A pesar de que Río+20 contiene muchas promesas para un cambio de perspectivas en el mundo de la agricultura sostenible, hay que ser realistas sobre las limitadas posibilidades de que conduzca a importantes compromisos políticos. Jean Marc von der Weid es realista respecto a Río+20; no espera mucho de la reunión oficial pero es muy positivo sobre los impactos políticos que la movilización de la sociedad civil puede tener en la opinión pública internacional “con efectos positivos en el mediano y largo plazo”.
¿Cómo van los preparativos para Río+20?
En Brasil están avanzando a paso de tortuga. El comité de facilitación es demasiado grande y tiene opiniones internas muy contradictorias. Un grupo de organizaciones da más importancia al cabildeo con los representantes del gobierno y es más receptivo a algunas de las propuestas de la “economía verde”. Un segundo grupo se centra más en la organización de las manifestaciones externas para denunciar el fracaso anticipado de la conferencia oficial. Este grupo está tratando de movilizar opiniones en torno de la exclusión de los pueblos con respecto al desarrollo y de los impactos negativos del desarrollo. Un último grupo rechaza toda la estructura del documento oficial que proporcionará la base de las discusiones de Río+20. Critican el diagnóstico inadecuado que se hace en el documento de las causas de las crisis ecológicas múltiples e interrelacionadas. Denuncian a la “economía verde” como un señuelo para hacer olvidar las promesas hechas en la conferencia de 1992 sobre el concepto de desarrollo sostenible y que no se cumplieron. Este grupo critica el concepto mismo de desarrollo y propone vías y políticas alternativas para cambiar la situación actual.
AS-PTA y Río+20
AS-PTA es el socio brasileño de la Red Agriculturas. Produce la revista Agriculturas, experiencias en agroecología, la edición para Brasil de la Red Agriculturas.Trabaja desde1983 en el fortalecimiento de la agricultura familiar y la promoción del desarrollo rural sostenible en Brasil a través de la aplicación de los principios agroecológicos.
Como miembro de la coordinación política del grupo de la Alianza Nacional Agroecológica (ANA), AS-PTA está inmersa en un proceso de diálogo con el gobierno brasileño sobre la forma de elaborar la Política Nacional de Agroecología, una iniciativa oficial que se lanzará durante de la Conferencia Río+20. La ANA reúne a movimientos, redes y organizaciones dedicadas a la construcción de una alternativa de desarrollo rural sostenible. AS-PTA y ANA están organizando una serie de seminarios regionales en todo Brasil con el fin de involucrar a las redes de la sociedad civil y los movimientos en este proceso. También están participando en la definición de las bases para los debates sobre agricultura que se celebrarán en la Cumbre de los Pueblos, el evento paralelo a la Conferencia Río+20. “Nuestro futuro papel será coordinar las actividades en torno a la cuestión de la agricultura que vinculan a la conferencia a nivel nacional con los movimientos sociales rurales”, explica Jean-Marc.
AS-PTA y ANA están discutiendo la puesta en marcha de una iniciativa para unir a todas las organizaciones involucradas en los múltiples aspectos de la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria y para armar un evento paralelo justo antes del comienzo de Río+20. El resultado será un documento basado en una versión actualizada y ampliada de Tiempo de actuar. Este documento será llevado a los representantes del gobierno, publicado a través de diversos medios de comunicación y (si así se acuerda con el comité de facilitación) se presentará a la conferencia. En nombre de la ANA, AS-PTA también contribuirá a organizar el debate sobre la agricultura sostenible. Paulo Petersen, director ejecutivo de la AS-PTA, explica: “En coherencia con nuestros principios metodológicos, vamos a proponer actividades que se basarán en experiencias y casos concretos.Nuestras revistas proporcionan una voz fuerte a nuestras propuestas políticas”.
¿Cómo influenció la conferencia de 1992 a la agricultura de pequeña escala?
Creo que la conferencia consagró el concepto de sostenibilidad, a pesar de que su definición sigue siendo objeto de intenso debate, desde Monsanto a Vía Campesina, sosteniendo que cada uno tiene la visión correcta. Desde un punto de vista práctico, ha habido una fuerte expansión de la agricultura industrial, con un mayor uso de pesticidas y fertilizantes químicos, así como con la puesta en marcha de los OMG, la mayor amenaza para la biodiversidad agrícola desde la introducción de semillas híbridas. La conferencia trató de hacer frente a esta tendencia, pero la mayoría de las decisiones tomadas allí para tratar de controlar el ataque de la agricultura industrial convencional fueron luego erosionadas en las negociaciones internacionales.
¿Cuál sería el resultado deseado de Río+20?
Más que “deseos”, son sueños. Necesitamos una clara resolución “contra la Revolución Verde”, una condena a los insumos químicos y, sobre todo, a los OMG. Necesitamos resoluciones a favor de la reforma agraria, del comercio justo y de la soberanía alimentaria. A nivel internacional, en relación con la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria, hay un documento titulado Tiempo de actuar, firmado por unas 130 organizaciones. Su principal mensaje es la condena del desarrollo agrícola convencional y la presión hacia el apoyo decidido al desarrollo agroecológico centrado en los agricultores familiares. El documento tiene por objeto poner el tema de la agricultura al centro de los debates de Río+20 como la causa más importante de muchas de las crisis ecológicas actuales.
El verano pasado, en Washington, he participado en la formulación de este documento y en las discusiones para construir un consenso en torno a él. La agricultura agroecológica ha hecho grandes progresos; ahora podemos presentar evidencia sólida de sus éxitos y demostrar su potencial como una solución a los malos efectos de la agricultura industrial y empresarial. Sin embargo, todos estos avances no pueden ocultar el hecho de que la agricultura familiar está siendo destruida en todo el mundo y que las políticas públicas a nivel nacional e internacional han sido sesgadas hacia el apoyo de formas insostenibles de agricultura industrial. Esta situación es simplemente el resultado de una relación de fuerzas o balance de poder. El dinero de las empresas, además del poder y las políticas de los gobiernos, junto con un marco internacional de apoyo (CGIAR, OMC, etc.) han sido más poderosos que los pequeños agricultores y los movimientos de consumidores y medioambientalistas.
Entonces, ¿necesitamos otra conferencia de Río?
Necesitamos una conferencia sobre medio ambiente, pero no del tipo que es ofrecido por los gobiernos y el sistema de la ONU. Los gobiernos y las organizaciones de las Naciones Unidas han demostrado ser incapaces de aplicar los cambios dramáticos en las políticas ambientales nacionales e internacionales que son necesarios. Han desvanecido los avances de 1992 en las negociaciones y encuentros que siguieron a la conferencia. No creo que haya suficiente lobby como para que se lleven a cabo las políticas nacionales e internacionales necesarias para promover la agricultura sostenible en torno a la agricultura familiar y la agroecología. Las organizaciones de la sociedad civil en Brasil están divididas en estos temas, aunque mi sensación es que la mayoría de ellas son críticas.
¿Cómo se puede lograr un cambio que beneficie a los pequeños agricultores?
Creo que podemos tener más éxito si denunciamos la reunión oficial como irrelevante y convencemos a la sociedad civil de la necesidad urgente de una transformación radical de los actuales sistemas alimentarios y agrícolas. Por supuesto, no creo que la sociedad civil por sí misma pueda cambiar sustancialmente el statu quo. Necesitamos políticas públicas adecuadas nacionales e internacionales, y que los gobiernos y las instituciones internacionales actúen con responsabilidad. Sin embargo, creo que tales cambios no ocurrirán sin una presión muy fuerte de la opinión pública y los movimientos sociales. No es concebible que tengamos la fuerza suficiente para lograr que la conferencia adopte las reformas necesarias, pero nuestra manifestación en contra de su conducta será un paso hacia mayores cambios en el futuro. Por desgracia, creo que la crisis tendrá que ser aún más pronunciada antes de que se adopten las acciones necesarias. Esperemos que no sea demasiado tarde.
¿Crees que las voces de los pequeños agricultores serán escuchadas en el proceso preparatorio y durante la conferencia?
Hasta ahora ha habido muy poca participación de las organizaciones de pequeños agricultores, tanto a nivel nacional como internacional. En el comité de facilitación se encuentran Vía Campesina y la Federación Nacional de Agricultura Familiar (FETRAF), que representan a los agricultores. Nos falta la más grande (y más conservadora) organización de pequeños agricultores, la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas (CONTAG). También hay varias organizaciones no gubernamentales que trabajan en apoyo de la agricultura a pequeña escala –incluidos nosotros mismos– que aún no han sido involucrados en el comité. Esto se puede cambiar una vez que sea lanzado un claro llamamiento por un grupo importante de organizaciones.
Esperamos animar a esa movilización. Creemos que la elección de las actividades de la sociedad civil durante la conferencia servirá de punto de partida para que otros movimientos sociales identifiquen dónde y cuándo participar. A nivel nacional, creemos que los movimientos campesinos se comprometerán a medida que se acerque la fecha de la conferencia. En cuanto a los movimientos campesinos internacionales, no tengo una visión clara de sus intenciones. Sabemos que Vía Campesina reunirá un grupo internacional en un campamento en la Cumbre de los Pueblos, pero no sé qué tan grande será esa movilización. Yo creo que el efecto positivo más importante de este evento será la educación del público en general: las publicaciones, como Agriculturas, LEISA y Farming Matters reforzarán nuestra posición mediante ejemplos y estudios. Esto es muy bienvenido.