octubre 2010, Volumen 26, Número 3
Agua – ecosistemas y agricultura

Corrientes de agua y de cambio en la subcuenca del río Jucuapa, Nicaragua

CORNELIS PRINS, NÉSTOR CASTELLÓN | Página 7-11
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El gran reto del desarrollo rural es convertir el círculo vicioso de la degradación ambiental, inseguridad alimentaria y pobreza en un círculo virtuoso de conservación y rehabilitación ambiental, producción sostenible y rentable, y reducción de la pobreza. Parece algo utópico. No obstante, da un norte para la acción y es un desafío para el pensamiento estratégico. Las buenas prácticas sirven como señales en el camino hacia esa dirección, pero para ello es necesario que los medios de vida de la población rural sean seguros y que el uso de los capitales natural, humano, social, físico y financiero, se optimice.

Lagunetas / Foto: Autores

Las alternativas tecnológicas son importantes, aunque su efectividad depende de la presencia y vigencia de otras condiciones que coadyuven al desarrollo de capacidades para la organización, para abordar los conflictos, establecer reglas de juego equitativas y efectivas e incentivos y sanciones.

Los tangibles e intangibles deben ir de la mano, basta observar el sistema de riego de una comunidad andina, donde el estado de los canales y la operación del sistema dependen de la calidad de organización del comité de regantes y de la vigencia de los acuerdos internos para la repartición del agua y el mantenimiento del sistema. Saber encauzar y resolver conflictos en el seno de una organización de regantes, forma parte de la capacidad e institucionalidad local, endógena. Un aporte importante del capital social en una cuenca, es que permite abordar los conflictos de interés entre los usuarios de agua potable y los productores agropecuarios en las zonas de recarga de las fuentes de agua.

Esta combinación de hardware y software del desarrollo rural va a ser aún más importante en la medida que, por efectos del cambio climático, se agraven las vulnerabilidades ya existentes. Para la adaptación es necesario fortalecer la resiliencia de los ecosistemas y la organización social. El caso que analizamos en este artículo se enfoca mayormente en la gestión y conservación del agua potable, aunque hay conexiones claras con la gestión y manejo de los recursos naturales para fines productivos.

En América Central, en comparación con los países andinos y México, hay poca cultura e historia de riego y la gestión de cuencas se orienta principalmente a la conservación del agua potable, persistiendo una contradicción entre la conservación del agua potable y el modo de producción agropecuaria. El reto es cómo conciliar la conservación del agua potable y el modo de producción agropecuaria.

El contexto de FOCUENCAS II
La subcuenca de Jucuapa es uno de los cuatro espacios de laboratorio y aprendizaje en los que opera el programa de CATIE: FOCUENCAS II, apoyado por la cooperación sueca (dos subcuencas están en Nicaragua y dos en Honduras).

Figura 1. Mapa de ubicación de la subcuenca del río Jucuapa, en el departamento de Matagalpa, Nicaragua

El nombre del programa: ‘Innovación, Aprendizaje, Comunicación y Cogestión Adaptativa de Cuencas Hidrográficas’ parece algo rimbombante, pero sus frutos son la evidencia de que fue bastante bien pensado. Al inicio, los costos de transacción para crear y hacer funcionar los comités de cuenca fueron altos, se tenía que encontrar el camino para lograr el cambio deseado: una cuenca bien conservada o rehabilitada para la salud de los ecosistemas y el sustento económico de su población. La bondad y viabilidad de la cogestión (planificación conjunta) por la variedad de actores que operan en una cuenca, mediante un comité de cuenca, fue plenamente validado por sus resultados, y los actores locales la adoptaron hasta en su vocabulario. El adjetivo ‘adaptativa’ se refiere a dos cosas: 1) la adaptación del accionar a las condiciones particulares de cada subcuenca; 2) el oportuno reajuste de las acciones y de la metodología según lo que se aprende sobre la marcha al reflexionar regularmente.

Corresponde a esta concepción el enfoque de manejo adaptativo y la acción- investigación: poner a prueba, mediante la acción e hipótesis de trabajo, nuevas ideas, estrategias e instrumentos. Este enfoque se expresa también en la noción de subcuenca de laboratorio y aprendizaje: probar nuevas ideas a escala limitada y con los aprendizajes generados replicar las experiencias en otros espacios e incidir en las políticas del gobierno local o nacional. La réplica ha de ser una adaptación analítica y creativa en otros espacios semejantes, aunque con rasgos particulares, pero jamás debe ser una fotocopia.

El programa inició su actividad a finales de 2004 y terminará al finalizar 2010. El caso analizado en este artículo debe entenderse dentro de esta filosofía programática.

El contexto geográfico de Jucuapa
La subcuenca del río Jucuapa tiene 4.057 hectáreas y 4.300 habitantes asentados en nueve comunidades. Pertenece a la parte rural del territorio de Matagalpa, tercera ciudad de Nicaragua. El río Jucuapa, es un afluente del Río Grande.

La actividad agrícola es el principal medio de vida de las familias. El tamaño de las fincas oscila entre 0,7 y 3 hectáreas. Los rubros productivos varían según los pisos ecológicos, en la parte alta predomina el cultivo de café, en la parte media el del café, granos básicos y hortalizas, así como algo de ganadería. En la parte baja se producen granos básicos. El calendario agrícola se rige por el clima: el periodo lluvioso se extiende de junio hasta noviembre y la época de verano de enero hasta mayo. La agricultura es mayormente de secano.

Figura 2. Visión

La limitada magnitud del espacio y población de esta subcuenca indica que la importancia del caso no está en su tamaño; además, Jucuapa es de menor categoría que otras subcuencas que abastecen a la ciudad de Matagalpa con agua potable. El agua producida en Jucuapa la consumen sus mismos pobladores, bastante pobres por cierto, y no cabe cobrarles por el servicio ambiental hídrico. La protección del agua y de sus zonas de recarga debía asegurarse con otros incentivos e instrumentos.

Es por la capacidad de gestión local generada que Jucuapa se ha vuelto una referencia para la población e instituciones de desarrollo en otras subcuencas de la zona.

Estrategia e instrumentos aplicados
FOCUENCAS, en convenio con el gobierno local de Matagalpa e INTA (agencia estatal de asistencia técnica en Nicaragua), incentivó hace seis años la formación del Comité de Cuenca de Jucuapa, compuesto por representantes de la municipalidad, ministerios, ONGs y de las organizaciones de base.

El funcionamiento del Comité no fue nada fácil al inicio, ya que era una instancia novedosa cuya bondad y utilidad estaban aún por demostrarse y obtener legitimidad. La decisión de descentralizar la gestión del Comité, mediante la formación y revitalización de Comités de Cuenca Locales (CLC) y la rotación de las reuniones del Comité Ejecutivo de Cuenca (CEC) en las diversas comunidades de Jucuapa, ha sido un importante hito en el proceso de la gestión y manejo de la cuenca. De este modo, empezó a circular la información entre los diversos CLC y comunidades de los pisos alto, medio y bajo de la cuenca. La fluida comunicación y el compartir la información sobre la situación de todas las comunidades y pisos ecológicos, permitió el desarrolló de un interés mutuo entre los de arriba y los de abajo, generándose una visión conjunta de la cuenca. La pirámide de la cogestión logró tener una base sólida.

La organización de las comunidades y su articulación con las instituciones de desarrollo, hizo posible una mejor relación con las entidades del gobierno, y que estas mejorasen su empeño y efectividad en Jucuapa. El plan de intervención concertada –llamado plan de cogestión– se hizo más operacional mediante los planes anuales de acción local. Las acciones priorizadas en los POAs se llevaron a cabo con ayuda del Fondo Ambiental del programa. Formando y acompañando a los CLC se generó la capacidad necesaria para un uso adecuado de los fondos. Las decisiones se tomaron con el apoyo de tesis estudiantiles del CATIE, lo que cambió la actitud general hacia el valor de las investigaciones. En un principio reinaba un temperamento de ¿cuándo llega la plata?, y ¿para qué tantas tesis? ¡Manos a la obra!

Mirando retrospectivamente, se aprecia cómo las diferentes partes –al igual que las piezas de un rompecabeza– empezaron a engranarse, de manera tal que aparece una imagen nítida del conjunto. Al principio del proceso, esta imagen era borrosa para los actores locales y también para los facilitadores del programa. De hecho, había muchas incógnitas por aclarar.

Acciones, procesos, resultados y aprendizajes
Un renglón de actividad importante e instructivo ha sido la producción y transformación ecológica del café por las 150 familias que lo cultivan en la subcuenca.

En América Central, a las instalaciones donde se procesa la transformación del café en grano se les llama ‘beneficios’. Esto se hace a gran escala o de modo artesanal. Muchos de estos beneficios ‘húmedos’ son muy rústicos y se ubican cerca del río, contaminando sus aguas. Con el apoyo del Fondo Ambiental se construyeron 21 pequeños beneficios ecológicos ‘húmedos’.

En torno de cada beneficio se organizan unos siete productores. Gracias a esta innovación, en tiempo de cosecha ya no se contamina el río con desechos del café (pulpa y agua miel) que ahora se usan para abono, lo que reduce los costos de producción. La investigación participativa en Manejo Integrado de Plagas (MIP), acompañada por investigadores del CATIE, mejoró el manejo y salud del cafetal.

En las fincas, el agua de lluvia se ha cosechado y almacenado en decenas de lagunetas con el fin principal de retener el agua en el suelo y mantener la capa freática para la conservación de las fuentes de agua potable. Estas lagunetas también se usan como abrevaderos y para el microrriego de hortalizas, mitigando así los riesgos climáticos y agregando valor a los recursos productivos.

Un frente central de acción y cambio inducido ha sido la reactivación de los Comités de Agua Potable (CAP) y la rehabilitación de los sistemas de agua potable dañados. Actualmente se mantienen bien los sistemas rehabilitados y se cobran tarifas modestas, pero suficientes para pagar los costos recurrentes. Los CAP rinden cuentas y han adquirido habilidades básicas de contabilidad. Hay un nuevo liderazgo, pues los CAP han ampliado su visión y ahora no solo se trata de asegurar la entrega del agua, sino también las condiciones para su reproducción y el mantenimiento de su calidad potable. Los CAP cooperan con los promotores locales o del Ministerio de Salud y el CLC, que aglutina a varias organizaciones de base. De este modo, se ha creado una pequeña masa crítica local para proteger las fuentes de agua y vigilar su calidad.

Esto se complementa con otro frente de acción estratégica: la delimitación de las zonas de recarga hídrica de las fuentes de agua en las comunidades y el estimulo de prácticas de cultivo amigables, así como el establecimiento de sistemas agroforestales. En forma participativa y con la ayuda de una tesis estudiantil, los pobladores definieron los límites de recarga hídrica de sus fuentes. La ayuda del Fondo Ambiental ha permitido la asistencia técnica a los productores para prácticas de cultivo más amigables con el medio natural e inclusive más rentables. Estos acuerdos se han plasmado en un contrato grupal y los de las comunidades han sido avalados mediante una ordenanza municipal. En las figuras 2 y 3 se muestra la visión que subyace a este proceso y la secuencia de los pasos dados.

Una palabra clave e ingrediente principal en todo este proceso de organización y gestión local, es ‘arreglo’: los acuerdos y reglas de juego promovidos a la par de la organización. Así, el apoyo a un proyecto solicitado al Fondo Ambiental no es un cheque en blanco: derechos y deberes deben ir juntos. Por ejemplo, los cafetaleros que recibieron ayuda para la construcción de los ‘beneficios’ ecológicos, se comprometieron a aplicar prácticas no contaminantes, crear un capital de trabajo para mantener el sistema y dar una contribución a la formación de los CAP.

Mediante estos arreglos se logran canalizar los conflictos de interés y óptica de manera constructiva; lo más sencillo resultó superar la contradicción entre producción y conservación. Los productores están felices por dejar de contaminar el río y mejorar la calidad de su cafetal y café. La delimitación de las zonas de recarga hídrica y el cambio de uso del suelo fueron algo más difícil, aunque factibles por contar con el respaldo de toda la comunidad y, también, porque se pudo convencer a los dueños de que estos cambios no afectaban la productividad y rentabilidad de su propiedad, sino que las mejoraban. En lenguaje coloquial se combinaba ‘la zanahoria y el palo’. En idioma científico se está promoviendo una nueva institucionalidad y gobernabilidad, sin la cual la gestión y manejo de cuenca y el desarrollo rural rápidamente topan techo.

Vale mencionar la creciente incursión de las mujeres y los jóvenes, tanto en las actividades mencionadas como en la dirigencia de las organizaciones de base, proceso empujado por sus propias aspiraciones y también facilitado por el Comité Central y FOCUENCAS. En el CEC ha aumentado la participación de jóvenes mujeres como lideresas, formadas en los CLC.

La alternancia entre acción y reflexión ayudó a encontrar el camino y efectivizar acciones y metodologías. Lo valioso es que los mismos actores locales se han hecho muy curiosos y reflexivos. Ya no consideran la investigación y reflexión como tiempo perdido, sino como una buena inversión de tiempo para mejorar su toma de decisiones y aprovechar mejor sus recursos. Para esto, de vez en cuando, se hace un alto en el camino y se organiza una encerrona para revisar el camino andado y por andar.

La formación de capacidades, la construcción social y la generación de productos tangibles cooperaron entre sí para lograr el impacto deseado dentro de la subcuenca y más allá de ella. Se ha generado un proceso de cambio en cadena.

Escalar la gestión y replicar los aprendizajes
Según la finalidad del programa se prueban nuevas ideas y enfoques para transcender los límites de las subcuencas de aprendizaje y aplicar las lecciones aprendidas a escala mayor. El escalamiento tuvo mayor significado cuando los frutos del proceso empezaron a ser evidentes.

Figura 3. Secuencia del proceso

Actualmente, el comité de cuenca de Jucuapa está convirtiéndose en un comité de cuenca municipal, donde también participan representantes de las otras cinco subcuencas de Matagalpa, incluyendo las dos que tienen una importancia estratégica para el abastecimiento del agua potable de la ciudad.

La facilitación de intercambios entre los pobladores de diferentes subcuencas hace posible esta amplia participación. La experiencia y metodología generadas en este espacio sirven como material de aprendizaje para estimular la capacidad de gestión local a una escala mayor.

Para lograr el escalamiento también hay que fortalecer la capacidad de conducción municipal. La Dirección Ambiental Municipal, que coordina el Comité de Cuenca, ya tiene más claro cómo dirigir la intervención en otros espacios por haber pasado por la Escuela del Comité de Cuenca de Jucuapa. Otro reto es mantener el Fondo Ambiental después de la finalización de FOCUENCAS. Para este fin, en el presupuesto municipal se ha reservado un rubro ambiental.

La perspectiva de intervención en cuencas es aún de mayor envergadura. Según la nueva Ley de Agua se deben crear Consejos de Cuenca en cada cuenca. Esto quiere decir, en el caso de Matagalpa, que todos los municipios que forman parte del Río Grande de Matagalpa (14 en total) deben ir formando parte de tal Consejo. Esto exige fortalecer las unidades ambientales en los gobiernos municipales.

Vale escalar por peldaños y acumular experiencia para evitar que los consejos de cuenca sean cascarones vacíos, sin base en la realidad y en la comunidad. Esto significa un trabajo paciente y paulatino, aunque con norte claro.

Lo valioso es que una experiencia generada en un espacio tan pequeñito como Jucuapa, da pistas y pautas para una intervención en un territorio mucho más grande y complejo.

Resumiendo
Retomando lo planteado en la introducción –la importancia de mejorar los medios de vida y fortalecer los diversos capitales–, en Jucuapa los indicadores tangibles muestran que la formación del capital humano y social optimiza el desempeño de los otros capitales; para el caso del capital financiero, el Fondo Ambiental sirvió como reactivo estratégico.

Los aprendizajes adquiridos y sistematizados han producido múltiples elementos de juicio que posibilitan una réplica a mayor escala, cuyo proceso está en plena ejecución. Se exploró el camino, se pusieron señales y se dieron pistas para poder manejar la complejidad inherente a la cogestión y manejo de cuenca en un territorio grande. Este proceso de cambio también generó mayor resiliencia ante las consecuencias del cambio climático.

Una metáfora como reflexión final
Tomando prestados unos conceptos de la química y física, el arte es catalizar nuevos procesos, convertir inercia negativa inicial en inercia positiva, y forjar una masa crítica que empuja en la dirección del cambio deseado. Es física y química social. No es fácil aunque tampoco una misión imposible.

 

Cornelis Prins, Néstor Castellón

Cornelis Prins
CATIE, Costa Rica
correo-e: prins@catie.ac.cr

Néstor Castellón

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