A través de esta adaptación de las prácticas se asegura que las actividades agrícolas sean a la vez eficientes y sostenibles. Esto ha dado lugar a una fascinante variedad de diversos sistemas de producción agrícola que se encuentran en diferentes partes del mundo, cada uno de los cuales ha evolucionado a lo largo de los siglos y por generaciones de agricultores. El arroz es un caso particularmente interesante, ya que se cultiva tanto en secano, como bajo riego y en condiciones naturales de inundación, y tanto en tierras altas como bajas.
Además, con la aparición relativamente reciente del SICA, se ha identificado un conjunto de prácticas agronómicas fáciles que permiten a los agricultores aumentar sustancialmente los rendimientos y, al mismo tiempo, reducir considerablemente el trabajo y los insumos externos.
También muchos otros cultivos importantes responderán de manera similar, con resultados económicos igualmente interesantes, una vez que se hagan ciertas adaptaciones específicas para cada cultivo.
Investigación adaptativa: las contribuciones de los agricultores
En gran medida, la investigación agrícola, tanto nacional como internacional, ha centrado sus estudios en temas como la mejora de cultivos, la protección del medio ambiente, la seguridad alimentaria, etc. Aquí nos referimos a la investigación fundamental muy costosa, sobre temas como el fitomejoramiento o la ingeniería genética. Pero la aplicación práctica de los avances de investigación en las operaciones agrícolas cotidianas enfrenta otra serie de problemas que están asociados con la localización y otros aspectos específicos de cada explotación agrícola.
Estos aspectos involucran la impredecibilidad del clima y de los patrones de lluvia, las variaciones de los suelos, además de las condiciones socioculturales y de mercado. Todo ello nos lleva al ámbito de la investigación adaptativa en campo, la cual es de vital importancia, ya que la existencia de variaciones locales significa que en la práctica la transferencia de los avances tecnológicos de un agricultor a otro, o incluso de un campo a otro, es a menudo mucho más difícil que lo que los investigadores y los políticos están dispuestos a admitir.
La investigación adaptativa requiere de un amplio conjunto de competencias profesionales que generalmente son poco frecuentes entre el personal de investigación y desarrollo no sólo en aspectos técnicos y biológicos, sino también socioeconómicos y culturales, así como en habilidades comunicativas. Después de todo, el socio principal en el manejo de temas específicos de la localización será la comunidad de agricultores locales. El caso del SICA ilustra su importancia como fuerza popular en el cambio de prácticas de cultivo establecidas desde mucho tiempo.
Una respuesta adecuada a esta situación pasa necesariamente por dos elementos principales: biotécnicos y organizativos-institucionales. Solo al movilizar eficazmente los conocimientos técnicos locales –es decir, el conocimiento de los agricultores–, combinándolos con diferentes puntos de vista científicos, será posible lograr la sostenibilidad biológica esencial junto con el uso de insumos externos que sea rentable bajo los riesgos existentes, como un clima impredecible o mercados fluctuantes.
Dentro de las comunidades rurales locales, los agricultores y trabajadores del desarrollo tienen un papel crucial que desempeñar en la aplicación y demostración de diversas prácticas adaptadas, como es la flexibilidad en la adaptación y el perfeccionamiento de las prácticas para responder a las condiciones locales y necesidades específicas de los agricultores. En esta forma, los agricultores pueden involucrarse de cerca en la experimentación y la observación de las respuestas de los cultivos. En el caso del SICA y en algunas áreas, esto ha dado lugar a procesos autónomos y espontáneos que, en su mayoría, se desarrollaron fuera de las estructuras formales de investigación agrícola.
Al animar a los agricultores y trabajadores del desarrollo a organizar y llevar a cabo su propia investigación adaptativa, se obtuvieron efectos notables, como resultado de combinaciones adecuadamente programadas de las distintas prácticas del SICA, lo que llevó a un aumento de los rendimientos a costos reducidos. Esto se logró a pesar de la reticencia inicial de muchos agricultores a cambiar sus prácticas. Esta negativa se debió a que, durante las primeras cuatro a seis semanas después del trasplante, el aspecto de los campos es desalentador. Sin embargo, a partir del macollaje y hasta la fase de cosecha los campos de cultivo son espectaculares a la vista, lo que ha hecho que a lo largo de los años cada vez más agricultores hayan empezado a modificar sus prácticas usuales. La adaptación y la participación y organización de los agricultores son los dos elementos críticos en el proceso de difusión.
La adaptación de las prácticas del SICA a las condiciones locales y las necesidades de los agricultores
Los conceptos agronómicos implícitos en los principios del SICA proporcionan puntos de entrada útiles para las medidas de adaptación. Por lo tanto, el crecimiento de raíces y el desarrollo durante la germinación y el establecimiento temprano de la planta son de importancia fundamental.
Una buena cosecha depende en gran medida de la optimización de la germinación y las primeras condiciones de establecimiento del cultivo, con lo cual se reducen al mínimo los efectos de cualquier factor limitante.
Cada una de las prácticas del SICA puede ser implementada en una variedad de formas con respecto a los tiempos y las cantidades, y en respuesta a las condiciones locales: tasas de siembra, tipos y tasas de fertilizantes, operaciones mecánicas y manuales, etc.
Observaciones finales
Todas las prácticas del SICA son interdependientes. El momento de la operación de trasplante junto con la densidad y el espaciamiento de los plantones tendrán un impacto directo sobre el desarrollo posterior de la planta –raíces y follaje– y por lo tanto en la respuesta de los cultivos a la humedad del suelo y las condiciones de fertilidad. Sin embargo, estos dos últimos aspectos son también interdependientes en cuanto a sus efectos sobre el desarrollo del cultivo y la posterior gestión de la maleza.
En realidad, lo mismo se aplica a cualquier otro cultivo y su correspondiente sistema de producción. En contraste, el pensamiento y los enfoques convencionales de investigación y desarrollo (I+D) han tratado de modernizar la agricultura promoviendo sobre todo un uso estandarizado de tecnologías de componentes individuales, como son las nuevas variedades con altas –y a veces excesivas– densidades de siembra y tratamientos químicos para la mejora de la fertilidad del suelo y la protección de cultivos, etc.
Las experiencias existentes del SICA en varios países del mundo muestran que, mediante la adaptación de diversas prácticas agrícolas a las condiciones específicas y locales, los mismos agricultores están en condiciones de aplicar este sistema de cultivo intensivo de arroz de forma que conduzca a mayores rendimientos, y reduzca la necesidad de insumos, tales como semillas, agua y productos químicos, así como la mano de obra. Teniendo en cuenta la diversidad agroecológica que los sistemas agrícolas del mundo tienen que enfrentar, es muy poco probable que las formas estandarizadas de la agricultura industrial moderna puedan demostrar ser ambiental o económicamente superiores, como sostienen actualmente los representantes del complejo agroindustrial y las coaliciones de investigación público-privadas.
Willem Stoop
Agrónomo y edafólogo. Ha trabajado en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT) y en el Centro Africano del Arroz (African Rice).
Correo-e: willem.stoop@planet.nl
Para una mayor descripción de las guías de adaptación, lea este artículo completo en www.leisa-al.org
Referencias
- Stoop, W. A. 2011. The scientific case for system of rice intensification and its relevance for sustainable crop intensification. International Journal of Agricultural Sustainability, 9(3), 443-455.
- Thakur, A. K., N. Uphoff y E. Antony. 2010. An assessment of physiological effects of system of rice intensification (SRI) practices compared with recommended rice cultivation practices in India. Experimental Agriculture. 46(1), 77–98.
- Thakur, A. K., S. Rath y K. G. Mandal. 2013. Differential responses of system of rice intensification (SRI) and conventional flooded-rice management methods to applications of nitrogen fertilizer. Plant Soil. DOI 10.1007/s11104-013-1612-5
- Van der Ploeg, J. D. 2008. The new peasantries. Struggles for autonomy and sustainability in an era of empire and globalization. Earthscan, London, 356 pp.