septiembre 2008, Volumen 24, Número 2
Suelos vivos

Produciendo hortalizas en pendiente

MARIO SALSAVILCA SALAZAR | Página 29
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En la localidad de Langa, distrito de Langa, provincia de Huarochirí, departamento de Lima, en el Perú, a una altitud que va de 2300 a más de 3500 msnm, la mayor parte de la población de 200 familias se dedica a la agricultura y ganadería desde tiempos ancestrales.

Por una transmisión de conocimientos de generación a generación vienen cultivando una gran diversidad de plantas, con un patrón de cultivos que dura tres años. En el primer año abonan con una gran cantidad de estiércol, a razón de 30 toneladas por hectárea. En el segundo año para la siembra asociada de papas con habas, no se incorporan abonos de ninguna clase. Durante este año también se asocia el maíz choclo (elote) con arvejas en los bordes de las parcelas cultivadas con habas y papas. En el tercer año se siembra trigo, cebada, linaza o quinua. Luego se regresa nuevamente a sembrar como en el primer año. Esta forma de siembra asociada con rotación de cultivo e incorporación de materia orgánica (estiércol) permite mantener un ecosistema de control biológico natural. Ningún agricultor necesita hacer uso de agroquímicos para el control de plagas o enfermedades. El ecosistema se mantiene por sí solo en un equilibrio armónico insectil con un suelo que reúne una gran cantidad de organismos.

Con la asesoría del Instituto de Desarrollo y Medio Ambiente (IDMA) se han mejorado los conocimientos, para la preparación de composteras, bioles, bocashi, crianza de lombrices para la obtención del humus. Así muchos agricultores mantienen la fertilidad de sus suelos. En Saja, una ladera empinada de 50% de pendiente, se viene conduciendo con éxito la siembra de una gran diversidad de hortalizas que se comercializan en la bioferia de Miraflores en la ciudad de Lima. Para lograr este cultivo, primero se diseñó el predio, dedicando un 70% del terreno para el cultivo de pastos naturales con alfalfares regados por aspersión para evitar la erosión de suelo; estos pastos sirven para la crianza de vacas, ovejas y cuyes; sus excrementos se usan como estiércol para la preparación de compost. Además, los pastos protegen y conservan el suelo.
El 30% del terreno se destina a la alta producción de hortalizas, manteniendo una capa de suelo superficial de 10 a 15 cm. Para lograr un suelo vivo fue necesario incrementar esta capa de suelo natural de 10 a 40 cm como mínimo, mediante la construcción de andenerías; hoy contamos con 14 andenes o terrazas. De esta manera se logró una profundidad de suelos de 40 a 100 cm y se reduce la pendiente a 5%. A estas terrazas se les incorpora el estiércol para la siembra de alcachofas y papas; los cultivos más sensibles se abonan con compost.

Esta combinación de tener un suelo profundo con incorporación de materia orgánica hace que el suelo tenga gran cantidad de organismos. Además, sembrando hortalizas asociadas y rotando de terraza a terraza se mantiene un equilibrio natural que no hace necesario el uso de agroquímicos ni fertilizantes sintéticos.

 

Mario Salsavilca Salazar

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