diciembre 2006, Volumen 22, Número 3
Investigación participativa y desarrollo

Un mejor manejo del ganado en Guatemala

MARICEL PINIERO, DANILO PEZO Y JORGE CRUZ | Página 32-34
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En Centroamérica la producción bovina es una fuente estable de ingresos para los productores ganaderos, pero desde el punto de vista de los ambientalistas, la ganadería es responsable del avance de la deforestación. Esta situación contradictoria empezó a manifestarse durante la década de 1970, cuando las tierras asignadas a la producción agrícola aumentaron dramáticamente debido a la demanda creciente de carne, leche y otros productos. Como consecuencia de esta enorme demanda, acompañada del uso de prácticas de manejo inadecuadas, surgieron serios problemas ambientales, tales como la degradación de tierras, en particular de pasturas. En este momento se estima que en la región más del 50 por ciento de las pasturas se encuentran degradadas.

En 2003, el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), junto con socios locales en Guatemala, Honduras y Nicaragua, inició un proyecto cuyo objetivo es trabajar con productores ganaderos para encontrar soluciones a la baja productividad y a la degradación ambiental. Se promovieron acciones de cooperación entre los actores clave –familias ganaderas, líderes locales y algunas instituciones cruciales– quienes se han involucrado en el diseño y puesta a prueba de nuevos enfoques ecológicos, sociales, económicos y de políticas que contribuyan a un mejor uso de la tierra. Al utilizar un enfoque participativo, el proyecto apuntaba a ir más allá de la “participación local”, dado que un sistema de producción ganadera es mucho más complejo que un sistema de producción de cultivos.

El caso del Petén, Guatemala

La región del Petén, en el norte de Guatemala, es conocida no sólo porque en ella se desarrolló la cultura maya y sus ciudadelas constituyen un atractivo para el turismo, sino también porque es ahora un área importante de producción agrícola y ganadera. La población de esta región se ha ido expandiendo rápidamente, debido tanto a una alta tasa de crecimiento de la población como al aumento en el número de inmigrantes provenientes de otras regiones del país.

Don Alvaro en su parcela experimental con leucaena
Foto: M. Piniero

El Petén comenzó a adquirir importancia como zona productiva al final de la década de 1960, cuando el gobierno de Guatemala alentó la colonización como modo de reducir los conflictos sociales en áreas cuyo potencial era más bajo. Cada vez más inmigrantes se dedicaron a la agricultura y a la ganadería en tierras anteriormente cubiertas de bosques y en la actualidad más del 50 por ciento de las tierras agrícolas se utiliza para la producción bovina.

La mayor parte de los productores de la región tiene una larga experiencia en la ganadería, pero debido a las condiciones ambientales y sociales cambiantes, algunas de sus prácticas se han vuelto inapropiadas. El crecimiento demográfico ha vuelto inviable la producción extensiva basada en la roza y quema, los períodos de barbecho se han reducido y más bosques son talados para dedicarlos a la actividad agrícola y ganadera.

En 2003, el equipo del proyecto identificó grupos de productores del Petén que enfrentaban esa problemática ambiental y productiva y que estaban interesados en participar en el proyecto. Después de las primeras visitas a la zona piloto, el equipo identificó a dos grupos de ganaderos: PETENLAC, una cooperativa de productores ganaderos fundada a principios de la década de 1990, y un grupo informal de ganaderos, al que llamamos Ejido. Los miembros de PETENLAC son propietarios de sus tierras, mientras que el grupo Ejido está compuesto por agricultores que alquilan tierras pertenecientes al municipio. La cooperativa solía producir derivados de la leche tales como queso y crema, pero ahora sólo funciona como centro recolector de leche. El proyecto considera a los miembros de PETENLAC como representativos de los ganaderos de mediana escala y a los del grupo Ejido como pequeños productores ganaderos. En promedio, los ganaderos de PETENLAC tienen fincas de alrededor de 84 hectáreas y de 14 a 340 animales. En tres comunidades de Ejido: El Zapote, La Sardina y La Pita, el promedio de tierra destinada a la producción animal por cada productor es de 33 hectáreas y el tamaño del hato varía entre siete y 98 animales. Al proyecto le interesaba trabajar con dos grupos distintos para poder observar posibles diferencias en las dinámicas de grupo relacionadas con el aprendizaje y la experimentación participativos. Además, el proyecto está dirigido a la rehabilitación de áreas con pasturas degradadas, por lo que trabajar con productores con mayores áreas traería mayores posibilidades para evaluar impactos en el entorno natural.

Los miembros de PETENLAC y del grupo Ejido que finalmente participaron en las actividades del proyecto fueron el resultado de un proceso “natural” de selección. Inicialmente se invitó a la presentación del proyecto a todos los miembros de las diferentes comunidades, pero en la presentación se enfatizó que el trabajo estaría centrado en la investigación y la capacitación, y que se iba a requerir la participación activa de los productores. Las intenciones del proyecto se explicaron más detalladamente en una reunión subsiguiente, a la que sólo acudieron aquellos que estaban realmente interesados. Posteriormente se realizó una serie de discusiones y reuniones en las cuales los productores se involucraron en actividades de diagnóstico, incluyendo un ejercicio para la identificación de los problemas de sus fincas.

Nuestro enfoque
Lo esencial de este proyecto está en el enfoque participativo para el aprendizaje y el desarrollo de capacidades. Esto conlleva la programación de un número de eventos y actividades que responden a las necesidades de los productores, a su interés por aprender de los técnicos y de otros productores, y a su voluntad para compartir sus propios conocimientos. Aunque el objetivo del proyecto es la búsqueda de alternativas de uso de suelo en áreas de pasturas degradadas, no se inició con la introducción de soluciones o de tecnologías que pudieran aliviar dichos problemas, sino con un ejercicio para identificar y priorizar los problemas que los productores consideraban relevantes en su sistema ganadero. Utilizando la técnica del “árbol de problemas”, los productores analizaron su situación e identificaron aquellos factores que causaban los problemas, así como sus impactos a corto y largo plazos. Al hacer esto, los productores lograron tener una visión más amplia de los problemas que enfrentaban, lo que ayudó a identificar opciones que deberían ser investigadas en sus fincas.

Luego de la identificación y priorización de los problemas enfrentados por los productores, el proyecto desarrolló varias actividades con su participación. Se utilizó el enfoque de las Escuelas de Campo para Agricultores (ECAs), en el que los agricultores no se limitan a escuchar a los capacitadores, sino que experimentan, descubren y tratan de entender los diferentes aspectos de un problema a través del trabajo práctico y la observación activa. Por ejemplo, la presencia del salivazo o chinche salivosa (nombre que reciben en Guatemala y otros países las distintas especies de Prosapia y Aeneolamia spp.), una plaga común de los pastizales, fue identificada por los productores como uno de los principales problemas que enfrentaban, por lo que fue el primero que abordó el proyecto en su ciclo de aprendizaje. Mediante diversos eventos de capacitación, los productores pudieron conocer el ciclo de vida de esta plaga, así como los medios para controlarla. A través de la observación en sus predios, aprendieron a monitorear la población de insectos y luego a controlarla por métodos biológicos utilizando el hongo Metarhizium. Luego de estas actividades, se tuvo otra reunión con los productores en la que se discutieron las posibles causas de los problemas provocados por estas plagas. Una causa identificada por ellos mismos fue la falta de conocimientos acerca de otras especies forrajeras que podrían ser cultivadas y que son menos susceptibles al ataque de la chinche salivosa. Como resultado de ello también se llevaron a cabo actividades de capacitación relacionadas con la adaptación de los pastos a diferentes condiciones agroecológicas.

A diferencia de los ensayos convencionales llevados a cabo en los predios, donde el rol de los agricultores se limita a proporcionar tierras para la experimentación, las ECAs promueven la participación plena de todos los actores en el desarrollo de las actividades, lo que significa que tanto agricultores como técnicos participan en el diseño, implementación y evaluación de los experimentos. Con base en la riqueza de sus propios conocimientos y en su experiencia, los productores participantes en el proyecto identificaron los tipos de intervenciones tecnológicas que debían ser probadas y el tamaño de las parcelas que se usarían para los experimentos. Algunas tecnologías fueron sugeridas por el equipo del proyecto, pero los productores no siempre estuvieron interesados en experimentar con ellas. En esos casos, el proyecto estableció una parcela de experimentación con el consentimiento de uno o más agricultores. Un ejemplo de esto fue el uso de leucaena (Leucaena leucocephala) como forraje, la cual fue probada sólo por un agricultor en una parcela demostrativa, pero después de que esta tecnología confirmó su efectividad, otros agricultores se interesaron en probarla en sus propias fincas.

Procesos participativos
Las fincas se convirtieron en “lugares de aprendizaje” donde los agricultores, junto con los investigadores y los técnicos de campo, descubren y aprenden cómo funcionan las tecnologías en la región. No todos los productores participantes en el proyecto se involucran directamente en los ensayos realizados en las fincas, sólo lo hacen aquellos que deciden voluntariamente evaluar las opciones tecnológicas en sus fincas, a quienes denominamos “experimentadores” o “innovadores”. Sin embargo, todos los productores que participan del proyecto se involucran en la evaluación de los experimentos, lo cual es particularmente importante dado que este enfoque busca incorporar el conocimiento local en la interpretación de los resultados de la experimentación. Por ejemplo, los criterios utilizados para evaluar diversos pastos mejorados fueron establecidos por los productores a través de una discusión de “grupo focal” centrada en cómo seleccionan pasturas para sus animales. El hecho de que los criterios sean establecidos por ellos mismos, permite a los productores relacionarse más fácilmente con los experimentos, así como asumir la propiedad sobre ellos. El uso del lenguaje y de la terminología de los agricultores, así como la inclusión del conocimiento local en combinación con el conocimiento de los técnicos, son factores que han jugado un papel central en el éxito del proyecto.

El “árbol de problemas”

La metodología de identificación del “árbol de problemas” se aplicó con grupos focales constituidos por productores con características similares. Se les solicitó que, a través de una lluvia de ideas, identificaran los problemas que enfrentan. Luego, con la ayuda de un facilitador, los priorizaron y trataron de identificar el problema central, estableciendo vínculos causa-efecto entre ellos. Para propósitos del proyecto esta fue una de las actividades de aprendizaje más ricas, no sólo porque los participantes pudieron entender y alcanzar consensos sobre los problemas y sus causas, sino que definieron los temas más relevantes para el desarrollo del currículo y de aquellas áreas cuya solución requería de experimentación.

El proceso de aprendizaje incluyó visitas regulares a experimentos en otras fincas, en las cuales los productores podían compartir sus experiencias y los problemas encontrados. En estas visitas, cada agricultor-experimentador pudo comparar su parcela con las de otros agricultores y evaluar su propio rendimiento. En uno de estos casos, un agricultor-experimentador consideró que sus experimentos estaban “fracasando” luego de observar el “progreso” hecho por un compañero. Decidió volver a empezar su experimento tomando en consideración lo que había observado en la otra finca, así como lo que otros agricultores habían mencionado como elementos clave para el éxito, como eran el momento de siembra y las prácticas de control de malezas. De esta manera pudo concluir un experimento exitoso, quedó satisfecho con los resultados y compartió su aprendizaje con otros productores.

Otro aspecto interesante del enfoque participativo para la experimentación en este proyecto fue que muchos de los participantes involucraron a algunos de sus hijos en las actividades. Muchos de los agricultores de la zona no saben leer y escribir, y suelen asistir a las reuniones o talleres acompañados por uno de sus hijos o hijas mayores, quien se encarga de tomar apuntes para sus padres y puede leer y llenar las cartillas de evaluación durante las actividades de monitoreo en el campo. Así, padres e hijos discuten e interactúan intensamente durante las actividades, lo que facilita la transferencia de conocimientos entre las generaciones.

Preguntas importantes
Aunque la implementación de este proyecto ha sido exitosa, aún es necesario responder algunas preguntas importantes relacionadas con la colaboración con productores para la rehabilitación de pasturas degradadas. Por ejemplo: ¿Estamos ayudando a los agricultores a mejorar sus pasturas de manera sostenible con la metodología que utilizamos? ¿Estamos aumentando sus conocimientos para permitirles tomar mejores decisiones en sus fincas? ¿Estamos utilizando el enfoque adecuado para que ellos compartan las lecciones aprendidas con otros socios locales? Y, ¿podemos influir en las decisiones de los políticos con el enfoque actual del proyecto? Aunque se necesita un análisis más profundo, creemos que hemos comenzado bien y que vamos por buen camino.

La metodología que estamos utilizando no es nueva y tampoco es un fin en sí misma. En vez de ofrecer a los productores soluciones para los problemas que enfrentan, los convencemos de aportar sus propias ideas sobre cómo podrían resolverse esos problemas. Los alentamos a ser innovadores en la búsqueda de prácticas alternativas que podrían experimentar en sus fincas. No les ofrecemos recetas, pero cuando es relevante, sugerimos algunas opciones tecnológicas que también podrían ser de interés para hacer frente a sus problemas. Al final, es el agricultor quien toma las decisiones.

Maricel Piniero, Danilo Pezo y Jorge Cruz

Maricel Piniero
Proyecto Desarrollo Participativo de Alternativas de Uso Sostenible de la Tierra en Áreas de Pasturas Degradadas (CATIE-Noruega)
Correo electrónico: mpiniero@catie.ac.cr

Danilo Pezo
CATIE, Costa Rica
Correo electrónico : dpezo@catie.ac.cr

Jorge Cruz
CATIE, Costa Rica
Correo electrónico: jcruz@catie.ac.cr

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