junio 2006, Volumen 22, Número 1
Sistematización para el cambio

Documentación y sistematización para el cambio

LOS EDITORES | Página 4-5
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Los artículos que LEISA publica, procedentes de todos los rincones del planeta, representan un movimiento hacia la sostenibilidad y hacia la apropiación de recursos por parte de los agricultores de pequeña escala.

En el proceso de crecimiento de este movimiento muchas otras organizaciones y proyectos participan. Sin embargo, este tema no ha alcanzado aún la difusión que necesita para invitar a cada vez más productores a sumarse al movimiento agroecológico mundial. Y aquellos comprometidos con el desarrollo sostenible en todo el mundo rara vez realizan la tarea de reflexionar sobre su propio quehacer para tener una mejor valoración de los conocimientos derivados de su experiencia y hacer posible que éstos sean accesibles a otras personas y comunidades. De aquí que nos planteamos la necesidad de abordar el tema de la documentación y la sistematización de experiencias en agricultura sostenible de bajos insumos externos; un campo en el que la innovación y el desarrollo autónomo de tecnologías, metodologías y conocimientos nuevos, es ya una actividad cotidiana que aún requiere de esfuerzos para darse a conocer ampliamente.La construcción del conocimiento
Más que la descripción de una experiencia, la documentación y la sistematización son los dos momentos de un proceso que busca producir conocimientos nuevos a partir de la experiencia. Aún hay mucho por aprender en cuanto al uso de técnicas, metodologías e interacción de saberes en la agricultura sostenible y de bajos insumos externos (LEISA por sus siglas en inglés), la cual continúa desarrollándose y cambiando como respuesta ante los cambios en el contexto natural, social, político y cultural en que tiene lugar. En este sentido, el desarrollo mismo de la agricultura sostenible y de bajos insumos externos depende de que los conocimientos producidos por las diversas experiencias sean sistematizados y compartidos eficientemente. Los artículos que hemos incluido en este número de LEISA demuestran que el objetivo de los procesos de sistematización y documentación no es simplemente el de describir lo que se ha realizado, sino llegar al fondo de lo que cada experiencia consigue, cómo lo consigue y por qué. Gracias a los procesos de sistematización de las experiencias con la agricultura sostenible es que se abre la puerta para que los conocimientos producidos en la práctica de unos sean aplicables a la realidad de otros y, al mismo tiempo, enriquecidos y más ampliamente extendidos.

Sin embargo, muchos obstáculos se presentan cuando llega el momento de sistematizar nuestras experiencias. El primero de ellos es la falta de tiempo, pues rara vez tenemos la oportunidad de detenernos para reflexionar sobre nuestros procesos. Las múltiples obligaciones y actividades que nos esperan fácilmente nos hacen dejar de lado la acción documentadora. Los agricultores mismos carecen del tiempo y los recursos que hacen falta, inclusive, para el registro de las actividades diarias, de los insumos utilizados o de los resultados obtenidos con su trabajo.

El segundo obstáculo suele ser el no tener experiencia o habilidad para desarrollar las tareas de documentación y análisis, aún cuando esto no requiera de conocimientos específicos o especializados: el prejuicio que generalmente tenemos es que, quien labora en el campo no tendría por qué llevar un cuaderno de apuntes que luego debe de transferir a fichas o a registros digitales que lo obligan a sentarse algunas largas horas ante un escritorio o una computadora, o no podría dedicar su esfuerzo a tareas que no corresponden a su formación o a su trabajo, suponiendo que documentar es siempre escribir o que la sistematización de una experiencia sólo puede ser llevada a cabo por especialistas.

Un tercer obstáculo está en las propias instituciones de desarrollo y organizaciones que no contemplan entre sus planteamientos el dedicar tiempo y recursos a las actividades de documentación y sistematización, aún cuando siempre necesitan que se presenten informes sobre los proyectos llevados a cabo. Y es que, al contrario de lo que podría parecer, el informe de un proyecto no es equivalente a su sistematización, básicamente porque la elaboración de estos informes no busca cumplir con dos condiciones fundamentales de la sistematización: ayudar a que los involucrados en una experiencia puedan aprender de ella para continuar mejorándola y utilizar el producto para dar mayor difusión a los logros alcanzados (y abrir la posibilidad de que los conocimientos producidos les sean útiles a otros). Además, mientras que un proceso de sistematización debe ser realizado con la participación de todos sus protagonistas, un informe de actividades normalmente es producto de un solo responsable que trabaja en aislamiento con respecto a la experiencia misma y sus protagonistas.

La mayoría de los informes de proyectos de desarrollo fallan en dos puntos claves: no trascienden la mera descripción y no llegan a compartirse con otros. La descripción simple no pone atención al detalle sobre las causas, condiciones y variables que envuelven una experiencia y, por lo tanto, no nos sirve para aprender de ella. Un documento descriptivo puede contener gran cantidad de información, pero, sin análisis ésta no produce lecciones que nos ayuden a mejorar la práctica descrita, es decir, no produce nuevos conocimientos. Y al no dársele difusión, se impide que otras personas, a veces pertenecientes a una misma institución, puedan aprender de nuestros logros y fracasos.

Ventajas de la sistematización
Los artículos incluidos en este número de LEISA muestran que documentar y sistematizar una experiencia no son necesariamente tareas complicadas ni asunto de especialistas, sino, por el contrario, una actividad que fácilmente puede convertirse en un tema cotidiano, parte de nuestras actividades normales. El análisis pormenorizado de nuestras acciones, y las claras lecciones que de éste se pueden extraer, contribuyen enormemente a que tengamos una mejor comprensión de nuestros procesos; de lo que nos hace falta realizar o de aquello que debemos modificar en el curso de una experiencia para alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto. Un ejemplo es el artículo de Belder (página 6), en el que se demuestra cómo la documentación y la sistematización fortalecen el trabajo con metodologías como el desarrollo participativo de tecnologías en Escuelas de Campo para Agricultores.

De igual modo, llevar un registro de insumos, tiempo de trabajo invertido y otros elementos, y analizar esta documentación pormenorizadamente, puede ser un factor clave para alcanzar objetivos de crecimiento específico, como se demuestra en los artículos de North (página 33) y Rodríguez et al. (página 13). De gran interés resulta ver cómo en estos dos artículos se utiliza una herramienta de análisis similar, conocida como gráfico de red, ameba o de radar, para alcanzar objetivos muy diferentes: en el caso de North, lo que se busca es información específica que permita adecuar la toma de decisiones para encaminarse a un objetivo de producción específico, mientras que en el caso de la Red Silvopastoril de Caquetá, Colombia, la misma herramienta sirve para integrar al análisis la dimensión cualitativa de la “finca soñada” por los agricultores.

Documentar y sistematizar no es sólo escribir
El uso del video participativo en Turkmenistán (Lunch, página 23) como de la fotografía digital por comunidades indígenas de la sierra boliviana (Aguilar et al., página 20), son ejemplos de tecnologías modernas que los productores se apropian para documentar sus prácticas y difundirlas ampliamente. De la grabación de un video a la proyección de un documental sólo hay un paso, al igual que de la foto digital en la chacra a la presentación de un audiovisual con el que los productores de una comunidad van llevando sus descubrimientos a otras comunidades. De igual modo, algunos desarrolladores de software y de herramientas informáticas complejas ponen sus innovaciones al servicio de los productores, como sucede con la herramienta digital del CIPAV (Arango, página 18).

Los artículos procedentes de Brasil (Galvão et al., página 10; Ribeiro et al., página 30) demuestran no sólo que los productores pueden poner por escrito sencillamente y con claridad los resultados de sus innovaciones, sino que lo hacen de manera tan eficiente que han logrado que la documentación y la sistematización sean prácticas apoyadas por el propio gobierno de Brasil debido a sus resultados en la promoción del desarrollo sostenible.

De igual modo, la metodología de sistematización que reseñan Madariaga y Easdale (página 37), y Santiago y García (página 44) –propuesta desde 2004 a través del sitio en internet de LEISA revista de agroecología y que toma en consideración los avances en este campo realizados por muchos autores y trabajadores de campo que han dedicado tiempo a reflexionar sobre la sistematización– nos muestra que el éxito en el proceso de sistematización, así como la posibilidad de superar los obstáculos mencionados al principio de este editorial, depende de la planificación desde el inicio mismo de la experiencia y de contar con un marco que nos ayude a guiar el trabajo de documentación a través del establecimiento de prioridades en el registro y un levantamiento ordenado de la información. Así, el momento de la reflexión crítica y el análisis de la experiencia se hace más sencillo y permite que la condición de participación de todos los involucrados se cumpla.

Estos dos últimos artículos son producto de una experiencia conducida por el equipo editorial de LEISA América Latina, en ETC Andes (Perú), en la que participaron organizaciones de Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, México y Cuba, alimentando la metodología de sistematización propuesta inicialmente a través del manual Ordenar y analizar: una metodología para la sistematización, de Jorge Chavez-Tafur. Durante el tiempo de desarrollo a distancia (en línea) de esta metodología y, después, en el encuentro sostenido por todas estas organizaciones en la ciudad de Lima, este manual fue reforzado y alimentado. Más tarde fue completado por el equipo de ILEIA, en los Países Bajos. Ha sido publicado recientemente, en inglés, y se encuentra disponible en la página en internet de LEISA (http://documentation.leisa.info/methodology/intro.htm). Mientras cerramos la presente edición, nuestro equipo trabaja en la revisión y traducción de este manual, de vuelta al español, que podremos entregar a los lectores de LEISA revista de agroecología en breve. La historia de esta experiencia de definición de una metodología LEISA para la sistematización puede encontrarse aún en la antigua dirección en internet de nuestra revista (www.leisa-al.org.pe/sist/index.asp).

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