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Detalle del grano verde. Se consume mayormente fresco / Foto: Autores
En Venezuela, su cultivo se restringe a unas pocas plantas en las parcelas de cultivo de las familias campesinas, principalmente de los estados Lara y Falcón, donde se le conoce como chivata, y del estado Táchira, donde se le conoce como gallinazo. Es una especie muy apreciada por el campesino por su sabor, facilidad de cocción y rusticidad, ya que es resistente a condiciones de escasez de agua y baja fertilidad de los suelos. El potencial de esta especie para la familia campesina está en el hecho de ser semiperenne (2-3 años), de hábito indeterminado, rápido crecimiento y por tener una fructificación que se mantiene durante casi todo el año. Considerada como «la vaca lechera para el campesino», permite recoger grano todo el año.
Otra ventaja clara de esta especie es que tiene un rango amplio de adaptación, no sólo a diversos pisos altitudinales, sino a diversas condiciones agroecológicas (Cuadro 2). Es así que en el mundo se conocen unos 50 cultivares de esta especie. Pero esta leguminosa de grano ha recibido poca importancia en los trópicos, a pesar de su carácter perenne, posibilidad de producción continua durante el año, y su buen contenido de proteína (25%) y sabor agradable, características que hacen a esta especie un cultivo prometedor para explotaciones agrícolas pequeñas.
Utilidad
Son muchos los usos que se le atribuyen a la especie Dolichos lablab L., destacando su uso como grano alimenticio, forraje, abono verde, como especie mejoradora de suelo y hasta como especie medicinal (Cuadro 3). En Venezuela, destaca su potencial como alimento para la familia campesina, quien con pocas plantas puede disponer de granos ricos en proteína durante todo el año. Estos granos crudos tienen un sabor amargo, lo que denota un cierto contenido tóxico para el ser humano. Por ello, los campesinos que en tiempos de escasez acostumbran consumir las semillas verdes o secas, antes de hacerlo las remojan en agua durante toda la noche, y luego las lavan y cuecen.
Esfuerzos para su conservación
En Venezuela, el cultivo de la chivata o gallinazo para grano es realizado por los campesinos, quienes lo siembran en pequeñas áreas bajo un sistema tradicional de producción llamado «conuco» y en huertas familiares. El destino de la producción es principalmente el autoconsumo y cuando hay pequeños excedentes éstos son vendidos en los mercados locales. El consumo de la chivata como grano verde y seco ha sido tradicional en algunos estados como Lara, Yaracuy, Falcón y Táchira, encontrándose pequeñas cantidades en los mercados populares. En el año 2003, el precio de venta al público del kilogramo de grano de chivata en los mercados de Caracas (distrito capital) era igual o un poco superior al precio de la caraota (Phaseolus vulgaris), estando éste muy cercano al precio del dólar. Pero en todo el país, el consumo de esta especie ha venido decayendo, así como su cultivo.
Durante el año 2001, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, INIA, inició un proyecto para el rescate y conservación del germoplasma local de leguminosas comestibles, haciendo énfasis en especies subutilizadas como la chivata. Una de las principales razones que motivaron este trabajo fue frenar el deterioro de la diversidad biológica, que como consecuencia del impacto de las actividades antrópicas se encuentra amenazada por el aumento de la tasa de extinción de especies de gran potencial y aún subutilizadas. El propósito fue incrementar la variabilidad genética disponible en el banco de germoplasma de leguminosas comestibles, su caracterización y evaluación, así como la promoción del uso de estos acervos genéticos.
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Planta de chivata, una especie muy apreciada por la familia campesina / Foto: Autores
Hasta el presente, se han realizado 43 expediciones de colecta en seis ecorregiones que cubren parte de 15 estados del país, y que van desde el nivel del mar hasta por encima de los 3.000 de altitud, lográndose incrementar la variabilidad genética de D. lablab mediante la colecta de 27 muestras. Este esfuerzo ha representado la única colección ex-situ en Venezuela de esta especie.
El mayor número de muestras (nueve, equivalente a un 32 por ciento) fueron colectadas en el estado Lara, que van desde los 600 hasta los 1.100 de altitud, siendo identificadas como: chivata, chivata negra, blanca, roja oscura, o verde clara. Un 19 por ciento de las muestras fue colectado en Mérida, 15 por ciento en Yaracuy, y 11 por ciento en Sucre. Para este año se tiene prevista una colecta en el estado Táchira, con la cual se espera incrementar el número de muestras dada la importancia de esta especie en la zona. También se han podido rescatar los nombres locales de esta especie, que además de ser conocida como chivata o gallinazo, es también llamada tapirucuso, tapiruza o caperuza en Yaracuy; chícharo en Trujillo, capiruza en Guárico y Carabobo; gallinazo y piparero en Mérida, y judía y garbanzo en Sucre. El color de la semilla de los materiales colectados puede ser crema, crema verdoso, rojo, y negro.
En todos estos lugares, los agricultores utilizan métodos artesanales para la conservación de la semilla de chivata (en el caso del estado Sucre, mezclan las semillas con cenizas y la guardan en frascos de vidrio), métodos que han sido aprovechados también para el rescate y conservación del germoplasma.
Las actividades del INIA continuaron con la transferencia de parte de este germoplasma nativo a las zonas de producción. Es en este sentido que el INIA-Lara ha venido distribuyendo plantas de chivata a las unidades familiares ubicadas en el municipio Crespo, donde el promedio es de ocho hijos por familia. En esta zona la economía depende del cultivo del café y, en los últimos años, como consecuencia de la caída de los precios de este producto, la economía de las familias se ha visto muy deteriorada, trayendo como consecuencia la carencia de alimentos. La estrategia consistió en evaluar la adaptabilidad de los diversos materiales a la zona, para lo cual se llevó un seguimiento trimestral del número de productores que mantenían las plantas de chivata; número de plantas por productor; incidencia de plagas; número de cosechas realizadas y peso de los granos cosechados por planta; tolerancia de las plantas a la sequía; opinión de los productores sobre la calidad culinaria de los materiales e interés en seguir sembrándola. Todo esto con el propósito de evaluar el potencial de la especie como estrategia alimentaria para las familias campesinas. La selección de los productores obedeció al interés manifiesto de algunos en la chivata, ya que en la zona años atrás, era tradición su cultivo y poco a poco se fue abandonando hasta el extremo de no contar con semilla de la especie. Actualmente persiste el interés de éste y de otro grupo de agricultores en cultivar la chivata. Las actividades, iniciadas durante el año pasado, se resumen en el Cuadro 4.
Dentro de la directriz estratégica del INIA está planteado contribuir con la seguridad agroalimentaria nacional con una opción preferencial para las poblaciones de escasos recursos y, previendo para ello la diversificación de las alternativas de consumo con énfasis en las especies no tradicionales con alto potencial nutricional y de rendimiento. Los recursos fitogenéticos representan la materia prima básica para el logro de este propósito.
Los recursos fitogenéticos son considerados indispensables para alcanzar un desarrollo agrícola sostenible, pues en ellos se encuentran los genes de resistencia a factores bióticos y abióticos; así como complejos génicos para la adaptación. Esto conduce a que los países consideren de importancia estratégica la investigación en recursos fitogenéticos. En gran medida, el uso de estos recursos para el beneficio de la población depende del conocimiento disponible sobre ellos; por lo que se considera de primordial importancia la caracterización y evaluación del germoplasma colectado y conservado. Actualmente se está realizando la multiplicación de los materiales colectados con la finalidad de comenzar su caracterización morfológica, molecular y de calidad nutricional; así como evaluar su comportamiento ante el ataque de plagas y enfermedades y los aspectos agronómicos. La investigación en esta área será fortalecida en el INIA, de manera de garantizar la conservación de estos importantes acervos genéticos para el país y promover su uso sostenible.
Agradecimiento
Al Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (FONACIT) por el financiamiento, a través de la Agenda Biodiversidad, mediante la subvención ABD N° 98-003419. Igualmente, a las comunidades de agricultores donde se colectó y transfirió el germoplasma.
María Elena Morros, Delis Pérez y Pío Rodríguez
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas. Apartado 592, Barquisimeto, estado Lara, Venezuela.
Correo electrónico: memorros@inia.gov.ve; dperez@inia.gov.ve; parapio2000@yahoo.com
Referencias
– Yesid Bernal, H. y J.E. Correa Q., 1992. Fabaceae (Leguminosae). Lablab purpureus. 1992. En: Especies vegetales promisorias de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo VIII. Secretaria Ejecutiva del Convenio Andrés Bello. Santa Fe de Bogotá.
– National Academy Of Sciences 1979. Lablab bean. En: Tropical legumes: Resources for the future. Washington, D.C.
– Pittier, H. 1944. Dolichos lablab. En: Leguminosas de Venezuela. Editorial Elite. Ministerio de Agricultura y Cría. (Boletín Técnico N° 5). Caracas.
– Pittier, H. 1971. Manual de las plantas usuales de Venezuela y su suplemento. Fundación Eugenio Mendoza, Caracas.
– Schnee, L. 1973. Dolichos lablab. En: Plantas comunes de Venezuela. 2da. ed. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Agronomía. Revista de la Facultad de Agronomía, UCV., Maracay, Venezuela.