marzo 2010, Volumen 26, Número 1
Producción de ganado en la agricultura campesina

El chaccu de vicuñas en los Andes

HUGO VILCANQUI MAMANI, WERNER MENDOZA BLANCO Y ROGELIO VILCANQUI MAMANI | Página 33-36
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El chaccu es un vocablo quechua que significa captura de vicuñas. Es un método antiguo que consiste en el apresamiento de vicuñas con el objetivo de mantenerlas unas horas en cautiverio para poder esquilarlas. Así se aprovecha la fibra de vicuña sin alterar su población, comportamiento y capacidad de reproducción. Este artículo narra con detalle el proceso, desde la planificación del chaccu hasta la esquila, traslado, pesado y comercialización de la fibra, teniendo en cuenta los ritos de la cosmovisión andina. Estas experiencias están basadas principalmente en los chaccus realizados en Huancavelica, Perú.

Existen cuatro especies de camélidos sudamericanos, de las cuales dos (llama y alpaca) son domésticas y dos (vicuña y guanaco) silvestres. La vicuña es el animal que tiene la fibra natural más fina del mundo –un kilogramo de fibra de vicuña tiene un precio superior a los cuatrocientos dólares. Vive en grupos encabezados por un macho adulto y se reproduce una vez al año. La captura de la vicuña demanda gran esfuerzo físico, no solo por su velocidad, sino principalmente porque vive en las partes altas de los Andes, en la puna o páramo, una zona de alta montaña caracterizada por su clima hostil. Para capturar ejemplares de esta especie es necesario utilizar técnicas que no dañen a la vicuña ni a la fibra esquilada.

El chaccu de vicuñas es un legado de los antiguos habitantes de estas tierras, que las ocupaban en tiempos anteriores a los incas. Según los cronistas de la colonia, durante el incanato era el mismo Inca quien ordenaba la realización anual de los chaccus. Para hacerlos se reunían varios ayllus con el fin de coordinar dicha actividad. Posteriormente realizaban una ceremonia religiosa en la que hacían pagos a la tierra y, finalmente, ejecutaban el arreo de vicuñas para poder capturarlas, evitando al máximo los daños al animal. Estos animales Salqas, Kumpis, eran sagrados, y las prendas confeccionadas de su fibra solamente las usaban el Inca y su corte.

Esta forma ancestral de manejo se sigue realizando en los Andes del Perú, especialmente en los departamentos de Huancavelica, Ayacucho, Puno, Apurímac, Cusco y Arequipa, en los que las comunidades campesinas tienen un comité de la vicuña integrado por los propios comuneros, quienes cada año realizan la captura de vicuñas –generalmente en los meses de abril a noviembre– en coordinación con el CONACS (Consejo Nacional de Camélidos Sudamericanos).

El chaccu se inicia con la reunión de todos los miembros de la comunidad campesina, dirigidos por sus autoridades, el presidente de la comunidad y el presidente del comité de vicuñas. En una asamblea comunal se fija el día para realizar el chaccu. Posteriormente, este acuerdo se informa al CO-NACS para que otorgue la autorización correspondiente y disponga el envío de personal técnico para supervisar este evento.

En cumplimiento de los ritos de la cosmovisión andina, se prepara un grupo especial de ancianos de la comunidad (yatiris) encargados de realizar el pago a la tierra. Antes de empezar cualquier faena, se pide permiso a la tierra para poder hacer uso de los animales o de la tierra. Si no se cumple con pedir permiso, en el futuro la tierra podría dar pocos frutos o las vicuñas podrían producir poca fibra.

El día del chaccu, muy de madrugada, se reúnen todos los participantes en un lugar previamente determinado. Cuando está reunido el grupo, se inicia rápidamente el ascenso. Normalmente las vicuñas están en las partes más altas y de difícil acceso. Después de varias horas de caminata por entre los chillihuares o suelos pedregosos, se llega a un punto cercano a las vicuñas, donde se realiza la concentración de todos los participantes del chaccu.

En los Andes peruanos a esta hora de la madrugada es cuando más se siente el frío de los nevados y de la altura, por lo cual se improvisan pequeñas fogatas utilizando ichu o paja brava con el objetivo de buscar calor. Luego, se realiza la reunión final para coordinar cuidadosamente cuál será la manera de hacer el arreo, por qué frentes se tendrá que rodear, a qué velocidad, cuántos grupos irán en los diferentes frentes, etc. Se forman rápidamente grupos de 10 personas, cada uno con un jefe, los cuales se ubican en los lugares indicados. A cada grupo se le asignan cuerdas de 40 a 50 metros de longitud con banderolas multicolores (pequeñas tiras de plástico de aproximadamente seis centímetros de ancho por 30 cm de largo) para provocar el alerta y la posterior huida de las vicuñas.

El comité multicomunal y las comunidades que se encargan del manejo sostenible de la vicuña deben tener cercos permanentes en determinadas zonas, con el objeto de facilitar la captura de esta especie silvestre. Además, se debe implementar en un punto estratégico unas redes configurando cercos con forma de embudo para que las vicuñas ingresen y no puedan salir. Este cerco transportable debe tener una altura igual o mayor a dos metros, puesto que si los cercos son de poca altura, las vicuñas podrían saltarlos.

Luego, los grupos se ubican en una posición determinada en el perímetro del hábitat de la vicuña, se extienden las sogas de 50 metros con sus respectivas banderolas o cintas y se inicia la caminata a paso ligero, tratando de arrear a las vicuñas al punto donde se encuentra la manga de captura. Es importante avanzar de forma ordenada, teniendo una distancia entre cada uno de los individuos de más o menos cinco metros, siendo necesario silbar o hacer ruido con sonajas para asustar a las vicuñas y lograr que avancen. También es muy importante reconocer en el campo qué grupo de vicuñas se está arreando, si es un grupo de hembras y un jaiñachu, se debe tener especial cuidado con este jefe de la manada, ya que si salta sobre la soga con banderolas y escapa, todas las hembras le seguirán y tratarán de escapar sin importar el riesgo.

Luego de arrear a las vicuñas caminando y corriendo por tres a cinco horas, recorriendo aproximadamente de cinco a ocho kilómetros, los participantes en el chaccu han acorralado a las vicuñas en el punto fijado y toman un descanso. Luego se forman grupos para ingresar al cerco donde están apresadas las vicuñas y seleccionar aquellas que tengan una adecuada longitud de fibra. Esto es muy importante, ya que la industria textil exige que solamente se comercialicen fibras con longitud mayor a una pulgada.

Manada de vicuñas en su hábitat natural
Foto: Archivo HEIFER

Una vez seleccionadas las vicuñas, se les transporta hasta el lugar de esquila, para la cual se usan técnicas mecánica y manual. La esquila mecánica permite un corte uniforme y sin traumatismos en el animal; su desventaja es que la esquiladora mecánica es costosa y requiere de un operador especialista y un generador eléctrico a diesel o gasolina. En los Andes es difícil transportar el generador, el combustible y el equipo de esquila mecánica a lomo de bestia y por largos caminos pedregosos en suelo accidentado, con curvas y riachuelos. En cambio, la esquila manual solo requiere de una tijera especial, pero su desventaja es que es difícil cortar al ras de la piel, por lo cual se puede obtener fibra muy corta o no uniforme, o incluso causar heridas al animal. Actualmente, la mayoría de las multicomunales está optando por usar la esquila mecánica, a pesar de la gran dificultad para transportar el equipo.

Un grupo de personas, principalmente mujeres, se encargan de recibir el vellón y lo doblan con especial técnica como si fuera una camisa que se empaca para un viaje. Doblan las mangas y el cuerpo del vellón hasta obtener un paquete de 15 por 15 cm que se introduce en una bolsa de polietileno, etiquetando el origen de la fibra y si es de macho o hembra. Luego de terminar la esquila, se cuenta el número de animales esquilados y se libera a todas las vicuñas hasta el próximo año.

Finalmente, una comisión de la multicomunal se encarga de trasladar el vellón de la vicuña hacia el caserío. Otro grupo se encarga de desarmar el cerco o manga, y entre todos se reinicia la caminata rumbo a la comunidad o el caserío. Durante todo el proceso debe estar presente un representante del Ministerio de Agricultura. Al día siguiente, se realiza en la comunidad el pesado de la fibra obtenida. El pesado debe ser individual, y al final se pesan los mechones provenientes de la cola de las vicuñas, que se guardan en otra bolsa denominada bolsa de colas. Por último, se hace la sumatoria de toda la fibra y se realiza un acta indicando todo el proceso y la cantidad de fibra esquilada.

El proceso de la captura y esquila de vicuñas es una acción que beneficia a las familias campesinas y a las mismas vicuñas. Las familias pueden beneficiarse de un ingreso adicional, que se suele usar en inversiones de beneficio común (equipamiento de escuelas comunales, compra de equipos y bienes, etc.). Las vicuñas son protegidas de los cazadores furtivos, tanto por la vigilancia que las comunidades organizan como porque una vez esquiladas carecen de interés comercial. Para garantizar la supervivencia de la vicuña es importante conservar los suelos, los pastos naturales y, en general, los ecosistemas de la punas en los Andes peruanos. Sin embargo, la política peruana sobre inversiones en la minería y la coyuntura del mercado de los metales hacen que muchas grandes empresas exploten yacimientos en zonas altoandinas, impactando significativamente en el hábitat de las vicuñas. La construcción de vías de comunicación (carreteras, autopistas) también pone en riesgo la supervivencia de este recurso, como sucede en la carretera Arequipa-Puno, donde cada año mueren vicuñas atropelladas por vehículos. Las vicuñas son un recurso valioso que forma parte del sistema biocultural altoandino y que beneficia directamente la economía de las comunidades que lo manejan; por eso, urge la definición de políticas que protejan los derechos de dichas comunidades a mantener su cultura, dado que garantiza el manejo sostenible de la biodiversidad en el inhóspito espacio andino.

Este trabajo está basado en las experiencias de diferentes chaccus, principalmente en Huancavelica. Los autores agradecen a las comunidades de Castrovirreyna en Huancavelica, al técnico del CONACS Ignacio Huamaní, al Ing. Wilder Trejo Cadillo. Un especial reconocimiento y agradecimiento al Dr. Jorge Luis Aliaga Gutiérrez, Vicerrector de la Universidad Nacional Agraria La Molina, quien como gran maestro mostró su apoyo incondicional en los momentos más críticos.

Hugo Vilcanqui Mamani, Werner Mendoza Blanco y Rogelio Vilcanqui Mamani

Hugo Vilcanqui Mamani
Coordinador Ingeniería Agroindustrial, Universidad Nacional de Moquegua, Perú.
Correo electrónico: mvzhugo@gmail.com

Werner Mendoza Blanco
Universidad Nacional de Moquegua, Perú.
Correo electrónico: wermen@hotmail.com

Rogelio Vilcanqui Mamani
Universidad Nacional del Altiplano, Perú.

Referencias
– Baquerizo, M., 2000. Evaluación del diámetro, longitud y rendimiento al lavado de la fibra de vicuña en el Patronato del Parque Las Leyendas. Tesis Universidad Nacional Agraria La Molina. Lima, Perú.
– Hofmann, R. y K. Otte, 1976. Utilización racional de la vicuña silvestre. Lima, Perú.
– Injante, V. y D. Rivera, 2006. Guía de capacitación para la conservación y manejo de la vicuña en comunidades campesinas. CONACS.
– Vilcanqui, H., 2007. Efecto de la edad y el sexo sobre las características de la fibra de vicuña en la Provincia de Castrovirreyna – Huancavelica, Tesis Universidad Nacional Agraria La Molina. Lima, Perú.
– Wheeler, J., 2001. Evolución y origen de los camélidos domésticos. Journal. (www.alpacaregistry.net/journal, 20 de julio 2004).
– Zúñiga, M., 2004. Camélidos silvestres en la región Arequipa. Arequipa, Perú. Manada de vicuñas en su hábitat natural Foto: Archivo HEIFER

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