Los ecosistemas originales de esta microrregión incluían tres tipos de vegetación: selva alta perennifolia con dominancia de Terminalia amazonia; selva mediana subperennifolia, con dominancia de Bursera simaruba; y bosques de encino (Quercus glaucescens y Q. elliptica) en los filos de las lomas y parteaguas donde los suelos son más pobres. El clima es cálido y húmedo, con lluvias intensas durante cuatro meses en el año. La mayor parte del territorio está constituida por laderas abruptas con suelos profundos y ácidos, de textura franca tendiendo a lo arenoso.
Causas y consecuencias del deterioro ambiental y social
El helecho (Pteridium aquilinum) invade una parcela y dificulta las labores agrícolas / Foto: archivo Methodus
Hoy en día, el territorio del municipio de San Juan Lalana se encuentra deforestado en un porcentaje muy alto. Predomina un paisaje de lomeríos cubiertos por vegetación secundaria o acahuales jóvenes, (nombre local que se da a una etapa del proceso de regeneración del bosque original) donde las familias chinantecas cultivan la milpa (combinación de maíz, calabaza, frijol y tomate) con la técnica tradicional de roza, tumba y quema, y por pequeños manchones de selva y acahuales maduros, donde se produce café y se obtienen madera, leña y productos forestales no maderables como la pita o agave americano (Aechmea magdalenae), los bejucos y frutos comestibles.
El deterioro de los recursos naturales y la disminución de los ingresos familiares que se viven en la región tienen varias causas:
• el fuerte incremento de la tasa de crecimiento de la población a partir de la década de los años sesenta del siglo pasado (superior en 4% a la registrada en el resto de la población regional), que obligó a las familias a reducir el tamaño de las unidades de producción, a establecer parcelas en todo el territorio y a utilizar terrenos considerados anteriormente como no aptos para la agricultura, como son los acahuales jóvenes, las laderas de fuerte pendiente y los bosques de encino;
• los cambios en las técnicas tradicionales de cultivo de la milpa debido a la adopción de ciertas tecnologías de la revolución verde destinadas a disminuir la carga de trabajo familiar, con consecuencias observables en la calidad del ambiente y la diversidad, así como en la calidad de los alimentos producidos;
• la introducción, en los años ochenta, del ganado vacuno en terrenos originalmente forestales y la producción de café, sin que las familias pudieran adoptar un manejo pecuario adaptado a las condiciones difíciles de la zona (relieve accidentado, poco valor nutritivo de los pastos nativos y fuerte presencia de parásitos y enfermedades);
• la crisis internacional del precio del café que provocó una disminución del valor económico de los espacios boscosos y de los cafetales, manejados anteriormente bajo un modelo de forestería análoga, propiciando su conversión hacia la agricultura de temporal (secano) o la ganadería;
• la pérdida de la calidad de los suelos y la expansión de las áreas degradadas, como son los terrenos invadidos por el helecho Pteridium aquilinum, llamado localmente copetate, que cuando se encuentra en gran densidad impide tanto la regeneración natural de la vegetación como los cultivos.
Este deterioro de la calidad ambiental del territorio y de las condiciones socioeconómicas de la población ha provocado diferentes respuestas y consecuencias, como es la intensa migración de los jóvenes hacia la capital del país y a los Estados Unidos, así como el incremento regional del valor de la mano de obra para las actividades agrícolas. Igualmente, la pérdida de las formas locales de control social, en particular en la gestión del territorio y el manejo de recursos colectivos estratégicos para las comunidades como son el agua y la biodiversidad, y con ello, la emergencia de nuevas formas de organización social, encaminadas hacia la diversificación productiva y la comercialización, como también al desarrollo de alianzas políticas para la obtención de subsidios gubernamentales.
Nuevas formas de organización y acción social
En este contexto nace a finales de los años noventa la Unión de los Pueblos Indígenas de la Sierra de Lalana (UPIS-L), organización campesina e indígena que agrupa actualmente a unas veinte comunidades y cuenta con 1.500 socios y socias. Desde 1997, la UPIS-L ha venido recibiendo la asesoría de SIPPE y de Methodus, con los que se coordina para desarrollar cinco líneas principales de trabajo:
1. el desarrollo de una experimentación adaptativa en parcelas agroforestales piloto, con el objetivo de encontrar alternativas que permitan recuperar el potencial productivo y conservar la biodiversidad en el territorio;
Los “acahuales detenidos” por el copetate
El helecho Pteridium aquilinum o copetate, como es conocido en la región de la Chinantla, es una especie heliófila de amplia distribución en todo el mundo. Generalmente invade áreas que han sufrido alguna perturbación, en particular incendios. En estas áreas, los procesos de regeneración de la vegetación nativa se ven muy limitados, así como la práctica de la agricultura. Diversos investigadores coinciden en que la agresividad del helecho se debe a sus rizomas profundos que sobreviven al fuego (Isaac, 1940), a que secreta una sustancia alelopática y a su capacidad de dispersar esporas a gran distancia, compitiendo fuertemente con la vegetación nativa (Green, 1984). Los rizomas suelen tener de 8 a 30 cm de profundidad, y en algunos casos hasta 1 m (Flinn, 1977) y forman un tejido denso que dificulta el crecimiento de cualquier otra especie.
En el municipio de San Juan Lalana, este helecho se encuentra naturalmente asociado a los bosques de encino, en donde se concentra en los espacios con mayor cantidad de luz. Al ser eliminados los árboles por el fuego, el helecho tiende a propagarse pendiente abajo extendiendo su sistema radicular y diseminando grandes cantidades de esporas. En el paisaje cubre áreas cada vez más extensas, donde la selva parece no poder reinstalarse a través del proceso común de regeneración de los acahuales. Por esta razón algunos autores, como S. Purata (Instituto de Ecologia de Jalapa) han descrito las parcelas invadidas con copetate como “acahuales detenidos”.
2. la capacitación y la asistencia técnica a productores y productoras para la conservación de suelos y agroforestería;
3. la organización y el equipamiento de productores y productoras para proveer de plantas maderables y no maderables y de lombricomposta a quienes establecen sus parcelas agroforestales;
4. la creación de empresas regionales y locales para la comercialización de productos forestales no maderables, como el café, la fibra de pita y las plantas ornamentales; y
5. el desarrollo de esquemas de colaboración y coordinación interinstitucional para la obtención de recursos financieros y asesoría, así como la realización de intercambios de experiencias con otras organizaciones campesinas del sureste del país.
Reconocimiento de las causas y las soluciones del problema
Uno de los modelos agroforestales que se está experimentando desde 1998 consiste en la restauración funcional de áreas degradadas, en particular de los copetates, que se han ido extendiendo desde los años 80. Aquí la agricultura es extremadamente difícil, debido a la agresividad de esta especie de helecho, cuyo sistema radicular forma una densa red y secreta una substancia alelopática que inhibe el desarrollo de otras plantas. Asimismo, el uso de herbicida no tiene, prácticamente, efecto alguno sobre esta planta.
El trabajo se inició con un proceso de reflexión e investigación participativa sobre las causas de la extensión de los copetates, y sobre las posibles opciones de control y recuperación de las áreas afectadas, todas ubicadas en pendientes de moderadas a fuertes. Se descubrió entonces que, en los bosques de encino, la quema para el establecimiento de cultivos era el principal factor responsable de la expansión, pendiente abajo, de los helechos. Asimismo, los análisis realizados por Methodus mostraron que, a la inversa de lo que se creía, los suelos donde crecen los copetates no son más pobres ni más ácidos que los que se encuentran normalmente en la región; incluso algunos de ellos muestran mejores contenidos de nitrógeno y fósforo que las parcelas de cultivo (Ver: Tabla 1).
Algunas de las familias campesinas participantes en las investigaciones tenían experiencias recientes en la utilización de parcelas invadidas por copetate. Hubo quienes introdujeron pastos mejorados para la ganadería y alcanzaron la erradicación del helecho; otras disminuyeron su presencia con la introducción durante varios ciclos del frijol abono o mucuna (Mucuna spp.), y en una comunidad se solía utilizar pequeñas fracciones de estos terrenos para el cultivo de la piña (Ananas comosus) fruta incorporada en la alimentación de la comunidad y que actualmente tiene demanda en el mercado local.
También se llegó a la conclusión de que la sombra era una forma natural de control del helecho, puesto que en los encinares, donde se encontraba en forma poco densa, su desarrollo parece ser restringido. La mayoría de los campesinos reconocía que los herbicidas eran impotentes, que la ganadería en su forma actual había demostrado no ser una opción productiva viable, y que la recuperación funcional de los copetates era un reto que requeriría tiempo, disponibilidad de mano de obra y dedicación.
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El camino de la experimentación
Considerando la necesidad de establecer un programa de experimentación adaptativa asimilable por las familias y en el cual los productores tuvieran el control sobre el desarrollo de los modelos agroforestales, la UPIS-L y sus asesores se propusieron los siguientes objetivos de trabajo:
• promover el desarrollo de diversas opciones tecnológicas y de manejo parcelario que permitan la recuperación del potencial agrícola y forestal de los copetates, con base en los resultados de la investigación inicial y en la capacidad de innovación de los productores;
• impulsar el cultivo de especies que generen a corto y mediano plazos ingresos económicos con la finalidad de autofinanciar las labores de restauración de los copetates;
• desarrollar capacidades organizativas para negociar con varias instancias recursos económicos encaminados a solventar la inversión inicial y a mantener un servicio de asesoría técnica, monitoreo y evaluación.
El programa impulsó la apropiación de nuevas técnicas de conservación de suelo para mantener e incrementar su fertilidad, en particular zanjas de infiltración a curva de nivel y barreras vivas con especies enriquecedoras para el suelo (Tithonia tubaeformis, Cajanus cajan, Erythrina americana), especies forestales (Cedrela mexicana, Tabebuia rosea, Swietenia spp. y Ochroma pyramidal) y árboles frutales (cítricos, nuez de macadamia y lichee) destinados a producir sombra. Asimismo, el programa proporcionó a los productores involucrados lombricomposta producida por grupos de mujeres miembros de la UPIS-L, para aplicarla en los cultivos o árboles que se establecieran en las parcelas. Sin embargo, cada productor escogió la forma de controlar el crecimiento del helecho y los cultivos a establecer en las parcelas que restauraría.
Estado actual de la experimentación adaptativa
Con el fin de evaluar los resultados obtenidos por los productores se han realizado varios talleres de intercambio y visitas de parcelas (al interior del municipio y también con otras localidades de la región de la Chinantla), un levantamiento de datos en cada parcela por parte de los promotores comunitarios y entrevistas a los productores que alimentó una base de datos computarizada y también recorridos con expertos (Universidad de Chapingo, Instituto de Ecologia de Jalapa) para conocer sus puntos de vista acerca de los experimentos. A través de estos trabajos de evaluación se ha podido reconocer la adaptabilidad de las especies introducidas, observar modificaciones en las propiedades del suelo e identificar las dificultades a las cuales se enfrentaban los productores.
A los cuatro años del inicio del programa, en más de 200 parcelas se ha observado que la mayoría de los productores estableció una gran diversidad de cultivos y especies forestales buscando obtener ingresos a corto y mediano plazo e iniciar un proceso de restauración de la sombra con árboles y arbustos útiles (maderables, frutales, leguminosas, etc.). Además, los productores han realizado un trabajo importante de conservación del suelo con el establecimiento de zanjas de infiltración y barreras vivas. Este trabajo ha sido subsidiado en un 50 por ciento, aproximadamente, con apoyos financieros de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).
Sin embargo, menos de la tercera parte de los productores ha podido invertir el tiempo que requiere el control de los helechos para permitir, en forma satisfactoria, el desarrollo de las especies y los cultivos establecidos (ver: Tabla 2). Esta situación es atribuible en parte a la poca disponibilidad de mano de obra familiar en la actualidad y a la necesidad de las familias de concentrarse en actividades que pueden generar ingresos monetarios o alimentos a corto plazo. Con el fin de debilitar al copetate mientras los cultivos logran ganar espacio, los productores han optado por sólo cortar los retoños de los helechos para abatir la actividad fotosintética y el desarrollo del sistema radicular y no el arranque de rizomas que solía realizarse en áreas más reducidas, pero que resulta más laborioso en parcelas más grandes. Esta técnica ha resultado provechosa puesto que reduce el trabajo a cada limpieza y disminuye el vigor del copetate.
Quienes han logrado disminuir la incidencia del copetate en sus parcelas han establecido cultivos en camellones y surcos a curvas de nivel en diferentes partes de ellas, considerando la pendiente, la presencia de sombra y la humedad del suelo. Así, el plátano, el maíz o los tubérculos como la malanga (Xanthosoma sagittifolium) o raíces como la yuca (Manihot esculenta) han constituido las mejores opciones para aprovechar la parte baja de las pendientes; en cambio, los cítricos y los árboles forestales se han adaptado satisfactoriamente a las partes más altas, cuando se encuentran en la proximidad de las zanjas. Para poder realizar estas labores, adicionales a las que efectúan los productores en sus milpas o cafetales, se ha tenido que contratar a jornaleros agrícolas de la misma comunidad.
La mayor parte de los productores ha optado por intensificar el cultivo de la piña en las parcelas en recuperación, con la finalidad de obtener ingresos seguros (el producto tiene demanda en el mercado local y regional) y cubrir una parte del costo de la mano de obra contratada. Se ha alcanzado un excelente desarrollo de las plantas y una buena producción de frutos en las piñas establecidas en la parte baja de las zanjas de infiltración y fertilizadas con lombricomposta. Esta especie no parece ser afectada por la presencia cercana de los helechos. Por otro lado, los productores que sembraron maíz en las áreas donde la densidad de los helechos era mayor obtuvieron rendimientos bajos, a menudo inferiores a 600 kg/ha, cuando generalmente se obtiene 1 a 1,5 t/ha.
En el ámbito organizativo, la UPIS-L ha logrado formar un equipo de promotores y técnicos locales aptos para asesorar a los productores distribuidos en más de una docena de comunidades. Este programa interesó a la SEMARNAT y a CONAFOR, de modo que ambas instituciones se han comprometido durante varios años a sostener el esfuerzo de los productores.
Conclusiones y perspectivas
Inicio de los trabajos de conservación de suelos y establecimiento de piña en una parcela con copetate / Foto: archivo Methodus
El programa de experimentación en copetates ha demostrado que existen opciones viables para la recuperación de la capacidad productiva de estas parcelas, y que los sistemas agroforestales que combinan cultivos cuyos frutos se obtienen en el mediano y largo plazo son los más propicios. Las técnicas de conservación de suelo que permiten evitar la pérdida de la materia orgánica y mantener durante un periodo más largo la humedad en el suelo han ayudado también a que las especies introducidas se desarrollen más rápidamente.
Sin embargo, se han encontrado obstáculos y los principales han sido: la fuerte inversión inicial en mano de obra que requiere la debilitación de la población de helechos; la realización y mantenimiento de las zanjas de infiltración y barreras vivas. Como hemos visto, son los productores que disponen de mayores recursos propios, quienes obtuvieron mayores éxitos, mientras que los más pobres tienen que privilegiar el trabajo en los cultivos que permite producir alimentos o ingresos, al más corto plazo. Para resolver esta situación, el programa deberá entonces gestionar apoyos económicos para que las familias menos favorecidas y más interesadas en el Programa puedan contratar mano de obra, y fomentar las prácticas de ayuda mutua, anteriormente más empleadas, a través de la “mano vuelta” (el intercambio de mano de obra dentro de una misma comunidad).
Paralelamente al fortalecimiento de las capacidades de las familias para atender sus parcelas, es necesario:
• incrementar la capacidad financiera de la UPIS-L para que pueda garantizar la asistencia técnica y el seguimiento a los productores y sus experimentos, a través de sus propios cuadros;
• potencializar la producción de la piña en los sistemas agroforestales, mediante la obtención de la certificación orgánica y su comercialización a empresas deshidratadoras nacionales que demandan actualmente este producto; y
• desarrollar un programa de sensibilización de las comunidades para que puedan establecer medidas colectivas y normas de protección de los encinares, cuya quema representa una de las principales causas de la expansión de los copetates.
La expansión de los copetates no es un problema exclusivo del municipio de San Juan Lalana. Existen casos similares en otras comunidades del sureste de México, donde conviven las selvas húmedas y los bosques de encino. En San Juan Lalana, el desarrollo de formas apropiadas de agroforestería que incluyen el abatimiento del copetate constituye entonces una iniciativa que puede tener un impacto más amplio, por lo que sus resultados deben ser difundidos.
Fabrice Edouard, Josefina Jiménez y Marcelo Cid
Methodus SC / SIPPE
Crespo 520-A, Col. Centro, Oaxaca, Oaxaca, CP 68000
Tel. +52 (951) 514 05 27.
Email: Methodus@prodigy.net.mx, www.raises.org/methodus.htm
Esta experiencia se sistematiza bajo la cobertura de la red RAISES,
un proyecto financiado por la Fundación Ford. www.raises.org
Referencias
– Isaac, L. A. 1940. Life of seed in the forest floor. En: Res. Note 31. Portland, OR: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Pacific Northwest Forest and Range Experiment Station: 14.
– Flinn, Marguerite A. y Ross W. Wein. 1977. Depth of underground plant organs and theoretical survival during fire. Canadian Journal of Botany. 55: 2550-2554.
– Green, Harold E.; Ralph H. Hughes. 1984. Common herbaceous plants of southern forest range. Res. Pap. SO-210. New Orleans, LA: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Southern Forest and Range Experiment Station.