socioeconómicos y por lo tanto no puede ser separada de ellos. Los problemas del desarrollo rural no son solamente técnicos y deben ser resueltos en múltiples escalas, desde la local hasta la regional e internacional (figura 1).
Ideas para un nuevo currículo
SOCLA cree que una forma rápida de corregir las actuales deficiencias de la educación agrícola en nuestras instituciones es incorporando con urgencia la agroecología en el proceso educativo, con el fin de propiciar la generación de una masa crítica de estudiantes graduados, con capacidad para enfrentar las complejidades de los sistemas sostenibles.
Los programas de doctorado de SOCLA se ofrecen en tres módulos con residencia. Cada uno dura un mes, a lo largo del cual los estudiantes adquieren un conocimiento profundo de agroecología avanzada, desarrollo rural sostenible y métodos de investigación en agroecología. La formación incluye clases magistrales por profesores internacionales, actividades de aprendizaje basado en problemas, lecturas y discusiones en grupo, presentaciones de informes escritos y orales, complementadas con prácticas agrícolas, proyectos de grupos pequeños con énfasis en observaciones prácticas de campo, entrevistas y síntesis de la información, y todos los aspectos del “aprendizaje en acción”. Los estudiantes deben realizar una investigación en su país de origen, conducente a la tesis de doctorado y sobre un tema relevante para el avance de la ciencia agroecológica.
Estos nuevos programas de doctorado inducen a la acción y el aprendizaje basados en la participación a través de proyectos de investigación participativa; los estudiantes se insertan en las fincas o comunidades para hacer frente a los problemas de la vida real. El reto para los estudiantes es no limitarse a la observación, sino ser proactivos con la comunidad mediante una propuesta de investigación agroecológica innovadora que apunte a solucionar los problemas que afectan a los medios de vida de las poblaciones rurales (León y Altieri, 2010).
El perfil del nuevo agroecólogo
El perfil de los estudiantes que se gradúan se caracteriza por:
- una sólida formación teórica y conceptual en agroecología y desarrollo sostenible, incluyendo conocimientos prácticos sobre cultivos, suelo y gestión de la biodiversidad y la capacidad de integrar las dimensiones socioculturales
- los conocimientos y habilidades para descifrar interacciones complejas y capacidad para diseñar, gestionar y evaluar agroecosistemas diversificados y resilientes
- una base sólida en métodos cuantitativos para evaluar el desempeño de los sistemas agrícolas y analizar e interpretar los datos científicos
- la capacidad para integrar equipos multidisciplinarios y tomar parte en los procesos participativos que incluyen a los agricultores y otros actores, y que incorporan explícitamente las relaciones multiétnicas y de género
- el reconocimiento de las formas tradicionales de la agricultura, que permite movilizar las capacidades, tecnologías y recursos locales para el desarrollo endógeno
- una alta capacidad de sistematización y evaluación de las experiencias de desarrollo local para poner en marcha un proceso de expansión de las iniciativas agroecológicas exitosas
- la capacidad para comprender y actuar consecuentemente con los procesos económicos, sociales, culturales y políticos que favorezcan el desarrollo local sostenible, a través del empoderamiento de los grupos sociales.
Muchos de los estudiantes del doctorado son profesores en varias universidades, por lo que se espera que promuevan cambios curriculares en los programas de formación agronómica mediante la creación de cursos de agroecología y líneas de investigación agroecológica para las tesis. También al graduarse, los estudiantes del doctorado que trabajen en instituciones de investigación estarán en capacidad de implementar programas de investigación adaptados a las necesidades y contexto de los agricultores de pequeña escala, proponiendo alternativas al modelo de agricultura industrial.
Los graduados del doctorado de agroecología SOCLA podrán ser junto a agricultores organizados, los promotores activos de la soberanía alimentaria y la reforma agraria en sus propios países.
Miguel A. AltieriPresidente honorario de SOCLA
agroeco3@berkeley.edu
Clara I. Nicholls
Coordinadora, Programa Latinoamericano de Doctorado, Universidad de Antioquia, Colombia; Presidenta de SOCLA
Referencias
- Altieri, M. A. y C. I. Nicholls. 2012. Agroecology: scaling up for food sovereignty and resilience. Sustainable Agriculture Reviews 11: 23-37.
- Altieri, M. A. y C. A. Francis. 1992. Incorporating agroecology into the conventional agricultural curriculum. American Journal of Alternative Agriculture 7: 89-93.
- Francis, C. A. 2008. Education in agroecology and integrated systems. Journal of Crop Improvement 11: 21-43.
- León, T y M. A. Altieri. 2010. Enseñanza, investigación y extensión en agroecología: La creación de un programa de doctorado latinoamericano de agroecología. En León, T. y M. Altieri (eds.). Vertientes del pensamiento agroecológico. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. pp. 11-52.