diciembre 2006, Volumen 22, Número 3
Investigación participativa y desarrollo

Investigación-acción participativa en la búsqueda de alternativas sostenibles de desarrollo en Colombia

JADER MUÑOZ-RAMOS Y RAMÓN NONATO BRUNET-LEYVA | Página 15-18
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Las parcelaciones La Esperanza, La Paz, La Libertad y La Independencia tienen una extensión aproximada de 1.850 hectáreas y están localizadas en el área rural del municipio de Florencia (departamento de Caquetá, Colombia). En ellas se asentaron familias beneficiarias del programa colombiano de reforma agraria en la amazonia, quienes recibieron parcelas de lo que fuera el emporio ganadero extensivo más importante que ha existido en la historia del Caquetá. Pero como ya ha sido ampliamente reportado por otros autores, de acuerdo con el ingreso familiar y per capita, y los indicadores de calidad de vida, los campesinos beneficiarios de ayuda gubernamental están en peor condición que aquellos que no la han recibido.

La Universidad de la Amazonia considera que es posible contribuir a la sostenibilidad de los núcleos familiares en fincas ganaderas del piedemonte amazónico caqueteño colombiano si se optimizan alternativas productivas surgidas de la moral ecológica colectiva de los productores, en un contexto agroecológico y con beneficios al medio ambiente. Por ello, desde 2002, la universidad ha aportado recursos humanos y financieros para el desarrollo de metodologías participativas en las que la investigación esté acompañada del intercambio de saberes con los pequeños productores. El modelo de investigación-acción participativa ha sido una respuesta para este proceso. Surgida de la necesidad de conocimiento sobre los recursos de la amazonia colombiana, parte del cual se encuentra en la tradición oral de sus pobladores, esta metodología se basa en el planteamiento de proyectos de investigación que involucren a la comunidad rural como coinvestigadora y se desarrollen a través de un diálogo permanente de saberes –en un clima de confianza y entendimiento mutuo–, cuyo intercambio de información permita a investigadores y agricultores aprender de sus propias experiencias y, al mismo tiempo, construir colectivamente las soluciones a los diferentes problemas regionales.

Antecedentes
Las tierras de la amazonia colombiana son susceptibles a una rápida degradación física, química y biológica. La implementación de modelos productivos que no toman en cuenta el saber local ni los lineamientos de planificación y ordenamiento de los recursos naturales, y que carecen de un monitoreo permanente, sólo contribuye a profundizar esta problemática. El final del siglo XX estuvo marcado por la presencia de grupos armados ilegales y por el establecimiento de cultivos destinados a usos ilícitos que, entre otras consecuencias, generaron desplazamientos masivos de población y una engañosa prosperidad económica.

Reunión de agricultores con personal de la universidad
Foto: Jader Muñoz-Ramos

Este contexto conflictivo llevó al descuido o abandono de las actividades productivas en la región y, por ende, al desabastecimiento alimentario. Actualmente, la acción estatal contra las actividades ilegales ha propiciado que los pequeños productores de la región amazónica retomen sus antiguas actividades productivas, pero el estado de degradación del entorno natural y social ha disminuido fuertemente sus ingresos y ahora atraviesan una situación difícil de necesidades básicas insatisfechas.

En estas circunstancias, los pequeños productores de las parcelaciones mencionadas solicitaron ayuda a la Universidad de la Amazonia para implementar, en forma participativa, actividades productivas en sus predios que contribuyan a mitigar o eliminar los impactos negativos sobre el medio ambiente y a aumentar la rentabilidad actual de la tierra para mejorar su calidad de vida.

Búsqueda colectiva del conocimiento
El acercamiento de la comunidad hacia la universidad se dio gracias al contacto establecido a través de los talleres de capacitación para productores en la Granja Experimental Balcanes, propiedad de la misma universidad. Este primer paso representaba que la universidad tenía credibilidad entre la comunidad y que podría ayudarla a salir adelante. El segundo paso fue estimular la interacción entre las partes. Lo importante aquí fue el desarrollo de talleres participativos y de paneles de expertos (proceso en el que participan representantes de las comunidades y de los organismos de investigación para llegar analítica y críticamente a consensos). Los talleres fueron de dos tipos: unos dirigidos a cada vereda y otros a la comunidad en general.

El equipo universitario en actividades de planeación
Foto: Jader Muñoz-Ramos

Al comienzo del proceso aparecieron varias dificultades, entre las que se destacaron el agotamiento físico, químico y biológico de los suelos, causado por el manejo ganadero extensivo, y la falta de información detallada sobre el medio biofísico y socioeconómico del área. Además, los parceleros tenían poca o nula experiencia en la búsqueda y manejo de la información técnica básica para planificar las fincas.

Bajo esta perspectiva, el primer gran reto consistió en lograr que todos aprendieran y se apropiaran de la importancia que tiene el conocimiento detallado del entorno –sus bondades y sus limitantes– en la planificación de predios, para evitar el uso conflictivo de los recursos. De nada habría servido avanzar en la obtención de datos empíricos y científicos si la misma comunidad no estaba plenamente convencida de que se podían alcanzar los objetivos planteados y de que para ello era necesario un cambio de actitud hacia el uso racional de los recursos en armonía con el medioambiente. La concertación de actividades mediante talleres participativos en los que la toma de decisiones estaba a cargo de la comunidad directamente afectada, jugó un papel primordial en esta etapa y permitió la validación social de la investigación. A través de estos talleres se concertó una metodología de trabajo, así como la participación de cada familia o de sus miembros. Los principales aportes de la comunidad fueron: la información básica para definir la finca tipo, la realización del diagnóstico agroecológico, la propuesta de alternativas productivas a implementar y el planteamiento de sus necesidades de formación en temas adicionales. Esta información complementó aquella que la misma comunidad había facilitado a través de encuestas para desarrollar las diferentes tareas del proceso.

El segundo reto consistió en buscar la manera de que la información técnica obtenida pudiera ser asimilada por la comunidad. Para ello se recurrió a un manejo visual de los datos; la visualización e interpretación de los reportes obtenidos fue apoyada por una escala basada en el uso de colores. Esto fue relativamente fácil en el caso de la información del medio físico, donde las salidas son principalmente mapas (geología, pendientes, geomorfología, suelos e hidrología, entre otros). Pero en el caso de la situación socioeconómica y cultural de las comunidades, donde los resultados son primordialmente tablas de información, fue necesario traducir los datos en gráficos que permitieran una mejor visualización y facilitaran el análisis.

Pero quizá el reto más difícil de enfrentar ha sido, y aún es, la integración entre la experiencia local, el saber tradicional adquirido a través del continuo ensayo-error a que se han visto forzados históricamente los colonos en la Amazonia, y la experiencia científica, ganada por los investigadores mediante el diseño de experimentos bajo condiciones controladas en forma parcial o total y la práctica acumulada a lo largo de su vida profesional. En esta última fase ha sido muy importante el respeto por el saber individual, sin importar cómo fue adquirido. En tanto que compartible, el saber se llevó desde lo individual a lo grupal a través del trabajo sistemático desarrollado mediante la metodología de panel de expertos, con participación activa de la comunidad.

La presencia permanente de la comunidad durante la experiencia fue vital para garantizar los resultados. Cada vereda escogió a dos de sus miembros, caracterizados por su capacidad de liderazgo y su conocimiento del terreno, de los pobladores y de las actividades productivas de las comunidades a las cuales representaron. Ellos sirvieron de puente entre los investigadores y la comunidad y fueron participantes activos en los análisis y la toma de decisiones, participando en los paneles de expertos.

Los principales logros
Durante el proceso de ocupación del área amazónica, los pequeños productores habían visto que luego de la tumba y quema sólo se obtenían dos o tres cosechas buenas y a partir de ahí la producción agrícola decaía drásticamente, sin razón aparente, y se ponía inmediatamente en riesgo su seguridad alimentaria. Después del proceso de apropiación de su entorno, los productores comprendieron que esta situación se daba porque el recurso suelo tiene fuertes limitaciones por características tales como: texturas finas, estructuras compactadas, alta acidez, alta saturación de aluminio, baja capacidad de intercambio catiónico y baja saturación de bases. Pero lo más importante fue que ya sabían que esos mismos suelos se pueden recuperar y volver a ser productivos si se siguen técnicas apropiadas y sin tener que depender de insumos externos. Era sólo cuestión de comenzar por asegurar una fuente de materia orgánica, a partir del mejoramiento de la disposición de los propios desechos de las parcelas, y combinar las gramíneas (principal fuente de alimento ganadero) con leguminosas y árboles forrajeros que pudieran aportar nitrógeno al suelo y romper las estructuras compactadas, respectivamente.

Gráfico 1. Diagnóstico agroecológico de la finca tipo
Fuente: Modificada de Muñoz-Ramos y Brunet Leyva (2005)

En los talleres participativos se concretó la definición de lo que sería una finca o parcela típica para el área. Con la información del medio biofísico y socioeconómico se procedió a hacer un diagnóstico agroecológico colectivo de la finca, cuya representación gráfica (ver gráfico 1) se realizó a partir de la obtenida por los autores (Muñoz-Ramos y Brunet-Leyva, 2005). El diagnóstico permitió a los parceleros visualizar las amenazas y debilidades que tenían, pero también las oportunidades que podían aprovechar y convertir en fortalezas. Entre estas últimas cabe destacar la disponibilidad de mano de obra productiva (Muñoz, 2004), la posibilidad de trabajar participativamente en redes de productores (Rodríguez et al., 2006), el acceso vehicular y la presencia de reservas importantes de agua que se podían utilizar como apoyo a proyectos de diversificación agrícola y pecuaria. Estas características permitirían atacar el problema de la seguridad alimentaria, traerían un aumento de la rentabilidad de las parcelas y, por ende, la mejora de la calidad de vida de los productores.

En este momento del proyecto, el principal logro obtenido era el cambio de actitud de los pequeños productores hacia la necesidad de racionalizar el uso de los recursos disponibles para poder avanzar hacia la sostenibilidad de sus actividades productivas. Un buen indicador de ello lo representaron las solicitudes de talleres adicionales de formación en temas como: producción piscícola, manejo intensivo de ganado, producción de abonos orgánicos en las parcelas, diversificación de la producción en pequeñas fincas, organización comunitaria y conformación de pequeñas y medianas empresas comunitarias, entre otros.

Con base en el conocimiento adquirido por parceleros y facilitadores del proceso, se inició la fase de planificación de predios. La comunidad manifestó un especial interés por alternativas productivas que le permitieran asegurar la base alimentaria y, al mismo tiempo, generar ingresos adicionales para satisfacer otras necesidades básicas. Luego de revisar colectivamente varias alternativas en las que se incluyeron las limitaciones de los recursos naturales disponibles, la necesidad de insumos externos, la posibilidad de comercialización de excedentes y la disponibilidad de asistencia técnica, entre otros factores, el debate se centró en una alternativa basada en ganadería semintensiva con manejo agrosilvopastoril y producción agrícola de plátano, yuca con rotación de maíz y arroz con rotación de maíz.

La moral ecológica apropiada por los parceleros se vislumbró de nuevo en esta etapa. Debía hacerse la valoración del impacto ambiental de las situaciones anterior y posterior a la implementación de las alternativas propuestas. Luego de la explicación general de la metodología a utilizar, se conformó nuevamente el panel de expertos y se procedió a la evaluación respectiva. Los representantes de la comunidad en el panel fueron quienes lideraron la estimación de los índices de ponderación de los impactos producidos, con argumentos muy bien sustentados, hecho que se convirtió en una experiencia enriquecedora y gratificante para parceleros y facilitadores. Como era de esperarse, ante una propuesta planteada en términos agroecológicos, la evaluación arrojó resultados altamente positivos para la situación posterior a la implementación, con lo cual se consiguió su validación ambiental.

Aunque ya se tenía una alternativa general con validación ambiental y social (la comunidad planteó las ideas que se llevarían a cabo), había que optimizar el tamaño de las áreas destinadas a cada actividad productiva. La definición previa de la finca tipo y el reconocimiento mutuo de la experiencia empírica y científica fueron importantes aquí. Con la producción estimada agrícola y ganadera, y los precios de mercado de las diferentes actividades necesarias para el establecimiento de la alternativa propuesta, se planteó un modelo de programación lineal para optimizar el tamaño de las áreas destinadas a cada actividad productiva (modelo de evaluación financiera que permite maximizar la utilidad neta de todo el sistema de cultivos, de acuerdo con los rendimientos potenciales estimados). El modelo óptimo sería aquel que permitiera una mayor rentabilidad económica, luego de descontar los costos en que se incurriría al tratar de reponer los principales nutrientes que se pierden por erosión del suelo. Se encontró que era posible hacer combinaciones de tamaños de áreas que permitieran a los parceleros obtener una mayor rentabilidad de sus predios y con beneficios al medio ambiente, de tal forma que pudieran establecerse en la región. Este hecho permitió la validación económica de la propuesta.

Conclusiones
La principal conclusión hasta el momento es que, a pesar de la baja fertilidad de los suelos, existen reservas potenciales que permiten plantear e implementar alternativas productivas que contribuyan a la sostenibilidad del sector rural en la Amazonia colombiana, vista desde sus tres grandes dimensiones: social, ambiental y económica.

En realidad, el principal logro de la experiencia es la demostración de que es posible participar en los cambios de actitud con la gente siempre que se rompa la barrera existente entre el conocimiento local y el científico, antes de mostrar las bondades de las herramientas tecnológicas a utilizar. Esto hace que la metodología de investigación-acción participativa, como la desarrollada en esta experiencia, sea una buena herramienta para avanzar en la búsqueda de la sostenibilidad del sector rural. El mejor escenario es aquel en el que todos los involucrados (investigadores, productores, tomadores de decisiones, núcleos familiares, beneficiarios indirectos, etc.) estén representados, sean escuchados y tengan el mismo peso a la hora de tomar decisiones.

 

Jader Muñoz-Ramos y Ramón Nonato Brunet-Leyva

Jader Muñoz-Ramos
Grupo de Investigación en Gestión de Información Ambiental y Zonificación del Territorio, Universidad de la Amazonia
Correos electrónicos: jamuram@yahoo.com
jamuram@uniamazonia.edu.co

Ramón Nonato Brunet-Leyva
Facultad de Agronomía, Universidad Agraria de La Habana
Correos electrónicos: brunetleyva@yahoo.es,
brunet@isch.edu.cu

Referencias
– Muñoz, J., 2004. “Alternativas de uso del suelo en terrazas aluviales de la Amazonia colombiana”. En: B. L. Ramírez, C. A. Estrada, J. G. Rodríguez, J. Muñoz y A. Guayara. Aporte al conocimiento y sostenibilidad del agroecosistema intervenido de la Amazonia colombiana. Universidad de la Amazonia. Feriva. Florencia (Caquetá – Colombia). ISBN: 958-97-2703-4.
– Muñoz-Ramos, J. y R. N. Brunet-Leyva, 2005. “Diagnóstico agroecológico de finca tipo de las veredas: La Esperanza, La Paz, La Libertad y La Independencia, en el Municipio de Florencia (Caquetá, Colombia). Revista Electrónica de la Universidad “Ciencia en la UNAH 2005”. Universidad Agraria de La Habana. San José de Las Lajas (Provincia Habana, Cuba). ISBN 959-16-0378-9.
– Repetto, R., W. Cruz, R. Solórzano, R de Camino, R. Woodward, J Tosi, V. Watson, A. Vázquez, C. Villalobos, y J. Jiménez, 1989. Cuentas atrasadas: depreciación de los recursos naturales en Costa Rica. Instituto de Estudios Tropicales, San José, Costa Rica.
– Rodríguez, J. G., B. L. Ramírez y A. Guayara, 2006. “Diagnóstico y planificación de la finca soñada: participación comunitaria para el cambio”. Leisa 22-1, pp. 13-18.

Queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos los moradores del área de estudio, ya que sin su apertura y voluntad de trabajo habría sido imposible llevar a cabo esta investigación, y a la Universidad de la Amazonia por apoyarnos con recursos humanos y financieros.

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