marzo 2008, Volumen 23, Número 4
Manejo ecológico de plagas

Control de plagas integrado para empoderar a las agricultoras

HERY CHRISTANTO | Página 8-10
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Kemiri es un pueblo en el subdistrito de Kepanjen, Malang, Java Oriental, Indonesia. Los agricultores cultivan maíz, soya, maní y hortalizas, pero el cultivo principal es el arroz. Sin embargo, la productividad del arroz en Kemiri no ha sido constante recientemente, y ha fluctuado con las estaciones y el clima.

Durante los meses de junio y julio de los dos últimos años, las plagas y enfermedades han causado serios daños al arroz. La plaga principal es el barrenador blanco del tallo del arroz (Scirpophaga innotata). En la primera temporada de cultivo hubo dos infestaciones durante las etapas vegetativas y reproductivas. Para controlar las infestaciones durante la etapa vegetativa, los agricultores hicieron aplicaciones adicionales de urea para inducir el crecimiento, pero las plantas murieron y los agricultores tuvieron que volver a sembrar. Las infestaciones del barrenador blanco del tallo del arroz ocurrieron en casi todos los arrozales: entre marzo y mayo hubo una disminución promedio en el rendimiento de arroz de 6,5 a 4,5 toneladas por hectárea. Los esfuerzos realizados por los agricultores, que incluyeron el rociar plaguicidas y la aplicación adicional de urea, resultaron infructuosos. Esta condición persistió durante dos años. Aunque el 65 por ciento de los habitantes de Kemiri son agricultores, no dependen totalmente de la agricultura para su subsistencia. El pueblo está cerca de la capital del subdistrito, Malang, por lo que muchos agricultores –mayormente varones– también trabajan en la ciudad. Se emplean en lo que puedan conseguir, como obreros de construcción, vendedores ambulantes o vigilantes en colegios. Luego de haber sembrado arroz se van a la ciudad y regresan para la cosecha, lo que significa que los agricultores varones no pueden prestarle mucha atención al estado de sus cultivos de arroz. Muchos de sus hijos tampoco están interesados en ser agricultores. Así que solo las mujeres que permanecen en el pueblo se ocupan de los campos de arroz.

Las agricultoras aprenden sobre el manejo integrado de plagas
Desconcertadas por el daño causado a sus arrozales por el barrenador blanco, cinco mujeres agricultoras se acercaron a la oficina de extensión agrícola en Malang. En ese tiempo, LPKP Malang, una ONG local, junto con varios extensionistas agrícolas, estaban estableciendo una parcela demostrativa para experimentar con diferentes sistemas de cultivo de arroz. Las cinco mujeres solicitaron a la ONG y al extensionista agrícola local que les ayudaran a solucionar sus problemas.

Experimentar en conjunto con el manejo de plagas ha dado mayor confianza a las mujeres / Foto: Autor

Las actividades de control integrado de plagas en Kemiri comenzaron con una inspección del campo y un análisis preliminar del daño causado por los barrenadores del tallo. Luego de ello se acordó que el problema se discutiría en reuniones semanales en las parcelas de arroz. A lo largo de varias semanas, el número de agricultores que se reunían para discutir cómo lidiar con el barrenador del tallo aumentó de 5 a 20. Lisriani y Atun, dos de las agricultoras asistentes, comentaron: “Ahora sabemos que los plaguicidas que hemos estado utilizando no ayudan en lo más mínimo; más bien, hacen que la situación empeore. Siempre pensamos en los plaguicidas como medicinas para las plantas, pero las actividades de control integrado de plagas nos han demostrado que los plaguicidas son tóxicos, no solo para las plagas sino también para nosotras”.

En cada reunión semanal se discutía un tema diferente, lo cual ha ayudado a las agricultoras a cultivar plantas de arroz saludables. Las discusiones se han centrado alrededor de las plagas y sus depredadores naturales, cómo producir semillas saludables, cómo los plaguicidas afectan a las plagas y a los depredadores naturales, cómo realizar análisis de agroecosistemas, y también alrededor de las estrategias a seguir para combatir el barrenador del tallo del arroz sin utilizar plaguicidas. Cada semana las agricultoras analizaban cómo controlar la incidencia de barrenadores del tallo, cultivar plantas saludables, mejorar la fertilidad de la tierra, producir fertilizante orgánico y cómo manejar el agua en los arrozales.

Experimentos locales
“Al comienzo no podíamos entender por qué los extensionistas no podían simplemente darnos una respuesta directa a los problemas que teníamos con los barrenadores, y en vez de ello nos pedían que hiciéramos un experimento. Solo queríamos una respuesta rápida”, dijo Juniati, una de las integrantes del grupo. Pero luego de recibir la explicación de que los plaguicidas no eran la respuesta en el caso del barrenador del tallo, las agricultoras se dieron cuenta de la necesidad de buscar alternativas específicas para su localidad.

El grupo de mujeres hizo experimentos en dos parcelas demostrativas de 1.000 m2. Una de las agricultoras presta gratuitamente esta tierra al grupo para que todas las participantes puedan practicar y aprender en conjunto. Las semillas y fertilizantes las proporcionó la ONG local en cooperación con las agricultoras. El arroz se vendió y el dinero obtenido quedó con el grupo, para pagar por las capacitaciones y por los materiales necesarios para las reuniones o ejercicios.

En cada parcela demostrativa se sembró el mismo arroz. La diferencia estuvo en que una parcela se trató con urea y otros fertilizantes en las dosis recomendadas por la oficina de extensión agrícola, y fue fumigada con plaguicidas, mientras que la otra se trató utilizando el enfoque de control integrado de plagas, con aplicaciones de un fertilizante orgánico (“bokashi”). También se le drenó el agua y no fue fumigada con plaguicidas. El enfoque de control integrado de plagas implicaba: utilizar semillas sanas, proteger y desarrollar depredadores naturales (control natural por medio de la creación de un ecosistema balanceado) y realizar el monitoreo semanal.

Todas las actividades del control integrado de plagas se llevaron a cabo durante una sola temporada de cultivo del arroz (de tres a cuatro meses), desde el cultivo de las plántulas y la preparación del suelo, la siembra y el mantenimiento, hasta la cosecha y su análisis. Durante este periodo las agricultoras aprendieron a cultivar plantas saludables, y comprendieron que las plantas saludables son más resistentes a las plagas y enfermedades. Aprendieron sobre la diferencia entre plagas y depredadores naturales, así como sobre las cadenas alimenticias en un ecosistema de arrozales. Descubrieron que esto puede utilizarse como una estrategia de control ya que las proliferaciones de plagas son causadas por los desbalances en el ecosistema. Aprendieron también sobre el impacto de los plaguicidas en el medio ambiente, y que sus residuos son consumidos por los seres humanos.

Cuadro 1. Resultados de experimentos con técnicas que no usan plaguicidas para controlar el barrenador blanco del tallo del arroz

El monitoreo semanal les enseñó a las agricultoras cómo hacer observaciones simples y rutinarias de la condición del agroecosistema de arrozales, de manera que la información obtenida a partir de estas observaciones pudiese utilizarse para formular recomendaciones y planes de acción. Los experimentos variaron en cada estación según los problemas enfrentados por las agricultoras, que incluían temas como técnicas de cultivo, variedades de arroz de alto rendimiento, los efectos de los plaguicidas sobre el medio ambiente o el manejo del agua (cuadro 1).

Lecciones aprendidas
Las agricultoras aprendieron que los plaguicidas son venenosos y que no todos los insectos son perniciosos para el cultivo. Observaron que las aplicaciones cada vez mayores de fertilizantes sintéticos no son buenas para los suelos. Estos experimentos se realizaron en cooperación entre las agricultoras, los extensionistas, el personal de la ONG y los investigadores de las universidades. Durante los experimentos se tomaron en cuenta los conocimientos iniciales de las agricultoras, y se explicó y respondió cualquier pregunta que aún tuviesen. Como resultado de este proceso, luego de cuatro o cinco estaciones de siembra, las agricultoras son lo suficientemente expertas como para compartir sus conocimientos con otros agricultores. También son lo suficientemente “valientes” como para hacer otros experimentos en sus propias tierras. Las agricultoras por lo general comparten esa nueva información o innovaciones a través de visitas de intercambio o días de campo organizados por los extensionistas o el personal de la ONG. Esto permite que otras agricultoras experimenten y comprueben si el método de innovación es compatible con su situación.

Al aplicar un enfoque de manejo integrado de plagas durante los últimos dos años las agricultoras han aprendido varias lecciones importantes

• Las agricultoras son las expertas de sus propias tierras. Son ellas las que pueden explicar por qué las plagas causan daños, cómo se manifiesta este daño y qué acciones deben tomarse.
• El proceso de aprendizaje ha aumentado la confianza de las agricultoras en sí mismas. Confían en la información que han obtenido en sus reuniones de campo y están dispuestas a compartirla con otras agricultoras. Atun y Lisriana, por ejemplo, han ido a viajes de estudio de intercambio, y han actuado como personas encargadas de recursos en muchos foros de extensión.
• El uso de plaguicidas y fertilizantes químicos está disminuyendo. Esto es particularmente obvio al nivel de las agricultoras. Han comenzado a cambiar de sistemas de cultivo intensivos a sistemas ecológicos, reduciendo lentamente el uso de químicos e introduciendo gradualmente la agricultura orgánica (sin plaguicidas ni fertilizantes químicos). La producción está aumentando con la introducción de nuevas variedades.
• Tener un sistema simple de monitoreo ayuda a las agricultoras a incrementar sus conocimientos.

Las actividades del grupo de control integrado de plagas de Kemiri continúan. Y se están volviendo más interesantes porque las agricultoras ahora pueden disfrutar de sus resultados: la producción de arroz ha aumentado a 6,5-7 toneladas por hectárea. Los beneficios obtenidos por la venta del arroz han aumentado por dos razones: las agricultoras gastan menos en la compra de plaguicidas y utilizan menos semillas (10 kg por hectárea en vez de 50), otra práctica que aprendieron durante sus reuniones.

Poco a poco este grupo está comenzando a desarrollar un tipo de agricultura orgánica utilizando técnicas de cultivo de arroz que no usan plaguicidas ni fertilizantes sintéticos, y usando el enfoque de control integrado de plagas. A la larga, el enfoque de control integrado de plagas proporciona una solución técnica, empodera a las mujeres y contribuye a crear medios de vida más sostenibles y seguros para las agricultoras.

 

Hery Christanto
VECO Indonesia, Jl. Letda Kajeng 22, Denpasar 80234, Bali, Indonesia.
Correo electrónico: hery-christanto@veco-indonesia.net

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