septiembre 2008, Volumen 24, Número 2
Suelos vivos

El mejoramiento de los agroecosistemas comienza por el suelo: un caso de iniciativa local

NELSON VALDÉS RODRÍGUEZ, DUNIESKI PÉREZ COSTA, MAIKEL MÁRQUEZ SERRANO | Página 21-23
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Un poco de historia: en la provincia cubana de Pinar del Río, las pequeñas propiedades rurales de la región de San Andrés utilizan principalmente los suelos de las laderas para la agricultura. A lo largo de muchos años de prácticas inadecuadas de labranza, como es arar a favor de la pendiente y usar implementos que invierten completamente el prisma, han acelerado los procesos de degradación por erosión.

Dos productores de la zona, Mario García y Zoila Placencia tienen pendientes medias en sus fincas, de 20% y 12% respectivamente. Mario se asentó en su propiedad actual a principios de 1960. En aquel entonces la agricultura cubana se encontraba en fase de transición con muy buenas relaciones con el campo socialista europeo que abastecía al país con más del 90% de insumos para la producción agrícola, lo que significó la aplicación de modelos de producción derivados de la “Revolución Verde”; el monocultivo, el uso intensivo de agroquímicos y maquinaria fueron la única alternativa para mantener o elevar los rendimientos. Por esta razón los productores se convertían en monoproductores y dejaron de realizar las prácticas tradicionales de conservación de suelos y del ecosistema en general. Mario sembraba tabaco en el 80% del área cultivable y el resto lo distribuía entre algunas especies de granos y viandas.

Cuando el suegro de Zoila dejó de trabajar la tierra, desalentado al ver que los rendimientos disminuían año tras año, ella tomo el control de la finca.

Los suelos de la finca de Mario se fueron degradando visiblemente con la formación de surcos y, más tarde, de cárcavas. Lograba atenuar la caída de los rendimientos de los cultivos incrementando las dosis de insumos químicos. Durante la década de 1980 llegó a emplear 250 kg de urea, 2.300 kg de fórmula completa NPK, cinco litros de pesticidas, y entre 120 y 130 litros de petróleo para el riego de una extensión de tierra menor a cinco hectáreas, todo esto para cada cosecha. Además utilizaba maquinaria hasta donde se lo permitía la inclinación del terreno.

Desde 1990, al comienzo de la crisis económica, Mario se vio súbitamente privado de todos los insumos externos; una carencia que pronto demostró la vulnerabilidad del modelo de producción adoptado. A estas alturas, con los suelos altamente degradados por la erosión y transformados química y biológicamente (mineralización de microelementos y pérdida de biodiversidad de microorganismos), los rendimientos de los cultivos cayeron al punto de transformarse en agricultura de supervivencia. Durante estos años mantuvo el tabaco como renglón fundamental, por los precios estatales, y los cultivos –en cantidades muy reducidas y con escasa diversidad varietal– de tomate, yuca y frijoles para autoconsumo y no para comercialización.

Vista de la finca de Mario conservada y las fincas circundantes degradadas / Foto: autores

A Zoila no le fue mejor: los suelos de su finca, que por sus propiedades no eran adecuados para el cultivo del tabaco, igualmente se degradaron. Al final tuvo que renunciar a este cultivo y pasar a una agricultura de subsistencia, basada casi en cero insumos y reducida a unas pocas variedades de algunas especies de cultivos.

¡Todo esto ocurría sin que se realizaran medidas de conservación para contrarrestar los procesos de degradación!

El cambio de paradigma
A partir de 1999, Mario tuvo que abandonar el cultivo del tabaco por la exigencia de insumos externos que planteaba, fundamentalmente para el control de plagas y porque el tabaco esquilma considerablemente el suelo cuando no se aplica una fertilización intensiva. En esta época tenía que acarrear grandes volúmenes de suelo hacia las zonas más altas; estos volúmenes habían sido arrastrados por las lluvias hacia las zonas bajas. Este era un trabajo que demandaba mucho tiempo y gran esfuerzo de hombres y animales de tiro. Al cabo de algún tiempo se repetía el arrastre, y luego de nuevo el acarreo.

En 2000, un grupo de profesores e investigadores de la Facultad de Agronomía de Montaña San Andrés (FAMSA), le propusieron a Mario implementar algunas medidas de conservación de suelos en su finca. Toda gestión de recuperación en la finca serviría de faro para más de 30 campesinos que se encontraban en semejantes condiciones, lo que convertiría a Mario en líder y promotor de estas medidas.

Era difícil que un campesino cambiase sus procedimientos de manejo de la finca sabiendo que los resultados no se verían sino después de algunos años. Pero el ecosistema estaba tan degradado que casi había perdido su capacidad productiva y Mario estaba evaluando mudarse a otro lugar en busca de mejores condiciones.
Las medidas implementadas consistieron en:

• Trazado de curvas de nivel e instalación de barreras vivas (pastos y otras herbáceas) a lo largo de ellas. Las especies utilizadas fueron caña de azúcar, king grass y vetiver. Estas barreras empezaron pronto a cumplir varios propósitos: proteger el suelo de la erosión, suministrar forraje fresco al ganado y actuar como repelente de plagas. También las barreras vivas guían la labranza en la dirección de aradura y disminuyen la velocidad y fuerza de arrastre de partículas de suelo generadas por las lluvias.
• La utilización de los residuos de cosechas para elaborar compost, que luego se incorpora al suelo en forma de abono orgánico. El abono orgánico es mucho más eficaz debido a que ya la materia está lista para ser utilizada por las plantas, mientras que la utilización directa de los residuos de cosechas se demoran más en ser utilizadas y pueden afectar la relación carbono/nitrógeno.
• El incremento de la diversidad de especies cultivadas y de las variedades de estas permite el rotar los cultivos y contribuye a la reducción del impacto de las plagas, lo cual contribuye a conservar y enriquecer el suelo. También la diversidad de cultivos es un indicador de la variedad de platos a los que tienen acceso la familia campesina y la comunidad en general, un factor importante para la seguridad alimentaria.

Desde 2003 y 2004 la situación de degradación comenzó a revertirse. Los cultivos existentes habían duplicado sus rendimientos respecto a 1999. En 2004 se introducen nuevos cultivos, que pasan a ser 13 especies en lugar de las cuatro de 1999. En este mismo año, en las zonas de labranza altas, se había medido el grosor del horizonte A (horizonte de cultivo) arrojando entre tres y cinco centímetros de espesor, y la ausencia del horizonte en algunos lugares. En los muestreos realizados en 2007 se encontraron valores alrededor de los ocho centímetros. El contenido de materia orgánica arrojó 0,93% en 2007, un valor todavía muy bajo pero que no se pudo calcular en 1999 porque los valores estaban en el orden del error de los ensayos químicos.

El uso de alternativas a los agroquímicos redujo la dependencia de insumos externos, cuyos precios estaban en ascenso. Esta reducción de la dependencia de insumos externos redujo también los costos, con un balance energético positivo (relación entre energía insumida y producida).

La experiencia en la finca de Mario está teniendo un efecto positivo sobre las propiedades individuales y las cooperativas de la región. A través del Proyecto “Fitomejoramiento participativo” (años 2001-2006, coordinado por el Instituto Nacional de Ciencias Agropecuarias, INCA) y actualmente del Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL, también bajo la coordinación del INCA), se busca en primer lugar divulgar experiencias como la de Mario, promover y apoyar la aplicación de prácticas agroecológicas a nivel local, y recoger evidencias de los resultados para ponerlos en manos de los decisores de políticas agrarias.

Zoila está entre los campesinos que, impulsados por los resultados de Mario, ha decido aplicar medidas para mejorar su agroecosistema, comenzando por el recurso suelo y extendiéndolo a los demás recursos como biodiversidad y funcionamiento energético. Ella se incorporó espontáneamente, y algunas cosas no salieron del todo bien, como las curvas de nivel, que no quedaron bien trazadas. Con la ayuda del personal de FAMSA (principalmente estudiantes) se rectificaron el año pasado. Tanto ella como Mario han comenzado a recibir ingresos provenientes del plan gubernamental para la protección de los suelos agrícolas y forestales (pagos por servicios ambientales).

En su finca utiliza el compost, fabricado a partir de los residuos de cosechas, para sostener un pequeño huerto orgánico donde produce hortalizas con altos rendimientos, las que luego procesa para venderlas en forma de conservas. Actualmente esta actividad es su principal fuente de ingresos.

La diversidad de la finca de Zoila ha aumentado –de tres especies de cultivo pasó a más de una docena– impulsada por la posibilidad de su comercialización fresca, así como para su procesamiento en pequeña escala para la producción de hortalizas envasadas y la producción de vinos y vinagres. En la medida que han mejorado los suelos, los rendimientos se han ido elevando hasta un promedio superior al 50%, así como la calidad de la producción para la venta.

Propagación de la experiencia
Un grupo numeroso de pequeños productores individuales y organizados en cooperativas está observando los resultados logrados por Mario y Zoila: las propiedades físicas, químicas y biológicas de sus suelos mejoraron; disminuyó la dependencia de productos químicos caros, y sus ingresos económicos se han incrementado.

?Rectificando? las curvas de nivel en la finca de Zoila / Foto: autores

23 pequeños propietarios y dos cooperativas de productores han ido incorporando poco a poco distintas medidas de conservación. Las medidas incluyen la implementación de barreras vivas y muertas, el uso de residuos de cosechas para la producción del compost usado en la fertilización orgánica, la aplicación directa de abonos verdes, el uso de la lombricultura y la rotación de cultivos. El área beneficiada por la combinación de estas prácticas se estima en más de 300 hectáreas.

A modo de conclusión
Los propietarios deciden qué medidas necesitan adoptar de acuerdo con las condiciones de sus ecosistemas. El papel de los investigadores es de diagnóstico y facilitación. No intentan imponer decisiones, es un proceso participativo basado en la voluntad y la negociación.

Las evidencias positivas han llamado la atención de los productores de la región, que están siendo impulsados a adoptar estás prácticas, para lo cual piden asistencia a los investigadores.

Con los resultados que han obtenido, productores como Mario y Zoila, se han convertido en propagandistas de buenas prácticas de manejo del suelo. Esto es lo más importante, porque garantiza que el proceso será sostenible y se irá replicando en nuevas áreas, sin necesidad de presiones externas.

Las nuevas formas de manejo que se están introduciendo en numerosas fincas tienen un doble efecto: ambiental y económico.

Desde el punto de vista ambiental contribuyen a:
• Reducir la degradación de los suelos por efectos de erosión.
• Disminuir los volúmenes aplicados de sustancias químicas como fertilizantes y plaguicidas, que resultan perjudiciales para la salud humana.
• Mitigar los efectos del cambio climático por conceptos de reducción de emisiones de óxido nitroso (por fertilización nitrogenada), metano (fermentación aeróbica de residuos animales por aplicación directa como abonos), y al secuestro de carbono mediante el aumento del contenido de materia orgánica de los suelos (sumideros de carbono).

Desde el punto de vista económico contribuyen a:
• Incrementar ingresos por la diversificación y aumento de las producciones, y el valor agregado de algunas medidas (barreras vivas).
• Recibir pagos por servicios ambientales.
• Reducir del número de labores necesarias para la preparación de los suelos y la atención de los cultivos, y por tanto de las horas de trabajo diario.

 

Nelson Valdés Rodríguez, Dunieski Pérez Costa, Maikel Márquez Serrano

Nelson Valdés Rodríguez
Universidad de Pinar del Río, Cuba.
Correo electrónico: nvaldes@af.upr.edu.cu

Dunieski Pérez Costa
Universidad de Pinar del Río, Cuba
Correo electrónico: dperez@af.upr.edu.cu

Maikel Márquez Serrano

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