Se esperaba que la investigación y la prestación de servicios de extensión realizadas por instituciones privadas pudieran reemplazar los servicios que anteriormente prestaba el gobierno. Sin embargo, los agricultores de pequeña escala que pueden pagar por estos servicios son pocos, lo que ha motivado que la extensión haya estado dirigida, por lo general, hacia agricultores de mayor escala. Sin embargo, ha habido una serie de iniciativas de extensión poco conocidas, que han podido dirigir su atención a las necesidades de desarrollo de los agricultores de pequeña escala. La principal característica de estas iniciativas ha sido la capacitación de agricultores como agentes de extensión de “campesino a campesino”, tanto para proporcionar asesoramiento técnico como para promover la innovación y la experimentación entre los agricultores. Una de estas iniciativas es la de los kamayoq en la sierra del Perú.
Los kamayoq y la prestación de servicios de extensión
Soluciones Prácticas-ITDG (antes Intermediate Technology Development Group-filial peruana), un organismo no gubernamental de desarrollo, ha estado trabajando con comunidades campesinas quechuas de los Andes peruanos desde la década de 1990.
Grupo de kamayoq dando consejos sobre la producción de miel
Foto: Jon Hellin
Inicialmente su trabajo se centró en comunidades que habitan los valles situados a más de 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar. Los cultivos más comunes en estos valles son: maíz, papa, haba y frijol. Muchas familias también tienen una o dos cabezas de ganado bovino, algunas ovejas y una buena cantidad de cuyes (alimento muy importante en los Andes). Desde 2003, Soluciones Prácticas-ITDG ha ampliado su ámbito de trabajo para incluir también a comunidades que habitan a más de 4.000 metros de altura, cuya subsistencia depende de la combinación del cultivo de la papa y la crianza de alpacas.
Por más de 500 años los quechuas, como la mayoría de los pobladores indígenas de América Latina, han sido subestimados y marginados. Soluciones Prácticas-ITDG reconoció que una de las maneras más eficaces de atender las necesidades de los agricultores era a través de un enfoque basado en la extensión de campesino a campesino que también fomentara la experimentación. Por influencia de la pedagogía del educador brasileño Paulo Freire, Soluciones Prácticas-ITDG había tenido cierta experiencia con este enfoque en Kenya, donde había participado en la capacitación de los “veterinarios descalzos”. En Perú, Soluciones Prácticas-ITDG desarrolló un enfoque similar para la capacitación, respetando el contexto cultural y social de los agricultores locales y enfatizando su participación activa, así como el aprender haciendo.
A inicios de la década de 1990, Soluciones Prácticas-ITDG comenzó a capacitar a un buen número de agricultores para que actuaran como agentes de extensión, conocidos localmente como kamayoq, y centrándose inicialmente en técnicas de riego. La palabra quechua kamayoq, usada desde tiempos del imperio Inca, se refería a un grupo de personas respetadas que podían predecir el clima y, debido a ello, eran las responsables de recomendar las fechas apropiadas para la siembra y otras actividades agrícolas. Como reconocimiento a su importancia, los kamayoq recibían alimentos y tierras del estado Inca. El uso de la palabra kamayoq en el trabajo de Soluciones Prácticas-ITDG refleja un vínculo con el pasado histórico de los quechuas.
A mediados de la década de 1990, Soluciones Prácticas-ITDG reconoció que las necesidades de los agricultores de pequeña escala podían satisfacerse de mejor manera si el ámbito de su accionar se ampliaba más allá del riego. En 1996, el proyecto que estaba siendo implementado recibió más fondos provenientes de donantes y estableció una escuela de kamayoq en Sicuani, a 140 kilómetros al sur de la ciudad de Cusco, con el fin de capacitar a un grupo de agricultores que luego serían responsables de la capacitación de sus colegas. La escuela ha estado funcionando desde entonces. Los agricultores que reciben la capacitación son elegidos por sus comunidades, aunque existe un número de criterios que deben ser cumplidos antes de que un agricultor pueda matricularse en la escuela: debe dedicarse a la agricultura, vivir en una comunidad campesina y ser un miembro activo de ella. Se da preferencia también a los agricultores que son casados y tienen hijos. Sin embargo, no hay requisitos relacionados con el nivel de educación, la edad o el nivel de dominio del castellano. Se espera que los kamayoq regresen a sus pueblos y capaciten a sus vecinos agricultores en muchas de las técnicas aprendidas.
Los kamayoq y la búsqueda de remedios naturales
Uno de los principales problemas de las ovejas y el ganado de los Andes es la enfermedad parasitaria Fasciola hepatica, conocida comúnmente en el Perú como “alicuya”. El vector responsable de la diseminación del parásito es el caracol común. Aunque la F. hepatica raramente mata a los animales, sí llega a incapacitarlos (los animales enfermos pesan con frecuencia un tercio menos que aquellos que están sanos). Los toros infectados se venden por menos de 70 USD por animal, mientras que los toros sanos se venden por 115 USD cada uno. En el caso de las vacas, hay una reducción de más del 50 por ciento en la producción de leche en animales infectados. Los animales debilitados por el parásito también son susceptibles a contraer una variedad de enfermedades secundarias.
Pocas familias de agricultores pueden pagar las medicinas convencionales que se usan para controlar la enfermedad. La F. hepatica representa, por lo tanto, una amenaza real a sus medios de subsistencia. Encontrar remedios naturales para tratar y controlar la F. hepatica dependió de un proceso de investigación y desarrollo participativos, guiado por los kamayoq. Una cura natural para la F. hepatica en ovejas había sido descubierta anteriormente por Apolinar Tayro, un agricultor de la comunidad de Pampa Phalla, quien luego se convirtió en kamayoq. Entre 1998 y 2000, el mismo agricultor, junto con la institución Practical Action, investigadores regionales y pobladores locales experimentaron con una cura para la F. hepatica en ganado bovino, ya no sólo en ovejas. Los agricultores cumplieron un papel activo durante todo el proceso; concentraron su atención sobre una serie de plantas que tienen propiedades medicinales conocidas y experimentaron en sus propios animales infectados con remedios hechos con diferentes combinaciones de estas plantas. Los experimentos fueron diseñados de manera que cualquier tratamiento podría luego ser preparado y administrado fácilmente por los mismos agricultores. El remedio, que contiene ajo y alcachofa, es administrado a los animales por vía oral. Los agricultores están ahora involucrados en experimentos para hallar una cura de la F. hepatica en alpacas.
El uso generalizado de la medicina tradicional ha dado como resultado menos animales enfermos, mayor rendimiento de leche y la diversificación hacia la fabricación de productos lácteos que incluyen yogur y queso. El remedio natural también es más barato que las medicinas convencionales. El costo del tratamiento de un animal enfermo con medicinas tradicionales es de aproximadamente 2,50 USD por animal. En el caso de los remedios naturales, el costo es de 0,60 USD por animal. Hemos calculado que más de 3.000 familias utilizan ahora remedios naturales para controlar la F. hepatica en las provincias de la sierra cercanas a Sicuani, y que los pobladores han tratado a aproximadamente 30.000 cabezas de ganado y 7.000 ovejas.
Soluciones Prácticas-ITDG ha previsto que los kamayoq no se conviertan en promotores de paquetes tecnológicos comerciales. Por el contrario, el objetivo es alentarlos a trabajar con los agricultores para la generación de soluciones creativas para los problemas locales, tanto agrícolas como veterinarios; un proceso que se conoce como Desarrollo Participativo de Tecnologías (DPT). Esto es importante por dos razones principales: primero, la participación activa de los agricultores es reconocida ampliamente como uno de los componentes claves del desarrollo rural. La confianza en sí mismos, como resultado de la participación, incrementa la capacidad de los agricultores para aprender y experimentar. Segundo, la capacidad para innovar es vital debido a que las condiciones biofísicas, sociales y económicas cambian y es necesario para los agricultores ser capaces de adaptarse a las circunstancias cambiantes. Además, las condiciones agrícolas en los Andes son tan complejas y diversas que es difícil encontrar tecnologías listas que no necesiten ser adaptadas para ser usadas.
Un programa de extensión exitoso incluye la participación activa de los agricultores y se caracteriza por la solución compartida de problemas, más que por soluciones estandarizadas. Esta filosofía ha sido parte de la formación de los kamayoq desde el inicio. De igual modo, se promueve que se vean a sí mismos como protagonistas claves en el intercambio bidireccional de información: de los individuos e instituciones que promueven el desarrollo a los agricultores locales, y de los agricultores locales a estos mismos individuos e instituciones. En este sentido, los kamayoq pueden considerarse facilitadores de la comunicación intercultural entre los mundos quechua e hispanohablante.
La escuela de kamayoq
Los cursos de capacitación en la escuela se desarrollan a lo largo de un período de ocho meses, durante los cuales hay aproximadamente 27 sesiones de capacitación. Hasta la fecha han sido capacitados aproximadamente 200 kamayoq, de los cuales el 15 por ciento son mujeres. Si bien una parte de la capacitación se da en el aula (en Sicuani), principalmente tiene lugar en diferentes ubicaciones en el campo para que los kamayoq puedan “aprender haciendo”. Los talleres se realizan en diferentes comunidades, cada una de las cuales se ha especializado en una o más tecnologías claves. El equipo de instructores de la escuela incluye personal de Soluciones Prácticas-ITDG, kamayoq con años de experiencia y expertos de universidades regionales de las ciudades de Puno y Cusco. Durante la capacitación, los kamayoq también visitan las estaciones experimentales del INIEA, de ONGs que trabajan en la región, así como a agricultores de gran escala. Durante toda su capacitación, los kamayoq establecen contacto con técnicos de los sectores público y privado y con otros agricultores, una red muy útil que pueden utilizar siempre que necesiten información o asesoramiento técnico una vez que su capacitación haya concluido. Este “capital social” es reconocido por muchos como uno de los mayores beneficios de todo el curso.
Al finalizar cada curso de ocho meses hay una evaluación interna. La evaluación cubre el contenido de la capacitación así como la calidad de los capacitadores. El curso del año siguiente es revisado a través de esta evaluación. Por ejemplo, en 1996-1997 la escuela se centró en cinco temas técnicos: riego, cultivos andinos, horticultura, ganadería y silvicultura. Estos temas fueron seleccionados en base a las necesidades agrícolas de los campesinos locales. Como resultado de la evaluación, el curso fue reformulado y, a partir de 2000, se añadieron los temas de agroindustria y comercialización como sexta especialidad técnica. Esta nueva especialidad incluyó temas tales como la elaboración de planes de negocios para pequeñas empresas agrícolas y legislación agraria. En conjunto, las seis especialidades técnicas cubren en la actualidad temas que van desde la fertilidad del suelo hasta la producción de hortalizas en invernaderos y la elaboración de quesos.
El idioma fue un problema mencionado con frecuencia en las evaluaciones anteriores. Los kamayoq sugirieron que se utilizara más quechua y menos castellano en la capacitación. También pidieron que los capacitadores utilizaran palabras más simples. El uso de un idioma ajeno: el castellano, es en particular un problema para las mujeres. Por ello, desde el curso de 1999-2000, también se enseña quechua (gramática y escritura).
La clave para el éxito del modelo es que los agricultores dan mucho valor a la asistencia prestada por sus compañeros kamayoq y están dispuestos a pagar para recibirla. Los agricultores pagan a los kamayoq por sus servicios con dinero en efectivo, especies o con la promesa de ayuda en el futuro a través de un sistema tradicional de reciprocidad conocido como ayni. La voluntad de los agricultores para pagar es lo que hace que el modelo kamayoq sea tan interesante. Se trata en gran parte de un servicio de extensión no subvencionado, de “campesino a campesino”, que necesita recursos financieros externos sólo para cubrir el costo de la capacitación brindada por la escuela kamayoq.
Los campesinos y los kamayoq trabajan juntos para resolver los principales problemas de la agricultura local. Hasta la fecha, algunos ejemplos de investigación y desarrollo participativos exitosos incluyen el tratamiento de enfermedades del maíz causadas por hongos, el control del moho en cebollas y el diagnóstico y tratamiento de enfermedades en animales, siendo este último el servicio más buscado. La mortandad de ovejas y ganado se ha reducido dramáticamente en cada una de las comunidades donde actúan los kamayoq. Uno de los resultados más interesantes en cuanto a la innovación y experimentación agrícolas ha sido el desarrollo de remedios naturales para controlar la Fasciola hepatica (ver recuadro).
Impacto e incremento de la escala de intervenciones
Operar la escuela de kamayoq no es caro y, en algunos casos, ellos mismos pueden pagar parte de su capacitación. Aun así, no es realista esperar que puedan cubrir más que un pequeño porcentaje del costo, por lo que el éxito de esta iniciativa para el desarrollo requiere de financiamiento externo. Hubo dificultades para lograr el apoyo del gobierno local para vincular esta experiencia con las escuelas técnicas existentes en la región. Muchas de éstas han descontinuado sus cursos de agricultura debido a una reducción de la demanda y, mientras tanto, el gobierno nacional no define aún una estrategia clara para el desarrollo agrícola y los servicios de extensión.
Aun así, el impacto de la actividad de los kamayoq es abrumadoramente positivo. Mientras que los agricultores de la región solían producir sólo cultivos de subsistencia, ahora, especialmente las mujeres, producen tanto cultivos para su propio consumo como otros para su venta en el mercado; principalmente hortalizas como cebollas y zanahorias. Un resultado muy positivo es que la mayor parte de las familias ha utilizado los ingresos de sus ventas para pagar la educación de sus hijos.
Al mismo tiempo, los agricultores son ahora más capaces de detectar las enfermedades que pueden afectar a sus animales, lo que les permite tomar medidas preventivas para evitarlas. Antes solían esperar a que los animales estuvieran enfermos para buscar a un técnico, que con frecuencia les cobraba más de lo debido, o simplemente dejaban morir a los animales. Como ya hemos mencionado, en aquellas comunidades agrícolas donde los kamayoq han estado activos, la tasa de mortandad del ganado se ha reducido dramáticamente. Asimismo, son evidentes la mejora en la calidad y el abastecimiento de alimentos para las familias campesinas de estas comunidades gracias al incremento de la producción agrícola y de animales, lo que ha propiciado también un uso más sostenible de los recursos naturales.
Más importante aún es que los kamayoq y los campesinos que han recibido su asesoramiento tienen ahora mayor confianza en sí mismos. La mayoría de ellos parecen dispuestos a participar en ensayos y experimentos locales como, por ejemplo, la siembra de otros cultivos. En 1998 un grupo de kamayoq fundó la Asociación Kamayoq Toribio Quispe, reconocida legalmente, para que los represente. Cada vez más los kamayoq están siendo contratados por organizaciones públicas y privadas para que extiendan la capacitación “campesino a campesino” mucho más allá de las comunidades y la región donde han operado hasta la fecha. En estos casos, los kamayoq reciben un pago para actuar como instructores técnicos y es la asociación la que facilita el proceso.
Jon Hellin, Carlos de la Torre, Javier Coello y Daniel Rodríguez
Jon Hellin
Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CYMMIT)
Correo electrónico: j.hellin@cgiar.org
Carlos de la Torre
Javier Coello
Daniel Rodríguez
Soluciones Prácticas-ITDG
Correo electrónico: info@solucionespracticas.org.pe
Referencias
– Bunch, R., 1982. Two Ears of Corn: A Guide to People-Centered Agriculture. World Neighbors, Oklahoma, EUA.
– Chapman, R. y R. Tripp, 2003. “Changing Incentives for Agricultural Extension: A Review of Privatized Extension in Practice”. Agriculture Research & Extension Network Paper No. 132. Overseas Development Institute, Londres, Reino Unido.
– De la Torre, C., 2004. Kamayoq: promotores campesinos de innovaciones tecnológicas. ITDG América Latina, Lima, Perú.