septiembre 2008, Volumen 24, Número 2
Suelos vivos

Calidad del suelo y rentabilidad de la finca: una situación en la que todos ganan

MIRJAM PULLEMAN, JON HELLIN, DAGOBERTO FLORES VELÁZQUEZ Y WALTER LÓPEZ BÁEZ | Página 13-16
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Muchos pequeños agricultores de Centroamérica y otros lugares cultivan maíz en laderas empinadas, propensas a la erosión y degradación del suelo. A pesar del uso de grandes cantidades de agroquímicos, la menor productividad del suelo ha resultado en un menor rendimiento de los cultivos.

Además, si se toma en cuenta el aumento en los costos de producción, el resultado es que cultivar maíz ya no es rentable para muchos pequeños productores. El reto para estos agricultores es cómo adaptar su sistema agrícola de manera que puedan conservar sus suelos, logrando al mismo tiempo que su trabajo sea más rentable.

Hacia un suelo viviente
Lo que se necesita para superar este reto es fácilmente comprendido por investigadores, elaboradores de políticas, profesionales dedicados al desarrollo y, cada día más, por los mismos agricultores: restaurar y preservar la productividad y resiliencia de los suelos con respecto al equilibrio de funciones físicas y biológicas interrelacionadas y al balance de nutrientes. El concepto limitado que se tiene del “suelo” como un sustrato inerte que puede ser “mejorado” al añadirle fertilizantes se está remplazando gradualmente por uno que ve el suelo como lo que es: un recurso viviente y autorrenovador. En una situación ideal, las prácticas de manejo se dirigen hacia el logro de un sistema autosostenible mediante la protección del suelo, alimentándolo con materia orgánica, y estimulando las funciones beneficiosas de sus organismos. El objetivo es lograr y mantener las condiciones óptimas del suelo –en términos físicos, químicos, biológicos e hidrológicos– para el crecimiento de las raíces, la retención y el uso eficiente del agua y nutrientes, así como el control biológico de plagas y enfermedades.

Sin embargo, lo más probable es que las estrategias mejoradas de manejo de cultivos solamente sean adoptadas y adaptadas por los agricultores si sus esfuerzos resultan en beneficios económicos inmediatos. Además, las decisiones de los agricultores deben estar ubicadas en un contexto más amplio. En muchas áreas rurales los cambios en la economía agrícola, así como en las políticas gubernamentales, con frecuencia resultan en la migración a gran escala, la falta de mano de obra rural y el aumento en los costos de producción. Estos cambios pueden minar el entusiasmo y los recursos de los agricultores para adoptar y adaptar prácticas que mantienen y realzan la calidad del suelo. A pesar de estas dificultades, este estudio ilustra cómo agricultores e investigadores de Chiapas, en el sureste mexicano, han logrado obtener mayores ganancias y, a la vez, la conservación natural de los recursos a partir de la adaptación de sus sistemas de cultivo basados en el maíz.

Centro de biodiversidad
El municipio de Villaflores, en el sudoeste del estado de Chiapas, se caracteriza por su clima cálido semihúmedo y su paisaje montañoso. Es considerado un centro de biodiversidad. Durante las décadas de 1970 y 1980, las tierras bajas se convirtieron en una de las regiones productoras de maíz más importantes de México. La crianza de ganado también ha aumentado durante los últimos años. La producción de maíz con altos insumos invadió los sistemas de corte y quema de los pequeños agricultores en los estrechos valles y las laderas de los cerros, donde los suelos son de origen granítico y tienen un pH bajo. La productividad es más baja aquí que en las planicies. Como resultado, los sistemas tradicionales de maíz se vieron afectados de manera negativa y los periodos de barbecho se acortaron. Las laderas se convirtieron en un mosaico de campos de maíz y terrenos boscosos de sucesión temprana. Esto llevó a altos niveles de erosión, degradación de los suelos y pérdida de la biodiversidad local, todo ello causado por prácticas no sostenibles (incluidas la deforestación, el pastoreo excesivo y prácticas tradicionales tales como la quema de rastrojos). Estos mismos problemas también se dan en otras regiones de México y en Centroamérica. El resultado es la continuación de la pobreza rural y la migración, y los altos costos para la sociedad como un todo, debido a daños en la infraestructura y el enturbiamiento de los recursos de agua para consumo humano.

Los sistemas de maíz en Villaflores son, por lo general, de dos tipos. Los campos en laderas empinadas no se prestan a la mecanización, y la preparación tradicional de la tierra consiste en la roza y quema de los rastrojos de maíz. Por contraste, los agricultores de las planicies y las terrazas usan la preparación mecanizada de la tierra en la forma del arado convencional.

Cortando canavalia antes de plantar. Aparte de fijar el nitrogeno, las leguminosas como la canavalia o la mucuna proveen una fuente adicional de forraje de calidad / Foto: Mirjam Pulleman

En ambos sistemas el maíz se siembra manualmente con un palo, después de que empiezan las lluvias en mayo. La cosecha manual del maíz se lleva a cabo en diciembre o enero. Los agricultores que tienen acceso a tierras en las planicies pueden en ocasiones cultivar una segunda cosecha de maíz (“chahuite”) o frijoles como cultivo secuencial en humedad residual. El uso de herbicidas, plaguicidas y fertilizantes nitrogenados es generalizado. Alrededor del 30% de los agricultores de la región tiene ganado, registrándose desde solo una vaca hasta por lo menos 30 animales. Entre enero y mayo estos agricultores dependen de los rastrojos para forraje. El pastoreo libre es comunal y los agricultores que no tienen ganado pueden vender sus derechos de pastoreo a quienes sí lo tienen. Se establece por lo tanto un compromiso entre la necesidad de mantener los rastrojos sobre el suelo –para ayudar a mantener la calidad de este– y la necesidad de forraje para los animales.

Manejo de sistemas mixtos de maíz y ganado
La combinación de las prácticas tradicionales de preparación de la tierra con el pastoreo a base de rastrojos ha dado como resultado una productividad cada vez menor, a pesar de un aumento en el uso de agroquímicos. La intensificación del cultivo de maíz significa que los periodos de barbecho no son lo suficientemente largos como para que el suelo se recupere. En un intento por conservar bosques y reducir la erosión del suelo, el gobierno del estado implementó medidas a inicios de los años noventa para restringir la quema de los rastrojos, recomendando que se les dejara sobre el suelo. También se proporcionó herbicidas y aspersores a los agricultores para facilitar la transición al dejar la quema.

Casi al mismo tiempo, una entidad del gobierno llamada Fideicomisos Instituidos con Relación a la Agricultura (FIRA) comenzó a introducir la labranza reducida y la labranza cero como parte de un paquete técnico que también incluía el suministro de créditos a tasas de interés subsidiadas. Aunque muchos agricultores de la región continúan quemando sus campos, la mayoría ha abandonado esta práctica. Sin embargo, actualmente el tipo de rastrojos que se deja en el campo está restringido a las partes menos sabrosas de los tallos ya que el ganado depende de estos residuos para su alimentación durante la temporada seca. Los agricultores aún dependen, en gran medida, de los herbicidas, plaguicidas y fertilizantes químicos, el costo de los cuales representa una parte importante y cada vez más alta del total de los costos de producción.

Adaptándose a las prácticas agrícolas de conservación
Aunque los cambios en las políticas mencionados anteriormente sí resultaron en una disminución de la cantidad de residuos quemados y en un aumento en la cantidad que se deja sobre las laderas, al inicio del proceso todos los agricultores con acceso a tierras en las planicies o en las terrazas, continuaron arando sus suelos. Por lo tanto, a la vez que se retornaba materia orgánica al suelo a través de los rastrojos de los cultivos de maíz, el mismo suelo se mantenía descubierto durante la mayor parte del año y era susceptible, por lo tanto, a la erosión y a la pérdida de agua por la escorrentía y la evaporación. En 1999, FIRA invitó a agricultores del distrito de Villaflores a formar un grupo de personas interesadas en la agricultura de conservación. Tavin Gómez Hernández y otros seis agricultores respondieron a la invitación y formaron el Club de Labradores de Conservación de Villaflores, que eligió al señor Gómez como su presidente. La primera razón que tuvieron los agricultores para abandonar o reducir las operaciones de labranza fueron el beneficio que significaba la inmediata reducción de costos (tiempo de uso del tractor y combustible). Sin embargo, por medio de la experiencia y de información obtenida a través del club, los agricultores se convencieron de otras ventajas importantes, tales como la reducción en la erosión del suelo, la conservación de la humedad y la restauración de la fertilidad y la productividad del suelo. Aunque estas ventajas no las han medido los agricultores, son claramente visibles: al comparar sus campos con los de aquellos que practican la labranza convencional, los miembros del club pueden notar claras diferencias en las características de la erosión, hasta el punto que la capa arable del suelo de parcelas convencionales situadas más arriba en la ladera es depositada en los campos donde se dejan residuos agrícolas en la superficie. También mencionaron que el maíz está mejor “anclado” en el suelo. Desde que se inició el club, otros agricultores se han convencido de los beneficios de la labranza para la conservación y su número llegó a más de treinta miembros en 2007, mientras que muchos agricultores siguen sus avances muy de cerca aunque todavía no se animen a hacerse socios.

El club de agricultura para la conservación juega un papel crucial al hacer posible que sus miembros intercambien conocimientos y experiencias, y también que compartan ideas con profesionales que no son miembros o con agricultores interesados. El club organiza reuniones para demostraciones en el campo, y los socios hablan de sus experiencias en eventos fuera de su propia región, usando palabras y conceptos que son cercanos a las realidades de los agricultores. El club no solamente ha elevado el nivel de conocimientos conceptuales y prácticos sobre la labranza de conservación, el recubrimiento del suelo con residuos o las medidas adicionales para la mejora del suelo y los cultivos, también proporciona una red para la experimentación con nuevas tecnologías y un punto focal para la interacción con investigadores e instituciones gubernamentales.

Rentabilidad de la finca y conservación de los recursos naturales
Los agricultores miembros del club confirman que el incentivo más importante para adoptar la labranza de conservación en las planicies y las terrazas ha sido la reducción en los costos (además de la prohibición de quemar residuos). Sin embargo, también hay otros incentivos “secundarios”. Los agricultores informan que la conservación de la humedad y la restauración de la fertilidad son beneficios clave, y aquellos que trabajaban con los suelos más degradados reportan un aumento en el rendimiento de hasta 100% en unos cuantos años. La conservación de la humedad ha sido de tal magnitud que campos situados en las partes más bajas de la cuenca hidrográfica pueden sostener un segundo cultivo (generalmente de sorgo para forraje o alguna leguminosa), lo que antes no era posible. Muchos agricultores están experimentando con la intensificación y diversificación de sus cultivos en colaboración con investigadores de universidades locales y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Se han hecho pruebas con leguminosas tales como mucuna o canavalia que crecen bien, reduciendo de ese modo la necesidad de añadir fertilizantes nitrogenados, controlando las malas hierbas y proporcionando una fuente adicional de forraje de buena calidad para sus propios animales (sin disminuir los residuos de cultivos para cobertura) o para la venta. Aunque los agricultores informan que hay más problemas por plagas en los primeros años en que se dejan los residuos en el campo, su experiencia es que al tercer año estos problemas disminuyen, probablemente como resultado de la restauración de la biodiversidad del suelo, lo que lleva a un mejor control biológico de plagas. Los agricultores que se unieron al club desde el inicio hoy mencionan la reducción del uso de herbicidas y plaguicidas como una de las mayores ventajas de su sistema.

Un número cada vez mayor de agricultores están convencidos de los beneficios de dejar los rastrojos de los cultivos sobre sus tierras y están buscando maneras de proteger este importante recurso. Un desarrollo importante es el programa PROCEDE, implementado por el gobierno nacional, que regula el uso de las tierras de propiedad comunitaria y promueve la propiedad individual. Los agricultores que han asegurado el acceso a tierras tienen un mayor interés en invertir, poniendo vallas alrededor de sus campos, por ejemplo, para proteger los rastrojos del ganado que pudiese invadir las tierras. Los miembros del club también se han organizado como cuerpo de bomberos, con el apoyo de la Secretaría de Estado de Agricultura. En la actualidad están equipados y tienen el entrenamiento necesario para prevenir y extinguir cualquier incendio que amenace sus tierras y cuyo origen esté en las prácticas de agricultores vecinos que continúan quemando sus campos.

Los cambios en las prácticas de manejo de los cultivos de los agricultores son de crucial importancia para la conservación de los suelos y para la provisión de servicios ambientales tales como la cantidad y calidad del agua, y la biodiversidad tanto sobre la tierra como bajo ella. Todos los miembros del Club de Labranza de Conservación de Villaflores reconocen los muchos beneficios de la agricultura de conservación, y por ello alientan a otros agricultores a unírseles. Pero también reconocen la magnitud del reto y la necesidad de adaptar sus sistemas continuamente.

Retos futuros y aumento en la escala del proyecto
El ejemplo de Chiapas demuestra que los beneficios económicos inmediatos y la protección del suelo y el agua pueden ir de la mano, especialmente cuando están complementados por la acción colectiva, en este caso un grupo de agricultores organizados alrededor de un club. La combinación de prácticas de manejo de residuos que propician la conservación del suelo y el agua a través de la diversificación de los cultivos y las opciones de intensificación resulta en una mejora de la producción y rentabilidad de las fincas. La biodiversidad –sobre y bajo terreno– se estimula, lo que permite un mayor nivel de control biológico de las malas hierbas, plagas y enfermedades. También hay ventajas para la producción de fuentes alternativas de forraje de mayor calidad, aunque aún se necesita perfeccionar la calidad del forraje y su uso eficiente. A pesar de haber adoptado un mejor sistema que los sistemas tradicionales, la competencia por los rastrojos (incluyendo el pastoreo libre) y la mala calidad del forraje continúan siendo un problema, así como la aún relativamente alta dependencia de agroquímicos.

El uso de herbicidas, en particular, plantea un reto. Los agricultores han estado utilizando herbicidas por un buen tiempo (especialmente en las laderas de los cerros, que los agricultores nunca araban). Aunque esto ha sido una ventaja para la rápida adopción de los métodos de la agricultura de conservación, a largo plazo el uso de herbicidas debe reducirse. Los mayores niveles de retención de residuos, la rotación de cultivos y los cultivos de cobertura harán que los agricultores sean menos dependientes de los herbicidas debido a la supresión natural inmediata de malas hierbas y de sus semillas, en el caso de no labranza. El agotamiento del banco de semillas puede tomar varios años pero depende de cuán eficiente sea el agricultor controlando las malas hierbas. Lo que es alentador es que algunos de los agricultores más avanzados ya están reportando una reducción en el uso de herbicidas.

Otro reto es lograr que los beneficios sean visibles y accesibles a un grupo más amplio de agricultores. Muchos agricultores de Villaflores todavía no tienen acceso a estas nuevas ideas o a ningún tipo de apoyo técnico o financiero, y por lo tanto no se benefician de los resultados apreciados por los miembros del club. Mayores mejoras y un aumento en la escala del proyecto dependen, por lo tanto, no solo de las acciones de los agricultores y los investigadores, sino también del entorno político, la disponibilidad y coordinación de apoyo técnico y económico para los agricultores y una organización de agricultores que sea eficaz. Un desarrollo promisorio en la región del estudio es una iniciativa multiinstitucional entre INIFAP y otras instituciones locales. Este programa, enfocado en el manejo sostenible integrado de las cuencas hidrográficas de Chiapas, incluye la centralización y coordinación de la financiación, planeamiento rural, investigación, capacitación y extensión, y la organización de todos los interesados. Los pagos por servicios al ecosistema para aquellos agricultores que protejan los recursos naturales constituyen una de las estrategias que se están explorando. Las tecnologías que se promuevan se basarán en las experiencias ya descritas, combinadas con otras tecnologías para conservar recursos, tales como cercos vivos y agroforestería. Todas estas iniciativas se sustentan en un enfoque integrado, considerando la cuenca en su totalidad como un grupo de agrosistemas interrelacionados.

 

Mirjam Pulleman, Jon Hellin, Dagoberto Flores Velázquez y Walter López Báez

Mirjam Pulleman
International Maize and Wheat Improvement Center (CIMMYT) y Wageningen University, Holanda.
Wageningen University, Department of Soil Quality, P.O. Box 47, 6700 AK Wageningen, Holanda.
Correo electrónico: mirjam.pulleman@wur.nl

Jon Hellin y Dagoberto Flores Velázquez
Centro Internacional para el Manejo de Maíz y Trigo (CIMMYT) P.O. Box 6-641, CP 06600 Mexico.
Correos electrónicos: j .hellin@cgiar.orgd.flores@ciar.org

Walter López Báez
INIFAP Centro de Chiapas, México.
Correo electrónico: waloba10@hotmail.com

Referencias
– Erenstein, O., 2003. Smallholder conservation farming in the tropics and sub-tropics: A guide to the development and dissemination of mulching with crop residues and cover crops. Agriculture Ecosystems and Environment 100: 17-37.

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