octubre 2010, Volumen 26, Número 3
Agua – ecosistemas y agricultura

Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra

ENMA ORTEGA | Página 16-19
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Enma Ortega (Venezuela)

Yo soy Enma Ortega y soy agricultora y ceramista, pertenezco a la coordinadora Ezequiel Zamora y al Frente Campesino Nacional Simón Bolívar. Hago agricultura en el Estado de Aragua, me dedico a la producción de hortalizas. Creo que la pequeña agricultura sí funciona y que sí es posible abastecer de comida a otros seres humanos. Yo trabajo en una hectárea y media de siembra de hortalizas, pero diversifico, tengo en una hectárea hasta 10 rubros distintos, unos son para la comida de la casa y otros son para tener excedentes; además, combino otras actividades que lógicamente proporcionan ciertas entradas y que mantienen a la familia ocupada…es importante que cada uno en la familia pueda aportar.

En Venezuela se dio el paro petrolero en el 2002 y no hubo desabastecimiento, aun siendo nosotros un país minero y petrolero, porque la agricultura de los pequeños y medianos productores fue significativa para garantizar el abastecimiento de muchas ciudades, incluyendo la capital. Faltaban productos en todos los anaqueles de los supermercados, sobre todo productos agroindustrializados, pero no faltaron ni hortalizas ni tubérculos, de tal manera que los pequeños productores en ese momento pudimos incidir en la seguridad alimentaria de nuestro país. Está demostrado que los que más aportan siempre han sido los pequeños, solo que la agricultura de los pequeños no está validada ni reconocida, es una agricultura invisible que sale a la luz en momentos de apuro como el que vimos en Venezuela, pero que en la vida diaria no aparece. En el tema de los alimentos, dejar la organización para la distribución y el transporte en manos de otros es permitir que te roben el trabajo. Quien siembra es el que debe recolectar, transformar, transportar y distribuir alimentos, y todo eso requiere de organización.

El mundo avanza hacia donde las organizaciones sociales queramos. Si la sociedad civil no se organiza, no hay cambios; justamente los grandes cambios se deben a las grandes movilizaciones permanentes y, sobre todo, aquellas donde las mujeres hemos tenido roles de vanguardia. En mi país, Venezuela, las mujeres tenemos un gran papel asumido en los consejos comunales; ahí, las mujeres campesinas hemos incidido en los cambios concretos para la mejora de condiciones de vida de las comunidades que siempre estuvieron desatendidas.

Del 20 al 22 de abril de 2010, en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, se realizó la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Este importante evento contó con la participación de alrededor de 30.000 mil personas provenientes de más de 100 países, quienes agrupados en 17 grupos de trabajo desarrollaron diversos temas a lo largo de la jornada. LEISA revista de agroecología estuvo presente en el panel ‘Bosques, alimentos y agua bajo el cambio climático’, del grupo de trabajo Agricultura y Soberanía Alimentaria; y en la presentación del libro “Revolución agroecológica: el movimiento de campesino a campesino de la ANAP en Cuba”, que cuenta entre sus autores a Peter Rosset, reconocido investigador con quien tuvimos la oportunidad de conversar. Alcanzamos extractos de las conversaciones que sostuvimos con algunos de participantes que –consideramos– reflejan algunos de los puntos de vista presentes en la Conferencia. El documento Acuerdo de los Pueblos, resultado del consenso de los participantes y de los grupos de trabajo, se encuentra disponible en el sitio web del evento en la siguiente dirección: http://cmpcc.org/2010/04/24/ acuerdo-de-los-pueblos/

Itelbina Mazioli (Brasil)
Soy Itelbina Mazioli, del movimiento Sin Tierra de Brasil, y miembro de Vía Campesina Internacional.

Como Vía Campesina, nosotros hemos discutido sobre el cambio climático y pensamos que la causa central está en el modelo capitalista, en el modelo de producción y de consumo. Por eso, hemos dicho que nuestra lucha tiene que ser para cambiar el sistema; que la reforma agraria, que la soberanía alimentaria y que la agricultura campesina son salidas a esta perspectiva capitalista; necesitamos que los pueblos tengan acceso a la tierra, el agua, las semillas, y que trabajen desde otra perspectiva de desarrollo económico, político y social, una perspectiva de respeto y de inclusión.

De la experiencia que tenemos de Brasil, los datos dicen que es la agricultura campesina pequeña y mediana la que abastece el 70% de los alimentos que consume toda la población brasileña. Entonces, es mentira cuando se dice que la agricultura campesina no tiene la capacidad de producir la cantidad de alimentos suficientes para toda la gente, para acabar con el hambre en el mundo, y a raíz de esa mentira se promueven los monocultivos. En la práctica se prueba que la agricultura campesina, dentro de su calidad y diversidad, puede producir alimentos suficientes. Lo que han hecho el agronegocio y las transnacionales es transformar los alimentos en mercancía solamente para incrementar cada vez más sus ganancias. Nosotros decimos no a este modelo y decimos sí a la producción de alimentos que sale de la agricultura campesina, de la agricultura agroecológica, de este otro modelo para producir alimentos.

Ingrid Spiller (México)
Mi nombre es Ingrid Spiller, yo soy la directora de la Oficina Regional de la Fundación Heinrich Böll para México, Centro América y el Caribe.

Con respecto a Bolivia, no puedo decir nada porque yo vivo en México, pero yo creo que lo que realmente es fundamental es cambiar del sistema de agricultura actual a un sistema agroecológico que simplifica y permite producir en armonía con la naturaleza. Yo sé que es un tema muy contradictorio, pero creo que es más importante fortalecer la agricultura local o regional que transportar flores desde África hasta Europa o bananas desde Ecuador hasta Europa, porque eso significa que los países que exportan estos productos tienen que explotar sus recursos naturales. Además, tenemos el gran problema del transporte, que tiene un costo ecológico inútil e innecesario. Y ahí empieza el debate en los países pobres, y se dice que la exportación es la única fuente de ingresos, que ellos solamente pueden sobrevivir si exportan sus productos agrícolas, pero yo creo que si regionalizamos toda la producción o la mayoría de la producción, todos podremos vivir de forma más sana y en concordancia con la naturaleza.

Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra

Marcos Santi (Ecuador)
Mi nombre es Marcos Santi y soy presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, que abarca las tres regiones en el Ecuador: Costa, Sierra y Amazonía.

Hemos estado en la mesa de la reforma agraria en la que presentamos la propuesta de hacer agricultura desde la visión y cosmovisión indígena, dando los tiempos necesarios de producción en beneficio del hombre y no del capital. En ese sentido, en este evento también se ha dado más énfasis al derecho de la Madre Tierra, al derecho del planeta y al derecho de los pueblos indígenas como tales.

Creo que en todos los países son los pequeños productores los que abastecen a los pueblos o a la urbe, hablemos aquí de Bolivia: seguramente los agricultores son los que dan alimento a la ciudad, pero hay una diferencia grande que se marca en la soberanía alimentaria. En el Ecuador, por ejemplo, los pequeños agricultores dan prioridad a la alimentación interna; si no hubiera pequeños agricultores, Ecuador importaría muchos productos. El problema está en que existe la otra agricultura –a gran escala– que se da en todos los países y que obedece al capital, a la inversión y a la exportación; la agricultura que está compaginada con la producción mecanizada y la ganancia sostenida, para lo cual se tiene que utilizar abono químico y semillas transgénicas que, a la larga, generan el empobrecimiento de las tierras cultivadas y un empobrecimiento de conocimientos frente a las semillas que existían originalmente. Si hablamos de soberanía alimentaria en todos los países en Latinoamérica, son suficientes los espacios agrícolas que hay para tener una alimentación equitativa, equilibrada, dando prioridad al conocimiento de los pueblos originarios. Proponemos que la agricultura tiene que volver al campo, a la familia, a los compañeros, que hay que cambiar el monocultivo por lo diverso, cambiar las formas de la agricultura expansiva con agroquímicos para que la agricultura sea pura y fortalezca la salud y la soberanía alimentaria de los países.

La agenda del indígena latinoamericano en este momento es que todo el ciclo de vida se tiene que respetar. Hay que respetar los ciclos de las constelaciones, compaginar con los ciclos de luna llena, de luna tierna, etc.; la sabiduría está ahí, pero lamentablemente este conocimiento no comulga con la ciencia occidental. Hay una gama de saberes y de ciencias de los pueblos originarios latinoamericanos que deben ser catalogados como ciencias de aprendizaje, y que deben enseñarse en nuestras universidades. Ese es un trabajo que en Ecuador ya se ha empezado, hay escuelas que ya tienen profesores, no titulados, pero que saben y que interpretan el cosmos y la agricultura. Por ejemplo, en mi tierra, para sembrar especies nativas, se hacen rituales y se siembra de acuerdo a la luna llena, todo este conocimiento creo que ayudaría a cambiar el sistema actual –impuesto y globalizado– de la agricultura y la influencia cultural excesiva de Occidente.

Peter Rosset
(Uno de los autores del libro “Revolución agroecológica: el movimiento de campesino a campesino de la ANAP en Cuba”)

Mi nombre es Peter Rosset y he presentado este libro que cuenta y sistematiza la historia de un movimiento de base del campesinado cubano, que en poco más de 10 años ha permitido que más de 100 mil familias transformen sus fincas en fincas agroecológicas. El libro también analiza el cómo y el por qué y reproduce las propias voces de quienes participan en el movimiento. Podemos decir que el argumento central manifiesta que para promover la opción agroecológica a gran escala no hacen falta más técnicas de producción –porque maneras agroecológicas de producir hay muchas–, sino que generalmente lo que impide el avance de la agroecología es la falta de una buena metodología social. La experiencia cubana dinamiza el protagonismo de la familia campesina, que permite que ellos sean los innovadores, los transmisores de información de manejo horizontal, y evidencia que esa la manera más efectiva de masificar la agroecología. Es básicamente la experiencia de un movimiento social, un movimiento agroecológico, dentro de una organización campesina.

El cambio climático da muchos problemas en la agricultura: hay inundaciones, hay sequías durante épocas lluviosas, hay cambio de fecha de siembra, zonas húmedas convertidas en zonas áridas. Frente a eso, la agricultura industrial de monocultivo no sirve, es un solo cultivo en una gran área con un solo método, y cuando cambian las condiciones generalmente se pierde todo. En cambio, una agricultura en pequeña escala con lógica campesina es flexible, se adapta rápidamente a los cambios. Cuando hay exceso de humedad, se construyen diferentes tipos de canales o se usan otros métodos para manejar el flujo del agua, se provee del suelo, se usan las terrazas, etc., mientras que cuando hay insuficiencia de agua, se usan los métodos agroecológicos de conservación y de captura de agua, como mantener cubierto el suelo para que el agua no se evapore por el sol. En resumen, la agricultura en pequeña escala ofrece alternativas frente al cambio climático que la agricultura industrial jamás va a poder ofrecer. Lo que plantean Vía Campesina y las organizaciones campesinas es que hay que recuperar el conocimiento, hay que revalorizar nuestros saberes ancestrales, nuestro conocimiento como campesinos y también nuestra capacidad de generar nuevos conocimientos en un mundo cambiante. Si las organizaciones civiles y las organizaciones campesinas no toman cartas en los asuntos importantes, como los acuerdos del cambio climático, estamos perdidos, porque van a decidir en beneficio del gran capital, perjudicando a la Madre Tierra y al pueblo. Esto es algo que la historia nos recuerda. Vía Campesina, como alianza global de organizaciones campesinas, ha hecho posible que los campesinos influyan en las negociaciones sobre el clima. Nosotros pensamos que las falsas soluciones de los malos gobiernos y de la empresa privada, como los agrocombustibles o el mercado de créditos de carbono, solo perjudican al clima y a las familias rurales; en cambio, creemos que es la agricultura campesina la que realmente puede enfriar el planeta, como se está demostrado en muchos estudios, y que tenemos que tomar cartas en el asunto. No podemos esperar que los científicos o los técnicos de la empresa privada del gran capital resuelvan los problemas de un mundo que está cambiando, más bien nosotros tenemos que reapropiarnos del conocimiento, de los saberes tradicionales y, de igual forma, generar saberes nuevos. Sí podemos dialogar, y lo hacemos con el mundo científico occidental, que también ofrece cosas importantes, pero tenemos que hablar de igual a igual: nosotros tenemos conocimientos importantes, ustedes tienen conocimientos importantes, vamos a hacer un intercambio, un diálogo de saberes. Así, de esta manera, procede Vía Campesina.

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