marzo 2010, Volumen 26, Número 1
Producción de ganado en la agricultura campesina

En invierno sembramos, en verano criamos: integración agricultura-producción pecuaria en la región semiárida de Paraíba

ADRIANA GALVÃO FREIRE, LUCIANO SILVEIRA, MARILENE NASCIMENTO MELO Y FRANCISCO NOGUEIRA | Página 14-18
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La construcción de relaciones recíprocas entre la producción agrícola y ganadera está en la base del desarrollo de los sistemas agrícolas desde tiempos remotos (Mazoyer, 1998). Además de ofrecer variedad de productos de muy buena calidad biológica para el consumo humano, los animales generan servicios e insumos esenciales para la reproducción técnica de los sistemas agrícolas, que a su vez proporcionan parte importante de las demandas alimenticias de los animales.

Luiz de Souza en el área de cultivo de palma intercalado con otras especies / Foto: Adriana Galvão

La agricultura campesina vive en una constante búsqueda de equilibrio entre la producción de cultivos y la crianza animal, con la finalidad de satisfacer las necesidades alimenticias y económicas de las familias sin necesidad de depender del uso intensivo de insumos externos. Este objetivo se logra mediante el ajuste de la capacidad de carga del medio natural y el tamaño de los campos, pastos y rebaños. En general, el área que un animal puede arar es menor que la que necesita para pastear (Boserup, 1987); esto implica la necesidad de destinar grandes áreas para el pastoreo a expensas de las áreas dedicadas a los cultivos. Para hacer frente a esta contingencia, ante al crecimiento de las poblaciones en diferentes regiones del mundo, fue necesario desarrollar técnicas para aumentar la producción de forraje –como la siembra de pastos, la producción y ensilaje de heno– que permitieron aumentar la carga animal con bases sostenibles.

En la región semiárida brasileña, la realidad no es muy diferente, aunque no siempre fue así. En una región donde el patrón de ocupación del territorio se fundamentó en la gran hacienda pecuaria de crianza extensiva, surgieron las unidades de producción familiar que se desarrollaron al margen y subordinadas económica y políticamente al latifundio, lo que limitó la creación de estrategias propias para la intensificación de la producción de forraje. Además, hasta hace unas pocas décadas no se había presentado esta necesidad por dos razones principales: la existencia de especies de plantas nativas de gran potencial forrajero y la disponibilidad de grandes extensiones de pasturas pertenecientes a las grandes haciendas, donde era permitido que los agricultores familiares llevaran a pastear a sus animales.

En algunas zonas de la región semiárida, este escenario cambió radicalmente con la prohibición del uso de los pastos naturales de las haciendas y la disminución del área promedio de las propiedades familiares a través de los procesos de distribución de la herencia. Este fue el caso de la region de Curimataú de Solânea, Paraíba, donde la restricción del espacio para los campos y la disponibilidad de forraje fomentaron un círculo vicioso de degradación de los recursos naturales por el uso agrícola intensivo del suelo durante la estación lluviosa (invierno) y por la fuerte presión del pastoreo durante la estación seca (verano). En consecuencia, los suelos se debilitaron ocasionando un descenso de la productividad y estabilidad de los sistemas agrícolas y pecuarios.

En este contexto, a inicios de la década de los 90, la AS-PTA comenzó su labor de asesoramiento a las organizaciones de agricultura familiar en la región. Para orientar su acción, la entidad/institución regional realizó una serie de diagnósticos participativos para entender la lógica que rige la estructura y el funcionamiento de los agroecosistemas. Estos diagnósticos, realizados con participación de los sindicatos de trabajadores rurales, permitieron identificar las principales debilidades de los sistemas pecuarios y orientaron la dinámica de la innovación a través de una red de agricultores experimentadores coordinada por la Comisión Ganadera Regional del Polo de Borborema, un foro que congrega a sindicatos de trabajadores rurales, asociaciones de agricultores y pastorales (forma de organización de la Iglesia) de 14 municipios de la región semiárida de Paraíba.

Este artículo describe el camino recorrido por la familia de Luiz Souza y Eliete, líderes importantes de esta red de innovación.

El punto de partida en los años 70
La familia de Luiz Souza y Eliete cuenta con 35 hectáreas de tierras discontinuas ubicadas en la comunidad Salgado de Souza, municipio de Solânea. Solo dos de sus cinco hijos aún viven y trabajan en la propiedad.

Cuando la pareja se hizo cargo de la gestión de la propiedad a fines de los años 70, la tierra se encontraba en proceso de degradación por el cultivo intensivo de maíz, frijol, algodón y agave (Agave sisalana), y por la crianza de ganado. El acceso a los recursos forrajeros se volvía también más difícil porque las grandes propiedades de la región iban siendo cercadas. Después de la cosecha, los rastrojos se recolectaban y almacenaban en una vieja casa adaptada para servir como depósito. Para aprovechar la paja residual, se soltaban a los animales en los terrenos ya cosechados. Otra práctica común en esa época era la tala de los árboles nativos para su venta como madera, para la fabricación de carbón vegetal o simplemente para la expansión de las áreas de cultivo. Según Eliete: “Cuando era necesario, hacíamos una fogata y prendíamos fuego. Nos complacía plantar cuando el terreno estaba completamente limpio”. Generalmente, el estiércol acumulado se vendía. Para el control de insectos se aplicaban plaguicidas recomendados por las instituciones oficiales de asistencia técnica y extensión rural.

El periodo de sequía de 1990-1993 puso en evidencia la fragilidad del sistema. Los alimentos, semillas, agua y forraje acumulados en años anteriores, prácticamente se agotaron. Además, para mantener al menos una parte del rebaño, la familia recurrió a los restos de vegetación nativa que quedaban en la propiedad y en las proximidades. Para calmar la sed de los animales, era necesario trasladarlos de cinco a seis kilómetros hasta un embalse cercano. Ante esta situación, la familia se vio obligada a reducir drásticamente el tamaño del rebaño, conservando solo unos pocos sementales para cuando las condiciones climáticas normales permitiesen la recuperación de la producción.

La trayectoria de la transición
Luiz y Eliete fueron parte de los procesos de formación promovidos en la región desde el comienzo del convenio entre el STR de Solânea y la AS-PTA. Ellos participaron en los diagnósticos e intercambios para conocer nuevas experiencias, así como en los talleres y seminarios sobre agroecología. La participación e involucramiento de la pareja en estas actividades fue importante para que la familia reinterpretase sus estrategias y técnicas con el fin de insertarse activamente en la red de innovación agroecológica. Cada visita de intercambio significó una oportunidad para la adquisición de nuevos conocimientos y para inspirar nuevos experimentos. Para detener el círculo vicioso de la degradación, la familia implementó una estrategia centrada en el aumento de la producción y suministro de biomasa en el sistema, así como en la intensificación de las transferencias de biomasa entre los subsistemas. Esta estrategia fue factible con el aumento de la biodiversidad, la expansión de la capacidad de almacenamiento de forraje, agua y semillas, y por el empleo de todo el estiércol producido en los campos de cultivo de la propiedad.

La integración de las innovaciones introducidas en los últimos 16 años (Figura 1) produjo una transformación radical en el sistema de producción. Entre los cambios más significativos destacan:

a) En producción vegetal: la intensificación de la asociación de cultivos por la introducción de nuevas especies en ocho campos; la construcción de tres embalses subterráneos de agua que amplian el periodo de producción y posibilitan el cultivo de hortalizas, frutas, legumbres y de varias especies forrajeras; la estructuración de un sistema mandala (sistema de producción bajo riego, en el cual las camas de las huertas son dispuestas en círculos alrededor de un depósito de agua) en el patio trasero de la casa para la producción intensiva de hortalizas, plantas medicinales y frutas.

b) En producción animal: la regeneración de los pastos nativos y rotación de las áreas de pastoreo; el cultivo de nuevas especies de pastos (pasto elefante, sorgo y grama) en los embalses subterráneos, lo que incrementa la productividad y prolonga el ciclo de producción forrajera durante el periodo de estiaje; el establecimiento de linderos entre los subsistemas con cercos vivos de especies nativas y exóticas de valor forrajero; la conservación de las plantas forrajeras nativas; la implementación de un campo como banco de proteína con la leguminosa Gliricidia sepium; la reserva y el enriquecimiento de las laderas de la propiedad; el establecimiento de un campo con especies nativas y exóticas como reserva estratégica de forraje para los períodos prolongados de sequía, mediante tres campos de palma asociados con plantas nativas y exóticas.

Figura 1. Línea de tiempo que representa las evoluciones técnicas incorporadas en la propiedad de la familia de Luiz Souza y Eliete

Para optimizar la utilización de la biomasa con potencial forrajero producida en la finca, la familia adoptó como práctica el almacenamiento de todos los rastrojos de los cultivos en los depósitos y el ensilado de la biomasa verde en silos trinchera y de superficie. La adquisición de una máquina forrajera con el apoyo de un fondo rotatorio solidario administrado por el sindicato, fue crucial para que estas prácticas de almacenamiento fuesen viables y se ejecutasen.

El aumento global de la producción de forraje y de la variedad en la oferta de alimentos para los animales permitió una significativa expansión y diversificación de la producción pecuaria; actualmente cuenta con 12 bovinos, 25 ovinos, 15 caprinos, tres equinos, 40 gallinas, 20 gallinas de guinea, cinco cerdos y cinco colmenas de abejas (Apis melífera).

El retrato de un año agrícola
En 2008, el invierno no falló. Llegó el día 19 de marzo, el día de San José, y con él las primeras lluvias que advierten a la familia que es el momento en que debe desprenderse de parte de sus animales menores. Este año vendieron alrededor del 50% de las cabras y ovejas. Los animales que se venden son básicamente los animales engordados, ya que solo quedan las hembras preñadas y las que recién han parido y sus crías. La familia trata de concentrar los partos hacia el final del invierno, para poder mantener un gran rebaño en el verano sin incrementar la carga animal.

Los campos se preparan arándolos con bueyes, lo cual posibilita la fertilización del suelo con el estiércol de estos animales. La familia cría y domestica de tres a cuatro bueyes, según la disponibilidad de mano de obra en la finca y el tamaño de los campos. Hace más de 10 años que el estiércol es almacenado en el corral. En 2008, se distribuyeron cuatro camionadas de estiércol (alrededor de 64 toneladas) en los ocho campos que representan 10 hectáreas. Gran diversidad de especies se plantan en estos campos. Además de la asociación de cultivos, se practica la rotación para que la tierra no pierda su fertilidad. Después de la siembra, se emplea un buey cada 15 días para la limpieza de los terrenos.

Las 15 hectáreas de pasturas se dividen en cuatro potreros. Tres de ellos están destinados a la crianza de cabras y ovejas. Cada dos meses se realiza la rotación de los potreros para permitir la regeneración de las plantas forrajeras nativas y el mantenimiento del banco de semillas in situ de las especies herbáceas silvestres. Durante el invierno el ganado bovino pasa el día en un único potrero y se recoge en la tarde para recibir la sal mineral, que también se produce en la finca. En algunas ocasiones, la familia alquila áreas externas para pastorear al ganado.

Todo el proceso de ensilaje debe ocurrir en el breve periodo de transición entre invierno y verano. Toda la mano de obra se moviliza para la cosecha y almacenamiento del forraje, ya sea de los granos o de la biomasa verde, que es adecuada para ensilado. El trabajo de la familia, que antes se concentraba en la agricultura, se traslada a la crianza de animales hasta el inicio de las próximas lluvias.

A fines de septiembre o principios de octubre, los rebaños son estabulados. Solo a los animales que necesitan ser engordados más rápidamente se les deja sueltos en las áreas de maíz y sorgo ya cosechadas para que se alimenten del rastrojo. Después de la cosecha del maíz de todos los campos, se abren los corrales y los animales pastorean libremente. De esta forma, los campos de cultivo cumplen la función de pasturas mientras reciben la fertilización del estiércol.

Con el avance de la estación seca los animales consumen todos los restos de los cultivos de los campos. A partir de noviembre, reciben en los corrales el forraje proveniente de los silos y la palma. Con esta práctica, la presión de pastoreo en los campos de cultivo disminuye, y la cantidad de estiércol acumulado es mayor por el aumento del tiempo de estabulación de los animales.

Un invierno de abundancia garantiza el suministro de alimentos para un rebaño numeroso durante el verano. Como una forma de valorizar los recursos forrajeros almacenados en estos años de trabajo y la mano de obra familiar disponible en el verano, la familia utiliza la estrategia de recría de animales, o sea, compra novillos, lechones, corderos y pollitos bebé para engordarlos.

Un sistema eficiente y más sostenible
El sistema ha sido desarrollado por la familia durante 32 años, la mitad de los cuales los ha dedicado a procesos de innovación agroecológica, por lo que ahora el sistema se caracteriza por la gran diversidad de crianzas y cultivos, así como por una estrecha integración entre los espacios de producción.

Figura 2. Distribución estacional del trabajo de la familia en un año climático normal

El análisis de la economía del sistema demuestra que la integración entre la agricultura y la crianza es la clave para el éxito alcanzado por la familia: el ganado subvenciona a la agricultura en el invierno y la agricultura subsidia al ganado en el verano. El gráfico 1 (ver PDF) ilustra que la demanda de insumos externos es muy baja, ya que prácticamente todas las necesidades de la reproducción técnica del sistema se abastecen localmente. La familia toma posesión de toda la riqueza generada por su trabajo, tanto por la producción de alimentos de autoconsumo como por la producción de excedentes comercializables.

La complejidad del sistema se ve reforzada por el aumento de la biodiversidad, del volumen global de biomasa producida y por los flujos de transferencia de esta biomasa entre los subsistemas. Es esta complejidad la que proporciona mayor capacidad de autorregulación a todo el sistema, lo que aumenta su resistencia y capacidad de adaptación a las irregularidades del clima. Este punto queda claro en el testimonio de Luiz sobre la prolongada sequía experimentada en el periodo 2005-2006: “Los vecinos agotaron la palma, llegando incluso a colocar a los animales en los mismos campos de palma. Trajeron forraje hasta de las lomas que, incluso en esas zonas, casi se agotó. En cambio conmigo no hubo problemas, siempre tuve suficiente. Incluso me sobró palma”.

Para destacar la importancia de los buenos resultados de la familia Souza, los líderes del Polo de Borborema y de la Agrupación Cariri, asesorados por la AS-PTA y por el Programa de Aplicación de Tecnología Apropiada para las Comunidades (PATAC), examinaron datos de un sistema de otra familia que optó por la intensificación de la producción mediante la especialización en cabras lecheras y la utilización de tecnologías comerciales. El gráfico 2 (ver PDF), que representa los resultados económicos del sistema de esta familia, no deja dudas acerca de su fragilidad, consecuencia de la influencia de programas gubernamentales encaminados a la modernización técnica y a la incorporación en mercados específicos. De hecho, aunque los ingresos brutos generados en el sistema sean elevados, el valor agregado es muy pequeño pues una parte significativa de la riqueza producida por el trabajo familiar no va dirigida a la propia familia, sino hacia los agentes de los agronegocios (empresas de insumos y servicios). Además de obtener resultados financieros muy inferiores, el sistema no garantiza un suministro de alimentos para el autoconsumo familiar.

Por otra parte, este sistema modernizado cuyo desarrollo se basa exclusivamente en las relaciones con el mercado sin tener en cuenta las posibles interacciones positivas entre el sistema productivo y el potencial ecológico de la región, perdió su capacidad de hacer frente a las irregularidades de la región semiárida. Sus animales quedaron más vulnerables, por ejemplo, a enfermedades, como fue el caso de la micoplasmosis que afectó al rebaño en el 2007, año en que la familia se fue a la quiebra porque los costos de mantenimiento fueron superiores a los ingresos brutos percibidos.

La comparación entre sistemas contrastantes pone en evidencia que cualquier solución viable para la agricultura familiar en las regiones semiáridas debe basarse necesariamente en una búsqueda de integración entre la producción agrícola y ganadera. Explorando la complementariedad entre estas actividades, sembrando en invierno y criando en verano, es que muchas familias como la de Luiz y Eliete vienen encontrando formas de convivencia pacífica y en condiciones dignas con la región semiárida.

Adriana Galvão Freire, Luciano Silveira, Marilene Nascimento Melo y Francisco Nogueira

Adriana Galvão Freire
Asesora técnica de la AS-PTA
Correo electrónico: adriana@aspta.org.br

Luciano Silveira
Coordinador del Programa de Desarrollo Local de la región semiárida de Paraíba
Correo electrónico: luciano@aspta.org.br

Marilene Nascimento Melo
Asesora de Proyectos para el Nordeste
Heifer Programa Brasil-Argentina
Correo electrónico: mari.nmelo@uol.com.br

Francisco Nogueira
Profesor sustituto de la Universidad Federal de Campina Grande
Correo electrónico: chico.nogueira@uol.com.br

Referencias
– Boserup, E., 1987. Evolução agrária e pressão demográfica. São Paulo: Hucitec / Polis (Traducción de Oriowaldo Queda y João Carlos Duarte).
– História das agriculturas do mundo. Instituto Piaget: Lisboa (Traducción de José Luiz Godinho).

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