Pese a ello, según Denis Garrity, director de ICRAF (Kenia, 2009), la agrosilvicultura –conocida también como agroforestería– fue por muchos años ignorada y no considerada como una propuesta que contribuye a mejorar la producción de alimentos y los ingresos de las familias agricultoras. En numerosos sistemas de producción agraria los árboles se utilizan como barreras vivas o cultivos perennes, así como también en la ganadería pues proporcionan sombra en las tierras de pastura y son fuente de recursos de mucha utilidad para las familias agricultoras: madera, frutos, leña, forraje de calidad (Altieri y Nichols, p. 32). Pero, quizá, algo no muy directamente apreciado es la importancia de los árboles como fuente de biodiversidad al brindar refugio y alimento a innumerables especies de la fauna silvestre, propiciando así la conservación y expansión de la flora local a través de la polinización y diseminación de sus semillas (Gamboa y Criollo, p. 8). Y, si son árboles o arbustos fijadores de nitrógeno, cumplen un papel esencial en la fertilización natural del suelo. También los árboles, al retener el agua de lluvia y propiciar la conservación de la humedad ambiente, son de mucho valor para hacer frente a las amenazas de disminución de las precipitaciones pluviales y sequía en las regiones tropicales del hemisferio sur, por efectos del cambio climático. Los ecosistemas boscosos de selva alta tropical o ‘ceja de selva’ desempeñan la importante función de ser ‘nacimientos de agua’.
La agroforestería puede ser practicada por agricultores de toda escala, pero ha sido desarrollada y es especialmente adecuada para la agricultura de pequeña escala que no puede adoptar tecnologías muy costosas (http://worldagroforestry. org/latinamerica/content/definiciones). La resiliencia de los sistemas agroforestales los hace, además, singularmente apropiados para enfrentar los efectos del cambio climático, ofreciendo a la vez alternativas para mejorar los ingresos y la seguridad alimentaria de las familias campesinas, como se sostiene en una publicación reciente de la iniciativa Crece de Oxfam, sobre la aplicación de la agroforestería en Bolivia para combatir la pobreza rural y el hambre (http://www.oxfam.org/en/grow/ reports/casestudies).
Sin embargo, la expansión del monocultivo en la región (Murgueitio, p. 6) es una amenaza que es necesario afrontar con propuestas que sean producto de experiencias que han logrado comprobar que los árboles no compiten con los cultivos, sino que los benefician. En este número presentamos experiencias donde los árboles no solamente son compatibles con la agricultura, sino que son indispensables para su productividad y sostenibilidad.