Las granjas familiares suman el 95% de los establecimientos rurales (o aproximadamente 14.000 unidades) y sin embargo ocupan solo el 52% del área total de tierras. Por esta razón, las familias necesitan intensificar el uso de la tierra y de los suelos, dificultando la posibilidad de mantener o regenerar la fertilidad del ecosistema. Esto crea un círculo vicioso de falta de sostenibilidad ambiental, económica y social. Las estadísticas brasileras indican que el 60% de las familias de Agreste no tienen “prácticamente ningún ingreso”.
Desde 1993, la ONG brasilera Assessoria e Serviços a Projetos em Agricultura Alternativa (AS-PTA) ha estado implementando un programa de desarrollo rural en esta región, con el objetivo de promocionar la innovación agrícola y de esta manera fomentar la conversión agroecológica de los actuales sistemas de producción. El programa está basado en la hipótesis de que el círculo vicioso de la pobreza se puede superar a partir de lograr una transición hacia sistemas familiares de agricultura agroecológica, aumentando los ingresos a la vez que se conserva la base física y biológica de los agroecosistemas.
Se inició con la participación de unas pocas comunidades en tres municipios, pero en el 2002 el programa ya cubría 16 municipios e incluía un número aproximado de cinco mil familias. Aunque este aumento en la cobertura geográfica y social del programa fue asombroso, llevó a que AS-PTA se preguntara si estaría llegando adecuadamente a las familias más pobres. Para resolver esta inquietud, se condujo un estudio en tres comunidades del municipio de Solânea. Muchas de las actividades del programa están ubicadas en esta zona, ya que en ella hay un gran número de familias que viven en situación de extrema pobreza.
Estudiando la pobreza
El primer objetivo fue llegar a una definición compartida del concepto de pobreza. Las conversaciones entre líderes agrícolas y representantes de las comunidades revelaron que la pobreza adopta muchas formas en el área local: acceso precario a tierras, agua y biodiversidad; hambre y falta de seguridad alimentaria; marginalización en cuanto a posibilidades de acceso a los mercados; falta de acceso a los servicios básicos y a los beneficios de las políticas públicas; dependencia política en las relaciones laborales; y exclusión de los procesos de desarrollo local. Se hizo evidente que la pobreza debía considerarse como una combinación de elementos complejos e interdependientes, y tratada como tal. La pobreza no se puede considerar solamente como la falta de bienes materiales, también existe una dimensión política y cultural. Además, la pobreza cambia con el tiempo y a través del espacio. Por ejemplo, durante períodos de sequía la pobreza empeora y el número de pobres aumenta. Además, aunque normalmente tomamos a las “familias pobres” como punto de referencia, no podemos ignorar la existencia de diferentes niveles de pobreza al interior de la familia, es decir, entre el marido, la mujer, sus hijos y otros miembros de la familia.
La información obtenida inicialmente demostró que la falta de propiedad o de acceso a tierras era un elemento clave para definir la categoría de las familias “más pobres”. Dichas familias son las que deben enfrentar la mayor cantidad de barreras antes de poder tomar parte en actividades relacionadas con el desarrollo agrícola. Esta categoría está compuesta por las familias que no poseen tierras, las que tienen muy pocas tierras y aquellos que viven en las tierras de sus padres. Y al interior de las familias, son las mujeres y los jóvenes (particularmente las mujeres jóvenes) quienes tienen las mayores dificultades. Ellos enfrentan barreras culturales que los excluyen de participar en la toma de decisiones, y es poco probable que obtengan los mismos beneficios del trabajo familiar que los varones adultos.
Diversas expresiones de la pobreza
El estudio encontró que la pobreza extrema se expresa en cuatro áreas principales, cada una de las cuales impide el acceso de la población local a las innovaciones y la mantiene excluida de los procesos de desarrollo social: acceso a recursos materiales básicos; acceso a los beneficios de las políticas públicas; acceso a los mercados; y acceso a las organizaciones de la sociedad civil. Junto con el acceso restringido a la tierra, las principales carencias materiales surgen de los problemas para acceder a agua, alimentos e ingresos. Entre las familias más pobres, el 64% no poseía tierras, o debía trabajar bajo condiciones de uso muy restringidas. Históricamente esta situación adversa causó relaciones de dependencia económica y política en el uso de tierras de terceras personas. Esto frenó la adopción de innovaciones que pudiesen mejorar la infraestructura de los sistemas agrícolas locales: por ejemplo, 70% de las familias no tenían instalaciones para recoger o almacenar agua. Se descubrió que la falta de seguridad alimentaria era otro aspecto permanente de la vida de esas familias. Prácticamente todos los miembros de la familia debían buscar cualquier tipo de trabajo disponible, incluso trabajo que fuera informal, incierto y que no pudiese proporcionar un ingreso fijo.
La falta de acceso a los mercados, ya sea para vender sus productos o para comprar artículos necesarios, es otra de las maneras en que las familias más pobres son excluidas. Como les falta acceso a medios de transporte, es muy raro que puedan participar en mercados o ferias, y por lo tanto deben vender sus productos en condiciones poco favorables. Las familias más pobres también son penalizadas cuando se trata de beneficiarse de los servicios públicos. Se descubrió que el acceso tanto a la educación formal como a la salud y el transporte públicos era precario. Aunque los programas sociales del gobierno aportaban una parte importante de los ingresos familiares para un gran número de familias (por ejemplo, proporcionándoles gas para cocinar y una asignación básica), la implementación de tales programas era con frecuencia irregular. Además, estos fondos eran a menudo malversados por las autoridades locales para su propio beneficio político y no llegaban a su público objetivo: los más pobres.
Finalmente, la poca participación de las familias más pobres en las organizaciones locales también fue identificada como un factor que contribuye a la exclusión social. Esta situación continuó por dos motivos principales. Primero, las familias no podían pagar los gastos de transporte o de ropa adecuada para asistir a las reuniones. Segundo, muchas organizaciones sociales carecían de políticas o programas diseñados para lidiar con las condiciones y preguntas específicas concernientes a este sector de la población.
Empoderando a los más pobres
Habiendo examinado la pobreza detalladamente, este estudio ayudó a definir estrategias específicas para tratar con las razones de la persistencia de la exclusión sociocultural y económica. El primer hallazgo, y el más significativo, fue que las familias más pobres tienen sus propias estrategias de supervivencia, que están enfocadas en asegurar las condiciones mínimas para que la familia pueda sobrevivir en el corto plazo. Estas estrategias no son suficientes para romper el círculo vicioso de la pobreza, pero revelan la capacidad creativa de estas familias para manejar, ya sea individual o colectivamente, sus limitadas opciones. Por ejemplo, se pudo identificar diferentes mecanismos sociales que ayudan a aliviar las privaciones más extremas, como la tradición de grupos de trabajo compuestos por voluntarios, o el préstamo de semillas, alimentos y agua, que contribuyen a la redistribución de los pocos recursos excedentes disponibles en una comunidad para beneficio de los más pobres. Las estrategias individuales también han evolucionado, aunque más a menudo funcionan a través de diversos tipos de “sociedades desiguales” (incluyendo, por ejemplo, préstamos informales para la compra de alimentos). En la mayoría de los casos, estas estrategias contribuyen a mantener la dependencia económica y política de los terratenientes, comerciantes o políticos locales. También demuestran qué difícil es para el sector más pobre de la sociedad escapar a la situación en la que se encuentra atrapado. El estudio, por lo tanto, demostró la necesidad de redirigir el programa basándose en las capacidades potenciales de las comunidades más pobres. El análisis de impactos de las primeras iniciativas del programa en las tres comunidades estudiadas demostró que muchas de las innovaciones que estaban siendo adoptadas por las familias menos pobres no se adaptaban a las situaciones de los más pobres, aun cuando con frecuencia se ajustaran a sus necesidades. Estas innovaciones incluían la reforestación, la mejora del sistema ganadero y de cultivo, así como la construcción de infraestructura para el suministro de agua.
Cinco años después de la realización del estudio y de que sus resultados fuesen incluidos en la estrategia de AS-PTA, se han dado algunos cambios importantes en las condiciones de vida de las familias más pobres. Estos cambios marcan el inicio del rompimiento del círculo vicioso de la pobreza, y han sido posibles gracias a la combinación de dos factores. Primero, las actividades fueron adaptadas para alentar a las familias más pobres a participar en procesos locales de innovación agroecológica proporcionándoles mejores condiciones para que ellas, sintiéndose parte del proceso de innovación, incorporaran las nuevas ideas que habían sido desarrolladas localmente; segundo, una mayor participación de estas familias en los procesos de la comunidad hizo que pudieran aprovechar las políticas del gobierno, especialmente aquellas relacionadas a garantizar el acceso a la tierra y su uso.
Algunos de los cambios específicos hechos al programa merecen ser resaltados:
1. Diversificar las opciones financieras y modificar los fondos de préstamos de renovación automática. Hasta el año 2002, la función de estos fondos era principalmente proporcionar recursos financieros con el fin de construir cisternas para almacenar agua para uso doméstico. Desde entonces, la creación de un plan de ahorro comunitario ha permitido la generación colectiva de fondos de una manera que toma más en consideración las situaciones y necesidades individuales. Los fondos pueden utilizarse ahora también para comprar otros artículos tales como abono orgánico, o materiales para cercos e infraestructura.
2. Diversificar y mejorar la infraestructura para capturar y almacenar agua. Esta iniciativa se originó a través de la revitalización de los grupos de trabajo comunitarios, básicamente como resultado de las actividades de Catequese Familiar, un grupo comunitario activo localmente. La adopción y el uso de las bombas comunitarias para recolectar agua de manantial para el ganado fueron muy exitosos, lo que llegó a significar que las familias más pobres ya no necesitaran vender sus animales en épocas de sequía. Se garantizó el acceso universal a estas bombas con la asignación de recursos financieros de la Articulação Brasileira no Semi-árido (ASA), con el apoyo del gobierno nacional. El poder abastecerse de agua potable de cisternas familiares reduce de manera significativa la incidencia de enfermedades asociadas a la mala calidad del agua. Además, libera a las familias, en especial a las mujeres y los jóvenes, de la necesidad de recorrer largas distancias para recoger agua. Este tiempo puede ser utilizado ahora en otras actividades productivas.
3. Mejorar los huertos caseros. Esta iniciativa, también iniciada con el apoyo de Catequese Familiar, tuvo como objetivo intensificar la producción de los huertos familiares. Además de tener un impacto positivo sobre la seguridad alimentaria de las familias más pobres, esta actividad contribuyó a empoderar a las mujeres, que ahora ven que su trabajo en los huertos es reconocido por el resto de la comunidad.
4. Establecer mercados locales. La feria agroecológica en Solânea proporcionó mejores condiciones para que las familias más pobres llevaran sus productos al mercado. Además de posibilitarles presentar sus productos, la feria se ha vuelto un lugar donde las familias que producen pequeñas cantidades pueden vender sus bienes.
Se han producido ventajas adicionales a partir de la iniciativa de 30 familias sin tierras, que se organizaron para poder beneficiarse del programa gubernamental de acceso a la tierra. Se ubicó un área de asentamiento que garantiza 17 hectáreas para cada familia y cinco hectáreas para la comunidad en conjunto. Con esto, las familias ya no son marginales y pueden ahora aprovechar las innovaciones promocionadas por el programa de AS-PTA. Al ser capaces de manejar sus propios sistemas de producción para la generación de ingresos y tener seguridad alimentaria y de agua, estas familias se han liberado del sometimiento político y económico. Al mismo tiempo, han comenzado a tomar parte en los eventos de capacitación del programa, incorporando gradualmente nuevos conocimientos técnicos y participando en organizaciones agrícolas familiares de la región.
Dos retos principales
Este estudio y sus consecuencias han llamado la atención hacia dos retos principales, recurrentes en los programas de desarrollo rural:
1. Es importante reconocer las estrategias de supervivencia comunitarias que están basadas en el intercambio mutuo y los recursos locales. Esto debería llevar a programar actividades que fortalezcan estas estrategias. La perspectiva agroecológica en la que se basó el programa pudo realzar los procesos sociales, posibilitando la transformación de las estrategias de supervivencia y el que pasaran a formar parte de un proyecto colectivo de desarrollo local.
2. Solo cuando las familias agricultoras más pobres sean capaces de desarrollar sus propios proyectos de inclusión social, les será posible beneficiarse de las políticas sociales cuyo objetivo es ayudarles a escapar de los mecanismos que perpetúan la pobreza. Las políticas sociales por sí mismas no pueden reducir la pobreza, pero siguen siendo necesarias como respuesta a las emergencias sociales. Las políticas de desarrollo económico tampoco pueden romper el círculo de la pobreza en tanto estén basadas en ideas técnicas y económicas que no concuerdan con las experiencias y expectativas de las familias más pobres. Para poder incluir a las poblaciones rurales extremadamente pobres en los programas de desarrollo y garantizar su empoderamiento, las políticas públicas deben reflejar las dimensiones socioculturales y económicas de las personas marginalizadas y socialmente excluidas.
Sílvio Gomes de Almeida, Paulo Petersen, Adriana Galvão Freire y Luciano Silveira
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