junio 2004, Volumen 20, Número 2
La próxima generación: los niños y la agricultura

Los niños y las ferias de agrobiodiversidad, una vivencia en Cuba

FRANCISCO DUEÑAS HURTADO, MARTA ÁLVAREZ GIL, DAGMARA PLANA RAMOS, CARLOS MOYA LÓPEZ, HUMBERTO RÍOS LABRADA | Página 20-22
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La comunidad El Tejar – La Jocuma se encuentra en la porción norte del municipio La Palma de la provincia de Pinar del Río, en el oeste de Cuba, y el acceso a sus fincas es relativamente difícil debido a los estrechos caminos que existen en las elevaciones de la Sierra de Los Órganos.

La comunidad está constituida por 49 familias, es típicamente rural, y se caracteriza por presentar una agricultura basada en el uso mínimo de insumos químicos, sistemas tradicionales de preparación de las tierras y manejo de los cultivos.

Aunque el tomate es cultivado por algunas personas, los pobladores no tienen tradición en la producción y consumo de hortalizas: su dieta está basada en arroz, frijoles, viandas, y en ocasiones carne de puerco o de res. A lo anterior se suma la erosión cultural que ha tenido lugar en los últimos años y, como elemento fundamental, la poca o escasa disponibilidad de semillas, diversidad de especies y variedades, lo cual denota una insuficiencia de los sistemas formales de producción y diseminación de semillas para abastecer la demanda en términos de diversidad y cantidad. Como consecuencia, el consumo de hortalizas en esta comunidad es casi nulo, problema que se mantiene por la poca conciencia que muestran los pobladores en incorporar de manera sistemática y elevada un mayor número de especies en su dieta como forma de prevenir muchas enfermedades.

Las Ferias de Agrobiodiversidad, organizadas desde hace unos años en Cuba (ver Recuadro), han ayudado a mejorar el nivel de vida de estos campesinos y han creado la base de una amplia y activa participación de los agricultores en el proceso de selección de sus propias variedades. Desde sus inicios en Cuba, a finales de los años 90, devienen como una importante herramienta de trabajo del fitomejoramiento participativo, organizadas con el objetivo principal de facilitar el flujo de semillas del instituto de investigación hacia el agricultor y viceversa (Ríos y Wright, 2000). Estas ferias son, además, un interesante mecanismo para la integración armoniosa de los conocimientos y habilidades de los agricultores y de los fitomejoradores en la búsqueda de soluciones y prácticas a las necesidades que en materia de especies y variedades presentan los agricultores, tal como ha sido señalado por Soleri, Cleveland y Smith (2000).

A estas ferias asisten niños de diversas edades, pues cuando se realizan estos eventos la tradición campesina es la de participar la familia en conjunto, elemento tradicional que no se ha perdido en las poblaciones rurales. De ahí la necesidad de insertar en este marco un grupo de actividades con los pequeños, donde se debatan temas relacionados con la naturaleza y el medio ambiente, así como el desarrollo de actividades deportivas, a través de juegos tradicionales cubanos. Todo esto para garantizar el desempeño de las ferias para que las mismas cumplan sus objetivos y los niños ganen en conocimiento, y encuentren en este espacio el placer de aprender temas nuevos y el goce de esta actividad.

La celebración de la primera «feria del tomate», en la finca de la familia Mederos, propició un intercambio ameno con niños y facilitadores, permitiéndonos evaluar el estado de conocimiento que tenían sobre las diversas hortalizas y sobre algunos temas relacionados con el medio ambiente. Se crearon las pautas precisas para construir, entre investigadores y niños, temas relacionados con lo que estaba sucediendo en la feria, y así ir creando la base de un conocimiento sólido y válido, el cual será explotado en tiempos futuros por estos hombres del mañana.

Las Ferias de Agrobiodiversidad

Las Ferias de Agrobiodiversidad son organizadas por el Proyecto «Fitomejoramiento Participativo como Estrategia Complementaria en Cuba», dirigido por el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA). Se han llevado a cabo en varias provincias, centradas en diferentes cultivos: Pinar del Río (en los municipios de Los Palacios, viendo arroz y tomate); en La Palma (centradas en frijol, maíz, arroz, tomate, soya); en La Habana (en los municipios de San José de las Lajas, viendo frijol, maíz, tomate, soya, calabaza, y agricultura urbana); en San Antonio de los Baños (maíz y arroz); en Batabanó (maíz y soya); Cienfuegos (en el municipio de Aguada de Pasajeros, viendo frijol y arroz); en Villa Clara (en el municipio de Manicaragua, con frijol, yuca, arroz); en Camagüey (frijol, maíz, arroz, tomate); y en el municipio de Gibara en Holguín (con frijol, maíz, caupí).

Desde su inicio en 1999, estas ferias se han constituido en un espacio donde los campesinos pueden escoger los materiales genéticos que más les agradan. Su organización ha permitido poner a disposición de los productores un elevado número de materiales genéticos obtenidos de bancos de germoplasma, materiales segregantes, variedades autóctonas, etc., las cuales han servido para inyectar en las zonas de impacto de los agricultores una mayor diversidad genética y disminuir la erosión genética existente. El objetivo principal de estas ferias es que los campesinos tengan acceso a la biodiversidad, y que ellos mismos puedan establecer bancos de semillas, manejando flujos de materiales fitogenéticos entre ellos. Con las ferias se realizan talleres de capacitación para líderes campesinos, familias campesinas y campesinos en general, buscando el intercambio entre investigadores, campesinos y quienes deciden las políticas.

El día de la feria

Niños y facilitador durante el desarrollo de un juego tradicional / Foto: M. Álvarez

En la mañana del sábado 17 de enero del 2004 se dieron cita en el municipio de La Palma, investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (facilitadores), campesinos productores de tomate, dirigentes de organizaciones de masa del municipio y niños de diversas edades, para dar comienzo a la primera feria del tomate. Esta se celebraría esa mañana en la finca de la familia Mederos, reconocida por sus buenos rendimientos en el cultivo de esta hortaliza.

La actividad con los niños comenzó a las 9:00 de la mañana. En la misma participaron un total de 50 niños, los cuales mostraban gran entusiasmo en su rostro, pues esta experiencia les resultaba muy interesante. Luego de una presentación general, buscando entrar un poco en confianza, se realizó una charla relacionada con la biodiversidad, preguntándoles qué entendían por este término, y cómo era que ellos, mediante ejemplos en su propia localidad, podían ilustrar este concepto.

La participación en este tema fue muy rica, y nos pudimos percatar que los niños reconocían que la diversidad biológica estaba en las diferentes formas de vida que encontramos en un paisaje o ecosistema determinado. Otros plantearon que se podía apreciar en la gama de colores que presentaban diferentes aves, en las diferentes plantas que existen en la finca en donde nos encontrábamos, y hasta en la diferencia fenotípica que se veía entre cada uno de los que estábamos allí presentes.

Pero a pesar de la gama de respuestas enunciadas por los niños, a los más pequeños del grupo les resultó un poco difícil el tema, por lo que para interesarlos en la actividad que se desarrollaba les propusimos realizar un concurso de canto, poesía o décimas relacionadas con la naturaleza. Aunque esto llegó a convertirse en una competencia entre los niños y las niñas, lo más importante es que primó el respeto y el mensaje llegó de esta forma a los que, en un principio, les parecía que el tema era algo aburrido.

Concluida la primera charla, pasamos a realizar un juego de participación en el cual los niños mostraron sus habilidades físicas. Este fue un juego tradicional, donde los niños combinan las técnicas del canto con el ejercicio. Posteriormente nos ubicamos debajo del techo de una de las casas que sirve como almacén de semillas para proseguir con nuestro debate o charla, pero ahora relacionada con el consumo de vegetales en la dieta de las personas. Para esto comenzamos nombrando a las hortalizas que se conocen a nivel mundial y las que se siembran en nuestro archipiélago, y luego se realizó un breve debate acerca del tomate, siendo ésta la hortaliza a la cual estaba dedicada la feria. Se inició la charla con preguntas cómo: ¿Qué entendemos por hortalizas?, pidiéndoseles nombrar ejemplos de éstas. Aquí se mencionó una gama de hortalizas que se siembran en Cuba debido a las condiciones climáticas de nuestro país, que eran las que ellos conocían, y también se nombraron otras que no conocían, indicando cómo es que son consumidas en los hogares, y cuáles son los beneficios que brinda su consumo.

El grupo de niños mostró que sabían que los vegetales sirven como fuente de vitaminas, minerales y nutrientes, los cuales les permiten crecer fuertes y vigorosos, garantizándoles con esto una vida sana. Centrándonos luego en el tomate, hablamos sobre su origen, las diversas formas en que éste puede ser consumido, y sobre la cantidad de nutrientes que le incorpora a nuestro organismo, así como también sobre la diversidad de formas que presentan sus frutos, y la diversidad en sabores y colores. Muchos de los hijos de productores hicieron alusión a los tomates que tenían sus padres sembrados, explicando las formas que tenían éstos y sus tamaños.

Pero un porcentaje alto de los niños allí presentes no pudo decir qué es lo que entendía por «hortalizas»: muy pocos participaron en este momento, y los que lo hicieron tenían una idea poco precisa del tema. Para profundizar la idea central de la reunión se dio paso a la próxima actividad, «La hortaliza perdida», para lo que usamos tarjetas de cartón con formas de frutos, las cuales tenían escrito el nombre de una hortaliza, el origen de ésta, los nutrientes que incorpora al hombre y su importancia alimenticia. Al estar todo escrito en un lenguaje poco científico, garantizamos que el conocimiento pudiese llegar a la diversidad de edades que teníamos presente en el escenario donde se estaba desarrollando la actividad. Estas tarjetas fueron escondidas en diferentes lugares de la finca sin que estuvieran muy alejadas unas de otras, para que fueran encontradas lo más pronto posible, y así, de una manera dinámica, dar paso a la última actividad del encuentro. Una vez encontradas todas las tarjetas, los niños que las hallaron pasaron al frente de todos y leyeron el mensaje que estaba escrito, lo que ayudó a fijar la atención aún más en los diferentes ejemplos de vegetales que podemos encontrar en el campo y que pueden ser cultivados, y la importancia que tienen éstos para el hombre cuando pasan a ser parte de la dieta diaria.

La última actividad del día consistió en un juego tradicional, donde al niño que participa se le venda los ojos, pero en este caso se coloca en sus manos un vegetal o fruto, que el niño al palparlo debe identificar y decir el nombre. Este juego nos permitió fijar el conocimiento aprendido en la charla anterior, y propició un intercambio más cercano con las hortalizas. Con este juego también pudimos percatarnos que existen algunas especies que son totalmente desconocidas, pues no son comunes en la dieta de esta población (como la berenjena, Solanum melongena L., y la zanahoria, Daucus carota L.). Esto sirvió de marco para hablarles de la importancia de las mismas para la salud humana y el buen desarrollo y funcionamiento del organismo. Una vez terminada la intervención del facilitador se procedió a realizar una ensalada con estos vegetales frescos, la cual competiría en un concurso de platos que se realizaría al terminar la feria. Para la confección del plato nos apoyaron las madres que estaban con sus hijos, y los niños lo decoraron a su gusto.

¿Por qué trabajar con los niños?

El desarrollo de las ferias mostró que éstas constituyen un evento socio-cultural importante para las comunidades rurales, y los niños, como parte de estas comunidades, asistían sin que se les diera un rol específico en ellas. Por un lado se vio que el trabajo de selección de variedades en campo se veía afectado porque los niños, al no tener en las ferias un espacio para ellos donde se les prestara atención y se les permitiera participar, impedían la participación activa de sus madres. Se perdía de esa manera el rol importante que desempeñan las mujeres en el trabajo de selección de variedades en campo, responsabilidad que no es asumida por los hombres.

Por otro lado, trabajar con los niños es ir preparando el relevo de sus padres, ya que son ellos quienes en el futuro serán los hombres y mujeres que atenderán estas tierras y sacarán el provecho de sus frutos. Se trabaja con ellos de esta forma para ir afianzando el amor a su localidad, su tierra y su cultura, y evitar con esto las futuras migraciones a las ciudades. Se trabaja con ellos porque la palabra niño constituye un sinónimo de futuro, y trabajar con ellos es la forma más noble de contribuir con la obligación que tiene la humanidad con las futuras generaciones.
Retos

Facilitador hablando sobre la biodiversidad a los niños / Foto: M. Álvarez

Terminada la feria nos reunimos los facilitadores y expusimos nuestras experiencias, y rápidamente llegamos al acuerdo de que hay que seguir trabajando con los pequeños. De un lado se señaló que desde edades tempranas se fija mejor el conocimiento de lo aprendido, enseñándoles a buscar un mejor aprovechamiento de la biodiversidad y también a incorporar alimentos frescos y sanos en su dieta. Por otro lado, de esta manera se garantiza de forma oportuna que los niños amen su tierra, sus tradiciones, sus costumbres, y se sientan útiles con el trabajo en la tierra, propiciando que en el futuro no se produzcan migraciones de estas jóvenes generaciones hacia áreas urbanas en busca de mejores posibilidades económicas. Otra razón de importancia en este trabajo es que durante la realización de las ferias, cuando sus padres están en plena actividad, los más pequeños se encuentran también reunidos en un lugar determinado de la finca, aprendiendo sobre temas interesantes y desarrollando sus habilidades físicas y motoras. A modo de conclusiones se puede decir que las ferias campesinas garantizan el espacio adecuado para el trabajo educativo-ambiental-recreativo con los niños; propician un buen desarrollo de los objetivos de las mismas, pues los padres pueden desarrollar sus labores sin tener que estar pendientes de sus hijos, facilitando esto prestar la atención que se necesita en este tipo de eventos.

A pesar de ser éste nuestro primer intercambio, nos percatamos que sembramos la semilla del conocimiento, pero que como grupo de trabajo tenemos que explotar otras formas por las que puede llegar el conocimiento, dígase concurso de dibujos, obras de teatro con títeres u otro recurso educativo. Así podremos hacer más amena la actividad y lograr la participación de los más pequeños, los que en ocasiones se mostraron algo tímidos, pues desconocían el tema que se estaba platicando.

Creemos que aún quedan muchas cosas por hacer y que el reto es grande, pero el abrir un espacio para los más pequeños dentro del marco de la feria es un paso importante. Lograr que temas como éstos se inserten como parte de las actividades extracurriculares de la enseñanza, puede ser una de las vías propicias para lograr un amor a sus raíces y una de las formas de mantener a la población en el campo. Enseñarles a amar su tierra, sus campos y la naturaleza es la manera más noble de mostrarles cuán importantes son ellos para hoy y el mañana.

Marta Álvarez Gil, Dagmara Plana Ramos, Carlos Moya López, Humberto Ríos Labrada, Francisco Dueñas Hurtado
INCA Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas.
Departamento de Genética y Mejoramiento de las Plantas.
Carretera Tapaste Km 3 ½, Gaveta Postal 1 San José de las Lajas, Cuba
Correo electrónico: franko@inca.edu.cu

Referencias
– Ríos, H. y J. Wright. 2000. Primeros intentos para estimular los flujos de semillas en Cuba. Boletín de ILEIA para la Agricultura Sostenible de Bajos Insumos Externos. Vol. 15. No. 3-4.
– Soleri, D., D.A. Cleveland y S.E. Smith. 2000. Creando bases comunes en el mejoramiento colaborativo de los cultivos. Boletín de ILEIA para la Agricultura Sostenible de Bajos Insumos Externos. Vol. 15. No. 3-4.

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