Bosque de corozal en reservas celulares / Foto: Autores
Esta experiencia es resultado del esfuerzo conjunto entre campesinos de Oaxaca y su organización Ecosta Yutu Cuii. Hace siete años que Ecosta impulsa un proyecto llamado ‘Reservas Celulares Forestales’ en la costa de Oaxaca, cuyo objetivo es el de mantener las zonas de recarga de los mantos acuíferos y la salud hídrica de toda la cuenca. Este proyecto se plantea como modelo de conservación de los bosques a largo plazo, y cuyo sostén principal es el interés de las familias campesinas por salvaguardar y aprovechar sus recursos. La conservación y aprovechamiento de los recursos pone en juego el conocimiento de su entorno natural y las habilidades que poseen los campesinos, como producto del aprendizaje social, familiar y comunitario. En este sentido las familias son las promotoras de la conservación de sus recursos.
Una reserva celular forestal implica hacer un ejercicio participativo en el que cada productor es responsable de la planeación del uso de su terreno, según sus necesidades y capacidad productiva (el término ‘celular’ se utiliza aquí para apuntar espacios pequeños protegidos de, por ejemplo, media hectárea, y que albergan pequeñas células verdes). De esta manera, asigna una parte del terreno para sus cultivos, otra para la crianza de ganado y una parte para el bosque. El espacio reservado para el bosque constituye su pequeña reserva, en ella guarda madera para su casa, leña para su cocina, bejucos que sirven de cuerda, plantas medicinales, plantas alimenticias, postes para su cerco y ‘carne de monte’. En estas pequeñas reservas es frecuente que haya un manantial de agua o un arroyo, lo cual contribuye a la recarga de los acuíferos en toda la zona. Además en ellas se refugian una gran cantidad de animales del bosque, los cuales hayan espacios para vivir y a la vez algunos forman parte de la dieta campesina. De esta manera el agricultor combina los procesos agrícolas y ganaderos, con la protección del bosque, el suelo y el agua.
En el ejercicio de planeación, los campesinos definen cuánto terreno van a dedicar a las diferentes labores, es así que encontramos reservas celulares para la conservación, muy pequeñas (media hectárea) y otras con mayor superficie (hasta 300 hectáreas). En algunos casos estas reservas se hallan en espacios continuos, lo que posibilita mantener extensiones de terrenos que se convierten en manchas de bosque; en otros casos se observa que hay reservas pequeñas o ‘islas verdes’, que suelen ser los únicos refugios para la flora y fauna en varios kilómetros a la redonda. En estos lugares el paisaje se compone, mayormente, de pastizales y tierras agrícolas.
El cuidado de estas pequeñas reservas ha posibilitado a las familias campesinas reflexionar sobre el valor del bosque, en el sentido de la importancia de su esfuerzo al contrarrestar la deforestación, la pérdida de las especies nativas de flora y fauna, el aporte de oxígeno al medio ambiente, y al mantener una reserva económica de recursos naturales para su reproducción social. Por otra parte, la participación en el proyecto ha incentivado la regularización de la tenencia legal de los terrenos. De esta manera, cada vez más mujeres y varones han legalizado –a su nombre– la posesión de las reservas. A la entrada de cada reserva hay un letrero que lo indica y que, además, es un reconocimiento del esfuerzo conjunto de familias campesinas.
Acompañamiento a las acciones campesinas en crecimiento
El proyecto nació en 1998 con 17 participantes de la comunidad de Santa Rosa de Lima, que en ese tiempo contaba con una reserva de 51 hectáreas de bosque. La preocupación colectiva era la enorme deforestación en la zona y la necesidad de emprender acciones para la conservación de los recursos. Actualmente participan más de 800 agricultores de 20 comunidades, ubicadas en su mayoría en el municipio de Tututepec, en la costa de Oaxaca, y cuyas reservan suman más de 5.000 hectáreas. El 30% de los participantes son mujeres que tienen la posesión legal de las parcelas. Los participantes de las comunidades son pobladores mestizos, afrodescendientes e indígenas mixtecos y chatinos.
La labor de acompañamiento de Ecosta involucra la realización de talleres de capacitación en aspectos de educación ambiental y de ejercicios de planeación que apoyen la reflexión sobre el uso de sus recursos. Estas acciones pretenden animar a las y los campesinos sobre la importancia del bosque y todos sus productos, entre ellos el agua y el oxígeno.
Las reservas
En las partes más bajas de la cuenca se han identificado reservas con bosque de pantano, y otras reservas en la selva mediana y selva alta, así como en el bosque mesófilo (o bosque nuboso) y en el bosque de pino encino. También en estas reservas, se han inventariado más de 400 especies de árboles, encontrándose además varias especies de animales que se consideraban extintas en la zona, tales como el pájaro pico real, la martucha, el oso hormiguero y el ‘danta burro’ o tapir (Tapirus bairdii).
Aunque no ha sido posible identificar taxonómicamente todas estas especies, se han hecho colectas y levantamientos de información para establecer los inventarios de flora y fauna, con el fin de aportar nuevos conocimientos a la biodiversidad regional y de rescate del conocimiento tradicional.
Las posibilidades
El principal objetivo de las reservas celulares forestales es la conservación de los recursos naturales, sin embargo, es necesario contemplar ingresos económicos que apoyen a la economía familiar. Actualmente se realizan planes de manejo que buscan opciones productivas que permitan mantener el bosque sin afectación, tales como la apicultura, el ecoturismo, el cultivo de café, vainilla, cacao, la extracción regulada de madera, leña, bejucos, plantas medicinales, frutos y semillas. Así también se considera el cobro de los servicios ambientales por generación de agua, la captura de bióxido de carbono y el amortiguamiento del calentamiento global. Todas estas son posibilidades que se están vislumbrando y en las que el proyecto plantea trabajar en el futuro.
Los asuntos legales
La instauración y consolidación del proyecto ha sido un proceso lento por la complejidad de los conflictos agrarios y de tenencia de la tierra en toda la región. A pesar de ello, cada reserva está regularizando su terreno con el fin de contar con el reconocimiento de las autoridades agrarias y ambientales. La voluntad de estos últimos actores es relevante para lograr que el sistema oficial reconozca estas áreas naturales protegidas. De esta manera el trabajo se vincula también con las instituciones gubernamentales y las autoridades agrarias.
El proyecto tiene un gran potencial ya que un importante número de campesinos de toda la región ha manifestado su interés en participar. Al mismo tiempo, demuestra la factibilidad de un modelo de conservación en situaciones con una amplia fragmentación de la vegetación y parcelación excesiva del suelo, donde ya no existen grandes superficies de bosque que conservar. Estas situaciones son comunes en muchas partes del país y del mundo, por lo que la réplica de esta experiencia puede aportar soluciones a los problemas del calentamiento global y pérdida de la biodiversidad, permitiendo que el campesino mantenga su reserva de bosque y, simultáneamente, el suelo y agua para sus cultivos.
Heladio Reyes Cruz
Líder campesino de la organización Ecosta Yutu Cuii
Correo-e: heladioreyes@yahoo.es
Gloria Lara Millán
Investigadora de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Correo-e: laram.gloria@gmail.com