junio 2004, Volumen 20, Número 2
La próxima generación: los niños y la agricultura

Participación de la niñez en actividades de apoyo a la produccion: la campaña estudiantil de control de mosca de la fruta

ALFREDO FLORES CHANDUVÍ | Página 31-33
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La microcuenca del río Payac, en el departamento de Cajamarca, Perú, muestra un gran potencial para la producción de fruta.

Sus condiciones topográficas, climáticas, hídricas y de suelo, permiten el desarrollo de una agricultura diversa y un manejo agroecológico. Actualmente, el cultivo principal es el mango, contándose con unas 400 hectáreas de plantaciones. La variedad principal es Haden, con la que se obtiene una producción estimada total de 4.000 toneladas de producto al año.

La limitación principal para aprovechar mejor esta potencialidad y lograr una buena producción de fruta es la alta incidencia de mosca de la fruta (Anastrepha fraterculus y Ceratitis capitata) en toda la microcuenca, la misma que afecta considerablemente a las plantaciones, deteriorando la calidad de la fruta, lo que dificulta el acceso a los mercados nacionales y de exportación, y por consiguiente reduce los ingresos económicos de los productores. Desde hace un tiempo, el control de esta plaga se realiza mediante trampas caseras. Estas son preparadas con productos que no son nocivos y que no contaminan, pero para que sean efectivas, requieren usarse de manera masiva, involucrando a toda la población de una localidad.

Ante ello, la Asociación de Productores Ecológicos de la Microcuenca Payac (APEPAYAC), organización que agrupa a 90 pequeños productores frutícolas de la zona, promovió la realización de una campaña estudiantil de control de mosca de la fruta, orientada a reducir las poblaciones de esta plaga, a través de la participación de alumnos y profesores de educación primaria. Para ello contó con el apoyo del Centro Ecuménico de Promoción y Acción Social (CEDEPAS), quien brinda asesoría productiva, organizativa y comercial a la APEPAYAC, y del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA), organismo oficial del Estado encargado de la sanidad agraria en el país. Asimismo, la APEPAYAC obtuvo los fondos necesarios para esta actividad, a través de un proyecto de cooperación técnica y financiera entre la Unión Europea y el Perú.

Antecedentes

Niña participante de la campaña estudiantil de control de la mosca de la fruta / Foto: Autor

Hasta hace unos años, la microcuenca se caracterizaba por una ausencia total de manejo técnico de las plantaciones de mango. Esto hacía que el fruto fuese de mala calidad, principalmente (aunque no únicamente) por la presencia de plagas y enfermedades, y por consiguiente los agricultores recibían precios muy bajos por su producto de parte de los acopiadores locales. Las principales actividades productivas que realizaban los agricultores eran sólo los riegos esporádicos y la cosecha; la participación de los niños se limitaba al apoyo que brindaban a sus padres en las labores de cosecha, en donde es necesaria mucha mano de obra. Uno de los principales problemas era justamente el ataque de la mosca de la fruta, lo que ellos comúnmente llamaban el «gusano de la fruta». Este problema era atribuido a diversos factores y a diversos insectos, no existiendo un conocimiento real del tipo de insecto y de las causas que favorecían su propagación.

Luego de formada la APEPAYAC se iniciaron algunas experiencias de comercialización conjunta de la fruta a los mercados nacionales y de exportación, identificándose fácilmente que el principal problema era el alto índice de mosca de la fruta (medido como mosca-trampa-día, MTD), con valores promedio entre 7 y 10. Según la reglamentación existente, el mango no puede ser exportado si es que el SENASA no reporta niveles de MTD menores a 0.14, y si la fruta muestra la presencia de moscas de la fruta el mercado nacional tampoco proporciona un buen precio. La Asociación promovió una campaña para que sus socios coloquen trampas caseras para la captura de moscas de la fruta, en concordancia con las prácticas de la agricultura ecológica (esperando que el mango pueda ser exportado como ecológico). Esta campaña tuvo algunos resultados positivos pero fueron insuficientes dado que sólo representaba el esfuerzo de los socios, mas no del resto de la familia, ni de los demás productores que no estaban asociados. Es así que no se logró disminuir significativamente los niveles de incidencia de esta plaga.

Ante esta situación se planteó la necesidad de iniciar una campaña masiva, esperando que propicie una reacción en cadena que involucre a la mayor cantidad de personas en esta actividad. Por ello se impulsó la realización de la campaña estudiantil de control de la mosca de la fruta. En pocas palabras, lo que se buscó fue realizar el control etológico de la mosca de la fruta en la microcuenca Payac, fomentando la concientización y participación de los niños de la zona, considerando especialmente que ellos, en su debido momento, asumirán la conducción de los huertos familiares, generando así una cultura sanitaria y de participación comunitaria.

Esta actividad estudiantil se puso en marcha durante la última campaña agrícola e involucró principalmente a la APEPAYAC, como organización que agrupa a los pequeños productores de siete comunidades de la microcuenca. La APEPAYAC participó a través de sus representantes en cada caserío en las actividades de promoción, distribución de atrayentes para las trampas caseras, en el conteo respectivo de los especímenes de mosca, y en el registro y la premiación respectiva. Por otro lado, participaron los profesores y alumnos de las siete escuelas de educación primaria de la microcuenca. Los alumnos participaron en la colocación de trampas caseras en los frutales, para lo cual tenían que agenciarse de botellas plásticas descartables. Los profesores apoyaron en las actividades de sensibilización de los estudiantes, así como en la distribución de atrayentes y en el registro regular de insectos capturados. Junto a ellos intervino también el CEDEPAS, brindando charlas de sensibilización y capacitación a los niños y acompañando a la APEPAYAC en las distintas actividades contempladas en la campaña, y el SENASA, registrando los índices de MTD a través de trampas oficiales de monitoreo que eran supervisados por ellos mismos. Estas trampas oficiales sirvieron además para indicar el grado de efectividad de la campaña estudiantil.

Desarrollo de la campaña

La campaña se dividió en tres grandes fases. En un momento inicial (fase de sensibilización y capacitación) se buscó generar conciencia en los niños de la magnitud del daño ocasionado por el «gusano de la fruta», así como la importancia y necesidad de apoyar en su regulación. En la parte de capacitación se puso énfasis en la clara identificación de la mosca de la fruta, ya que la mayoría de niños y productores pensaba que se trataba de la mosca común o de casa, del zancudo o algún otro insecto. Asimismo se les capacitó en la forma en que se propaga la mosca de la fruta (ciclo biológico), en cómo preparar y colocar adecuadamente las trampas en los árboles frutales, así como en otras actividades complementarias para la regulación de esta plaga.

Posteriormente, en la fase de ejecución y registro, se procedió a la distribución de los atrayentes cada quince días y al registro correspondiente de las moscas capturadas. En el caso de los atrayentes, se entregó a cada participante el insumo básico (miel de caña, concentrado de frutas o proteína hidrolizada) en cantidad suficiente para un máximo de 5 trampas. A la vez se propició que los alumnos coloquen más trampas, aunque preparando para ello sus propios insumos.

Las trampas fueron hechas de botellas plásticas descartables, a las que se les hace 2 ó 3 agujeros pequeños y se coloca el atrayente en su interior. Las moscas, atraídas por el fuerte olor, ingresan a las botellas y quedan atrapadas en su interior.

El cambio de atrayente se realizó cada 15 días, pues luego de este plazo pierde su efectividad y se evapora, disminuyendo significativamente la capacidad de captura de moscas de la trampa. Paralelamente a la renovación del atrayente de las trampas se realizó el conteo y registro de especímenes capturados. Para ello se tuvo la participación activa de los directivos de la APEPAYAC, de los profesores y del personal de CEDEPAS y SENASA. Cada escuela tuvo su propio juego de registros, donde pudo verse quiénes capturaron la mayor cantidad de moscas de la fruta.

Al final de la campaña, y como una manera de incentivar a los alumnos por su esfuerzo y dedicación en apoyar a las actividades de regulación de mosca de la fruta, se entregó pequeños paquetes escolares a todos los participantes de la campaña, así como a los alumnos que capturaron la mayor cantidad de moscas de la fruta por escuela. Es necesario resaltar que los incentivos que se otorgaron a los niños participantes fueron un premio simbólico de muy bajo valor, pero que sirvieron de gran motivación para los niños por su empeño y entusiasmo, reconociéndose su valor como elemento iniciador y dinamizador de este tipo de actividades.

Luego de varios meses de trabajo, podemos decir que:

1. Se ha logrado mantener en niveles aceptables (por debajo del nivel de daño económico) a las poblaciones de mosca de la fruta;

2. Se ha logrado generar conciencia en la población sobre la importancia de controlar esta plaga en forma participativa, en el marco de una producción ecológica;

3. Se ha propiciado la participación de la niñez en actividades de apoyo a la producción, como elemento dinamizador importante en la zona.

En términos generales, esta campaña no ha permitido erradicar la mosca de la fruta, pero sí mantenerla en niveles adecuados, permitiendo reducir el nivel de daño de la plaga, mejorar la calidad de la fruta y, por consiguiente, mejorar las condiciones en que el producto llega a los mercados. Esto se logró usando productos que no son tóxicos, que no cuestan mucho, y que no contaminan el medio ambiente. Asimismo, esta campaña demostró la importancia que tiene controlar esta plaga, algo que tuvo un impacto mayor al fomentar en los niños una cultura sanitaria y de cooperación.

Conclusiones

La realización de esta campaña estudiantil de control de mosca de la fruta, se constituyó en una experiencia interesante en la zona en la medida que involucró a los niños como un factor desencadenante, dinamizador y motivador de las actividades productivas. Otro aspecto valioso de esta campaña fue que su promoción la realizó una organización de pequeños productores, para beneficio de la comunidad.

La participación de los niños de educación primaria (6-10 años) se convirtió en un factor importante por diversos motivos:

1. Su juventud y grandes deseos de aprender, ayudaron a que puedan identificar fácilmente la plaga, así como las condiciones que facilitaban su diseminación;

2. Su dinamismo y empeño en las labores de colocación de trampas, trajo consigo el apoyo de los demás miembros de la familia: papá, mamá, hermanos, tíos, abuelos, etc., llamando la atención de aquellos productores que no pertenecen a la Asociación;

3. Su gran predisposición para aprender y asimilar conocimientos, sirvieron para enseñar o transmitir estos conocimientos a los demás miembros de la familia y a otras personas;

4. Con su participación, los niños se sintieron parte activa en las labores agrícolas y se involucraron apoyando a la familia. Además, tomaron conciencia y desarrollaron en sí mismos actitudes favorables para afrontar problemas y superar dificultades, cualidades importantes que les servirán para cuando tengan la responsabilidad de conducir los huertos de la familia.

Es necesario resaltar que inicialmente se trabajó con alumnos de educación primaria (6-10 años) y de educación secundaria (11-16 años), pero en base a la experiencia y los resultados obtenidos, se concluyó que es recomendable trabajar solamente con los niños de educación primaria pues son los más motivados para este tipo de actividades. Con los de mayor edad se realizaron otras actividades, como la conformación de grupos juveniles de servicios que brinden mano de obra calificada en cosecha para exportación, y se tiene planificado capacitarlos para que presten apoyo en otras actividades productivas (como podas, fumigaciones, entre otras).

Como se mencionó anteriormente, con esta campaña no se buscó, ni mucho menos se logró, erradicar la mosca de la fruta, sino reducir su incidencia y mantenerla en niveles adecuados que no originen daño económico significativo a los productores. Esta campaña fue un complemento a las labores de regulación que realizan los productores. La erradicación total de la mosca de la fruta no fue un objetivo de la campaña porque para ello sería necesaria una enorme inversión, pero principalmente por no estar acorde con los principios ecológicos.

Los objetivos planteados, y los resultados alcanzados, sirvieron para incrementar los ingresos de los productores, pero estuvieron también centrados en la articulación de personas e instituciones, quienes con un objetivo común lograron aunar esfuerzos tanto humanos como técnicos y financieros para el beneficio de toda la comunidad.

Alfredo Flores Chanduví
CEDEPAS, Cajamarca, Perú
Correo electrónico: aflores@cedepas.org.pe

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