junio 2009, Volumen 25, Número 2
Iniciativas empresariales en el área rural

En la búsqueda de una mejor calidad de vida y un futuro más seguro

AL EYDA DELG ADO, TONNY QUIJADA, GUSTAVO LÓPEZ, VÍCTOR MARCHAN, MARÍA ELENA MORROS, CÉSAR ARAQUE Y CECILIA SÁNCHEZ | Página 29-32
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La comunidad de Totoremo está ubicada en la región centro occidental de Venezuela, a una distancia de 150 km de Barquisimeto, capital del estado Lara.

La señora Juana Jiménez y parte de su familia / Foto: Autores
Está conformada principalmente, por pequeños y medianos productores dedicados a la ganadería bovina en un sistema de doble propósito: leche-carne, con una tradición superior a los 50 años en esta actividad. Sus unidades productivas tienen entre 10 y 50 hectáreas.

Los productores de la zona y su grupo familiar enfrentan varias dificultades, entre las que destaca su débil organización socioeconómica (la mayoría se agrupa exclusivamente por razones de religión), bajo nivel de escolaridad, capital escaso, bajos índices de productividad, desempleo, poca o nula información de mercado, larga distancia a los centros urbanos, acceso limitado a la educación y a la salud, infraestructura básica deficiente (carreteras) y alta emigración. En este contexto, la actividad agrícola en Totoremo pierde viabilidad económica y social, lo que obliga a los campesinos a emigrar hacia los centros urbanos. La mayoría de los jóvenes de la comunidad viaja a la ciudad en busca de mejores posibilidades de estudio y trabajo.

Ante esta situación, las familias con gran sentido de pertenencia a la zona propiciaron el surgimiento de una iniciativa local para dar valor agregado a su producción lechera, e iniciaron la elaboración de queso de manera artesanal. Asumieron la función de eslabonar las industrias artesanales de pequeña escala, con el fin de transformar su propia producción, ya que los centros urbanos son un mercado potencial para el queso. Esta estrategia productiva posibilitaría el aumento del ingreso familia, debido a que el precio del queso es aproximadamente un 30% mayor que el de la leche; también la producción y comercialización del queso generaría nuevas oportunidades de empleo a los pobladores, evitando su migración a los centros urbanos.

La interacción del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) con esta comunidad se inicia en el año 2005. A pesar de los esfuerzos emprendidos por los productores, los diagnósticos participativos presentaban debilidades relacionadas con la oferta de forraje; el manejo sanitario de los rebaños; los flujos entre los subsistemas de la unidad de producción; la producción de leche –sobre todo en la época de sequía– y en el mismo proceso de elaboración de quesos. Esta situación fue analizada en conjunto y llevó a la búsqueda de soluciones, partiendo de la articulación con el núcleo familiar.

Apoyando esfuerzos
Considerando que la agricultura sostenible es una forma accesible para asegurar a los pequeños agricultores la posibilidad de quedarse en sus tierras y aumentar los niveles de bienestar y la calidad de vida (LEISA, 2007), el INIA, cuyo objeto es la investigación científica, el desarrollo tecnológico, el asesoramiento y la prestación de servicios especializados en el área agrícola, con miras a contribuir al desarrollo sostenible y competitivo del sector agrícola, pecuario, forestal, pesquero y del medio rural, realizó un trabajo en conjunto con los productores de la zona, para apoyar el esfuerzo de los pobladores de Totoremo. En el período 2005-2007, se desarrolló un proceso de interacción entre los técnicos del INIA y los integrantes de la unidad familiar. Ello llevó a la reflexión de los participantes sobre la importancia de la innovación, se motivó el fortalecimiento de la organización, el acompañamiento de procesos educativos adaptados al contexto local y la experimentación campesina, con base en un modelo basado en la demanda. Este modelo parte del reconocimiento de los aportes locales desarrollados por los agricultores a través de sus prácticas productivas y la utilización de la investigación participativa, la cual plantea otra manera de abordar el sistema de generación de tecnología, a través de procesos autogestionarios y una nueva forma de relación entre el investigador, el extensionista y el agricultor (Morros y Salas, 2006).

Se realizaron encuentros participativos con los grupos familiares de las unidades de producción, con el fin de conocer su percepción sobre el funcionamiento de su sistema de producción, sus conocimientos, experiencias, intereses y prioridades para lograr un desarrollo sostenible. Una vez culminada esta etapa, iniciamos con gran énfasis la fase de fortalecimiento, partiendo de los saberes locales, orientada a la mejora de las técnicas usadas tradicionalmente, la eficiencia y los flujos del sistema de producción. Paralelamente, con el apoyo de los técnicos y a partir de sus demandas y potencialidades, los grupos familiares iniciaron una serie de acciones en sus fincas, las cuales se aplicaron en los procesos productivos y de transformación para mejorar las condiciones ambientales, económicas y sociales de sus unidades de producción. El interés de los pobladores aumentó a medida que observaban que las nuevas prácticas permitían incrementar sus ingresos, conservar los recursos naturales y brindar alternativas para el mejoramiento de la calidad de vida.

Aprendiendo juntos de la realidad: el caso de la unidad familiar Los Naranjos
Un caso típico de las unidades de producción de Totoremo está representado en la finca Los Naranjos, perteneciente a la señora Juana Jiménez y su familia, conformada por nueve miembros (cinco adultos y cuatro niños). La unidad de producción tiene una superficie promedio de 40 hectáreas, dedicadas principalmente a la ganadería bovina doble propósito, además de ovinos, porcinos y aves de corral (pollos y gallinas). Así mismo encontramos áreas destinadas a la siembra de maíz –para el autoconsumo y la venta de excedentes– y a la reserva forestal.

La unidad familiar mantiene un rebaño de 55 ovejas, con predominio de la raza cebú, en instalaciones productivas precarias. El manejo del ganado es casi extensivo, lo que contribuye al sobrepastoreo y, como consecuencia de ello, a la pérdida de cobertura del suelo e indirectamente a la desnutrición de los animales, por la baja calidad de los pastos. La producción de leche es estacional, ya que se incrementa en época de lluvias oscilando entre 3 y 5 litros diarios por vaca, mientras que en época de sequía se reduce hasta niveles entre 1 y 1,5 litros diarios por vaca. Esta leche se transforma en queso en la misma unidad de producción, en condiciones sanitarias e higiénicas precarias. La mayor parte de la producción de queso está destinada al mercado, a través de intermediarios y se utiliza para satisfacer las necesidades familiares. Los ingresos monetarios provienen de los productos comerciales (queso y carne) y de trabajos realizados por los miembros de la familia fuera de la finca (albañilería y mano de obra en otras fincas y en otras comunidades).

Mejorando el sistema de producción
Partiendo del análisis de la unidad de producción, los miembros de la familia Jiménez decidieron unir esfuerzos para, a través del trabajo familiar, superar las debilidades de manera integral y mejorar los niveles productivos de la ganadería bovina doble propósito, y también la calidad del queso artesanal elaborado por ellos mismos.

Acciones emprendidas
Por iniciativa propia, el grupo familiar puso énfasis, primeramente, en su capacitación sobre conceptos básicos del manejo de la ganadería bovina doble propósito: procesos alimenticios, manejo de los rebaños, sanidad, manejo gerencial y elaboración de quesos. Así como en la capacitación y motivación en aspectos organizacionales (para mejorar el acceso a los mercados, recursos económicos y otros beneficios socioeconómicos) y sobre la implementación de un huerto familiar, con la siembra de especies para el autoconsumo como el ají (Capsicum chinense), pimentón (Capsicum annuum), tomate (Lycopersicum esculentun), cilantro (Coriandrum sativum), plantas aromáticas y medicinales.


Posteriormente, en reuniones de planificación, la familia seleccionó las estrategias que se aplicarían en su unidad de producción, según sus prioridades y recursos económicos. Se estableció, de manera participativa, un plan de desarrollo de finca con énfasis en la sostenibilidad y las alternativas tecnológicas de bajo costo. Entre ellas tenemos:

– La consolidación de la oferta forrajera, de tal manera que el animal alternara varias fuentes de alimentación, para no agotar o deteriorar el pastizal y reducir el impacto ambiental a través de la instalación de bancos forrajeros con leucaena (Leucaena leucocephala) para alimentar al ganado, mejorar las condiciones físico-químicas del suelo y su nivel de fertilidad y proporcionar sombra a los animales; siembra de lotes de caña de azúcar con fines forrajeros; resiembra con los pastos más rendidores de la unidad de producción –pasto estrella (Cynodon nlemfluensis) y bermuda (Cynodon dactylon)–; establecimiento de un programa de rotación de potreros, lo cual permitió recuperar el pasto y ofrecer pasto de calidad al ganado; la utilización de recursos sembrados en la unidad de producción, como el maíz, y de los residuos de cosecha.

– La implementación de un plan sanitario mínimo y preventivo a todo el rebaño (becerros, mautes, novillos y adultos) que garantizó la salud animal, partiendo de lo más sencillo que es la cura de ombligo y las vacunaciones, desparasitaciones y uso de vitaminas.

– La estandarización del proceso de elaboración de queso que permitió mejorar el rendimiento y la calidad del producto, desde el ordeño hasta la presentación final, con el fin de satisfacer las exigencias del consumidor, como son la presentación, etiquetado, sal y textura, entre otros. La calidad del producto final se obtuvo gracias a un esquema básico uniforme y sencillo de prácticas sanitarias e higiénicas en el ordeño, así como con el uso de cantidades especificas de cuajo y sal; tiempo y peso definidos durante el prensado para elaborar ya sea queso suave o queso duro; y la uniformidad en el tamaño y forma para un kilogramo de queso elaborado.

Fortalezas del sistema familiar Actualmente, como fortalezas del sistema de producción se pueden mencionar: el fortalecimiento familiar para la toma de decisiones en el manejo integral de la unidad de producción; el incremento de la producción de leche, tanto en la época de lluvia como en la de sequía; mejora del rendimiento y de la calidad de los quesos; aumento de las alternativas alimenticias para los animales con la siembra de maíz, caña con fines forrajero y leucaena; el establecimiento de un huerto familiar compuesto por: ají, pimentón, tomate, cilantro, plantas aromáticas, medicinales y siembra de frutales como guanábana (Annona muricata) y mango (Manguifera indica) con el propósito de mejorar la dieta familiar; la crianza de porcinos, ovinos y aves de corral (gallinas y pollos) con alimentación alternativa; la utilización más eficiente de la mano de obra familiar y de los recursos locales.

Resultados que animan a seguir adelante
• El establecimiento de un diálogo sincero, fraterno, solidario, participativo y compartido entre el grupo familiar- técnico fue un elemento clave en la consolidación de las acciones emprendidas.
• La apropiación de tecnologías sencillas, factibles y adaptadas a la realidad de los productores de la comunidad de Totoremo, a través de procesos participativos.
• Los integrantes de la familia se han convertido en multiplicadores de las nuevas prácticas para los otros miembros de la comunidad.
• Ha habido un incremento de la producción de leche y estabilización de la disponibilidad de materia prima para la elaboración del queso, a partir del mejoramiento de la alimentación, salud y sanidad del ganado, obteniéndose un promedio de seis litros de leche/vaca/día, para un total de 120 litros y 14 kg de leche y queso diarios, respectivamente.
• La mejora de la calidad y comercialización del queso, a partir de la estandarización del proceso de elaboración artesanal.
• Participación del grupo familiar en la toma de decisiones e intervención en el proceso productivo, lo que facilita el intercambio de conocimiento entre las generaciones.
• Estímulo a la permanencia de los productores y sus familias en la comunidad a partir de la generación de empleo, demanda del producto, ingresos obtenidos, disminución de costos de producción. Los índices productivos obtenidos representaron un ingreso de 3.920,00 VEF/mes (1.823,25 USD), equivalente a cinco salarios mínimos.

Al eyda Delg ado, Tonny Quijada, Gustavo López, Víctor Marchan, María Elena Morros, César Araque y Cecilia Sánchez

Aleyda Delgado
Correo electrónico: adelgado@inia.gob.ve

Tonny Quijada
Correo electrónico: tquijada@inia.gob.ve

Gustavo López
Correo electrónico: glopez@inia.gob.ve

Víctor Marchan
Correo electrónico: vmarchan@inia.gob.ve

María Elena Morros
Correo electrónico: memoraos@inia.gob.ve

César Araque
Correo electrónico: caraque@inia.gob.ve

Cecilia Sánchez
Correo electrónico: cmsanchez@inia.gob.ve

Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas. Apartado Postal 592. CP 3001. Barquisimeto, Lara, Venezuela.

Referencias
– Altieri, M. A., L. Ponti y C. I. Nicholls, 2007. El manejo de plagas a través de la diversificación de las plantas. LEISA revista de agroecología 22(4): 9-12.
– Bunzli, A.B., 2007. Introducción de arbustos forrajeros en la comunidad Mapuche Gramajo. LEISA revista de agroecología 22(4): 34-37.
– Cadenillas, W.O., 2005. Una propuesta agroecológica viable y sostenible: las parcelas agroecológicas de Bambamarca. LEISA revista de agroecología 20(4): 45-48.
– Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), 2007. Informe Final del Proyecto “Desarrollo de prácticas participativas para la sustentabilidad de cadenas agroalimentarias en áreas de laderas de los estados Lara, Yaracuy, Falcón, Táchira y Trujillo”. Barquisimeto, Venezuela.

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